LO QUE ERA DESDE EL PRINCIPIO
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Introducción
Introducción
A lo largo de 1 y 2 Juan la doctrina de Cristo demuestra ser el tema central. El escritor afirma la enseñanza de que Jesucristo es humano y divino, y que es el Hijo de Dios.
Juan, en su introducción invita a sus lectores a tener comunión “con el Padre y con su Hijo, Jesucristo” (1:3).
Por lo tanto, Juan exhorta a los creyentes a permanecer firmes en la verdad que han oído desde el principio, ya que entonces ellos “permanecerán en el Hijo y en el Padre”
“Lo que habéis oído desde el principio, permanezca en vosotros. Si lo que habéis oído desde el principio permanece en vosotros, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.” (1 Juan 2:24)
La palabra “Permanecer” aparece 21 veces en toda la carta:
11 veces en el capítulo 2
5 veces en el capítulo 3, y
5 veces en el capítulo 4
I. Su temporalidad (Desde el principio) 1 Juan 1:1
Las primeras palabras de esta epístola traen ecos de la oración inicial del Evangelio según San Juan: “En el principio era el Verbo” (Juan 1:1), y de la frase con que comienza el Antiguo Testamento: “En el principio” (Gn. 1:1).
Debemos notar que Juan escribe “desde el principio”, no “en el principio”.
En la cláusula “lo que era desde el principio”, Juan no se refiere a la proclamación de que Jesús vino en la carne, sino a aquella revelación divina—manifestada en la historia y registrada en el Antiguo Testamento—que enseña la existencia eterna del Hijo de Dios. El mensaje que se proclama es que Jesús es eterno.
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud” (Col.1:15-18)
I. Su manifestación (La vida eterna) v.2
Lo que se nos manifestó fue la Vida Eterna, en el que era desde el principio.
Juan se refiere a la realidad histórica del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús, y a sus apariciones personales posteriores a dicha resurrección. Durante el primer siglo, los cristianos expresaban la realidad de las apariciones de Jesús cuando cantaban el himno:
“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne,
Justificado en el Espíritu,
Visto de los ángeles,
Predicado a los gentiles,
Creído en el mundo,
Recibido arriba en gloria.”
(1 Tim. 3:16)
II. Su efecto (La comunión entre los creyentes) v.3
La invitación tiene dos propósitos.
En primer lugar, Juan busca proteger a los lectores de ataques doctrinales de falsos maestros y fortalecerlos espiritualmente dentro de la comunión de los apóstoles y discípulos. Cuando las personas tienen verdadera comunión, comparten mutuamente sus dones, metas y bienes. Los apóstoles compartían sus dones espirituales con los miembros de la iglesia.
Y en segundo lugar, Juan invita a los lectores de su epístola a unirse con los testigos en la comunión que Estos tienen “con el Padre y con su Hijo, Jesucristo”.
III. Su propósito (El gozo común entre los creyentes) v.4
El gozo más grande que pueda llenar el corazón del apóstol Juan y de aquellos que estaban con él es el de ver a los creyentes aumentar en gracia y conocimiento del Señor Jesucristo. El quiere que tengan una comunión plena con el Padre y con el Hijo, para que estos creyentes vivan en plena comunión con Dios.