Acerquémonos; no dejemos de entrar
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· 142 viewsYa que tenemos acceso a la presencia y el descanso de Dios, no nos quedemos fuera.
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Introducción:
¿Alguno de ustedes tiene una vida ocupada? Sí, la mayoría.
Tenemos responsabilidades, cuentas que pagar, intereses, familia, una casa que atender, y más.
En Jesús hemos recibido preciosas promesas que no podemos olvidar, como esta:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso.
¿Ya conocías esta promesa? La mayoría la conocen.
Ahora, ¿respondiste a esta invitación? Puedes decir, “Sí, respondí; ¿no ves que estoy viniendo a la iglesia? Ahora Jesús me tiene que dar el descanso...”.
El hecho es que el cumplimiento de las promesas de Dios se produce como resultado de la relación que establecemos con Él por la fe en Jesús. A veces podríamos tener la riqueza más grande a nuestro favor, pero podríamos no estar aprovechándola. Consideremos estos pasajes de Hebreos para ser invitados por Dios a tomar en serio sus invitaciones.
1. Acerquémonos.
1. Acerquémonos.
Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,
añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Bajo el antiguo pacto, el sacerdote oficia de pie delante del altar día tras día, ofreciendo los mismos sacrificios una y otra vez, los cuales nunca pueden quitar los pecados; pero nuestro Sumo Sacerdote se ofreció a sí mismo a Dios como un solo sacrificio por los pecados, válido para siempre. Luego se sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios. Allí espera hasta que sus enemigos sean humillados y puestos por debajo de sus pies. Pues mediante esa única ofrenda, él perfeccionó para siempre a los que está haciendo santos.
Y el Espíritu Santo también da testimonio de que es verdad, pues dice:
«Éste es el nuevo pacto que haré
con mi pueblo en aquel día —dice el Señor—:
Pondré mis leyes en su corazón
y las escribiré en su mente».
Después dice:
«Nunca más me acordaré
de sus pecados y sus transgresiones».
Y cuando los pecados han sido perdonados, ya no hace falta ofrecer más sacrificios.
Así que, amados hermanos, podemos entrar con valentía en el Lugar Santísimo del cielo por causa de la sangre de Jesús. Por su muerte, Jesús abrió un nuevo camino —un camino que da vida— a través de la cortina al Lugar Santísimo. Ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que gobierna la casa de Dios, entremos directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza en él. Pues nuestra conciencia culpable ha sido rociada con la sangre de Cristo a fin de purificarnos, y nuestro cuerpo ha sido lavado con agua pura.
Mantengámonos firmes sin titubear en la esperanza que afirmamos, porque se puede confiar en que Dios cumplirá su promesa. Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones. Y no dejemos de congregarnos, como lo hacen algunos, sino animémonos unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.
¿Qué parte de esto no sabíamos? Ya lo sabemos.
Podríamos reconocer dos partes en este pasaje:
La información (vs. 11-18).
Antes los sacerdotes ofrecían sacrificios diariamente, con la esperanza de que los pecados fueran perdonados.
Jesús ofreció un solo sacrificio, una sola vez. El sacrificio único de Jesús es válido para que todos nuestros pecados sean perdonados.
Luego del sacrificio, Jesús espera en su trono que todos sus enemigos sean derrotados.
No pierdas la preciosa información del versículo 14: “...porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.” — “Pues mediante esa única ofrenda, él perfeccionó para siempre a los que está haciendo santos.”
La cita de Jeremías 31. Dios escribe su ley en el corazón de los que creen en Jesús. Ya no es cuestión de leer nada más la Palabra, sino que la Palabra pasa a llenar el corazón, y eso se refleja en su manera de conducirse en la vida. Esto implica TRANSFORMACIÓN, los cambios que se producen en la vida del discípulo de Jesús.
La preciosa declaración de que (Dios mismo lo dice): “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.”
La exhortación (vs. 19 — 25).
A la vista de esta realidad de lo que hace Jesús por medio de su sacrificio por nosotros, hay cosas que nosotros tenemos que hacer.
Acerquémonos (vs. 19—22). La puerta está abierta, la oportunidad está servida pero, ¿podría ser que nos conformemos con la información y no hagamos nada al respecto? ¡Esto es un llamado para ti! ¡Acércate a la presencia de Dios! (vs. 22 te describe al ser purificado por Jesús).
Mantengamos firme nuestra esperanza (vs. 23). ¿Qué es lo puesto a “mantener firme”? Dudar, no mantener un curso directo, torcernos en lugar de seguir adelante. A veces podríamos vivir como que “hoy tengo la esperanza, pero mañana tal vez no”.
Estimulémonos unos a otros (vs. 24). Es algo que necesitamos aplicar para nosotros y para los demás en la iglesia. Es por eso que Dios nos juntó. ¿De qué manera estás estimulando a los demás?
Congreguémonos (vs. 25). Esto es una responsabilidad de todos, no solamente de algunos. Exhortémonos.
2. Temamos.
2. Temamos.
Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado.Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron.
Todavía sigue vigente la promesa que hizo Dios de entrar en su descanso; por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo. Pues esta buena noticia —del descanso que Dios ha preparado— se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, pero a ellos no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios.
(Poderosa la NTV)
Otro pasaje en el que se nos recuerda que podemos conocer las promesas pero no recibir su beneficio.
La promesa del descanso sigue vigente pero, ¿la estás disfrutando? ¿No será que a veces sigues como Marta limpiando y cocinando cuando el Señor te dio el privilegio de sentarte y escuchar?
A veces aprendemos por el ejemplo de los que han fallado. Ese es el caso del pueblo de Israel cuando habiendo recibido las mismas promesas, no las aprovecharon. No caigamos nosotros en el mismo error de la religión.
Poderoso lo que dice la NTV: “debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo”.
Con temor y temblor les comparto esta Palabra, porque mi anhelo es que habiendo escuchado, ninguno de nosotros pierda el cumplimiento de la promesa.
3. No imitemos la desobediencia.
3. No imitemos la desobediencia.
Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:
Por tanto, juré en mi ira,
No entrarán en mi reposo;
aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día. Y otra vez aquí: No entrarán en mi reposo. Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.
Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.
Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Pues sólo los que creemos podemos entrar en su descanso. En cuanto a los demás, Dios dijo:
«En mi enojo juré:
“Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”»,
si bien ese descanso está preparado desde que él hizo el mundo. Sabemos que está preparado debido al pasaje en las Escrituras que menciona el séptimo día: «En el séptimo día Dios descansó de todo su trabajo». Pero en el otro pasaje Dios dijo: «Nunca entrarán en mi lugar de descanso».
Así que el descanso de Dios está disponible para que la gente entre, pero los primeros en oír esta buena noticia no entraron, porque desobedecieron a Dios. Entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en su descanso, y ese tiempo es hoy. Lo anunció mucho más tarde por medio de David en las palabras que ya se han citado:
«Cuando oigan hoy su voz
no endurezcan el corazón».
Ahora bien, si Josué hubiera logrado darles ese descanso, Dios no habría hablado de otro día de descanso aún por venir. Así que todavía hay un descanso especial en espera para el pueblo de Dios. Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal como Dios descansó del suyo después de crear el mundo. Entonces, hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso, pero si desobedecemos a Dios, como lo hizo el pueblo de Israel, caeremos.
Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos. No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas.
Presta especial atención a los versículos 6 y 7:
Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.
Así que el descanso de Dios está disponible para que la gente entre, pero los primeros en oír esta buena noticia no entraron, porque desobedecieron a Dios. Entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en su descanso, y ese tiempo es hoy. Lo anunció mucho más tarde por medio de David en las palabras que ya se han citado:
«Cuando oigan hoy su voz
no endurezcan el corazón».
¿Cuál es el ingrediente clave para entrar en el descanso de Dios, que les faltó a los que no entraron? ¡LA OBEDIENCIA!
No podemos permitirnos caer en el mismo error. La obediencia a Dios tiene que ser parte de tu vida, en todos sus aspectos. Es decir, tienes que andar en obediencia a Dios fuera de las paredes de la iglesia.
La exhortación es clara. Otros endurecieron sus corazones. No caigamos nosotros en el mismo error.
4. Retengamos y acerquémonos.
4. Retengamos y acerquémonos.
Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.
¿Todavía no te das cuenta de lo que tienes? ¡Tienes al Sumo Sacerdote que traspasó los cielos!
Considera lo que dice el versículo 14 en estas dos traducciones: “…retengamos nuestra profesión” (RVR60) y “aferrémonos a lo que creemos” (NTV).
Tienes que llegar a decir: estoy en Cristo, y nada ni nadie me va a mover de mi caminar con Él.
“Bueno, pero es que soy débil; ya mil veces he fracasado”. “Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo él nunca pecó.” (Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.).
La Palabra nos deja sin excusas.
¿Qué hay que hacer, entonces?
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.
Conclusión:
Dios tiene ayuda para ti. Recibe su misericordia.
No te quedes sin recibir lo que Dios tiene para ti.