No busques aplausos
Sermon • Submitted
0 ratings
· 95 viewsEl que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
Notes
Transcript
Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un
pequeño silencio me preguntó:
– Además del cantar de los pájaros,
¿escuchas alguna cosa más?
Agudicé mis oídos y algunos segundos después
le respondí:
– Estoy escuchando el ruido de una carreta.
– Eso es -dijo mi
padre-. Es una carreta vacía.
Pregunté a mi padre:
– ¿Cómo sabes que es
una carreta vacía, si aún no la vemos?
Entonces mi padre respondió:
Continúa esta magnífica alegoría a la humildad y soberbia…
Es
muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido.
Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.
Me convertí en
adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado,
interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o
violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo
de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre
diciendo:
– «Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace»
La
humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás
descubrirlas.
Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único
que tienen es dinero.
Y nadie está mas vacío que aquel que está lleno
de sí mismo.
1. La religión lleva a la soberbia. Evítala.
1. La religión lleva a la soberbia. Evítala.
¿Qué es lo que motiva tus acciones? ¿Qué es lo que define tu estilo de vida?
A veces podemos decir: “No me importa lo que opinen los demás”, pero, ¿se ve eso en nuestra manera de actuar?
¿Quiénes fueron los adversarios de Jesús durante su ministerio? ¿Los gobernantes? ¿Los pecadores? No. Fueron los religiosos. En cuanto a ellos dijo estas palabras.
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Después de esto, Jesús dijo a la gente y a sus discípulos: «Los maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés. Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos, porque no practican lo que predican. Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas.
»Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas; se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí”.
»Pero no permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. El más importante entre ustedes será siervo de los demás. Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
El Señor acusa el doble discurso de los religiosos. Tienen motivos egoístas.
Estos versículos son clave:
Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos;y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
»Todo lo hacen para que la gente los vea: Usan filacterias grandes y adornan sus ropas con borlas vistosas; se mueren por el lugar de honor en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, y porque la gente los salude en las plazas y los llame “Rabí”.
Piensa especialmente en ese concepto:
“…hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres”.
Son cazadores de “Me gusta”.
No importa cuántos admiradores tengas. La vida no consiste en eso.
Jesús vino a enseñarnos el mundo del revés:
El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.
El más importante entre ustedes será siervo de los demás.
Esta enseñanza lo resume todo:
Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Jesús se mostró como un observador del comportamiento humano. Y al observar la actuación de las personas siempre tuvo algo que decir.
Hasta ahora, el Señor observa lo que hacemos y tiene opiniones (más que opiniones, verdades) al respecto.
Esto ocurrió cuando observaba a las personas en un banquete.
Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola, diciéndoles:Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él,y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Al notar cómo los invitados escogían los lugares de honor en la mesa, les contó esta parábola:
—Cuando alguien te invite a una fiesta de bodas, no te sientes en el lugar de honor, no sea que haya algún invitado más distinguido que tú. Si es así, el que los invitó a los dos vendrá y te dirá: “Cédele tu asiento a este hombre.” Entonces, avergonzado, tendrás que ocupar el último asiento. Más bien, cuando te inviten, siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te invitó, te diga: “Amigo, pasa más adelante a un lugar mejor.” Así recibirás honor en presencia de todos los demás invitados. Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Las personas buscaban los lugares de mayor privilegio.
Jesús aconseja hacer lo contrario: siéntate en el último lugar.
No sobresalgas. No busques que te aplaudan.
Si has de ser reconocido, que ocurra sin que lo busques.
Una vez más, la enseñanza está presente:
Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
3. No te creas mejor que los demás, o terminarás orando contigo mismo.
3. No te creas mejor que los demás, o terminarás orando contigo mismo.
¿Puede suceder que llevemos esta autoexaltación a nuestra relación con Dios? Jesús dijo que podía ocurrir:
A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro, recaudador de impuestos. El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres—ladrones, malhechores, adúlteros—ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo.” En cambio, el recaudador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a alzar la vista al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!”
»Les digo que éste, y no aquél, volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Jesús enseña por medio del contraste. Esta enseñanza tiene un poco de las dos anteriores:
Uno de los protagonistas, el que falla, es religioso. La enseñanza está presente.
Las posiciones de los personajes pueden ser comparadas con los convidados a la fiesta. El fariseo elige el lugar de privilegio.
Lo que motiva esta enseñanza es que algunos confiaban en sí mismos como justos y menospreciaban a los otros.
¡Cuidado con eso!
El religioso oraba consigo mismo (su oración no llegaba ante Dios) y se comparaba con los demás creyéndose superior. Observa que el fariseo creía lo que decía. ¡Uno puede caer en ese error!
El publicano tenía una perspectiva sana (revelada por Dios) de su situación espiritual.
Su oración fue breve y contiene su confesión.
El publicano fue escuchado (perdonado).
Y la enseñanza está presente:
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.
»Les digo que éste, y no aquél, volvió a su casa justificado ante Dios. Pues todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Conclusión:
Analiza tu condición espiritual.
Aléjate de la soberbia.
Humíllate ante Dios.
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios,
Y da gracia a los humildes.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque
«Dios se opone a los orgullosos,
pero da gracia a los humildes».
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo.