Grandes palabras de ánimo.

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En los primeros cuatro capítulos, el escritor presentó a Jesús como el Rey. En los cap. 5-10 nos presenta otra faceta del ministerio del Mesías, la faceta de Sumo Sacerdote.
Después de la gran advertencia dada al final del cap. 5 y la primera parte del cap. 6 acerca del peligro de rechazar al Mesías de aquellos que, a pesar de haber visto la luz, prefirieron las tinieblas y le rechazaron, les da un mensaje de mucho ánimo.
Es importante recordar que la carta a los Hebreos no fue escrita a incrédulos sino a creyentes de origen judío. Uno de los propósitos de la carta, al describir la superioridad de Cristo, es animarles a perseverar en la fe; de allí la gran exhortación y advertencia de los versículos 4-8, de los cuales hablamos en el estudio anterior.
En estos versos de Heb 6:9-20, el escritor les da grandes palabras de aliento, de ánimo; y confía en ellos perseverarán en su fe en el Mesías.
Les anima recordándoles que Dios es justo.

Dios es justo.

Porque Dios no es injusto...” 10a
Como la fe judía está basada en obras, seguramente estos hermanos hebreos se hayan preguntado si ¿Dios tendría en consideración sus buenas obras para su salvación? La respuesta a esa pregunta es un rotundo ¡No!
Ephesians 2:9 LBLA
no por obras, para que nadie se gloríe.
Eso no quiere decir que Dios no repare en la buenas acciones que la salvación produce o se olvide de ello. En su justicia, Dios no olvida nuestro servicio.

Dios no olvida vuestro servicio.

…como para olvidarse de vuestra obra y servicio y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún a los santos.” 6:10b
¡La salvación es un regalo, no una recompensa! Pero Dios, de otras maneras, recompensa nuestras buenas obras.
Estos hermanos hebreos estaban cumpliendo los dos grandes mandamientos: Amaban a Dios y amaban al prójimo. Tal amor demostrado a los santos no sería olvidado por Dios. El Señor prometió recompensarlos:
Matthew 25:34–40 LBLA
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.” Entonces los justos le responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? “¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? “¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?” Respondiendo el Rey, les dirá: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.”
Matthew 10:42 LBLA
Y cualquiera que como discípulo dé de beber aunque sólo sea un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, en verdad os digo que no perderá su recompensa.
Dios es justo y ...

Dios tiene cosas mejores para ustedes.

en cuanto a vosotros, amados, aunque hablemos de esta manera [la fuerte advertencia que les dio], estamos persuadidos de las cosas que son mejores y que pertenecen a la salvación.” 6:9
Los apóstoles, los primeros creyentes hebreos, se preguntaban que recibirían después de haberlo dejado todo para seguir a Jesús:
Mark 10:28–30 LBLA
Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: En verdad os digo: No hay nadie que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o madre, o padre, o hijos o tierras por causa de mí y por causa del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo: casas, y hermanos, y hermanas, y madres, e hijos, y tierras junto con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna.
A los recipientes de esta carta, el autor les dice algo similar: Las cosas que acompañan a la salvación que han recibido por medio de Cristo son“mejores” que las del viejo pacto, lo que habían dejado:
El viejo pacto producía: La fe en Cristo produce:
condenación justificación, salvación
inquietud paz
intranquilidad esperanza
incertidumbre seguridad
Al igual que todo buen pastor, el interés del escritor era que todos mostraran esa disposición de servir:
deseamos que cada uno de vosotros muestra la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar “a plenitud la seguridad de la esperanza.” 6:11
Luego, les anima recordándoles que Dios es fiel y veraz.

Dios es fiel y veraz.

Dios no miente.

es imposible que Dios mienta,” 6:18 b
Si no interpretamos correctamente este verso, podríamos caer en el error de pensar que es posible que en otras cosas mienta.
Si Dios mintiera, no sería Dios.
Numbers 23:19 LBLA
Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre, para que se arrepienta. ¿Lo ha dicho El, y no lo hará?, ¿ha hablado, y no lo cumplirá?
Romans 3:4 LBLA
¡De ningún modo! Antes bien, sea hallado Dios veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando seas juzgado.
¡Dios es perfecto en todo! Porque Él no miente, Su Palabra es verdadera e inmutable, y Su promesas son confiables.
Para mostrarles que Dios cumple Sus promesas, les menciona la promesa hecha a Abraham:

Él cumple Sus promesas.

Dice el viejo himno: “Todas las promesas del Señor Jesús son apoyo poderoso de mi fe. Mientras viva aquí cercado de Su luz, siempre en sus promesas confiaré.”
Dios hizo la promesa a Abraham.” 13
Al mencionar a Abraham, Dios, el autor del libro, toca el corazón de los Hebreos al hablarles de alguien a quien ellos consideraban su padre: Abraham. Los Fariseos le dijeron al Mesías:
John 8:33 LBLA
Ellos le contestaron: Somos descendientes de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?
John 8:37–39 LBLA
Sé que sois descendientes de Abraham; y sin embargo, procuráis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. Yo hablo lo que he visto con mi Padre; vosotros, entonces, hacéis también lo que oísteis de vuestro padre. Ellos le contestaron, y le dijeron: Abraham es nuestro padre. Jesús les dijo*: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham.
LA costumbre judía cuando prometían algo era jurar por alguien a quien consideraban superior a ellos. Pero como no hay nadie superior a Dios, Dios no podía jurar por uno superior a Él; por lo tanto, “juró por sí mismo,
diciendo: Ciertamente te bendeciré y ciertamente te multiplicaré.” 6:14
Esa promesa significaba que Dios le daría una descendencia como la arena del mar y, a través de su descendencia, bendecir a las naciones.
Genesis 12:1–3 LBLA
Y el Señor dijo a Abram: Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra.
Siendo Abraham ya viejo, el Señor le confirmó la promesa:
Genesis 22:17 LBLA
de cierto te bendeciré grandemente, y multiplicaré en gran manera tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena en la orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos.
Y Abraham “…habiendo esperado con paciencia, obtuvo la promesa.” 15
Dios tarda, pero no olvida.”, dice el dicho popular. Pero Él no tarda ni olvida, Él tiene su tiempo.
Abraham esperó 25 años para recibir al hijo prometido. Dios se lo dio cuando, humanamente hablando, era físicamente imposible: Abraham tenía 100 años y Sara 75 y ya había pasado por la menopausia.
El meollo del asunto es que Dios cumple lo que promete, a pesar de las circunstancias adversas.
La justicia, la fidelidad, y la veracidad de Dios nos dan una esperanza segura, “la cual tenemos como ancla del alma,”. Esa ancla firme es la que mantiene seguro nuestro barco (alma) en medio de las tempestades de la vida.
Los hebreos cristianos seguramente eran perseguidos por los que rechazaron al Mesías. Estas palabras eran para animarles.
¡Animo! “Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre.” 6:20
Jesús venció a la muerte y abrió el camino (fue el precursor) hacia el lugar santísimo, la presencia de Dios.
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