El matrimonio como refugio contra el pecado y la tentación

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1 Corinthians 7:1–7 RVC
En cuanto a los temas de los cuales ustedes me escribieron, lo mejor para hombres y mujeres sería no tener relaciones sexuales, pero por causa de la inmoralidad sexual, cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer su propio esposo. El marido debe cumplir el deber conyugal con su esposa, lo mismo que la mujer con su esposo. La esposa ya no tiene poder sobre su propio cuerpo, sino su esposo; y tampoco el esposo tiene poder sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para dedicarse a la oración. Pero vuelvan luego a juntarse, no sea que Satanás los tiente por no poder dominarse. Aunque esto lo digo más como concesión que como mandamiento. En realidad, quisiera que todos los hombres fueran como yo; pero Dios le ha dado a cada uno su propio don, a algunos de alguna manera y a otros, de otra.
En su tratado, la necesidad de reformar la Iglesia, Juan Calvino habla duramente en contra del celibato practicado por los sacerdotes y clérigos en general de la iglesia romana, puesto que aun cuando se abstenían del matrimonio no lo hacían de las practicas sexuales, las cuales solo por el hecho de ser fuera del matrimonio se constituían abominables delante de Dios, y aun así, este no era el único mal que les atribuye el reformador, sino que además eran deformaciones aún más ingeniosas – en el peor de los sentidos – que ponían en un estado deplorable y bajo, la posición de la que eran participantes.
También en tiempos de Pablo y de la carta que estamos estudiando el celibato fue un tema que generó distintas posiciones. Craig Keener organiza algunas de las posiciones más comunes de la siguiente forma:
(1) El matrimonio y la procreación son vitales para todos los físicamente capaces de ellos (noción mayoritaria). (2) El matrimonio es una distracción, y el sabio no debe entrar en ella excepto en instancias raras cuando uno pudiera hallar una esposa igualmente dedicada a su forma de vida filosófica (posición *cínica). (3) El matrimonio es bueno para la mayoría de personas, pero uno debe hacer excepciones para los que están demasiado comprometidos con otros esfuerzos espirituales como para dedicarle tiempo (un *rabino de principios del siglo II).
Craig S. Keener, Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento, trad. Nelda Bedford de Gaydou et al., Octava edición (El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano, 2014), 464.
El problema con alguna de estas posiciones era que rechazaban el matrimonio por ser una distracción y una forma de limitación de la libertad, pero consideraban aceptable el liberar el deseo sexual con prostitutas, esto ya lo percibimos en el sermón de la semana pasada.
Por lo que parece ser que este fue un tema importante para la comunidad de corinto, al punto que es una de las preguntas incluida en la carta que el apóstol menciona que recibió de ellos.
Podemos, mirando el contenido de la respuesta que empieza a desarrollar Pablo en este capítulo, asumir que las preguntas iban en dos direcciones, (1) ¿es mejor dedicarse a una vida célibe o casarse? (2) ¿Los casados, deberían abstenerse de las relaciones sexuales?
Veamos como responde Pablo, a estas inquietudes:

1. El deseo y preferencia de Pablo (v. 1 y 7ª)

1 Corinthians 7:1 RVC
En cuanto a los temas de los cuales ustedes me escribieron, lo mejor para hombres y mujeres sería no tener relaciones sexuales,
1 Corinthians 7:7a RVC
En realidad, quisiera que todos los hombres fueran como yo; pero Dios le ha dado a cada uno su propio don, a algunos de alguna manera y a otros, de otra.
A pesar de que en la traducción de la RVC se utiliza la palabra mejor, creo que otras traducciones están mas cerca del sentido que Pablo esta usando, referente al celibato:
LBLA: En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer.
BTX: Ahora, acerca de las cosas que escribisteis, bueno es para el hombre no tocar mujer.
RV60: En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer;
Y en consistencia con la conclusión del mismo apóstol en el versículo 7, creo que el sentido de la frase es “es bueno para hombres y mujeres no tener relaciones sexuales [o no casarse]”
Lo primero que vemos, es que Pablo empezará a tocar temas que los corintios le plantearon, dudas que existían en medio de la comunidad, y estas tenían relación con el matrimonio y las relaciones sexuales. Pablo entonces inicia expresando que es lo que él considera bueno: que los hombres (y mujeres) no tengan relaciones sexuales.
Esto de manera implícita sugiere que para Pablo es preferible no casarse, ya que como veremos en un momento el matrimonio implica o esta unido inseparablemente con el mantener intimidad en todo orden de cosas, inclusive sexualmente, con quien uno se casa. Pablo dará más detalles de porque el considera esto preferible, en los versículos 32 al 34 de este mismo capítulo nos dice:
1 Corinthians 7:32–34 RVC
Yo quisiera verlos libres de preocupaciones. El soltero se preocupa de servir al Señor, y de cómo agradarlo. Pero el casado se preocupa de las cosas del mundo, y de cómo agradar a su esposa. También hay diferencia entre la mujer casada y la joven soltera. La joven soltera se preocupa de servir al Señor y de ser santa, tanto en cuerpo como en espíritu. Pero la mujer casada se preocupa de las cosas del mundo, y de cómo agradar a su esposo.
Vemos que tiene que ver con la capacidad de dedicar toda la concentración que poseemos de manera exclusiva al Señor, en ningún caso tiene que ver con considerar el matrimonio como pecado, mucho menos como una posición inferior de la cristiandad, sino solamente como algo que añadirá preocupaciones e inversiones de energía que no pueden ser escusa a la hora de rendir cuentas delante de nuestro Dios.
Ya llegaremos de manera más detallada a este punto cuando por la gracia de Dios veamos estos versículos.
Por ahora veamos, porque Pablo considera bueno y no solo recomienda, sino que manda a los hombres y a las mujeres a casarse.

2. Los mandamientos sobre el matrimonio (v.2 – 5ª)

1 Corinthians 7:2–5a RVC
pero por causa de la inmoralidad sexual, cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer su propio esposo. El marido debe cumplir el deber conyugal con su esposa, lo mismo que la mujer con su esposo. La esposa ya no tiene poder sobre su propio cuerpo, sino su esposo; y tampoco el esposo tiene poder sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se nieguen el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para dedicarse a la oración. Pero vuelvan luego a juntarse, no sea que Satanás los tiente por no poder dominarse.
Lo primero que quiero mencionar aquí es que no hay duda alguna de que Pablo indica, y está de acuerdo con lo que expresa toda la Biblia, que el matrimonio es entre un hombre y una mujer. “cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer su propio esposo”, no hay lugar para terceras personas en ningún orden de cosas.
Uno de los motivos que Pablo identifica para considerar el matrimonio como deber del hombre y la mujer, es que este fue dado como refugio de la inmoralidad como un medio para “huir de la inmoralidad sexual”. Hay una realidad innegable y evidente, el hombre es pecador, y aún cuando hayamos nacido de nuevo y por lo tanto seamos libres de la esclavitud del pecado, hay aun un remanente de maldad en nosotros que continúa intentando sobreponerse y dominar. Esta inmoralidad parece no ser tan grave al leerla de manera genérica, pero la palabra usada por el apóstol alude a todo tipo de actos despreciables: prostitución, adulterio, fornicación, etc. No podemos huir de esta realidad por nuestras fuerzas y medios, y Pablo identifica al matrimonio como un regalo de Dios, un refugio en el cual huir de esta tendencia y de obedecer el mandato que Dios dio al hombre en el principio: Fructifiquen, llenen la tierra. Por lo que este es el primer motivo que vemos para entender que, así como el matrimonio es un regalo, también es un deber que cada hombre tenga su propia esposa y cada mujer su propio marido.
De aquí surge otro deber para cada uno, el hombre y la mujer han entrado en una relación profunda con otra persona y han aceptado voluntariamente un compromiso, una deuda para con el otro por lo que el esposo debe cumplir con el pacto que asumió para con su esposa y la esposa debe hacer lo mismo para con su esposo. Como lo dice Pablo en el versículo 3 y lo explica en el versículo 4:
La esposa ya no ejerce autoridad sobre su cuerpo, sino su esposo; el esposo ya no ejerce autoridad sobre su cuerpo, sino su esposa. En esta oración observamos que el matrimonio requiere, así como la vida del creyente, morir a uno mismo y a sus propios deseos, es esto lo que lo constituye un refugio en contra de la inmoralidad y un medio para nuestra santificación. En el matrimonio me niego a mis deseos y a mi voluntad, a mi afán de dominar mi vida, en especial mi cuerpo, y el de los demás, y renunciando a todo esto, cedo voluntariamente ese poder a mi conyugue. El hombre ya no busca satisfacerse a si mismo, sino que procura la satisfacción, el deleite, la plenitud de su esposa; así también la mujer respecto de su esposo.
El matrimonio bíblico, el cual nos esta presentando Pablo aquí, no es una guerra continua entre el hombre y la mujer por imponerse sobre el otro, es un continuo negarse a uno mismo buscando el bienestar y el deleite del otro, encontrando en ello el deleite y la plenitud propia.
Esta idea es presentada por Pablo también en otros pasajes:
Ephesians 5:21 LBLA
sometiéndoos unos a otros en el temor de Cristo.
Ephesians 5:22 LBLA
Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor.
Ephesians 5:25 LBLA
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella,
Colossians 3:18–19 LBLA
Mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no seáis ásperos con ellas.
1 Peter 3:6–7 LBLA
Así obedeció Sara a Abraham, llamándolo señor, y vosotras habéis llegado a ser hijas de ella, si hacéis el bien y no estáis amedrentadas por ningún temor. Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas.
También nuestra confesión expresa esta convicción en el capítulo 25 párrafo 2:
El matrimonio fue instituido para la mutua ayuda de esposo y esposa; para multiplicar el género humano por medio de una descendencia legítima y para evitar la impureza.
Esta idea es cerrada en el versículo 5 con las frases “no se nieguen el uno al otro … no sea que Satanás los tiente por no poder dominarse.” Vemos nuevamente esta argumentación, renuncie cada uno así mismo, no se nieguen el uno al otro, porque así se estarán protegiendo mutuamente de la tentación de Satanás, como de la que viene de nuestras propias concupiscencias. ¿Qué honor más alto podría ser otorgado a una institución que el ser un medio para la santificación y para la protección de la tentación y del pecado?
Considerando todas estas cosas, y manteniendo su perspectiva, Pablo incluye en el versículo 5 un permiso, una especie de concesión.

3. La concesión de Pablo (v.5-6)

1 Corinthians 7:5–6 RVC
No se nieguen el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para dedicarse a la oración. Pero vuelvan luego a juntarse, no sea que Satanás los tiente por no poder dominarse. Aunque esto lo digo más como concesión que como mandamiento.
Junto a todos los mandatos evidentes referentes al matrimonio vemos una excepción, la de acordar mutuamente abstenerse de relaciones sexuales con el propósito de dedicarse a la oración. Es clara la referencia aquí a los votos temporales o al ayuno con propósitos de dedicación y profundización en la búsqueda de Dios. Esto no es algo extraño a la iglesia en términos históricos y Pablo nos ayuda a no caer en excesos ni a pensar que el sexo matrimonial es algún tipo de impedimento para la profundización de nuestra relación con Dios. ¿Cómo lo hace? En primer lugar, dando al matrimonio la facultad de establecer el periodo de duración de esta abstención y, en segundo lugar, con la aclaración que hace en el versículo 6, indicando que esto no es una norma, sino más bien un permiso, una concesión dada al matrimonio para que en su dialogo tengan la libertad de hacerlo según su conciencia y las capacidades que tengan.
Esto es reforzado en el versículo 5 al indicar la urgencia en volver a estar juntos, a retomar la intimidad con motivos de evitar ser tentados por Satanás, como ya lo vimos anteriormente.
La concesión no tiene que ver con el celibato o el casarse, ya que todas las indicaciones son mencionadas por Pablo como imperativos, mandatos o deberes, la concesión tiene que ver con esta posibilidad de abstenerse con propósitos de la búsqueda profunda en oración.
En este punto podríamos pensar que Pablo se contradice, al sugerir que su preferencia es el quedarse soltero y sin practicar relaciones sexuales y al mismo tiempo presentar como un deber, un mandato y un medio efectivo para la santificación y el refugio en contra del pecado y la tentación.
Toda esta aparente contradicción es desestimada al leer el versículo 7 completo.

4. A cada uno como Dios se lo permitió (V.7)

1 Corinthians 7:7 RVC
En realidad, quisiera que todos los hombres fueran como yo; pero Dios le ha dado a cada uno su propio don, a algunos de alguna manera y a otros, de otra.
Hay una convicción fundante en la mente de Pablo, más allá de sus preferencias y aspiraciones, él sabe que Dios es el único soberano y Su sabiduría es superior a la de cualquier otro ser existente. No importa cuanto anhele que los demás sean como él, que permanezcan solteros, sin casarse, sin tener relaciones sexuales, lo realmente importante es lo que Dios quiere y como Él distribuye las capacidades y dones a Sus hijos. Y Dios quiso distribuir diversidad de dones y capacidades en Su iglesia, a algunos de una manera y a otros de otra. No hay una mejor o peor condición, cuando se esta obedeciendo la voluntad de Dios. Esta reflexión del apóstol es fundamental en este y muchos otros temas. Él mismo reconoce que no es el parámetro por el cuál se deben establecer los creyentes en términos del matrimonio y de la sexualidad, que el parámetro es dado por Dios. A algunos da la capacidad de mantenerse sin casarse por gracia, pueden soportar de manera admirable las tentaciones, y muy probablemente sus luchas estarán en otros ámbitos, a otros Dios les dio el privilegio y la capacidad de casarse y a través del matrimonio ser santificados y guardados de la tentación y del pecado.
¿Cómo no admirarnos de la multiforme gracia de Dios que se expresa aún en estos “pequeños” detalles de la vida del hombre? ¿Cómo no reconocer la inmensa sabiduría y amor de Dios?

Aplicaciones

1. Así como en el pasado, tanto el celibato como el matrimonio generaron diferentes opiniones y posiciones; hoy vemos diferentes voces y perspectivas en nuestro tiempo. Todas las ideas de la sociedad expresan el desprecio del hombre por la autoridad divina en su vida. Van desde la promoción del sexo libre y sin compromiso, pasando por la inmensa propuesta de relaciones con un sinfín de formatos y combinaciones, hasta un desprecio y ligereza respecto del matrimonio, teniéndolo como un simple trámite, algo desechable. La Biblia nos propone lo mismo que propuso en las distintas épocas, las relaciones sexuales fueron dadas por Dios para disfrutarlas en el matrimonio y para producir por medio de ellas hijos y cumplir con el mandato divino de fructificar y llenar la tierra, como también para ser un lugar de refugio, deleite y santificación. Por lo tanto:
a. Los casados, ¿están disfrutando el matrimonio en la plenitud que la Escritura nos enseña? ¿Están cediendo el poder sobre ustedes mismos a su conyugue? ¿Están priorizando el deleite, la plenitud y satisfacción del otro antes que el suyo propio? ¿están practicando el amor divino en su matrimonio? ¿Están dando gracias por tener este refugio de la tentación y del pecado? ¿están huyendo de las tentaciones y la inmoralidad sexual como uno solo? Si todas las respuestas a estas preguntas son negativas, hoy Dios les esta dando la posibilidad de detenerse y arrepentirse, de acudir a la gracia de Dios y rogar Su poder para vivir conforme a la Escritura, para disfrutar de la plenitud del regalo que Dios dio a la humanidad en el matrimonio. Consideren las palabras de los proverbios:
Proverbs 5:17–19 LBLA
Sean para ti solo, y no para los extraños contigo. Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela; que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre.
b. A los solteros que saben que no tienen de Dios el don para mantenerse solteros, ¿están orando por quienes serán sus conyugues? ¿Están practicando el renunciar a sus propios deleites? ¿Tienen en alta estima el matrimonio? ¿Se están preparando para ser quienes ayudaran a sus conyugues en guardarse del pecado y la tentación? ¿Están aprovechando la soltería como un medio de agradar a Dios? También estamos a tiempo para humillarnos delante de Dios y rogarle Su ayuda para poder vivir conforme a la medida de la Escritura.
2. ¿Conoces a un creyente que no procura el matrimonio sin que esto le haga vivir una vida licenciosa y de inmoralidad sexual? No lo cuestiones, no lo menosprecies, recuerda que tu no eres el parámetro para medir a los demás, da gracias a Dios por que el quiso bendecirte a través del matrimonio, así como a el o ella le dio la bendición de hacerlo en la soltería. Oremos unos por otros para que sea como Dios haya querido que vivamos, que lo hagamos para Su gloria y conforme a Su llamamiento.
      3. ¿Por qué el matrimonio es tan importante y al mismo tiempo asombroso y deseable? Porque es una viva imagen de la relación de Jesús y su novia, la Iglesia. Jesús nos dio ejemplo de negarse a si mismo y entregarse por el bien y la santificación de Su novia, no sólo nos dio ejemplo, el cumplió perfectamente por nosotros, lo que nosotros cumplimos deficientemente, por medio de Él alcanzamos el perdón y el poder para ser esposos y esposas según las Escrituras de modo de bendecir a nuestra familia y a la iglesia con nuestra forma de vivir.
Que el Señor nos ayude a apreciar el matrimonio y a vivir plenamente de los medios que Dios nos proporcionó para santificarnos y resguardarnos del mal.
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