No te ofendas
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Salvación
23 Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.
9 Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.
Mi experiencia comiendo a la mesa con Linus
21 Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro y Sidón. 22 Una mujer de los gentiles, que vivía allí, se le acercó y le rogó: «¡Ten misericordia de mí, oh Señor, Hijo de David! Pues mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente».
23 Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos le pidieron que la despidiera. «Dile que se vaya —dijeron—. Nos está molestando con sus súplicas».
24 Entonces Jesús le dijo a la mujer:
—Fui enviado para ayudar solamente a las ovejas perdidas de Dios, el pueblo de Israel.
25 Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más:
—¡Señor, ayúdame!
26 Jesús le respondió:
—No está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros.
27 —Es verdad, Señor —respondió la mujer—, pero hasta a los perros se les permite comer las sobras que caen bajo la mesa de sus amos.
28 —Apreciada mujer —le dijo Jesús—, tu fe es grande. Se te concede lo que pides.
Y al instante la hija se sanó.
Mefiboset fue buscado
6 Su nombre era Mefiboset; era hijo de Jonatán y nieto de Saúl. Cuando se presentó ante David, se postró hasta el suelo con profundo respeto.
David dijo:
—¡Saludos, Mefiboset!
Mefiboset respondió:
—Yo soy su siervo.
7 —¡No tengas miedo! —le dijo David—, mi intención es mostrarte mi bondad por lo que le prometí a tu padre Jonatán. Te daré todas las propiedades que pertenecían a tu abuelo Saúl, y comerás aquí conmigo, a la mesa del rey.
8 Mefiboset se inclinó respetuosamente y exclamó:
—¿Quién es su siervo para que le muestre tal bondad a un perro muerto como yo?
9 Entonces el rey llamó a Siba, el siervo de Saúl, y dijo:
—Le he dado al nieto de tu amo todo lo que pertenecía a Saúl y a su familia. 10 Tú, tus hijos y tus siervos cultivarán la tierra para él, para que produzca alimento para la casa de tu amo. Pero Mefiboset, el nieto de tu amo, comerá aquí, a mi mesa. (Siba tenía quince hijos y veinte siervos).
El Rey te mando a buscar y as estado en su presencia
11 Siba respondió:
—Sí, mi señor el rey, yo soy su siervo y haré todo lo que me ha ordenado.
A partir de ese momento, Mefiboset comió a la mesa de David, como si fuera uno de los hijos del rey.