El Arrepentimiento Genuino.
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Transcript
¿Cómo responderías si alguien te preguntara: “¿Cómo sabes que te has arrepentido de tus pecados?”?
Aún te la pondrían más difícil si la pregunta fuera: “Cómo sé que te has arrepentido?
Espero que este pasaje te ayude a responder esas preguntas.
Leer Lucas 3:1-18
Juan el Bautista no fue muy bien recibido porque su mensaje confrontaba a los hombres con su pecado y los llamaba a “dar frutos dignos de arrepentimiento”.
Su mensaje no era nada diplomático sino directo y con palabras fuertes: “¡Camada de víboras!” Los más ofendidos por ellas eran los religiosos, los Fariseos quienes se veían a sí mismos como los buenos.
Un verdadero arrepentimiento.
Un verdadero arrepentimiento.
No es algo de labios.
No es algo de labios.
Parafraseando las palabras de Juan, él les dijo: “no me vengan con el cuento de que son hijos Abraham”. 8
A esos son los que Jesús también les dijo: “No me digan que son hijos de Dios. Si Dios fuera su padre, me amarían. Ustedes son hijos del diablo y quieren hacer los deseos de su padre.”
Cuando se habla de arrepentimiento, es igual. Muchos dicen que se han arrepentido, pero “del dicho al hecho, hay mucho trecho”.
Jesús reprendió la hipocresía de los religiosos diciendo:
Y El les dijo: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo con los labios me honra, pero su corazon esta muy lejos de mi.
El verdadero arrepentimiento no es algo que se dice sino un cambio de mente.
Es un cambio de mente.
Es un cambio de mente.
Arrepentimiento es la tradución de μετάνοια. Una palabra compuesta de “meta” (después de un determinado momento) y “nous” (mente)
El significado del término μετάνοια es cambio completo de mente y actitud con respecto al pecado y la justicia que da como resultado un cambio en la manera de vivir.
Ese cambio de mente es necesario porque en la mente es que se pelean las batallas espirituales. El que controla tu mente, controla tu vida.
El cambio de mente resulta en cambio de conducta.
Resulta en un cambio de conducta.
Resulta en un cambio de conducta.
Me gusta la traducción de “frutos dignos de arrepentimiento” de la NTV: “Demuestren con su forma de vivir que se han arrepentido de sus pecados y han vuelto a Dios.”
Todas nuestras acciones vienen determinadas por nuestra mente, por nuestra manera de pensar. Por lo tanto, no puede haber un cambio de conducta a menos que cambiemos nuestra manera de pensar.
Cuando no conocíamos a Cristo, nuestra mente estaba controlada por Satanás para que nuestra conducta fuera de acuerdo a sus deseos; vivíamos en delitos y pecados:
en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Entonces vivíamos “en la vanidad de nuestra mente, entenebrecidos en nuestro entendimiento, excluidos de la vida de Dios.
Pero cuando nos arrepentimos y recibimos a Cristo, nuestra mente cambió, de la mente conforme a Satanás a una mente conforme a Cristo:
Porque ¿quien ha conocido la mente del Señor, para que le instruya? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
Cambio de mente -> cambio de conducta.
El verdadero arrepentimiento da prueba de ello. Juan menciona o señala algunas muestras:
Muestras de arrepentimiento.
Muestras de arrepentimiento.
“dad frutos dignos de arrepentimiento” 8a
Las multitudes, los publicanos, y los soldados, tocadas por el mensaje de advertencia “todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego”, le preguntaron: “¿Que debemos hacer?”
La respuesta a cada uno de ellos fue basicamente la misma: ¡dejen de amar las riquezas o las cosas materiales!
¡Deja de amar el dinero!
¡Deja de amar el dinero!
Juan les tocó donde dolía, donde molestaba. Les tocó su dios: mammon (riqueza).
A las multitudes, seguramente pobres, de cierto modo les estaba diciendo: “No sean avaros con lo que tienen.”
Los publicanos se enriquecían cobrando más del impuesto requerido para quedarse con una parte. A ellos les dijo: “No exijan más de lo que se ha ordenado.”
A los soldados, quienes se enriquecían por medio de “la mordida”, les dijo: “no extorsionen a nadie… y conténtense con su salario.”
Una persona que ama el dinero o es avaro, no puede decir que ama a Dios.
Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
A los ricos les dijo:
Pero ¡ay de vosotros los ricos!, porque ya estáis recibiendo todo vuestro consuelo.
¡Oíd ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que vienen sobre vosotros.
Hablar de dinero molesta solamente a aquellos que no se han arrepentido, aquellos que no han cambiado su mente, aquellos que piensan que el dinero les dará felicidad.
¿Te molesta que el pastor hable de dinero, de diezmar, y de ofrendar? ¿Por que será? ¿No será que ese es tu dios?
¿Sabías que Jesús habló más sobre el dinero que sobre el infierno? Mínimo 24 menciones (dinero, riquezas, ricos) Infierno (11)
No basta con no amar el dinero; aprender a dar es muestra que te has arrepentido .
¡Aprende a dar!
¡Aprende a dar!
“El que tiene dos túnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene que comer, haga lo mismo.” 11
Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir.
Dar es un fruto de arrepentimiento:
Cuando el publicano Zaqueo conoció la salvación, reconoció su pecado (el amor al dinero), y dio muestra de arrepentimiento estando dispuesto a dar y a restituir con intereses a los que había defraudado:
Y Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a alguno, se lo restituiré cuadruplicado. Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Abraham;
¿Por qué dijo Jesús, “Hoy ha venido la salvación a esta casa”?
Proclama a Cristo.
Proclama a Cristo.
Al escuchar las palabras de Juan, la gente se preguntaba en su corazón, ¿Será este el Cristo?
Rápidamente, Juan proclama a Cristo, diciéndoles: Yo no soy nadie en comparación al Cristo, no soy digno ni siquiera de desamarrar sus sandalias. Él bautiza con fuego y juzga con fuego: “limpiará su era, pondrá el trigo (los suyos) en su granero; pero la paja (los que no son suyos) la quemará en el fuego inextinguible (el infierno). 16-17
Juan daba muestra de su arrepentimiento y les predicaba el evangelio. 18