Comunicación Saludable para un Matrimonio Saludable
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La comunicación debe ser constante, Cant. 2:14. Piense en cuanto tiempo pasaron hablando cuando se llegaban a conocer. Para vivir sabiamente su cónyuge, 1 Ped. 3:7, debe haber una comunicación constante.
Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto.
Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.
La obstinación es fatal, la disposición es elemental.
Las distracciones son muchas, el enfoque atento las lucha.
La comunicación debe ser amable y edificante, Ef. 4:29; Col. 4:6. Palabras ásperas, abusivas, o condenas no tienen lugar en el matrimonio. ¿Posees la habilidad de cortar y lastimar verbalmente a tu cónyuge en una discusión? Tal vez ganes la discusión, pero diariamente destruyas a tu cónyuge. Los insultos, las groserías, o la burla en una discusión causan un daño increíble porque no son fácilmente olvidadas. Debes buscar edificar con las palabras, no destruir. La lengua filosa causa dolor, y el dolor causa alejamiento. El remedio es la “blanda respuesta”, Prov. 15:1 y las palabras animadoras, Ecl. 10:12.
Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.
Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina.
El tiempo apartado para la atención se convierte en afecto invertido a la relación.
Las palabras edificantes impulsan una fe creciente y constante.
La comunicación debe ser verdad, Ef. 4:15, 25. La mentira no tiene ningún lugar en la vida del creyente, y menos en el matrimonio. Exageraciones y generalizaciones son variaciones de la mentira que tampoco deben estar presentes en el matrimonio. Los términos siempre, nunca, cada vez, etc. causan conflicto porque provocan la discusión. Provocan que tu cónyuge piense solamente en la excepción a tu exageración, en vez de realmente escuchar el verdadero problema detrás de las acusaciones.
sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,
Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.
El engaño destruye lo que la verdad construye.
Las excusas son peligrosas, la valentía es virtuosa.
Para no guardar rencor, se baña en amor.