Un mejor sacrificio.

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El cap. 8 de Hebreos termina diciendo que el nuevo pacto hacía innecesario u obsoleto el viejo.
Así como el viejo pacto tenía un mediador (Moisés) y un santuario (el tabernáculo), el nuevo también tenía un nuevo mediador (Jesús) y un nuevo santuario (los cielos).
En el cap. 9, el escritor comienza describiendo el santuario del viejo pacto. De él, dice que es terrenal y describe como estaba compuesto (vers. 2-5) y habla de los sacrificios que se ofrecían.

El tabernáculo y sus sacrificios.

El Tabernáculo.

El Tabernáculo erigido por Moisés, 1450 años AC, fue hecho de acuerdo a las especificaciones específicas que Dios les dio.
Estaba compuesto de tres secciones:
El Patio (las mesas de degollar a ambos lados, el altar del holocausto, y la fuente de bronce).
El Lugar Santo (contenía el candelabro, la mesa de los panes, y el altar de incienso).
El Lugar Santísimo (el arca del pacto, con los querubines sobre ella, y dentro, las tablas del pacto (documento), el maná y la vara de Aarón.
Fue usado por casi 500 años (491) y sustituido por el templo que Salomón construyó y dedicó en el 959 AC. Este fue quemado por Nabucodonosor en 586 AC. Fue reparado y dedicado por Zorobabel, 70 años más tarde, en el 516 AC.
Cuando la carta a los Hebreos fue escrita, el templo de Herodes había sustituido al viejo templo.
Es importante notar que los dos templos conservaban el modelo del Tabernáculo en cuanto a su distribución.

Era de acceso limitado.

Los descendientes de Leví, en general, no podían entrar. Solamente los que habían sido ordenados o nombrados sacerdotes. Aún el acceso de ellos era limitado porque solamente podían entrar al Lugar Santo.
El Lugar Santísimo era aún más limitado. Solamente uno de ellos, el sumo sacerdote podía entrar una vez al año.
El resto del pueblo no tenía acceso ni siquiera al patio del tabernáculo. Para presentar sus ofrendas, el pueblo tenía que traerlas a los sacerdotes quienes las recibían fuera del tabernaculo.
Para el adorador, eso significaba que solamente podía presentarse delante de Dios con su ofrenda unas tres o cuatro veces al año y, por medio de un mediador, el sacerdote que la sacrificaba por él.

Los sacrificios no limpiaban la conciencia.

Esas “ofrendas y sacrificios no pueden hacer perfecto en su conciencia al que practica ese culto.” 9
Eso quiere decir que el adorador regresaba a casa igual que como había salido, con una conciencia que le acusaba constantemente.
Al igual que en toda religión, el adorador sale como entró: con una tranquilidad que n dura mucho porque pronto su conciencia vuelve a acusarle.

Los sacrificios eran constantes y temporales.

los sacerdotes entran continuamente para oficiar” 6 O sea, día tras día.
el sumo sacerdote una vez al año” 7 O sea, año tras año.
Todos esas ofrendas estaban “impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas” 10
Los judíos esperaban ese momento en que las cosas habrían de ser reformadas, pero no entendían que dicha reforma sucedería por el establecimiento de un nuevo pacto y por la presentación del cordero perfecto, Jesucristo.

El sacrificio de Cristo.

y no por medio de la sangre de machos cabríos y becerros, sino por medio de su propia sangre,” 12a
Ambos pactos fueron inaugurados con sangre. Moisés tomó la sangre de los becerros sacrificados y roció el libro mismo (La Ley) y al pueblo.
En cambio, el nuevo pacto sería inaugurado por la sangre del mediador y testador mismo: Jesús.

Una vez por todas.

entró al Lugar Santísimo una vez para siempre,” 12b
no para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como el sumo sacerdote entra al Lugar Santísimo cada año con sangre ajena.” 25
…pero ahora, una sola vez en la consumación de los siglos...” 26
Así también Cristo, habiendo sido ofrecido una vez...”28
Cuando el sumo sacerdote entraba al Santísimo a ofrecer la sangre del cordero, todo el pueblo estaba a la expectativa de su salida. Al salir, el sacerdote pronunciaba las palabras “el sacrificio ha sido aceptado.” Dichas palabras hacían explotar al pueblo con expresiones de alegría. Y a esperar otro año más.
Pero con esa repetición expresada en los versos de Hebreos, es obvio que el escritor quería que una verdad quedara grabada en la mente de los recipientes de la carta. Esa verdad es: ¡Ya no hay necesidad de más sacrificios y holocaustos!

Purifica la conciencia.

Porque si la sangre de machos cabríos y de los toros, y la ceniza de la becerra rociada sobre los que se han contaminado, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, purificará vuestra conciencia de obras muertas para servir al Dios vivo?” 13-14
En la ceremonia de purificación del pecador, el sacerdote tomaba sangre del sacrificio y la ponía sobre el lóbulo derecho de la oreja, el pulgar derecho de la mano y del pie del pecador. Después hacía lo mismo con el aceite, y lo que sobraba lo derramaba sobre la cabeza del pecador.
Pero, como dijimos anteriormente, eso no purificaba la conciencia.
Cristo derramó sus sangre, nos dio el Espíritu, y la paz que sobrepasa todo entendimiento, la paz que produce una conciencia limpia.

Redime de pecados.

Y por eso Él es el mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto,” 15a
“y sin derramamiento de sangre no hay perdón.” 22
La sangre de los corderos sacrificados expiaba los pecados, pero no los limpiaba.
Pero en el caso de Jesús, su sangre nos redime:,
1 Peter 2:24 LBLA
y El mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados.
Ephesians 1:7 LBLA
En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia
Su sangre es la que nos limpia:
1 John 1:7 LBLA
mas si andamos en la luz, como El está en la luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado.

Asegura redención eterna.

entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna.” 12b
a fin de que…los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” 15
El propósito de Su sacrificio no era una redención temporal, sino una que duraría para siempre.
La herencia es recibida a la muerte del testador. Nuestro testador, Cristo Jesús, murió en la cruz para hacer posible que recibieramos esa herencia prometida: la vida eterna.
1 Peter 1:3–5 LBLA
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros, que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.
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