LA PERSPECTIVA CORRECTA DE LOS CREYENTES Y EL PECADO
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PERSPECTIVA CORRECTA DE LOS CREYENTES Y EL PECADO
INTRODUCCIÓN
21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. 22 Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte ? 25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado. Romanos 7:21-25
Un alto contenido teológico y pastoral se encuentra en el pasaje de Romanos 7:21-25 debido a que trata con la vida del creyente y el pecado. Esta relación que debe ser definitivamente opuesta en la vida de los creyentes, es decir, el creyente no debe participar de las tinieblas (Ef. 5:11). Pero debido a la distorsión de la verdad por parte del enemigo y de la maldad de algunos la perspectiva correcta del creyente es distorsionada. Por un lado, tenemos la doctrina del cristiano carnal y por otro la doctrina del cristiano perfecto.
· La doctrina del cristino carnal sostiene que las personas que en algún momento de su vida hicieron una profesión de fe visible, ya sea haber pasado adelante en un llamado evangelístico o haber repetido una oración, son hijos de Dios aun cuando sus vidas vivan en pecado, simplemente están resentidos o sin reconciliarse con Dios.
o Este tipo de experiencia pude vivir cuando al participar de los llamados encuentros o retiros espirituales gran cantidad de personas profesaron una fe por el Señor, se bautizaron y lloraron delante de sus familiares, pero luego de un tiempo sus vidas comenzaron a manifestar el corazón de piedra que mantenían.
o Otras prácticas que se derivan de la doctrina del cristiano carnal son aquellas olas de evangelismo donde cualquiera que se te pasa delante de ti, lo invitabas a realizar una oración de fe que luego debía de ser precedida con un discipulado y seguimiento porque se asumen que la persona ya está en el camino del Señor.
· En cambio, la doctrina del cristiano perfecto sostiene que existen cristianos que se pueden mantener sin pecado por un determinado tiempo siempre y cuando se mantengan en completa disciplina ante la Palabra de Dios. Esta doctrina también errónea repercute en algunas maneras.
o Para los nuevos creyentes o cristianos inmaduros en su corazón se genera una idealización a algunas personas que externamente manifiestan una vida perfecta, llegando a querer parecerse a ellos o incluso queriendo solo relacionarse con ellos.
o Para otros, la condenación está en su lengua cuando observan la debilidad del hermano o la lucha que tiene en alguna área de su vida.
Ambos extremos son claramente contrarios a la evidencia bíblica. Una perspectiva incorrecta nos llevará a prácticas incorrectas y por ende no disfrutaremos de los verdes pastos que nuestro pastor tiene para nuestra alama.
Pero no solo estos extremos llegan a ser peligrosos. También hay un peligro cuando la verdad no es interiorizada y temo que esto sea la realidad de muchos en la iglesia. Es como tener la insulina de tu tratamiento en tu mano y no ingresarla en tu cuerpo. La única forma vivir correctamente es que verdad de la Palabra sea en nuestro corazón abrazada con la ayuda de su Santo Espíritu.
Mi tarea en esta mañana es proporcionar mediante este pasaje la clara perspectiva que la Biblia presente de los creyentes en su relación con el pecado y cómo esta debe afectar el alma de ellos. Si usted es un cristiano anhelo que su corazón pueda ver la esperanza bienaventurada que proviene de la Palabra. Pero si usted no es creyente, ya sea conscientemente o engañado, una vez más la Palabra de Dios será expuesta delante de su corazón para el bien suyo, no la rechace, abrácese de ella y ruego al Señor que supla su necesidad de Él en esta mañana.
Antes de presentar los puntos de mi bosquejo necesito hacer un breve recorrido por la carta a los Romanos para acercarnos a ella con mayor precisión.
1-3:20 trata de la culpabilidad de todos los seres humanos
3:21-5 justificación de Dios.
6 – La muerte al pecado.
7 – La vida del creyente y su relación con el pecado.
Bosquejo
La guerra interna del creyente
La mirad balanceada del creyente
El caminar contínuo del creyente
LA GUERRA INTERNA DEL CREYENTE
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. Romanos 7:21-23
¿De cuál persona habla el texto? de un creyente.
Lo primero que debemos observar en este versículo es la conjunción griega αρα-ara que se traduce en la Biblia de las Américas y en la Reina Valera como “Así que”. Esta conjunción lo que hace es tomar el argumento de Pablo tratado en versículos anteriores y llevarlo a la conclusión.
¿Qué es lo que concluye? Él concluye “queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí”
En esta pequeña frase es donde se genera la primer pregunta a tratar. ¿Quién es el Pablo a quién se refiere este versículo? ¿Es un Pablo incrédulo o un Pablo creyente? Si logramos ver que esta conclusión corresponde a un Pablo creyente, los cristianos pueden identificarse con lo que sucede en su vida.
Veamos el tiempo de los verbos.
Desde el versículo 7 del capítulo 7 hasta el versículo 13, Pablo se presenta como un ejemplo de experiencia con la ley del Señor, dice el texto. (Note el tiempo empleado en los verbos)
7 ¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: NO CODICIARAS. 8 Pero el pecado, aprovechándose del mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia; porque aparte de la ley el pecado está muerto. 9 Y en un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10 y este mandamiento, que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, aprovechándose del mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató. 12 Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno. 13 ¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso. Romanos 7:7-13
Ahora, logre ver cómo los verbos se presentan desde el versículo 14-20 en tiempo presente.
14 Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. 17 Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mía. 18 Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carnea, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19 Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. 20 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mía.
Todos estos verbos nos muestran que Pablo se está refiriendo a un tiempo presente, es decir, cuando él era creyente. Por ende, a quién se refiere e texto es al creyente Pablo, al Apóstol de Jesucristo.
Otros pudieran argumentar que esta condición era de Pablo se era de la de un creyente, pero la de un creyente carnal, sosteniendo esta doctrina errónea. Pero una simple explicación deja en claro que esto no es verdad en Pablo. En Romanos 1 Pablo se presenta como un siervo de Cristo y la razón por la cuál desea ir a Roma es para anunciar el evangelio como dice en 1:15 y también para impartir algún don espiritual 1:11. Un Pablo, que supuestamente vivía en la carne, es inconcebible en la carta a los Romanos por estas expresiones y muchos menos la de un seguidor de Cristo.
Podemos plantear un segundo argumento para demostrar que en los versículos de 7:21-25 el autor Pablo era un creyente, y que a la vez se identifica con nosotros. Pero estará implícito en la respuesta de mi segunda pregunta.
¿Qué tiene este creyente? Una disposición a hacer el bien y la existencia del mal presente en sí.
a. Lo primero que observamos es que los creyentes tienen una disposición a hacer el bien. “queriendo yo hacer el bien”
Pablo, al igual que todos los creyentes, han experimentado los beneficios del nuevo pacto. El texto nos dice que Pablo tiene una disposición a hacer el bien “queriendo yo hacer el bien” y en el versículo 22 dice “Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios”. Esto es una clara evidencia de su vida transformada, el nuevo pacto promete y garantiza que la ley de nuestro Señor estará en nuestros corazones y será para nosotros la guía para la obediencia, de tal manera que andemos en sus estatutos y cumplamos cuidadosamente sus ordenanzas.
26 ‘Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carnea. 27 ‘Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas. Ez 36.25-26
Esta disposición está presente en los creyentes del Antiguo y Nuevo Testamento.
7La ley del SEÑOR es perfecta1a, que restaura el alma; el testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo. 8 Los preceptos del SEÑOR son rectos, que alegran el corazón; el mandamiento del SEÑOR es puro, que alumbra los ojos. 9 El temor del SEÑOR es limpio, que permanece para siempre; los juicios del SEÑOR son verdaderos, todos ellos justos; 10 deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulces que la miel y que el destilar del panal. Sal 19:7-10
33 Enséñame, oh SEÑOR, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. 34 Dame entendimiento para que guarde tu ley y la cumpla de todo corazón. 35 Hazme andar por la senda de tus mandamientos, porque en ella me deleito. 36 Inclina mi corazón a tus testimonios y no a la ganancia deshonesta. 37 Aparta mis ojos de mirar la vanidad, y vivifícame en tus caminos. 38 Confirma a tu siervo tu palabra, que inspira reverencia por ti. 39 Quita de mí el oprobio que me causa temor, porque tus juicios son buenos. 40 He aquí, anhelo tus preceptos; vivifícame por tu justicia. Salmos 119:33-40
19 En esto sabremos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de El 20 en cualquier cosa en que nuestro corazón nos condene; porque Dios es mayor que nuestro corazón y sabe todas las cosas. 21 Amados, si nuestro corazón no nos condena, confianza tenemos delante de1 Dios; 22 y todo lo que pidamos lo recibimos de El, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las cosas que son agradables delante de El. 23 Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros como El nos ha mandado. 1 Jn 3:19-23
Esta disposición es exclusiva de los hijos de Dios. Aquellos que son hijos del diablo no presentan esta disposición interna. Solo es exclusiva de los creyente por las siguientes evidencias.
5 Y el SEÑOR vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal. Gn 6.5
1 El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien. 2 El SEÑOR ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, alguno que busque a Dios. 3 Todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno. Sal 14:1-3
44 Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padrea. El fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira. Jn 8:44
De esta manera clara podemos concluir que el creyente tiene un disposición a hacer el bien debido a los beneficios del nuevo pacto, es decir, debido a que Dios cambió nuestro corazón de piedra por uno de carne ahora anhelamos hacer su voluntad.
b. Lo segundo que observamos es que el mal está presente en el creyente.
El apóstol no solo hace mención de la intención de hacer el bien sino que también presenta la realidad de todo creyente, esto es “hallo la ley de que el mal está presente en mí”.
Recordemos quién es el que está diciendo esto. Es el mismo apóstol Pablo, el gran apóstol, evangelista, autor de la mayoría de las cartas del Nuevo Testamento, un siervo entregado a la causa del evangelio, maduro en la fe y muchas otras virtudes que exceden a las nuestras por la Gracia de Dios. Él habla en tiempo presente afirmando de que el mal está presente en él.
¿A qué se refiere Pablo cuando usa la palabra ley?
Aunque la Palabra ley (nomos) aparece en esta porción 7 veces, no significa lo mismo en todas ellas. El uso de la palabra en todo el NT puede referirse al Pentateuco, a la leyes mosaicas, a los diez mandamientos, a la totalidad de las Escritura y también puede llevar la idea de un principio o una regla de vida.
En ese sentido, aquí significa una regla de vida o un principio es lo que Pablo logra ver en su vida “que el mal está presente en mí”
¿En Qué sentido el mal está presente en él?
Las expresiones que Pablo utilizada para llegar a esta conclusión son muy fuertes y pudiéramos pensar que el apóstol es un hombre que está viviendo en pecado, pero lo que en realidad está haciendo es expresarse del pecado que hay en él con la mayor claridad e intensidad de lo que un hombre maduro en la fe puede hacer el dice:
7.14 “pero yo soy carnal, vendido a la esclavitud del pecado”
7:15 “no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago”
7:18 “en mi carne, no habita nada bueno”
7:19 “no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero”
En resumen, Pablo quiere expresarnos que es un santo pecador. Un santo liberado de la condenación del pecado que aún mantiene en su vida pecado expresado con tanta claridad, así como lo expresó el rey David cuando dijo en el Salmos 51:5 “He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre”.
Y esta realidad es claramente explicada también por el apóstol Juan al saber que aún no es semejante a su Señor Jesucristo
2 Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como El es. 3 Y todo el que tiene esta esperanza puesta en El, se purifica, así como El es puro. 1 Jn 3:2-3
El apóstol Juan también une estas dos realidades
Si decimos que tenemos comunión con El, pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad; 7 mas si andamos en la luz, como El está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado. 8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. 1 Jn 1:6–8.
Por un lado el apóstol presenta la comunión con Dios debido al caminar en la luz pero a la vez en el versículo 8 afirma de que no podemos negar la existencia del pecado en nuestras vidas porque de los contrario estaríamos engañándonos.
¿Qué produce estas dos verdades en los creyentes?
Lo que produce estas dos verdades, el deleite a la ley y la existencia de pecado, es una guerra.
pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros. Romanos 7:23
Esta guerra es parte de la vida de los creyentes y el apóstol Pablo está mostrando lo que existe en su vida como una realidad de todos los cristianos. Como dice William Hendriksen en su comentario a los Romanos al deseo de Pablo en esta guerra que logra ver en su vida
“¡Si tan sólo pudiera servir a Dios de un modo totalmente libre de trabas! ¡Que todas mis facultades de cuerpo y alma pudiesen ser puestas al servicio de él y de su causa!”[1]
Ante esta realidad del pecado que habita en el creyente llevándolo a una guerra interna, todos los seguidores de Cristo deben tener una mirada balanceada en su vida.
LA MIRADA BALANCEADA DEL CREYENTE
Hay un dicho común entre los comentaristas bíblicos, predicadores y pastores, respecto a la relación del creyente y el pecado. Matthew Henry lo presenta de esta manera:
Mientras más puro y santo sea el corazón, será más sensible al pecado que permanece en él.[2]
Por eso el Apóstol exclama la condición penosa de su vida al haber aun pecado remanente en él.
¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte ?
Ningún incrédulo puede expresarse de su pecado desde esta perspectiva. Mientras los no creyentes se deleitan en sus pecados y se gozan en quienes lo comente, los creyentes lo ven con una pena en su alma. Los creyentes no quieren, ni desean pecar contra su Señor porque sus pecados fueron soportados por su Salvador. Como dice Isaías 53.
4 Ciertamente El llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido. 5 Mas El fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El, y por sus heridas hemos sido sanados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el SEÑOR hizo que cayera sobre El la iniquidad de todos nosotros. Isaías 53:4-6
La mirada del que se acerca a Dios con un corazón contrito y quebrantado siempre tendrá una parte de dolor por su pecado. Nuestro Señor Jesucristo nos enseña esto en la parábola del fariseo y publicano.
9 Refirió también esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y despreciaban a los demás: 10 Dos hombres subieron al templo a orara; uno era fariseo y el otro recaudador de impuestos. 11 El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: “Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. 12 “Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano.” 13 Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador.” 14 Os digo que éste descendió a su casa justificado pero aquél no; porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado. Lucas 18:9-14
La misma palabra que utiliza Pablo para referirse a su condición, “Miserable”, es empleado por el apóstol Juan en Apocalipsis cuando Dios le recuerda a la iglesia de la Laoidecea su estado de miseria por causa de su pecado.
14 Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la creación de Dios, dice esto: 15 ‘Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! 16 ‘Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. 17 ‘Porque dices: “Soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad”; y no sabes que eres un miserable y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo, 18 te aconsejo que de mí compresa oro refinado por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. 19 ‘Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete. 20 ‘He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. 21 ‘Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono. 22 ‘El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesia.’ ” Ap 3:14-22
Aquellos que olvidan su miseria aun siendo creyentes el Señor amorosamente les recuerda “Miren bien, son miserables y digno de lástima, y pobre, ciego y desnudo…. Sé, pues, celoso y arrepiéntete”
Debemos seguir lo que la bienaventuranzas de nuestro Señor nos enseña en Mateo 5.4 “Bienaventurado los que lloran, porque ellos serán consolados”
Pero para tener una mirada balanceada del creyente y su relación con le pecado el apóstol nos muestra que su ojos no solo miran su miseria como pecador sino que también miran a su Glorioso Salvador.
Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.
Mientras el rey David miraba su condición de pecador aún desde su nacimiento en el Salmos 51 él también miraba a nuestro gran Dios y decía en el versículo 10 “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.
Nuestro Señor Jesucristo pondrá fin a esta guerra. Nuestro vida que aún mantiene un remante de pecado por causa de la condición imperfecta en la que estamos será transformada muy pronto. Tendremos el cuerpo incorruptible y seremos semejantes a nuestro Señor.
42 Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra un cuerpo corruptible1a, se resucita un cuerpo incorruptible” 1 Co 15:42
20 Porque nuestra ciudadanía1 está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, 21 el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación1 en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo. Flp 3:20-21
9 Después de esto miré, y vi una gran multitud, que nadie podía contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. 11 Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, 12 diciendo: ¡Amén! La bendición, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. 13 Y uno de los ancianos habló[d] diciéndome: Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? 14 Y yo le respondí: Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran tribulación, y han lavado sus vestiduras y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado en el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni sed, ni el sol los abatirá[g], ni calor alguno, 17 pues el Cordero en medio del trono los pastoreará y los guiará a manantiales de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. Ap 7:9-17
De esta manera el apóstol establece la forma en la que el creyente vivirá en esta vida.
EL CAMINAR CONTÍNUO DEL CREYENTE
El Apóstol ya estableció lo que hay en él y la mirada correcta que debe de tener, pero ahora nos introduce en su forma de caminar hasta que el Señor regrese
Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado. Romanos 7:25
Este versículo puede llevarnos a pensar en cuántas naturaleza tiene el creyente, una o dos. Este tema es muy debatido y no es mi propósito presentar una defensa a una postura de ellas. Algunos pueden decir que hay una sola, otros que hay dos naturaleza y un tercer grupo puede afirmar que emplear la palabra naturaleza no permite definir correctamente cómo es el creyente.
Yo concluyo de la siguiente manera que somos una nueva criatura con una batalla interna por casa de la nueva vida, relación, deseos y posición que tenemos delante de Dios.
Somos una nueva criatura como dice el apóstol “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas” (2 Co 5:17) con al realidad de que estamos inclinados por la obra de su Santo Espíritu a guardar su ley o mandamientos pero con una remanente de pecado aun en nuestras vida.
Pero alguien tal vez se preguntará ingenuamente ¿Entonces el apóstol Pablo concluye que puede servir a Dios y seguir pecando? ¡De ninguna manera diría el apóstol!
Lo que él nos demuestra es que en esta vida serviremos al Señor aún con tropiezos por causa del pecado que aun habita en nosotros pero nuestra tarea es esforzarnos mediante su Santo Espíritu a santificarnos cada día más. Es por eso que el capítulo 8 desarrolla la idea de la vida en el Espíritu mortificando el pecado como lo demuestra Romanos 8:13
13 porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Ro 8:13.
El agradecimiento que vimos en el versículo anterior cuando Pablo dijo “Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” debe ser visto también con la idea de un agradecimiento por la obra de enviar a su Santo Espíritu a nuestra vida para que podamos vivir creciendo en santidad cada día más.
16 Y yo rogaré al Padre, y El os dará otro Consolador para que esté con vosotros para siempre; 17 es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros sí le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros. 18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. 19 Un poco más de tiempo y el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. 20 En ese día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. 21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre; y yo lo amaré y me manifestaré a él. Jn 14:16–21.
CONCLUSIÓN
Todo cristiano mantiene un remanente de pecado en su vida, algunos logran verlo con mayor claridad en la medida en que se santifican cada día por amor a su Señor. Esta remanente de pecado llega a ser de conflicto con la nueva vida que Cristo nos ha dado, pero estamos agradecidos a Él porque no solo es el camino que nos conduce a la vida eterna sino porque él ha prometido que esto se acabará en su venida y también porque nos ha dado de su Espíritu para hacer morir a los deseos de la carne.
APLICACIÓN
1. Necesitamos vivir más en santidad po
[1] William Hendriksen, Comentario al Nuevo Testamento: Romanos (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), 265.
[2] Matthew Henry, Comentario de la Biblia Matthew Henry en un tomo (Miami: Editorial Unilit, 2003), 884.