Sardis 2

Las Siete Cartas  •  Sermon  •  Submitted
0 ratings
· 467 views
Notes
Transcript
Sardis 2
Vuelve a lo que escuchaste y creíste al principio, y retenlo con firmeza. Arrepiéntete y regresa a mí. Si no despiertas, vendré a ti de repente, cuando menos lo esperes, como lo hace un ladrón.” (Apocalipsis 3:3, NTV)
La iglesia de Sardis es amonestada, además: Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete (3). En el griego hay un frecuente cambio de tiempos que es difícil representar en una simple traducción. Literalmente sería: “Continúa recordando [presente] por lo tanto como tú [singular] has estado recibiendo [y aún posees; perfecto] y oíste [aoristo], y continúa guardando [presente], y arrepiéntete [ahora mismo; aoristo].” Lenski señala: “El arrepentimiento pronto y verdadero es el único remedio para la muerte que se ha enseñoreado o casi enseñoreado.” Tal arrepentimiento siempre viene al recordar la Palabra de Dios que hemos recibido y oído.
Swete señala bien la fuerza dé los tiempos de los verbos en este versículo: “El aoristo [oído] vuelve la mirada hacia el momento en que la fe vino por el oir (Ro. 10:17)… el perfecto [has recibido] llama la atención a la responsabilidad permanente de lo que entonces hemos recibido… ‘guarda lo que has recibido, y apresúrate a abandonar tu pasado descuido.’ ”[1]
En segundo lugar, debían recordar, como la iglesia de Éfeso. Dios usa la memoria—los recuerdos de lo que éramos antes de ser cristianos, del primer amor y fervor de nuestra fe, del apoyo de Dios en las aflicciones y de las manifestaciones del poder divino. Esa iglesia necesitaba recordar lo que había recibido y oído—el evangelio de la gracia de Dios, la enseñanza de los apóstoles, las exhortaciones a vivir en santidad y los altos privilegios de ser hijo de Dios. En el v. 1, Cristo habló del Espíritu Santo (comp. Hechos 2:38; 19:2; Juan 14:17; Romanos 8:9; 1 Corintios 6:19). La llenura del Espíritu de nuevo daría vida a esa iglesia para que viviera la realidad de un caminar constante en la voluntad de Dios. Las iglesias deben conservar la enseñanza, la santidad y el dominio del Espíritu.
La tercera instrucción es arrepiéntete. Debían cambiar su mentalidad y rumbo y reconocer que estaban muertos, dormidos y manchados de pecado. Asimismo, debían confesar su negligencia y desobediencia y corregir su dirección. No hay crecimiento espiritual sin que haya un reconocimiento honesto del pecado y un profundo arrepentimiento.[2]
En Sardis “las otras cosas” (versículo 3) constituyen apenas un remanente de fe que puede ser renovada y fortalecida sólo por la palabra del Salvador. “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Ahora podemos entender mejor por qué Jesús se presentó en Sardis como el autor de la palabra, al Espíritu como el mensajero divino y al pastor como el predicador. “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete” (versículo 3). Las congregaciones cristianas considerarán cada tribulación como un recordatorio disciplinario para volver a la palabra de Dios.
El no arrepentirse siempre trae terribles consecuencias. La consecuencia para los efesios fue la que su candelabro fue quitado de su lugar (2:5); la de la iglesia en Pérgamo fue la espada de doble filo de la palabra (2:16); en Tiatira, los sufrimientos físicos y la muerte (2:22, 23). En Sardis, la amenaza a los impenitentes es la repentina venida de Jesús para juzgarlos. Él les advirtió: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42; vea también 25:13). Ya sea que Jesús venga cuando muramos o en el juicio final, la apatía espiritual hará que su regreso sea tan inesperado como la llegada de un “ladrón” en la noche (Mateo 24:43).
La mayoría de los miembros de la iglesia de Sardis estaban viviendo de su reputación. Su parpadeante fe se apoyaba en lo que “está para morir” (versículo 2). Debían hacer memoria de lo que habían recibido y oído (versículo 3). Sólo “unas pocas personas en Sardis” seguían firmes, a quienes Jesús describe como los que “no han manchado sus vestiduras” (versículo 4). Esta declaración es sorprendente porque el Señor no ha mencionado ninguna inmoralidad específica ni falsa enseñanza en esta iglesia. El pecado que había manchado la mayor parte de sus vestiduras se debía a la apatía y a la indiferencia hacia su Salvador. Esta advertencia es para todo miembro inclusive de las iglesias de mejor reputación: “Examinaos a vosotros mismos, para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” (2 Corintios 13:5).
Las vestiduras blancas son un símbolo de la perfección. Las vestiduras limpias siempre se refieren a lo que reciben los creyentes de su Salvador, y representan la vida de su justicia que se nos acredita a nosotros mediante la fe (Romanos 4:3–5). Isaías escribió sobre su confianza en esta santidad: “[Dios] me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia” (Isaías 61:10). Las vestiduras blancas de los creyentes de Sardis que se mencionan en el versículo 5 no las hicieron ellos, sino les fueron dadas: “El vencedor será vestido de vestiduras blancas” (versículo 5). Aunque “todas nuestras justicias [son] como trapo de inmundicia” (Isaías 64:6), los creyentes visten ropajes inmaculados porque “han lavado sus ropas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14).
Quienes visten las prístinas vestiduras de la sangre y justicia del Cordero tienen sus nombres escritos en el libro de la vida (versículo 5). La certeza de la elección eterna se reafirma con la promesa de Jesús: “No borraré su nombre del libro de la vida” (versículo 5). El Padre nos escogió por causa de su Hijo desde la eternidad (Efesios 1:4). Por esa razón Jesús nos asegura: “Mi Padre, que me las dio, mayor que todos es, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:29).
El libro de la vida simboliza el registro que hace Dios de los escogidos. El salmista escribe que los nombres que fueron borrados de este libro perdieron su salvación eterna: “¡Pon maldad sobre su maldad y no entren en tu justicia! ¡Sean borrados del libro de los vivientes y no sean inscritos con los justos!” (Salmo 69:27, 28; compare con Éxodo 32:32). Los que aparecen en el libro tienen la seguridad de una eternidad junto a Dios: “En aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen inscritos en el libro” (Daniel 12:1). El libro de la vida se menciona en diversas partes de Apocalipsis (13:8; 17:8; 20:12; 21:27).
Jesús confesará delante de su Padre y de sus ángeles a sus escogidos (versículo 5). Nuestro Señor declarará en voz alta que nos conoce. El acto de “confesar” significa dar un testimonio público y formal del nombre de los creyentes. El reconocimiento que Jesús hace de los escogidos será una admisión de la fe de ellos en él. Jesús prometió: “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 10:32). De los que no admitieron abiertamente su fe en Cristo durante su vida terrenal, Jesús confesará en el último día: “Nunca os conocí” (Mateo 7:23).
Esta carta termina con otra urgente exhortación a escuchar el mensaje que le da Espíritu Santo a la congregación de Sardis.[3]
3. lo que has recibido—(Colosenses 2:6; 1 Tesalonicenses 4:1; 1 Timoteo 6:20.) De lo que Sardis había de acordarse era, no de cuán gozosamente había recibido originalmente el mensaje evangélico, sino de cuán precioso depósito le había sido confiado al principio, de modo que no pudiera decir que no lo “había recibido y oído.” El griego no es el aoristo (como en el 2:4, tocante a Efeso, “dejaste tu primer amor”), sino “lo que has recibido” (pretérito perfecto), y aun tienes el depósito permanente de doctrina a ti confiado. La palabra “guárdalo”, que sigue, concuerda con este sentido. “Guarda” u observa el mandamiento que has recibido y oído. has oídoGriego, “oíste,” a saber, cuando la doctrina evangélica te fué confiada. Trench explica el “cómo” (Acuérdate de cómo … oíste”), con qué demostración del Espíritu y de poder llegó la verdad a ti de parte de los embajadores de Cristo, con cuánto gozo y celo la recibiste al principio. Asimismo Bengel: “La consideración de su carácter anterior (su buena fama de entonces) debiera tener a Sardis sobre aviso para la hora futura, llegara cuando llegase, de resultado tan funesto para ella.” Pero no es probable que el Espíritu repita la misma exhortación virtualmente a Sardis y a Efeso. Y si noGriego, “porque si no …” puesto que estás amonestado. vendré—en juicio especial sobre ti (griego) como iglesía, con la misma furtividad y tan inesperadamente como será mi segunda venida visible. Como el ladrón que no da aviso de su llegada. Cristo aplica el lenguaje que en su sentido pleno describe su segunda venida, para describir su venida en juicio especial sobre las iglesías y los estados (como Jerusalén, Mateo 24), siendo estos juicios especiales como arras anticipatorias de aquella última gran venida. “El último día nos está escondido, para que todo día sea observado por nosotros.” [Agustin.] Dos veces habló Cristo en los días de su carne las mismas palabras (Mateo 24:42, 43; Lucas 12:39, 40), y tan hondas quedaron grabadas sus palabras en la mente de su apóstoles que son repetidas a menudo en los escritos de ellos (16:15; 1 Tesalonicenses 5:2, 4, 6; 2 Pedro 3:10). El proverbio griego que reza, “los pies de los dioses vengadores están calzados de lana,” expresa el acercamiento sigiloso de los juicios divinos, y su posible proximidad en el momento cuando suponemos que están lejísimos. [Trench.] [4]
El desafío
El v. 3 les advierte que si no cambiaban, Jesucristo llegaría a Sardis sorpresivamente para disciplinar a la iglesia. A los que no habían cedido a la desobediencia y a la muerte, Cristo les dice: “andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignos”. En Sardis, conocida por la industria de la lana, los que tenían vestiduras sucias perdían su lugar en la lista de ciudadanos. En tiempos antiguos, los que se acercaban a los templos paganos para participar de los ritos tenían que tener ropa limpia. Para el cristiano, las vestiduras blancas significan la justicia que han recibido de Dios por medio de la muerte de Cristo (2 Corintios 5:21).
Al vencedor, Jesús promete tres bendiciones. Primera, “será vestido de vestiduras blancas”, que es la justicia de Dios que los hace aceptos delante de él. En segundo lugar, Cristo promete: “de ninguna manera quitaré su nombre del libro de la vida”. Es una promesa de la seguridad de la salvación. Algunos interpretan que sólo los nombres de los creyentes están escritos en ese libro, y que no hay peligro de que alguno sea borrado de él. Sin embargo, otros intérpretes sugieren que el libro tiene los nombres de todas las personas por las cuales Cristo murió—de toda la humanidad. Entonces, los que no creen en Cristo son borrados del libro. Pero los que son creyentes tienen la seguridad de que sus nombres estarán siempre en el libro del Cordero.
La tercera bendición es que Cristo confesará el nombre del vencedor delante del Padre y de sus ángeles (comp. Mateo 10:32; Lucas 12:8–9). Esta promesa sugiere que algunos miembros de la iglesia de Sardis, o tal vez muchos que habían profesado ser cristianos, se habían rendido a las presiones de la cultura y de otras religiones.
[5]
3:3. Este versículo se refiere al dicho de Jesús preservado en Mateo 24:43 (como también 1 Tes. 5:2; 2 Ped. 3:10). La acrópolis de Sardis nunca había sido tomada en batalla, pero dos veces en su historia los invasores la capturaron sigilosa e inesperadamente durante la noche.[6]
Herodoto dice que Hiréades, un soldado listo y observador, se puso a vigilar el risco como águila y un día tuvo la suerte de ver que a un soldado lidio, destacado en la muralla, se le había caído accidentalmente el yelmo. Vio cómo aquél bajó tortuosamente a recuperarlo, y cómo volvió a su puesto. Hiréades no se perdió ni un detalle de la ruta, y su mapa mental le ayudó esa misma noche (cuando los lidios, muy confiados en su fortaleza, dejaban de montar guardia por el lado «inescalable») para guiar a una numerosa patrulla que sigilosamente escaló el risco. Sardis cayó por creerse bien protegida, y lo más trágico del caso es que trescientos años más tarde la historia se repitió exactamente. Antíoco el Grande había obligado a Aqueo, su enemigo, a encerrarse en su fortaleza «invulnerable» de Tarsis, y una vez más un soldado del ejército sitiador descubrió bajo la protección de la noche una ruta que conducía a la acrópolis. Con razón, Jesús advierte en la carta al ángel de la iglesia: Si no te mantienes despierto, iré a ti como un ladrón, cuando menos lo esperes. La moraleja de las dos tomas de Sardis se repetía en todas las escuelas de la región; a lo mejor la iglesia de Sardis se ruborizaba al leer esta carta.[7]
c. El llamamiento al arrepentimiento por su insensibilidad o a cambiar radicalmente delante de Dios, 3:3. Juan apela a la memoria de la iglesia para que recuerde lo que ha obtenido del Señor y lo que debe proceder a hacer. El texto dice: Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído. Esta iglesia había recibido efectivamente la tradición apostólica en relación con el evangelio de Jesucristo y había oído probablemente las enseñanzas de los apóstoles y profetas que les habían sido anunciadas en un principio. El texto continúa: Guárdalo y arrepiéntete. Guárdalo tiene el significado de que se conserven en un sentido completo o de que se mantengan firmes en su dedicación primitiva a Dios. El arrepentimiento era la única salida de la indiferencia en la que se hallaban y el único modo de evitar la ciertísima y segura condenación.
Con el recuerdo histórico de lo sucedido con los guardias dormidos que fueron sorprendidos en la noche, el Señor Jesús hace la siguiente advertencia: Si no eres vigilante, vendré como ladrón; nunca sabrás a qué hora vendré a ti. Indudablemente que aquí está en mente la figura del ladrón en la noche. En el NT, dicha figura sirve para expresar de modo dramático lo sorpresivo de la segunda venida del Señor Jesucristo (comp. Mat. 24:43, 44; Luc. 12:39, 40; 1 Tes. 5:2–4; 2 Ped. 3:10) En este caso, sin embargo, la venida es condicional, algo parecido a las advertencias a la iglesia de Éfeso (2:5) y a la de Pérgamo (2:16), ya que su cumplimiento depende de la respuesta obediente de los amonestados. La segunda venida del Señor Jesucristo no dependerá del arrepentimiento o no de las iglesias de Sardis, Éfeso o Pérgamo. Por tanto, la advertencia aquí se debe entender como una visita histórica que el Señor Jesucristo hará a estas iglesias para ejercer sobre ellas su juicio divino.[8]
(C) «Recuerda, pues, cómo has recibido y oíste» (lit.), añade el Señor (v. 3); es decir, «trae a la memoria, como un recordatorio, lo mucho y bueno (cuánto y de qué calidad) que oíste, al recibir el mensaje de salvación, con sus promesas, sus privilegios y, también, con exigencia de verdadero discipulado: todo eso lo tienes recibido (en pretérito perfecto, frente al aoristo «oíste»), pero lo tienes bajo la ceniza, frío, inactivo, agonizante». «Guárdalo y arrepiéntete»—continúa el Señor—. Por «guardar», usa el verbo teréo que, como sabemos, implica algo interior, una observancia cordial, no el verbo phulasso, que comporta una vigilancia desde el exterior. «Arrepiéntete» está en aoristo, con lo que indica la urgencia del cambio de mentalidad, de una vez por todas, mientras que térei, «guarda», está en presente, porque indica algo que debe continuar.
(D) Ahora viene (v. 3b) la amenaza: «Pues si no te pones en vela (de nuevo, en aoristo), vendré como un ladrón y en modo alguno conocerás a qué hora vendré sobre ti» (lit.). Si la iglesia no despierta y se mantiene en vela, el Señor vendrá de improviso, como lo indica el verbo éxo, ya visto en 2:25, visitándola por sorpresa, sin que pueda percatarse (gnos es aoristo de subjuntivo) de momento, como le había ocurrido a la ciudad en las dos ocasiones en que fue tomada por el enemigo.[9]
3:2–3 A todas juntas se les dio cinco mandamientos para entender y obedecer:
1. “Sé vigilante” – gregoreuo, tiempo Presente, “continuamente o habitualmente ser…- “mirar”, metáfora. “dar una atención estricta a”, “tener cuidado de que a través de la remisión e indolencia le sobrevenga repentinamente a uno alguna calamidad destructiva”, STRONG).
2. “Refuerza” – steizo, aoristo imperativo, ocurre en 13 versículos, “fijar, establecer”. Es un hebraísmo que describe a los hombres “establecidos” en una determinada dirección, como cuando Jesús “fijó su cara para ir a Jerusalén”. La idea es que de todo corazón y conscientemente comprometerse con los mandamientos y principios de las Escrituras. El disponerse sigue al compromiso.
3. “Acuérdate” – mnemoneuo, 21 veces se repite este mandamiento en el NT. Aquí está un imperativo en tiempo presente, por lo tanto “continuamente o habitualmente ser” – “traer a la mente, pensar en, tener en mente”. Revisar y recordar sistemáticamente los principios de estos pasajes y de las Escrituras, a fin de permanecer sabio al ver la vida. Quienquiera que margina o minimiza la importancia de aprender y revisar las verdades bíblicas (aunque tengan 2.000 o 3.000 años) debería ser sospechoso. Como en la política, no es una nueva ley lo que necesitamos, sino la aplicación de lo que ya tenemos.
4. “Guárdalo o mantente firme” – tereo, usado 75 veces en el NT, este es un presente imperativo, por lo tanto “continuamente y habitualmente ser firme” – “atender con cuidado, preservar para un propósito, mantener, observar, sostener firmemente”. Una persona comienza crecer espiritualmente cuando él/ella aprende verdades de las Escrituras, luego decide conscientemente practicar los mandamientos, principios y los ejemplos dados en las Escrituras. Cuando él escoge tomar los mandamientos y principios de la Palabra de Dios como correctos y verdaderos sobre lo que él cree o piensa culturalmente, entonces la transformación de la mente (o pensamientos) comienza, lo que a su vez transforma la vida de uno. Ellos estaban olvidándose o no aprendiendo la Palabra y por lo tanto volviéndose apáticos.
5. “Arrepiéntete” – metannoeo, 32 veces se da este mandamiento, aoristo imperativo, por lo tanto “cambio inmediato y compromiso a” – “cambiar la mente de uno, sentir remordimiento, remordimiento”, que lleva la idea de ser transformado, “por la renovación de vuestra mente” (Ro 12:1–2). Esto demanda aprender nuevas verdades de la Palabra de Dios, confiar en ellas y comprometerse a obedecerlas en la vida práctica.
Reflexión: ¿Cómo planeas practicar estos mandamientos y otros que encuentres en Apocalipsis? ¿Has comenzado ya a hacer una lista de todos los mandamientos y principios a fin de revisarlos?[10]
3:3b Si se ignoraba esta exhortación, ellos podían esperar que Dios los castigue de repente e inesperadamente (“nunca sabrás a qué hora”). No habrá tiempo para arrepentirse o cambiar una vez que comience este juicio. Las consecuencias son inevitables. Si lees Números 14 descubrirás una excelente historia de este tipo de amenaza que Dios cumple. Él hace lo que Él dice.
Reflexión: El pensamiento del repentino retorno de Jesús ¿desempeña un papel en tus tentaciones y en los planes de tu vida?[11]
«Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti» (Mt. 24:43, 44). ¡Ciertamente Sardis podía entender lo que esto significaba!
«Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas». Unos pocos nombres. El Padre Celestial conocía por nombre a estas personas. Él las conocía individual y separadamente. Dios sabía precisamente quiénes eran y lo que eran. Él conoce a los suyos. Son como luces resplandecientes en medio de las tinieblas de este mundo. Estas pocas personas que no ensuciaron sus vestiduras de gracia aquí, luego serían vestidas de las vestiduras blancas de gloria. Blanco significa santidad, pureza, perfección y alegría (Is. 61:10; Ap. 19:8).
Cuando los habitantes terrenales mueren, se borran sus nombres de los registros; los nombres de los vencedores espirituales jamás serán borrados; su gloriosa vida permanecerá. ¡Cristo mismo los confesará públicamente como suyos! Hará esto delante del Padre y delante de sus ángeles. (Véase Mt. 10:32; Lc. 12:8, 9).[12]
c. «Recuerda, por tanto, cómo recibiste y oíste [el mensaje]; cúmplelo y arrepiéntete». Los verbos en esta cláusula proporcionan amplia evidencia de que había transcurrido mucho tiempo desde que habían oído por primera vez y creído el mensaje del evangelio. El verbo recordar parece referirse no sólo el pasado inmediato de unos pocos años antes sino el pasado distante de más de una generación. Si el evangelio llegó a Sardis a mediados de los años cincuenta y Juan escribió Apocalipsis a mediados de los noventa, habían transcurrido cuarenta años. Luego, el griego utiliza el tiempo perfecto del verbo recibir para indicar que había transcurrido un tiempo considerable.
Los cristianos de primera generación habían puesto en práctica su fe, pero la segunda generación se limitaba a descansar en lo que había sucedido en el pasado. Por esto Jesús les ordena que sigan recordando lo que habían hecho sus padres, porque la primera generación recibió el mensaje de salvación, lo escuchó y siguió con obediencia sus instrucciones (véase 2:5). La segunda generación todavía poseía el mensaje del evangelio, pero ahora se les indicaba que los salvaguardaran. Jesús no dice que la palabra de Dios deba ser conservada y protegida en un anaquel o en una gaveta, sino que sus enseñanzas deberían conocerse, seguirse y obedecerse. Así pues, ordena a los lectores y oyentes que obedezcan su evangelio y se arrepientan de su inactividad e indolencia. El verbo cumplir se refiere al evangelio y el verbo arrepentirse al cambio radical en su interior.
Hoy, la Biblia es el libro que más se vende y millones de personas lo compran. Aunque muchos lo leen con regularidad, sólo algunos obedecen sus mandatos.
d. «Por tanto, si no estás alerta, llegaré como un ladrón, y no sabes para nada a qué hora vendré sobre ti». La advertencia es directa, porque no escucharla conduce en forma inevitable al juicio venidero del Señor. Cinco de las siete cartas hablan de su venida (Éfeso, 2:5; Pérgamo, 2:16; Tiatira, 2:25; Sardis, 3:3; Filadelfia, 3:11); tres de ellas contienen esta información junto con la seria advertencia de que se arrepientan (Éfeso, Pérgamo y Sardis). Esto quiere decir que en estos tres casos el arrepentimiento de las personas y la venida de Jesús deberían interpretarse en relación con el contexto histórico de ese tiempo.
En este contexto concreto, parece inminente e inesperada la venida de Jesús. Viene como un ladrón. Se trata de un tema común en el Nuevo Testamento, ya sea refiriéndose al castigo inmediato ya a la segunda venida de Cristo. En este caso el contexto histórico apunta al juicio inminente. No arrepentirse conduciría de manera inevitable al reproche inmediato del Señor. Los cristianos en Sardis no tenían que esperar el retorno prometido de Cristo; si no se arrepentían, su inesperada presencia sería como la de un ladrón cuya llegada puede producirse en cualquier momento.11[13]
Apocalipsis 3:4 »Sin embargo, hay algunos en la iglesia de Sardis que no se han manchado la ropa con maldad. Ellos caminarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos.
b. La promesa 3:4–6
4. «Sin embargo, tienes unas pocas personas en Sardis que no han mancillado sus ropas, y caminarán conmigo [vestidos] de blanco, porque son dignos».
Hay esperanza para la iglesia adormecida en Sardis, donde unos pocos miembros siguen siendo fieles al Señor. Entre las cenizas del fuego hay unas pocas brasas resplandecientes que, con un soplo de aire, se convertirán en llamas. El griego dice «unos pocos nombres» y transmite la idea de que el Señor conoce a sus seguidores fieles en forma individual por su nombre y se complace en su amor por él.
La pequeña cantidad de siervos fieles no habían manchado su ropa, lo cual significa que no se habían dejado influir por la cultura secularizada de su época. La palabra ropas es un símbolo de su conducta espiritual y de su estilo de vida moral (Jud. 23). No se mancharon con los pecados de adulterio e idolatría; no habían socavado el mensaje del evangelio; y se habían abstenido de cualquier compromiso. Fueron fieles a la palabra de seguir a Jesús que habían dado al bautizarse. Aunque estos pocos creyentes podrían verse como raros y al margen de su cultura, caminaban con perseverancia en las huellas de los apóstoles y de otros cristianos que habían traído y enseñado el evangelio de salvación. Caminar con el Señor Dios es el ejemplo que se encuentra en la vida de Enoc (Gn. 5:22, 24) y en las vidas de los discípulos que anduvieron con Jesús por Galilea y Judea.
***
Los dedicados seguidores de Jesús caminarán con él y se visten con ropa blanca. El color blanco en este texto significa pureza y santidad. Sus ropas blancas son una envoltura que el Señor les da como un manto de justicia (véase Is. 61:10). Estos pocos fieles son dignos. Es decir, a los ojos de Jesús se los declara dignos, no por sus propios logros sino por los de él. Sus así llamadas buenas obras propias no son nada más que harapos sucios (Is. 64:6). Pero al escuchar en obediencia la voz de Jesús y al seguir sus huellas (véase Ap. 14:4), son declarados dignos, gracias a la expiación de él.[14]
3:4
“Sin embargo, tienes unas pocas personas* en Sardis que no han manchado sus vestidos y que andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas.
3:4 La iglesia como un todo estaba muriendo o ya estaba muerta, pero Cristo reconoció al remanente piadoso (unos “pocos nombres” o individualidades) que no han “manchando sus vestidos”. El vestido es una representación de la justicia de Dios y luego la justicia del creyente. Este remanente de creyentes verdaderos no se había comprometido con la sociedad pagana que les rodeaba, ni se volvieron complacientes o apáticos al ministerio. Este remanente era parte de un renacimiento dentro de una iglesia moribunda entre quienes buscaban una vida piadosa obediente para honrar a su Señor. La mayoría de la iglesia había permitido que el pecado destruya su celo o entusiasmo estableciendo un formalismo para cubrir su vacío, lo que les facilitaba pretender ser Cristianos.
Reflexión: ¿Cómo enseña 1 Co 4:5 la única forma que Dios busca para honrar a aquellos que viven piadosamente, vidas útiles?[15]
d. El elogio o reconocimiento: Se elogia la resistencia a la inmoralidad, 3:4. Aunque una mayoría de los miembros de la iglesia de Sardis había caído en desobediencia al Señor, una minoría se había conservado fiel: Sin embargo, tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestidos Han manchado traduce moluno3435, que se usaba particularmente para indicar impureza sexual o, en el caso de Apocalipsis, la idolatría (comp. 14:4; 1 Cor. 8:7; 2 Cor. 7:1; 11:2; Jud. 23). El estar manchado aquí simboliza contaminarse con la vida pagana, lo que resulta en perder la pureza de la relación con Cristo. Al referirse a los vestidos manchados se relaciona con la famosa industria textil de Sardis. Los que manchaban sus vestidos eran quitados de la lista pública de la ciudadanía.
Estos pocos fieles que no mancharon sus vidas conformándose y rindiéndose como lo hicieron los demás reciben una promesa del Señor: Andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. Hay que notar que este es el único caso donde el Señor Todopoderoso menciona la promesa antes de la fórmula del vencedor que se menciona en el siguiente versículo. El “andar con Cristo” simboliza la salvación y el compañerismo con él. Las vestiduras blancas simbolizan la justicia, la victoria y la gloria de Dios. El color blanco se atribuye a Cristo (1:14), a sus ángeles (15:6) y a sus elegidos (19:14). En el caso de Sardis, ciudad reconocida por sus tintoreros, la figura de las vestiduras blancas comunicaba con gran impacto y marcada belleza la bendición de los fieles de estar por la eternidad en compañía de su Señor y Salvador Todopoderoso. Este versículo muestra, además, que no todos los cristianos fieles fueron mártires; sin embargo, al igual que los que experimentaron el martirio, ellos también son “dignos”.[16]
5. Después del fuerte reproche inicial, y de la consiguiente seria amonestación, viene (v. 4) un pequeño oasis de consuelo: «Con todo, tienes algunas pocas personas en Sardes que no han manchado sus ropas. Ésas andarán conmigo vestidas de blanco, porque son dignas de ello» (NVI).
(A) Vemos primero que el original no dice psukhás, personas en general (v. Hch. 2:41), sino onómata («nombres»), es decir, personas bien conocidas por su propio nombre (como el hebr. shemoth en Nm. 1:2, 20). Este grupito de fieles, de cristianos consecuentes con su profesión de fe, no habían manchado sus ropas, no habían sido infieles al Señor contaminándose con la fornicación idolátrica. Los creyentes recordarían su industria de lana, que saldría tan blanca de los talleres. Ni siquiera los paganos consentían que se tomase parte en sus cultos con los vestidos manchados. Entre los judíos, si caía una mancha en las vestiduras de los sacerdotes, no podían servir a Jehová en el templo; si lo hacían, su ministerio era rechazado.
(B) La promesa que Cristo hace a estos fieles cristianos de Sardes es de carácter escatológico: «Andarán conmigo vestidas de blanco» (NVI). Compárese con 6:11; 7:13. Lo de «porque son dignas» no significa que sus obras hayan merecido estas vestiduras, sino porque, al haber nacido de nuevo, han sido blanqueadas por la sangre del Cordero y las han guardado limpias (comp. con Sal. 119:9) de idolatría e inmoralidad por medio de su obediencia a la Palabra de Dios, y capacitados por la gracia del Señor y el poder de su Espíritu. Los judíos, de acuerdo con el apócrifo de 2 Esdras 2:40, tienen en su Targum el dicho siguiente: «Los que caminan con Dios durante su vida, son dignos de caminar con Él después de su muerte». Recordemos que el vocablo griego áxios, más bien que «digno», significa «competente, cualificado» (comp. con Mt. 3:8; Jn. 1:27, por ejemplo). En su etimología (axis), significa equilibrio en el fiel de la balanza, e indica que en la conducta digna y paciente del buen cristiano hay algo que corresponde al «excelente y eterno PESO de gloria», al que se refiere Pablo en 2 Corintios 4:17.
6. El versículo 5 contiene la promesa: «El que venza será también vestido de blanco, como ellas. No borraré jamás su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre en presencia de mi Padre y de sus ángeles» (NVI). La promesa, pues, es doble:
(A) En la primera, se nota una alusión a las industrias de lana de la ciudad de Sardis. El verbo griego que Juan usa aquí es mucho más fuerte que el que se emplea corrientemente para «vestir». Literalmente dice: «Será cubierto (envuelto) en vestiduras blancas». El verbo da a entender que todo el ropaje que cubre a la persona es de un blanco espléndido, significando la participación en la gloria del Cristo resucitado, como premio con que Dios recompensa una conducta inmaculada.
(a) En efecto, el blanco es símbolo de victoria, de paz, de pureza, de alegría festiva. «En el mundo pagano del Asia Menor, dice Bartina (ob. cit., pág. 660), como en toda el área griega, fue corriente ofrecer espléndidos y variados vestidos a las divinidades como don votivo.» Y continúa: «Gracias a una inscripción, hallada por los austríacos en las excavaciones de Éfeso, se sabe que se condenó a muerte a cuarenta y cinco habitantes de Sardes por haber maltratado, a causa de rivalidades religiosas, a unos embajadores de Artemisa efesina que llevaban una ofrenda de vestidos a la estatua de la diosa que se veneraba en un templo de Sardes».
(b) Lo que no sabemos es lo que opinará el jesuita Bartina sobre la semejanza de estos «dones votivos» a las divinidades paganas con los mantos y joyas de precio incalculable con que los catolicorromanos de España adornan las imágenes y peanas de sus «santos», especialmente de la Virgen María.
(c) Por su parte, J. Gill cita a Maimónides, quien dice lo siguiente acerca del examen que el Sanedrín hacía a los candidatos levitas para el sacerdocio:
Examinaban a los sacerdotes respecto a sus genealogías y defectos de cualquier clase; cualquier sacerdote en cuya genealogía se hallase algo defectuoso era vestido y cubierto de negro, y echado del tribunal; pero todo el que era hallado perfecto y recto era vestido de blanco, y entraba a tomar parte en el ministerio con sus hermanos los sacerdotes.
(B) La segunda promesa del Señor a dichas personas de Sardis es (v. 5b): «No borraré jamás su nombre del libro de la vida, sino que reconoceré su nombre en presencia de mi Padre y de sus ángeles» (NVI). El original repite, en sus dos formas, el adverbio simple de negación: ou me. Esta repetición como sabemos (v. por ej. Jn. 6:37), es enfática y equivale a «de ninguna manera», «en absoluto», «jamás». La promesa se halla primero en forma negativa («no borraré …») y después en forma positiva («reconoceré …»).
(a) La primera parte de la promesa requiere una explicación. Sería equivocado, un grueso error, contrario al conjunto de la Palabra de Dios, deducir de aquí que los que han sido escritos en el libro de la vida del Cordero pueden ser borrados de él y perder así la salvación adquirida. La frase ha de entenderse en el contexto histórico en que se redactó. Se alude aquí, lo mismo que en 22:19 (según el Sinaítico y unos pocos códices unciales)—compárese con 13:8; 20:12, 15; 21:27—, a la descripción personal en los registros de los respectivos municipios; en esos registros se iban añadiendo los nombres de los que nacían o venían a residir en la localidad, y se iban borrando los de los que morían o se marchaban a residir en otro lugar; poco más o menos, como suele hacerse hoy en el censo.
(b) Es probable que haya aquí una especial alusión al registro del pueblo de Israel, pues los que eran inscritos en él adquirían derecho a las promesas de prosperidad mesiánica (v. Éx. 32:32; Sal. 69:28; Is. 4:3) y, después, a los bienes escatológicos (v. Dn. 12:1 y comp. con Lc. 10:20; Fil. 4:3; He. 13:23). En conclusión, «ser borrado» de este registro, lo mismo que «no estar inscrito», equivale a «quedar excluido».
(c) Finalmente, el Señor les asegura: «confesaré (gr. homologuéso), es decir, reconoceré, no negaré (comp. con Jn. 1:20), su nombre delante de (mejor, a los ojos de) mi Padre y a los ojos de sus ángeles» (lit.). Los nombres de estos adalides de la fe, de estos verdaderos discípulos del Crucificado, no serán olvidados; Cristo los reconocerá delante de Dios Padre y de sus ángeles, como Él mismo prometió en Lucas 9:26.
7. El versículo 6 contiene el estribillo común, que, en estas cuatro últimas cartas, aparece al final, como ya lo hemos visto en 2:29.[17]
5. Encomio (3:4)
Aun en la iglesia muerta de Sardis había un remanente fiel—unas pocas personas. Aquí persona es, según Deissmann, equivalente a “nombre” (onoma), “que es la traducción correcta”. Se emplea en esta forma en la Septuaginta de Números 1:2, 20; 3:40, 43, donde probablemente lleva la idea adicional de “personas señaladas por nombre”. Algunos eruditos piensan que aquí significa unas pocas personas (como en la R-V.) “cuyos nombres estaban en el registro de la iglesia”.85
Los fieles no han manchado sus vestiduras. Moffatt comenta: “El lenguaje refleja el de las inscripciones votivas del Asia Menor, donde las ropas sucias descalificaban al adorador y deshonraban al dios. La pureza moral califica para la comunión espiritual.” Llegar ante la presencia de Dios con nuestros pensamientos y sentimientos sucios por el egoísmo es deshonrarle. Las vestiduras de nuestra personalidad deben mantenerse puras si hemos de tener comunión con Dios.
A aquellos que han mantenido su pureza se les hace la promesa: Andarán conmigo en vestiduras blancas. En el griego, la última palabra es plural, por lo cual se traduce vestiduras blancas. Por cuanto han mantenido limpias sus ropas serán vestidos para siempre “de blanco”, simbolizando la santidad divina o la justicia de Cristo. Los que han permanecido puros son dignos de este honor.[18]
3:4. Las inscripciones halladas en Asia Menor indican que muchos templos excluían a los fieles que llevaban vestidos sucios, ya que su ingreso insultaría a la deidad. En el templo de Jerusalén los sacerdotes llevaban vestiduras blancas (y supuestamente también otros creyentes). Asimismo, los que adoraban a la mayoría de las deidades (p. ej., Isis, Apolos, Artemisa), los celebrantes en fiestas y cultos al emperador, etc.[19]
La referencia a unas cuantas personas (literalmente «nombres») que no han manchado sus ropas nos recuerda que el culto de Cibeles, la diosa de uno de los más famosos cultos mistéricos del Asia, tenía una sede en Sardis. Los ritos primitivos de Cibeles involucraban a los adoradores en la danza entusiasta, la orgía y la mutilación del cuerpo, de modo que en el único intento de decir algo positivo en la carta, afirma esto metafóricamente de la minoría que no ha sucumbido al sopor general, la antesala de la muerte espiritual. Los vencedores serán así vestidos de blanco, sin mancha. Otros pequeños toques de esta índole en la carta revelan la preocupación pastoral de Juan y su deseo de comunicarse vívidamente con los lectores y oyentes de cada pueblo de Asia. Y el epicentro de esa comunicación es: Vuélvete a Dios. Juan sabe que las escenas violentas y las imágenes deslumbrantes de la segunda parte no tendrán el efecto deseado en los cristianos a menos que se arrepientan; sin un corazón tierno y un reconocimiento de profunda culpa personal, los secretos apocalípticos están por siempre bajo llave.[20]
4. Mas tienes—no obstante tu apatía espiritual. personasGriego, “nombres” de los escritos en el libro de la vida (3:5), conocidos por nombre, por el Señor, como suyos. Estos tenían la realidad que correspondía a su nombre; no el mero nombre de “vivir” entre los hombres, estando en efecto muertos (3:1). El Señor de la gracia no pasa por alto ningún caso excepcional de sus verdaderos santos entre los irreales. no han ensuciado sus vestiduras—eso es, los vestidos de su cristiana profesión, de los que el bautismo es el sello iniciatorio, por lo que los candidatos al bautismo en la antigua Iglesia se vestían de blanco. Compárese también Efesios 5:27, sobre la pureza de la Iglesia cuando haya de ser presentada a Cristo; y 19:8, referente al “lino fino,” limpio y blanco, la “justicia de los santos,” del que ha de ser ataviada; y “el ropaje de bodas.” Entretanto ella no debe ennegrecer su profesión cristiana con ninguna contaminación de la carne ni del espíritu, sino guardar su ropaje. Pues ninguna suciedad entrará en la ciudad celestial. No que haya quienes se guarden del todo libres de la contaminación en esta vida; pero en comparación con los de profesión hueca, los piadosos se conservan sin mancha del mundo; y cuando acaso se contaminan, se lavan las manchas, como si lavasen sus ropas “blancas en la sangre del Cordero” (7:14). Y andarán conmigo en vestiduras blancas—La recompensa prometida concuerda con el carácter de los recompensados; guardando puras y blancas sus vestiduras ahora por la sangre del Cordero, andarán con él de blanco después. Sobre “conmigo”, compárese las mismisimas palabras, Lucas 23:43; Juan 17:24. “Andar” denota vida espiritual, pues sólo los vivos andan; y la libertad, pues son los libres solamente los que caminan libres. La gracia y la dignidad de las vestiduras amplias y largas, lucen más cuando la persona “camina:” así las gracias del carácter manifiesto del santo, aparecerán plenamente cuando haya de servir al Señor perfectamente en el porvenir (22:3). son dignos—con la dignidad (no la suya propia, sino la) de que Cristo los reviste (7:14). Ezequiel 16:14, “Perfecta a causa de MI hermosura que yo puse sobre ti.” La gracia es la gloria en capullo. “La dignidad aquí denota una congruidad entre el estado de gracia del creyente en la tierra y el de gloria, que el Señor le ha ordenado, que está per ser estimado por la misma ley da gracia,” [Vitringa.] Compárese en contraste Hechos 13:46. 5. blancas—no un blanco insípido, sino reluciente, deslumbrante. [Grocio.] Compárese Mateo 13:43. El cuerpo transfigurado a la semejanza del cuerpo de Cristo, y emitiendo rayos de luz reflejados de él, es probablemente “la vestidura blanca” aquí prometida. será vestidoGriego, “Este será vestido;” el mismo, no otro; así dicen un manuscrito antiguo y el Texto Recibido; pero dos de los manuscritos más antiguos y la mayor parte de las versiones antiguas dicen, “será ASI (houtoos en vez de houtos) vestido …” vestiduras—“El que vence” recibirá el mismo galardón que los “que no han ensuciado sus vestiduras” (3:4); luego los dos son idénticos. no borraréGriego “de ninguna manera borraré …” libro de la vida—de la ciudad celestial. Se guardaba en las ciudades antiguas un registro de sus ciudadanos: los nombres de los muertos, por supuesto, eran borrados. Así los que tienen un nombre que viven y están muertos (3:1), se borran de la lista de Dios de los ciudadanos celestiales y herederos de la vida eterna; no que en el decreto electivo de Dios hayan estado alguna vez en su libro de la vida. Pero, según los conceptos humanos, los que tenían buena fama de piedad se supondría que estaban en él, y estaban, con respecto a privilegios, efectivamente entre los que estaban en el camino de la salvación; pero dichos privilegios, y el hecho de que una vez podrían haber sido salvados, no les aprovecharán nada. Sobre el libro de la vida, véase 13:8; 17:8; 20:12, 15; 21:27; Exodo 32:32; Salmo 69:28; Daniel 12:1. En el sentido de los llamados, muchos son alistados entre los llamados a la salvación que no serán hallados al fin entre los elegidos. El recinto de la salvación es más amplio que el de la elección. La elección es fija. La salvación está abierta a todos, y está pendiente (humanamente hablando) en el caso de los aquí mencionados. Pero el 20:15 y el 21:27 exhiben el libro de los elegidos solos, borrados ya los demás. delante … y delanteComp. la misma promesa de la confesión por Cristo delante de su Padre, etc., Mateo 10:32, 33; Lucas 12:8, 9. Aquí se omite “en el cielo” después de “mi Padre,” porque ya que él está en el cielo, no hay contraste entre el Padre en el cielo y su Hijo sobre la tierra. [Trench.] Una coincidencia impensada que prueba que estas epístolas son, coma pretenden ser, en sus palabras, así como en sustancia, cartas propias de Cristo; sin retoque alguno con el colorido del estilo de Juan, tal como aparece en su Evangelio y Epístolas. La coincidencia está mayormente con los sinópticos y no con el Evangelio según Juan, lo que hace que la coincidencia sea más marcadamente impensada. Así también la frase, “El que tiene oídos oiga,” no es repetida del Evangelio de Juan sino de las mismas palabras del Señar en los sinópticos (Mateo 11:15; 13:9; Marcos 4:9, 23; 7:16; Lucas 8:8; 14:35). 6. Comp. nota, 2:7.)[21]
Apocalipsis 3:5 Todos los que salgan vencedores serán vestidos de blanco. Nunca borraré sus nombres del libro de la vida, sino que anunciaré delante de mi Padre y de sus ángeles que ellos me pertenecen.
Los dedicados seguidores de Jesús caminarán con él y se visten con ropa blanca. El color blanco en este texto significa pureza y santidad. Sus ropas blancas son una envoltura que el Señor les da como un manto de justicia (véase Is. 61:10). Estos pocos fieles son dignos. Es decir, a los ojos de Jesús se los declara dignos, no por sus propios logros sino por los de él. Sus así llamadas buenas obras propias no son nada más que harapos sucios (Is. 64:6). Pero al escuchar en obediencia la voz de Jesús y al seguir sus huellas (véase Ap. 14:4), son declarados dignos, gracias a la expiación de él.
5. «Quien triunfe será pues vestido con ropas blancas. Nunca borraré su nombre del libro de vida, y confesaré su nombre delante del Padre y delante de sus ángeles. 6. Quien tenga oído escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias».
a. «Quien triunfe será pues vestido con ropas blancas». Resulta evidente el típico paralelismo hebreo, ya que el escritor relaciona la referencia anterior a la ropa blanca con el concepto de triunfar (véase 2:7). La persona que resiste hasta el fin será salvada y triunfará en Cristo (Mt. 24:13). Los pocos cristianos fieles en Sardis son los que vencen las tentaciones y pruebas en el curso de la vida. Pero ¿cuál es la importancia de la palabra pues? Parece natural tomar el adverbio en su contexto del versículo anterior (v. 4b) y decir que «pues» debería asociarse con las ropas blancas como consecuencia de caminar con Jesús.
Nótese la voz pasiva en el verbo será vestido, que denota que Dios ha dado las ropas al vencedor. Las ropas son los actos justos de los santos (19:8). El color blanco denota pureza, y así los santos que van vestidos con ropas blancas son santos en la presencia de Dios (7:9, 13).
b. «Nunca borraré su nombre del libro de vida». He aquí una promesa que se redacta en fuertes términos negativos para dar tranquilidad a los cristianos fieles en Sardis. Les asegura que están absolutamente a salvo y seguros. Sus nombres han sido inscritos en el libro de vida y nuca serán borrados. En otra parte, Dios da testimonio a su pueblo, «Grabada te llevo en las palmas de mis manos» (Is. 49:16). Está vinculado en forma inseparable con ellos, porque son la niña de sus ojos. (Dt. 32:10; Sal. 17:8; Zac. 2:8). Juan revela que los nombres inscritos en ese libro de vida lo han estado desde la fundación de la tierra (17:8).
El pueblo judío mantenía un registro minucioso de estadísticas vitales. Cuando los judíos regresaron del exilio, se elaboraron listas para inscribir a las familias (Neh. 7:5–6; 12:22–24). En tiempos de Ezequiel se practicaba la exclusión de ciertas personas de los registros de la casa de Israel. A los falsos profetas se los excluía por completo y se los expulsaba de la tierra de Israel (Ez. 13:9). Los romanos borraban de los registros el nombre de un criminal antes de darle muerte; a los cristianos que se negaban a rendir culto al César como Señor se los consideraba como convictos, por lo que debían perder su ciudadanía. Jesús asegura a los fieles en Sardis que sus nombres nunca serán borrados del libro de vida. Los que habían profesado el nombre de Jesús pero cuyo estilo de vida no estaba acorde con dicha profesión nunca tuvieron los nombres inscritos en el «libro de vida». Jesús les dice que nunca los conoció y les manda que se aparten de él (Mt. 7:21–23).
La frase «libro de vida» es significativa porque difiere de la de «registro civil»; aquel está en el cielo, éste en la tierra. En Apocalipsis, el libro de vida es donde están escritos los nombres de quienes han recibido el don de la vida eterna (3:5; 13:8; 17:8; 20:12, 15; 21:27; y ver Lc. 10:20; Fil. 4:3; Heb. 12:23). En el Antiguo Testamento, «ser borrado del libro» en la tierra significa «morir», o sea, suprimirlo del registro civil (Éx. 32:32, 33; Sal. 69:28; Dn. 12:1).
c. «Confesaré su nombre delante del Padre y delante de sus ángeles». Se trata de una palabra de Jesús que pronunció durante su ministerio terrenal y repitió con pequeñas variaciones:
- «A cualquiera que me reconozca delante de los demás, yo también lo reconoceré delante de mi Padre que está en el cielo» (Mt. 10:32).
- «Les aseguro que a cualquiera que me reconozca delante de la gente, también el Hijo del hombre lo reconocerá delante de los ángeles de Dios» (Lc. 12:8).
- «A quien me confiese delante de los hombres, lo confesaré delante de mi Padre» (2 Clem. 3.2).
Un himno cristiano primitivo afirma que Jesús repudiará a quien lo repudie (2 Ti. 2:12), y el paralelo es que, delante de Dios Padre, Jesús honra a quienes lo honran (1 S. 2:30). En los tribunales más elevados del cielo delante de Dios y de sus ángeles, Jesús confiesa los nombres de aquellos que confiesan su nombre en la tierra. Jesús es uno con su pueblo y no se avergüenza de llamarlos sus hermanos y hermanas (Heb. 2:11).
d. «Quien tenga oído escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias». Es el estribillo que se repite en cada una de las siete cartas. El Espíritu Santo habla a todas las iglesias y no sólo a la congregación de Sardis.[22]
Beneficios de los Vencedores
De esta manera, el que venza será vestido con vestidura blanca; y nunca borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.
3:5a El que venza está vestido de “blanco” (definido en 3:18 como un vestido justo) y su nombre será conocido frente al Padre y los ángeles. El verbo “nunca borraré” (ou me, es la forma de negación más fuerte en el Griego Koine) o nunca le eliminaré del Libro de la Vida. Esta es una declaración categórica, que no tiene una amenaza implícita que sugiera que alguien podría ser borrado. Juan se refiere seis veces al Libro de la Vida (13:8; 17:8; 20:13, 15; 21:27), lo cual reitera su existencia. Los no salvos son aquellos que nunca han sido inscritos en el Libro (Ro 13:8; 16:8), no que han sido borrados. Moisés hizo referencia a alguien que había “pecado contra Mí, Yo lo borraré de Mi libro” (Ex 32:33). El Libro de la Vida no es mencionado por Moisés, sino más bien habló del libro o “rollo de la vida” (Sal 69:28).17 La “presciencia” de Dios (1 Pe 1:2) conocía desde la eternidad pasada a todos aquellos que responderían a Cristo por fe y escribió sus nombres en el Libro antes de que el tiempo comience. ¡Asombroso!
Reflexión: ¿Cómo nos preparó para la eternidad según He 12:23?
3:5b Si Dios nos hace “perfectos” eso debe ser suficiente. La confesión frente al Padre es el más grande evento. Jesús había prometido “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos” (Mt 10:32). Para los creyentes verdaderos, la salvación está eternamente asegurada en las promesas de las Escrituras.
Reflexión: ¿Cómo se compara esto con Ro 8:31–39?
3:5b Sin embargo, algunos escucharán las palabras, “Nunca te conocí”, aunque aparentemente ellos habían sido “Cristianos” nominales haciendo buenas obras (Mt 7:21). Esta iglesia es como otras grandes iglesias que habían pasado su mejor momento de bendición, teniendo unos pocos que eran creyentes verdaderos, pero que estaban llenos de Cristianos nominales que venían para sentirse bien por sí mismos. Vance Havner enseñaba que los ministerios pasan por cuatro etapas: como un hombre, un movimiento, una máquina y luego un monumento. Sardis estaba en la etapa de “monumento”, pero había un rayo de esperanza.
Reflexión: ¿Cuán importante es conocer y seguir los principios y mandamientos verdaderos de las Escrituras?[23]
e. La bendición prometida: Recibir nuevas vestiduras, un nuevo nombre y una confesión eterna, 3:5, 6. Al vencedor se le hace una promesa triple que también se relaciona con la vestidura blanca (v. 5). Las tres promesas significan en esencia la misma cosa, a saber, la vida eterna. (1) De esta manera, el que venza será vestido con vestidura blanca (v. 5a). Al igual que los creyentes fieles que recibirán del Señor Jesucristo las vestiduras blancas, el que sea vencedor de la suciedad de la sociedad pagana será vestido con vestidura blanca. Las vestiduras blancas se mencionan siete veces en Apocalipsis, sin establecer ningún patrón particular (3:18; 4:4; 6:11; 7:9, 13; 19:14). Por lo tanto, se puede entender que la vestidura blanca prometida al vencedor aquí representa un atuendo apropiado para el estado celestial.[24]
6. Remuneración (3:5)
La promesa al vencedor de Sardis concuerda con lo que acaba de decir: El que venciere será vestido de vestiduras blancas. En el mejor texto griego el que venciere es “así pues”; es decir, como se ha mencionado en el versículo anterior. Charles dice: “Estas vestiduras son los cuerpos espirituales con que los fieles han de ser revestidos en la resurrección.” Halla sostén para esto en 2 Corintios 5:1, 4 y en la literatura intertestamentaria. Swete da a la expresión una connotación más amplia: “En la Escritura las vestiduras blancas denotan (a) festividad… (b) victoria… (c) pureza… (d) el estado celestial.” Y agrega: “Todas estas asociaciones se encuentran aquí: la promesa es la de una vida libre de contaminación, brillante con alegría celestial, coronada con la victoria final.”89 Esta parece una explicación más adecuada.
Al que venciere, que permanezca fiel hasta el fin de su vida, se le promete: no borraré su nombre del libro de la vida. Esto es lo que significan las palabras de Jesús en Mateo 10:22—“el que persevere hasta el fin, éste será salvo”; esto es, eternamente. No sólo su nombre está seguro en el registro celestial, sino que confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. Cristo no se avergonzará de reconocer a los suyos. Aquí el lenguaje recuerda el de Mateo 10:32—“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”[25]
Apocalipsis 3:6 »Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias.
El que Escucha
3:6
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
3:6 La exhortación final, como a todas las iglesias, era de que escuchen lo que el Espíritu está diciendo a las iglesias. Los “zombies” espiritualmente muertos necesitan prestar atención a las palabras de Jesús. Los cinco mandamientos eran su única esperanza: “Sé vigilante”, “esfuérzate”, “acuérdate”, “arrepiéntete” y “obedece”.
Reflexión: ¿Cómo “oír” y “obedecer” son el mismo acto?[26]
3:5, 6. Todas las ciudades griegas y romanas tenían registros oficiales de sus ciudadanos a los que se añadían los nuevos ciudadanos y de los que se removía a los expulsados. El “libro de la vida” aparece en el AT y figura notablemente en la *apocalíptica judía. Ver el comentario sobre Filipenses 4:3. Con respecto a confesar el nombre del creyente ante el tribunal de Dios, compare Mateo 10:32 y Lucas 12:8.[27]
7. Invitación (3:6)
Esta frase recurrente enfatiza la responsabilidad de oir. Estas cartas debían ser leídas en voz alta en las iglesias.[28]
(2) Y nunca borraré su nombre del libro de la vida (v. 5b). La pura relación con Cristo el Señor queda garantizada eternamente. En las ciudades de la antigüedad, los nombres de los ciudadanos quedaban registrados en un libro hasta su muerte; luego, sus nombres eran borrados o quitados del libro de los vivientes. Esta misma idea está presente en el AT (comp. Éxo. 32:32, 33; Sal. 69:28; Isa. 4:3); la idea de estar registrado en el libro de Dios de los vivientes o de los justos posteriormente llegó a significar el pertenecer al reino eterno de Dios el poseer la vida eterna (Dan. 12:1; Luc. 10:20; Fil. 4:3; Heb. 12:23; Apoc. 13:8; 17:8; 20:15; 21:27). Algunos temen que el texto abre la posibilidad de que una persona pierda su salvación. Según los principios de interpretación bíblica es impropio basar doctrinas únicamente en parábolas o imágenes apocalípticas. Es mejor permitir que el texto, aun con toda su dificultad, presente su propia figura. Con la enfática doble negación el texto afirma que Dios nunca borrará el nombre del creyente fiel del libro de la vida.
(3) Y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles (v. 5c). Finalmente, el Señor Jesucristo promete al vencedor que confesará o reconocerá su nombre delante de su Padre y de sus ángeles, a saber, el tribunal divino. Esta frase sin duda es una réplica de lo que Jesús menciona en los Evangelios (Mat. 10:32; Luc. 12:8). La fidelidad en las pruebas de hoy será recompensada más allá de toda medida en la vida por venir. El creyente tiene que confesar, es decir, testificar fielmente de Cristo, para que sea reconocido igualmente en la presencia de Dios y de los ángeles. En resumen, la esencia de esta promesa triple es que a los mártires se les asegura vida eterna, sin tener que experimentar el juicio final.
De nuevo está la exhortación: El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias (v. 6). Se recuerda que el énfasis sobre oír más que en leer indica que el mensaje de Apocalipsis era leído en el culto público. El Espíritu que habla a las iglesias es probablemente el espíritu profético enviado por el Señor para guiar a sus seguidores fieles.[29]
Vv. 1—6. El Señor Jesús es el que tiene al Espíritu Santo con todos sus poderes, gracias y operaciones. La hipocresía y un lamentable deterioro de la religión son los pecados de que acusa a Sardis, Aquel que conocía bien a esa iglesia y todas sus obras. Las cosas externas parecían bien a los hombres, pero ahí había sólo la forma de la piedad, no el poder; un nombre que vive, pero no un principio de vida. Había gran mortandad en sus almas y en sus servicios; cantidades que eran totalmente hipócritas, otros que estaban viviendo en forma desordenada y muerta. Nuestro Señor los llamó a ponerse alertas contra sus enemigos y activos, y fervientes en sus deberes; y a proponerse, dependiendo de la gracia del Espíritu Santo, a revivir y fortalecer la fe y los afectos espirituales de los aún vivos para Dios, aunque en decadencia. Perdemos terreno cada vez que bajamos la guardia. —Tus obras son huecas y vacías; las oraciones no están llenas de santos deseos, las limosnas no son obras llenas de caridad verdadera, los días de reposo no están llenos de devoción del alma adecuada para Dios. No hay afectos internos adecuados para los actos y expresiones externas; cuando falta el espíritu, la forma no permanece por mucho tiempo. Al procurar un avivamiento en nuestra alma o en las de otros, debemos comparar lo que profesamos con la manera en que vivimos, para ser humillados y vivificados y tomar firmemente lo que queda. Cristo enfatiza con una temible amenaza su consejo, si fuera despreciado. —Sin embargo, nuestro amado Señor no deja a estos pecadores sin algo de aliento. Hace una honrosa mención del remanente fiel de Sardis, formula una promesa de gracia para ellos. El que venza será vestido con vestiduras blancas; la pureza de la gracia será recompensada con la pureza perfecta de la gloria. Cristo tiene su libro de la vida, un registro de todos los que heredarán la vida eterna; el libro de memorias de todos los que viven para Dios, y mantienen la vida y el poder de la piedad en los malos tiempos. Cristo sacará este libro de la vida y mostrará los nombres de los fieles, ante Dios, y ante todos los ángeles en el gran día.[30]
3:4–6. Mientras que la congregación como un todo estaba ya muerta o a punto de fenecer, Cristo reconoce que había unas pocas personas en la iglesia de Sardis, un remanente fiel que no había manchado sus vestiduras con el pecado. A esos fieles creyentes les promete: andarán conmigo en vestiduras blancas (cf. v. 18), que son símbolo de la justicia de Dios. Además, les dice que sus nombres permanecerían escritos en el libro de la vida, y que el Señor los reconocería como propios delante de su Padre, y delante de sus ángeles.
La declaración de que sus nombres no serían borrados del libro de la vida representa un problema para algunos. Pero una persona que en verdad ha nacido de nuevo, permanece regenerada, como dijo Juan en otros lugares (Jn. 5:24; 6:35–37, 39; 10:28–29). Mientras que este pasaje puede implicar que un nombre puede borrarse del libro de la vida, en realidad sólo expresa una afirmación positiva de que sus nombres no serían borrados de él (cf. Walvoord, Revelation, “Apocalipsis”, págs. 82, 338). En seis ocasiones, Juan se refirió al libro de la vida (Ap. 3:5; 13:8 [cf. el comentario que aparece ahí]; 17:8; 20:12, 15; 21:27).
La carta también concluye con una exhortación a oir lo que el Espíritu dice a las iglesias. La carta a Sardis es un inquietante mensaje a las iglesias de la actualidad que están llenas de actividades y que ocupan hermosos edificios, pero que tan a menudo carecen de evidencias de la vida eterna. La palabra de Cristo para ellas es: “acuérdate”, “obedece” y “arrepiéntete”, así como dijo a la iglesia de Sardis.[31]
[1] Earle, R. (2010). El Libro de Apocalipsis. En Comentario Bíblico Beacon: Hebreos hasta Apocalipsis (Tomo 10) (pp. 534–535). Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones.
[2] Orth, S. (1998). Estudios Bı́blicos ELA: La consumación de los tiempos (Apocalipsis) (pp. 35–36). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.
[3] Mueller, W. D. (2002). Apocalipsis. (J. A. Braun, A. J. Panning, & R. J. Koester, Eds.) (pp. 44–49). Milwaukee, WI: Editorial Northwestern.
[4] Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (2002). Comentario exegético y explicativo de la Biblia - tomo 2: El Nuevo Testamento (p. 774). El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones.
[5] Orth, S. (1998). Estudios Bı́blicos ELA: La consumación de los tiempos (Apocalipsis) (pp. 36–37). Puebla, Pue., México: Ediciones Las Américas, A. C.
[6] Keener, C. S. (2014). Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. (N. B. de Gaydou, A. Canclini, G. de la Rocha, R. Ericson, M. A. Mesías, E. Morales, … R. Zorzoli, Trads.) (Octava edición, p. 760). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[7] Foulkes, R. (1989). El Apocalipsis de San Juan (p. 45). Buenos Aires: Nueva Creación.
[8] Cevallos, J. C. (2009). Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 24: 1, 2 y 3 Juan, Apocalipsis. (p. 174). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[9] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1935). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[10] Fanning, D. (2012). Apocalipsis: El retorno de Cristo en poder y gloria (pp. 62–63). Forest, VA: Branches Publications.
[11] Fanning, D. (2012). Apocalipsis: El retorno de Cristo en poder y gloria (p. 63). Forest, VA: Branches Publications.
[12] Hendriksen, W. (2005). Más que vencedores. (B. Galán, Trad.) (pp. 74–76). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[13] Kistemaker, S. J. (2004). Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis (pp. 173–175). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[14] Kistemaker, S. J. (2004). Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis (pp. 175–176). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[15] Fanning, D. (2012). Apocalipsis: El retorno de Cristo en poder y gloria (p. 63). Forest, VA: Branches Publications.
[16] Cevallos, J. C. (2009). Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 24: 1, 2 y 3 Juan, Apocalipsis. (pp. 174–175). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[17] Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (pp. 1935–1936). 08224 TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[18] Earle, R. (2010). El Libro de Apocalipsis. En Comentario Bíblico Beacon: Hebreos hasta Apocalipsis (Tomo 10) (p. 536). Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones.
[19] Keener, C. S. (2014). Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. (N. B. de Gaydou, A. Canclini, G. de la Rocha, R. Ericson, M. A. Mesías, E. Morales, … R. Zorzoli, Trads.) (Octava edición, p. 760). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[20] Foulkes, R. (1989). El Apocalipsis de San Juan (p. 45). Buenos Aires: Nueva Creación.
[21] Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (2002). Comentario exegético y explicativo de la Biblia - tomo 2: El Nuevo Testamento (pp. 774–775). El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones.
[22] Kistemaker, S. J. (2004). Comentario al Nuevo Testamento: Apocalipsis (pp. 176–178). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[23] Fanning, D. (2012). Apocalipsis: El retorno de Cristo en poder y gloria (pp. 64–65). Forest, VA: Branches Publications.
[24] Cevallos, J. C. (2009). Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 24: 1, 2 y 3 Juan, Apocalipsis. (p. 175). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[25] Earle, R. (2010). El Libro de Apocalipsis. En Comentario Bíblico Beacon: Hebreos hasta Apocalipsis (Tomo 10) (pp. 536–537). Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones.
[26] Fanning, D. (2012). Apocalipsis: El retorno de Cristo en poder y gloria (p. 65). Forest, VA: Branches Publications.
[27] Keener, C. S. (2014). Comentario del contexto cultural de la Biblia: Nuevo Testamento. (N. B. de Gaydou, A. Canclini, G. de la Rocha, R. Ericson, M. A. Mesías, E. Morales, … R. Zorzoli, Trads.) (Octava edición, p. 760). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[28] Earle, R. (2010). El Libro de Apocalipsis. En Comentario Bíblico Beacon: Hebreos hasta Apocalipsis (Tomo 10) (p. 537). Lenexa, KS: Casa Nazarena de Publicaciones.
[29] Cevallos, J. C. (2009). Comentario Bíblico Mundo Hispano, Tomo 24: 1, 2 y 3 Juan, Apocalipsis. (pp. 175–176). El Paso, TX: Editorial Mundo Hispano.
[30] Henry, M. (2003). Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (p. 1044). Miami: Editorial Unilit.
[31] Walvoord, J. F., & Zuck, R. B. (2006). El conocimiento bíblico, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 4: Hebreos-Apocalipsis (pp. 210–211). Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C.
Related Media
See more
Related Sermons
See more
Earn an accredited degree from Redemption Seminary with Logos.