La superioridad de Su ministerio.
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Leer Heb 8
El escritor de Hebreos comienza el capítulo ocho resumiendo, en dos versículos, lo dicho en los primeros siete capítulos.
El resumen dice: nuestro sumo sacerdote está a la diestra (el lugar de honor) del trono celestial como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero hecho por Dios, no por el hombre.
En el cap. siete había comparado el sacerdocio levítico con el sacerdocio del orden de Melquisedec y había demostrado que el último era superior al primero.
Lógicamente, un mejor sacerdocio resultaba en un mejor ministerio. El ministerio sacerdotal de nuestro Señor Jesucristo es superior al ministerio levítico. ¿Por qué?
Es un ministerio más poderoso.
Es un ministerio más poderoso.
Es más poderoso por las siguientes cuatro razones:
El sumo sacerdote está en el poder.
El sumo sacerdote está en el poder.
“sentado a la diestra del trono de la Majestad...” 1b
En el sacerdocio levítico, el sumo sacerdote era un siervo de Dios y del pueblo. Cualquier autoridad que tenía le había sido dado por Dios.
Aún a Pilato, el governador, Jesús le dijo que si tenía autoridad era porque se le había sido dada de arriba.
La diestra, la derecha, es sinónima de poder. Como nuestro sumo sacerdote, Jesús está en la posición de poder. “Sentado” podría indicar que no es una posición temporal sino permanente.
¿Cómo no habría de tener el poder si Él es el Creador y sostenedor del Universo? Solamente Dios tiene el poder para vencer a la muerte.
El sumo sacerdote está en el Cielo.
El sumo sacerdote está en el Cielo.
“del trono de la Majestad en los cielos,” 1c
Proablemente los Hebreos habían estado confundidos con respecto a quién ascendería al cielo. Por eso, Pedro, en su sermón de Pentecostés, les aclaró que David había muerto y sepultado (todos sabían donde estaba su tumba), pero David había profetizado que Dios sentaría auno de sus descendientes en el trono:
Pero siendo profeta, y sabiendo que Dios le habia jurado sentar a uno de sus descendientes en su trono, miró hacia el futuro y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades, ni su carne sufrio corrupcion. A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no ascendió a los cielos, pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: “Sientate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.”
A los efesios, Pablo les recalca la misma verdad:
El que descendió es también el mismo que ascendió mucho más arriba de todos los cielos, para poder llenarlo todo.)
Todos los sumos sacerdotes del orden levítico están sepultados, pero Jesús está en los cielos, con poder y con gloria.
El sumo sacerdote es mediador de un mejor pacto.
El sumo sacerdote es mediador de un mejor pacto.
“Él… es también el mediador de un mejor pacto,” 6a
El viejo pacto era imperfecto y caduco. El nuevo es un pacto perfecto:
Pues si aquel primer pacto hubiera sido sin defecto, no se hubiera buscado lugar para el segundo. Porque reprochándolos, El dice: Mirad que vienen dias, dice el Señor, en que establecere un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Juda;
Es mejor porque...
Tiene un mejor tabernáculo.
Tiene un mejor tabernáculo.
Jesús está a la diestra del trono de la majestad en los cielos:
“como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre.” 2
¿Cuál es el tabernáculo verdadero?
Primero, debemos entender que, para los Hebreos, el tabernáculo se refería a la tienda de adoración que Dios ordenó a Moisés edificar el desierto. Ese tabernáculo iba con el pueblo dondequiera que iban. Era desarmado cada vez que partían y vuelto a armar cada vez que acampaban.
El tabernáculo realmente estaba compuesto de dos tabernáculos conectados entre si, pero divididos por una cortina. Todos los sacerdotes podían entrar al primero (llamado el Lugar Santo), pero al segundo (Lugar Santísimo) solamente el sumo sacerdote una vez al año llevando la sangre del cordero.
El tabernáculo era el lugar donde moraba la presencia de Dios.
Pero el tabernáculo hecho por Moisés era solamente una figura terrenal de la morada celestial de Dios:
“los cuales sirven a lo que es copia y sombra de las cosas celestiales, tal como Moisés fue advertido por Dios cuando estaba a punto de erigir el tabernáculo;” 8:5
El Dios que hizo el mundo y todo lo que en él hay, puesto que es Señor del cielo y de la tierra, no mora en templos hechos por manos de hombres,
Segundo, la Biblia enseña que Dios mora en el creyente; que el creyente es templo de Dios:
Jesús respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Entonces los judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días? Pero El hablaba del templo de su cuerpo.
La verdad de que Dios mora en el creyente es el argumento de Pablo cuando exhorta a los Corintios a vivir en santidad y les recuerda que ellos son el templo:
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Aunque el Señor, nuestro sumo sacerdote, mora en el Tabernáculo celestial, también mora en el corazón del creyente.
Un pacto de mejores promesas.
Un pacto de mejores promesas.
“mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas.” 6b
¿Cuáles son esas promesas?
Poner Sus leyes en el corazón.
Poner Sus leyes en el corazón.
“Porque este es el pacto que yo haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: pondré mis leyes en la mente de ellos y las escribiré sobre sus corazones.” 10a
Eso es algo que ningún otro sacerdote podía hacer. Podía leerles o predicarles las leyes, pero no escribirlas en el corazón del hombre.
Con Jesús, el hombre puede llevar las leyes de Dios dondequiera que vaya, ya sea que tenga o no una Biblia a la mano. Él va con nosotros y, con Él, Sus leyes.
Promete...
Establecer una relación personal con el hombre.
Establecer una relación personal con el hombre.
“Y Yo seré su DIos y ellos serán mi pueblo. Y ninguno de ellos enseñará a su conciudadano ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce al Señor, porque todos me conocerán, desde el menos hasta el mayor de ellos.” 10b-11
Todos “sabrán de mí” sería una traducción más clara.
Pero la promesa dada a los verdaderos israelitas, los que no lo son de acuerdo a la carne o la descendencia sino los que son de la fe de Abraham es que serían salvados por DIos:
Pues aunque tu pueblo, oh Israel, sea como la arena del mar, sólo un remanente de él volverá; la destrucción está decidida, rebosando justicia. Pues una destrucción completa, ya decretada, ejecutará el Señor, Dios de los ejércitos, en medio de toda la tierra.
Ese es el pueblo al que se refiere al decir “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.”
Solamente los que son de la fe en Jesús, el sumo sacerdote, pueden tener esa relación, y eso incluye a los Gentiles.
Conceder Su misericordia.
Conceder Su misericordia.
“Pues tendré misericordia de sus iniquidades,” 12a
Y El respondió: Yo haré pasar toda mi bondad delante de ti, y proclamaré el nombre del Señor delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y tendré compasión de quien tendré compasión.
Con excepción del libro de Levitico, todos los otros libros de la Ley mencionan la misericordia de Dios. La misericordia es “Dios no dándonos lo que merecemos”.
Eso es lo que los leprosos, ciegos, paralíticos, y pecadores pedían a Jesús, y eso es lo que recibían. “Jesús, hijo de David, ten misericordia...”
Los sumos sacerdotes levíticos aplicaban justicia de acuerdo a la Ley… El nuevo sumo sacerdote ministra misericordia.
La última promesa mencionada en este cap. es...
Borrar nuestros pecados.
Borrar nuestros pecados.
“nunca más me acordaré de sus pecados.” 12b
Por medio del profeta Isaías, el Señor dijo:
He disipado como una densa nube tus transgresiones, y como espesa niebla tus pecados. Vuélvete a mí, porque yo te he redimido.
Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones. Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el Señor de los que le temen.
¿Qué Dios hay como tú, que perdona la iniquidad y pasa por alto la rebeldía del remanente de su heredad? No persistirá en su ira para siempre, porque se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros, hollará nuestras iniquidades. Sí, arrojarás a las profundidades del mar todos sus pecados.