El placer de Dios en el bien de su pueblo
El amor sea sin hipocresía. Aborreciendo lo malo, aplicándoos a lo bueno. Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros. No seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor…
Una Palabra que Yo no Conocía
Escogí este texto este Domingo de Santidad de Vida, por una palabra en un artículo de William Bennett que yo no conocía y tuve que buscar. Muchos de ustedes saben quién es William Bennett. Él se ha vuelto famoso como editor de The Book of Virtues y The Moral Compass, y como el ex-secretario de Educación bajo la presidencia de Reagan. Él estaba escribiendo acerca de cómo las cortes en Norteamérica, especialmente la Corte Suprema, están encontrando varios derechos en la Constitución en que nunca pensaron los creadores de la Constitución, y que sacaban del debate público algunos temas morales cruciales que debían ser resueltos en el proceso político y no en una decisión judicial arbitraria que no estaba clara en la Constitución.
Él dijo que este problema con las cortes hoy no es el problema fundamental en Norteamérica. Entonces apareció la palabra que tuve que buscar. Él dijo: “El problema no está simplemente con la Corte; el problema está también en la ciudadanía misma. Me parece que esta es la esencia del problema: en el suelo de la Norteamérica de finales del siglo veinte ha quedado firmemente establecida una cultura de acidia, lo que ha provocado el la condescendencia y la pasividad. ¿Hemos perdido nuestra capacidad para la barbarie justificable? ¿Podremos ser despertados para actuar contra el surgimiento generalizado de prácticas sucias y débiles?” (First Things, enero de 1997, No. 69, p. 20, énfasis añadido).
Así que busqué la palabra “acidia” en mi Webster’s New Collegiate Dictionary y decía simplemente: “apatía, aburrimiento”. Así que él está diciendo que aquí, al final del siglo veinte, en Norteamérica se ha establecido firmemente una cultura de aburrimiento y apatía. Esto es diferente al temor. También es diferente al desinterés en los asuntos morales que aparece porque alguien tiene pasión por algo más. Es más bien un bostezo cultural.
¿Eres bastante humilde para estar despreocupado?
Noviembre 20, 1994
1 Pedro 5:5–7
Asimismo, vosotros los más jóvenes, estad sujetos a los mayores; y todos, revestíos de humildad en vuestro trato mutuo, porque DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS, PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros.
Introducción
La humildad no es un rasgo humano muy popular en el mundo moderno. No es recomendada en los programas de entrevista ni celebrada en discursos ni elogiada en los seminarios de diversidad ni nombrada con los valores esenciales. Y si tu vas a la sección enorme de autoayuda de las librerías B. Dalton o Barnes and Noble, no econtrarás libros sobre la humildad.