EL DAR
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EL DAR
I. Todas las cosas son de Dios
II. Todo cristiano es un mayordomo (siervo)
III. Ejemplos de dádivas de Dios
A. Su Hijo
B. La vida eterna
C. La salvación del pecado
D. La sabiduría
IV. El dar en el Antiguo Testamento
A. Dádiva personal
1. De Caín y Abel
2. De Noé
3. De Abraham
4. De Jacob
B. El dar bajo la ley mosaica
1. El primer diezmo es ordenado
2. El segundo diezmo
3. El tercer diezmo
V. Bendiciones de Dios hacia el diezmo
En lecciones anteriores hemos discutido cómo puede uno ser cristiano y sobre la adoración del cristiano por medio de la Cena del Señor y la oración. Este capítulo continúa con la adoración del cristiano por medio de su dádiva.
El término mayordomía cubre diferentes fases de la responsabilidad cristiana, como dar dinero, talento, tiempo; sin embargo, este estudio se limitará a la enseñanza de Dios sobre la adoración del hombre por medio del dinero. La palabra de Dios tiene mucho que decir al respecto. Estudiaremos los principios básicos, sobre los cuales descansa la dádiva del cristiano.
El primer principio, y quizá el más básico, es:
I. Todas las cosas son de Dios
Moisés, animando a Israel a obedecer a Dios, le recuerda: “He aquí, de Jehová tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos, la tierra, y todas las cosas que hay en ella” (Deuteronomio 10:14). David expresó en poesía la misma idea con estas palabras: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan” (Salmo 24:1).
Y aun más, enfatizó la propiedad de Dios sobre todo, cuando escribió: “Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud (Salmo 50:10–12).
He aquí unas pocas cosas que la Biblia dice que pertenecen a Dios:
A. La plata y el oro. “Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:8).
B. Los ríos. “Por cuanto dijo: El Nilo es mío, y yo lo hice” (Ezequiel 29:9).
C. Toda la Tierra. “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo” (Levítico 25:23). Dios posee el título de propiedad de toda la Tierra, solamente le concede al hombre el privilegio de vivir en ella por un corto tiempo y le recuerda a Israel: “… porque mía es toda la tierra” (Éxodo 19:5).
D. Todas las almas. Dios dijo a Ezequiel: “He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4).
E. Nuestro cuerpo. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:19, 20).
En estas citas se nota claramente que “tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos” (1 Crónicas 29:11). El individuo que no reconoce a Dios como su dueño, se dice que es más ignorante que el buey o el asno; porque Isaías dice: “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento” (Isaías 1:3).
El segundo principio del dar cristiano es:
II. Todo cristiano es un mayordomo
Jesús dijo una parábola que concierne a los talentos en Mateo 25:14–30. Los siervos de la parábola representan a los discípulos de Cristo. A cada hombre se le dio un cierto número de talentos y se le instruyó para usarlos en beneficio del rey que se los dio.
Pedro escribe: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10). Un mayordomo es uno que cuida y supervisa la propiedad de otro. No es propietario, sino que la administra en bien del dueño. Pablo habla a los corintios que la condición principal para ser mayordomo es la fidelidad, “Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2).
La relación del hombre con su dinero y su Dios se hace manifiesta a la luz de estos dos principios básicos: todas las cosas son propiedad de Dios y el hombre tiene la mayordomía sobre todas las cosas que Dios le da. El hombre no posee nada; toda cosa que tiene le viene directa o indirectamente de Dios. El hombre es el cuidador de todas las bendiciones que Dios le provee. No son suyas para que les dé el uso que mejor le venga en gana, sino que constituyen una realidad, de que tiene que manejarlas como Dios (el propietario) quiere.
Muchos cristianos tienen la idea de que su dinero les pertenece exclusivamente a ellos y que, si quieren, pueden dar algo a Dios. Sin embargo, la verdad es al revés: le pertenece a Dios y él permite que el hombre use algo en su provecho. Cuando esto sea entendido plenamente, cambiará la actitud del hombre hacia su dinero y hacia su Dios.
III. Ejemplos de dádivas de Dios
Dios no es solamente dueño o propietario de todo, sino que Pablo dice que Dios “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17b). Santiago añade: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces” (Santiago 1:17a). Enumeraremos sólo algunas de las muchas cosas que Dios nos da:
A. Su Hijo. Dios envolvió su más preciado regalo en la persona de su Hijo y lo envió al mundo. Juan dice: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
B. La vida eterna. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). Pablo hace hincapié en que esto es un don de Dios. No podemos comprarla, ni ganarla; simplemente la aceptamos humildemente de parte de Dios.
C. La salvación del pecado. Pablo dice a los efesios: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). Vemos de nuevo, que esto es un regalo de Dios. Esto, por supuesto, fue posible con la muerte de Cristo. Pedro dice: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1:18, 19).
D. La sabiduría. Santiago dice: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5). Podemos pedir a Dios muchas cosas que, en su sabiduría, puede negárnoslas pero Santiago nos asegura que si pedimos sabiduría, la recibiremos. Esto es un don de Dios que debemos buscar constantemente.
Además de todos los regalos de Dios, sabemos que Cristo nos dio mucho también. Juan 10:11 dice que Cristo dio su vida por sus ovejas. 2 Corintios 8:9 dice: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”. Cristo dejó las riquezas y la gloria del Cielo para que pudiésemos obtener esas mismas riquezas. En verdad, Pablo está en lo correcto cuando dice: “Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2).
Bien lo dijo ya un poeta: “El amor es mucho más grande que lo que la lengua o la pluma pueden expresar”. Él lo ha demostrado, pues sigue siendo el que “da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25).
IV. El dar en el Antiguo Testamento
A. Dádiva personal. Traer un regalo o una ofrenda a Dios es una práctica tan antigua como la historia del hombre mismo. Génesis 4 relata el primero de estos incidentes. Esta ofrenda fue hecha por los hijos de Adán y Eva.
1. La ofrenda de Caín y Abel. Génesis no dice que Dios haya ordenado a estos señores que le trajeran un sacrificio u ofrenda; pero Hebreos 11:4 implica esto, cuando dice: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín”. La frase “por fe” significa, aparentemente, que Dios se lo reveló.
Caín, siendo agricultor, trajo frutos de la tierra como su ofrenda. Abel trajo de los primogénitos de su rebaño, pues era pastor. Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la de Caín. El porqué fue rechazada la ofrenda de Caín, no se sabe con seguridad. Por evidencias, podemos deducir que: (1) fue el tipo erróneo de sacrificio. Al parecer, Dios deseaba un sacrificio de sangre. (2) fue un regalo sin generosidad. Tal vez fue muy tacaño como para comprar un cordero. Esto fue lo que causó problemas entre los dos hermanos y esto guió a Caín a matar a Abel. Sin embargo, vemos, por este incidente, la práctica antigua de traer ofrendas o dádivas a Dios en adoración a él.
2. Noé. Cuando Noé salió del arca, después del diluvio, la primera cosa que hizo fue construir un altar a Jehová y tomó de todo animal y de toda ave limpios y los ofreció a Dios como su ofrenda de acción de gracias y adoración por su rescate. Dios se agradó de esta ofrenda y prometió nunca castigar a la Tierra con diluvio.
3. Abraham. Para el tiempo de Abraham encontramos algo nuevo, en cuanto al dar. Abraham ofrecía todavía sacrificio animal a Dios y además dio sus diezmos. En Génesis 14:18–20 se narra que Abraham había rescatado a Lot después de haber sido capturado por los cuatro reyes. En el rescate, Abraham recogió un botín considerable; y cuando regresaba se encontró con Melquisedec, rey de Salem, que era un sacerdote del Dios altísimo, quien bendijo a Abraham y éste, en cambio, le dio el diezmo de todos sus bienes. Otra vez, no se dice que Dios haya mandado que Abraham hiciese eso, pero en vista de la práctica de los descendientes de Abraham, razonable es concluir que Dios inspiró en la mente de Abraham la enseñanza del diezmo.
4. Jacob. El nieto de Abraham, Jacob, también fue un diezmador. Cuando salió de su casa, camino a la de su tío Labán, pasó la noche en Betel. Allí soñó una escalera que iba de la Tierra hasta el cielo, y por la mañana hizo un convenio con Dios: “E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (Génesis 28:20–22). Tal parece que Dios no se ofendió con la proposición de Jacob, más bien se agradó; pues, le bendijo material y espiritualmente toda su vida. Y tal parece que Jacob vivió también de acuerdo con su voto.
Estos son ejemplos del dar personal en la era patriarcal. Al llegar el período mosaico, veremos que los requisitos de Dios para dar son mucho más detallados y obligatorios.
B. El dar bajo la ley mosaica. Cuando Dios dio la ley a Moisés, en el monte Sinaí, hizo del diezmo el principio del dar de los hijos de Israel. Dios no sólo instituyó un diezmo, sino, al parecer, dos, y hasta tres diezmos.
1. El primer diezmo ordenado. En Levítico 27, Moisés proclama la ley del diezmo: “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová. Y si alguno quisiere rescatar algo del diezmo, añadirá la quinta parte de su precio por ello. Y todo diezmo de vacas o de ovejas, de todo lo que pasa bajo la vara, el diezmo será consagrado a Jehová. No mirará si es bueno o malo, no lo cambiará; y si lo cambiare, tanto él como el que se dio en cambio serán cosas sagradas; no podrán ser rescatados” (Levítico 27:30–33).
Notemos estas tres instrucciones en cuanto al diezmo: (1) Iban a dar el diezmo de las cosechas de la tierra, cada año. Esto consistía en el grano que produjera la tierra, el fruto de los árboles o de las viñas. También incluía el diezmo del ganado o del rebaño. (2) Esto era considerado santo a Jehová (Levítico 27:3–32). (3) Parece que había un tiempo específico cuando debían efectuar este diezmo. Cuando llegaba el tiempo de diezmar el ganado, debían hacerlo bajo medida o cuenta. Un contador tomaba cada décimo animal (oveja, chivo o vaca) y lo ponía a un lado. No debían sustituir al décimo animal con uno antes o uno después de él; pues si lo hacían, tenían que dar los dos: tanto el décimo como el sustituto. Dios corría su riesgo con el décimo animal; y esperaba que ellos también hicieran lo mismo.
El primer diezmo fue instituido para el mantenimiento de los levitas. El diezmo de las otras tribus era considerado la herencia de los levitas, ya que ellos no recibieron heredad en la Tierra cuando Israel se estableció en Canaán. Las instrucciones de Dios para Moisés fueron: “Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos de Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión” (Números 18:21).
Cuando la tribu de Leví recibía los diezmos de las otras tribus, ellos a su vez tenían que dar el diezmo de ello a Aarón, para el mantenimiento de su familia y la de los sacerdotes; pues, éstos tampoco recibieron heredad de la Tierra: “Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Así hablarás a los levitas, y les dirás: Cuando toméis de los hijos de Israel los diezmos que os he dado de ellos por vuestra heredad, vosotros presentaréis de ellos en ofrenda mecida a Jehová el diezmo de los diezmos.… Así ofreceréis también vosotros ofrenda a Jehová de todos vuestros diezmos que recibáis de los hijos de Israel; y daréis de ellos la ofrenda de Jehová al sacerdote Aarón” (Números 18:25–28). En esta forma, vemos que Dios cuidaba de lo suyo. Cuando la Tierra de Canaán fue dividida, Dios dio provisión a las once tribus; lo mismo hizo con la tribu de Leví, que ministraba en el tabernáculo.
2. El segundo diezmo. Después que se efectuaba el primer diezmo, Deuteronomio indica que se iba a dar un segundo diezmo, tomado de las nueve partes restantes. Este diezmo iba a ser usado para el alimento sagrado que se iba a comer donde Dios dijera, (tiempo después se comería en Jerusalén, pues allí estaba el tabernáculo; y más tarde el templo). Al parecer, era usado para financiar las diferentes festividades y comidas que Jehová requería de su pueblo. Por supuesto, que el oferente iba a compartir también su comida con los levitas (Lea Deuteronomio 14:22–27; 12:17–19). Y si alguno vivía muy lejos como para llevar comida, se llevaba el dinero y ya en Jerusalén compraba la comida necesaria (Deuteronomio 14:24–25).
3. El tercer diezmo. Deuteronomio 14:28, 29 dice: “Al fin de cada tres años sacarás todo el diezmo de tus productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren”. El Antiguo Testamento no aclara si se refiere a este diezmo trienal o si el segundo diezmo era usado totalmente con los pobres cada tres años. De acuerdo con algunos escolásticos, cada tercer año, el segundo diezmo era dado completamente a los levitas y a los pobres. Según Josefo (Antigüedades, Vol. IV, VIII, 22), el diezmo para los pobres era el tercer diezmo.
En resumen, la ley mosaica requirió que los judíos dieran una décima parte de todas sus entradas, cada año, para mantener a los levitas, ya que éstos ministraban o servían a Dios en el tabernáculo. Los levitas, a su vez, diezmaban o daban el diezmo a los sacerdotes para que pudieran tener comida para vivir. Además, las once tribus iban a dar un segundo diezmo cada año para las fiestas religiosas en Jerusalén relacionadas con el tabernáculo o el templo. Cada tres años daban un diezmo para los pobres; y esto incluía a levitas, huérfanos, viudas y extranjeros pobres (Deuteronomio 26:12, 13).
V. Bendiciones de Dios hacia el diezmo
Las bendiciones de Dios son siempre en proporción a las responsabilidades del hombre. A primera vista, parece que Dios pidió mucho de los hijos de Israel, pero Dios nunca ha pedido al hombre otra cosa fuera de lo que él ya le bendijo primero. Dios les dijo que si obedecían sus mandamientos, entonces, él les bendeciría abundantemente (Deuteronomio 28:3–6). Salomón exhortó a la gente de su tiempo: “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto” (Proverbios 3:9, 10).
Tal vez las promesas más comunes de Dios para el pueblo de Israel sean las que se hallan en Malaquías 3:10–12, donde Dios desafía a Israel a “traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos.
Dios es un Dios amante y generoso; él es el mismo del tiempo de Israel.
Preguntas – El dar
1. ¿Cuál es el primer principio básico del dar cristiano?
2. ¿Cuál es el segundo principio básico del dar cristiano?
3. Dé un resumen del dar bajo la ley de Moisés. Llene los espacios.
Llene los espacios.
1. ¿Qué cosas trajeron Abel y Caín para sus ofrendas?
2. Mencione cuatro cosas que la Biblia dice que son de Dios:
A.
B.
C.
D.
3. Melquisedec fue rey de y del Dios Altísimo.
4. Según las citas siguientes, ¿qué nos da Dios?
A. Santiago 1:5
B. Romanos 6:23
C. 1 Timoteo 6:17
5. Israel daba su primer diezmo a los porque no tenían .
6. Mencione tres bendiciones que Dios prometió a Israel en Malaquías 3:10–12.
A.
B.
C.
Preguntas de repaso.
1. Escriba y explique el significado de algunos pasajes del Antiguo Testamento que enseñan que todas las cosas son de Dios.
2. Haga una lista de cinco cosas que pertenecen a Dios y provea un texto bíblico para respaldar cada una.
3. ¿Qué enseña Isaías 1:3 acerca de la persona que no reconoce a Dios como el dueño de todas las cosas que están en los cielos y en la tierra?
4. Defina el término “mayordomo”.
5. Haga un repaso de Mateo 25:14–30 y dé un resumen de esta parábola que enseña lo que significa la mayordomía.
6. ¿Cuáles son los dos principios básicos que manifiestan la relación del hombre con su dinero y su Dios?
7. Cuando sean entendidos plenamente los principios antes mencionados, ¿cambiará la actitud del hombre hacia su dinero y su Dios?
8. Aprenda de memoria Santiago 1:17 y explique cuáles son algunas bendiciones que Dios imparte a todos los cristianos.
9. Explique cuáles son las bendiciones contenidas en Juan 3:16.
10. ¿Qué es la bendición prometida en Romanos 6:23?
11. Haga un repaso de Efesios 2:8 y 1 Pedro 1:18–19 y explique cuáles son las bendiciones contenidas en estos versículos.
12. Aprenda de memoria Santiago 1:5. ¿Qué bendición provee Dios para los que se la piden?
13. Lea Juan 10:11, 2 Corintios 8:9 y Efesios 5:2 y explique cuáles son las dádivas que Jesús nos ha dado.
14. ¿Dónde en la Biblia se encuentra la primera ocasión en que se presentó una ofrenda a Dios?
15. ¿Dice en el libro de Génesis que Dios les haya ordenado a Caín y Abel que le trajeran un sacrificio u ofrenda? ¿Cómo sabían hacerlo?
16. Dé algunas razones por qué Dios rechazó la ofrenda de Caín.
17. ¿Qué fue la primera cosa que hizo Noé cuando salió del arca?
18. ¿Qué nueva práctica en ofrendar introdujo Abraham?
19. ¿Qué convenio hizo Jacob a cambio de la bendición de Dios?
20. Explique los tres puntos esenciales que esta lección enseña acerca de la ordenanza de diezmar dada en Levítico 27:30–33.
21. ¿Qué sustento recibió la tribu de Leví y qué iba a recibir esta tribu como una herencia en lugar de heredad en la tierra?
22. ¿Qué sustento recibieron Aarón y los sacerdotes para su trabajo en el tabernáculo?
23. Haga un resumen de lo que esta lección enseña acerca del “segundo diezmo”.
24. ¿Qué fue el propósito del “diezmo de cada tres años”?
25. ¿Qué prometió Dios a los que cumplían con el “tercer diezmo”?
26. Antes de pedir al hombre cosa alguna, Dios le bendice primero. Cuando Dios pide al hombre, ¿pide más de lo que puede dar el hombre? Explique.
27. En Deuteronomio 28:3–6, ¿qué es la promesa a los que obedecen sus mandamientos respecto al diezmar?
28. Según Proverbios 3:9–10, ¿qué es el resultado de honrar a Dios con los ingresos y recursos?
29. Por estudiar esta lección, ¿ha cambiado su actitud hacia el diezmar y el honrar a Dios por medio de los ingresos y recursos?