Adopción
Introducción
adoptar tr. 1 Tomar un hijo ajeno como propio en virtud del acto jurídico de la adopción, con el fin de establecer con él una relación paterno-filial con idénticos o análogos vínculos jurídicos que los que resultan de la procreación.
2 Tomar como propio algo que no es en exclusividad de nadie, como la nacionalidad, el nombre, etc.
La adopción, en el sentido moderno que tiene esta palabra hoy día, o sea la incorporación en el seno de la familia, como hijo, de una persona ajena a ella, no se conoció entre los israelitas. En el resto del Medio Oriente se practicó ya desde la Antigüedad, teniendo por objeto proporcionar, a los maridos cuyas mujeres fueran estériles, hijos que los ayudasen en su trabajo y en su ancianidad.
Que los creyentes son hijos adoptivos de Dios, se repite muchas veces en el Nuevo Testamento; Jesús no sólo enseña a los suyos a llamar a Dios «Padre nuestro» (Mt. 6:9), sino que da el título de «hijos de Dios» a los pacíficos (Mt. 5:9), a los caritativos (Lc. 6:35) y a los justos resucitados (Lu. 20:36).
«adopción» La ley romana hacía muy difícil la adopción, pero una vez lograda era permanente (ver Gá 4:4–6). Esta metáfora respalda la verdad teológica de la seguridad del creyente. Un hijo natural podía ser desheredado, pero no un hijo adoptado. Esta era una de las metáforas de la familia favoritas de Pablo para describir la salvación (ver vv. 15, 23).
Desarrollo
Fuimos nosotros adoptados
La mayoría de los cristianos de Roma eran de procedencia gentil, pagana. Pablo los lleva a considerar los tiempos desdichados en que, antes de conocer a Cristo, adoraban a dioses falsos. Ellos se habían sentido obligados a tratar de ganarse el favor de estos dioses duros y exigentes al cumplir con los sacrificios que les imponían y al llevar el tipo de vida que exigían. En caso de no cumplir, temían la ira de los dioses ofendidos.
Con la obra del Espíritu Santo en su corazón, ya todo eso se había convertido en algo del pasado. Ahora conocían a un Dios misericordioso, que lo había hecho todo y que les había dado todo como regalo por medio de Cristo.
Es el reflejo del amor
“Recibimos no solamente el estatus de hijos, sino también el corazón de hijos”.
Debemos atraer más hermanos
Conclusión
8 Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. 9 La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. 10 Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás.
33 Jesús respondió: «¿Quién es mi madre? ¿Quiénes son mis hermanos?». 34 Entonces miró a los que estaban a su alrededor y dijo: «Miren, estos son mi madre y mis hermanos. 35 Todo el que hace la voluntad de Dios es mi hermano y mi hermana y mi madre».