EL TRABAJO MAS IMPORTANTE DEL MUNDO MARCOS 16:15
EL TRABAJO MAS IMPORTANTE DEL MUNDO. (Marcos 16:15)
El predicar el evangelio es un privilegio reservado para el hombre. El Señor Jesús está a la diestra del Padre que está en los cielos. No nos predica a nosotros. El Señor Jesús tiene millones de ángeles para hacer lo que él quiera, pero ellos nos predican a nosotros. El Señor Jesús encargó a hombres como usted y yo para que vayamos a todo el mundo y prediquemos el evangelio a toda criatura (Marcos 16:15) ¡Por favor, no tome a la ligera el privilegio y la responsabilidad de predicar el Evangelio!
Los predicadores experimentan gran regocijo en su trabajo. El salmista describe este regocijo con estas palabras: “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas” (Salmo 126:5–6).
¡Recuerde! El predicar el evangelio es instigado por Dios. Cuando estamos predicando, estamos colaborando con Dios (1 Corintios 3:9). Dios labora con nosotros cada día mientras hagamos su voluntad. Él ayuda a un hombre a sembrar, y a otro a regar, pero últimamente es Dios mismo quien da el crecimiento (1 Corintios 3:6). Nadie llega a ser parte de la iglesia de Dios hasta que el Señor lo añada (Hechos 2:47).
Debido a que Dios nos ha encargado con un privilegio tan grande, él requiere que seamos fieles a nuestra llamada. No es opcional. Se requiere de los administradores seamos hallados fieles (1 Corintios 4:1–2). No importa qué don hayamos recibido, Dios requiere que seamos fieles en la administración de ese don. El Señor Jesús dijo que cuando el Maestro regrese, él nos requerirá que le demos cuentas de los talentos que hemos recibido (Mateo 25:14–30).
Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
Algunos son fieles hasta que sean viejos.
Otros son fieles hasta que estén enfermos.
Otros son fieles hasta que tengan problemas.
Otros son fieles hasta que sean perseguidos.
Si usted quiere recibir la corona de la vida,
¡Debe ser fiel hasta la muerte!
Pero en cuanto a ti, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo hablan de ti junto a los muros y en las entradas de las casas; hablan el uno al otro, cada cual a su hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd cuál es la palabra que viene del SEÑOR. Y vienen a ti como viene el pueblo, y se sientan delante de ti como pueblo mío, oyen tus palabras y no las hacen sino que siguen los deseos sensuales expresados por su boca, y sus corazones andan tras sus ganancias. Y he aquí, tú eres para ellos como la canción de amor de uno que tiene una voz hermosa y toca bien un instrumento; oyen tus palabras, pero no las ponen en práctica. Y cuando suceda, como ciertamente sucederá, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.
Ezequiel 33:30–33