Sermon: LA OBRA DE DIOS
Texto: COMO FUIMOS TRASFORMADOS, DE SER ESCLAVOS DEL PECADO DE SER HIJO DE SU REINO.
4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.
5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoroa sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.
6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes,b y gente santa.c Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado.
8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo.
El camino del águila está fuera del alcance del hombre. El camino de la salvación está por encima y más allá de los pensamientos de los hombres. Es tan alto como el Cielo. No podemos hacer otra cosa que confiar.
El vuelo del águila es veloz, como una flecha. Hay muchos inmediatamente y en el acto relacionados con la obra del Salvador en su vida aquí abajo.
«Os llevé» (v. 4). Salvados descansando en el Señor, como el cordero reposaba sobre el hombro del pastor (Lc. 15:5).
Fue por el poder de Dios que fueron sacados de Egipto. La salvación es de Jehová. El paso de muerte a vida es tan difícil y peligroso que nadie sino Cristo puede llevarnos a través de ello. Esto lo hace levantándonos «por encima de todo», del temor del hombre o del poder del pecado.
«Os he traído a Mí» (v. 4). Cuando el hijo pródigo volvió en sí, se dirigió acto seguido de vuelta a su padre. Cristo se dio a Sí mismo por nosotros a fin de traernos a Dios. ¡Que gozosa revelación de Dios es ésta! Su corazón amante y lleno de gracia anhela tenernos para Sí mismo para bendecirnos con Él mismo. Él se ha dado a Sí mismo por nosotros y a nosotros a fin de que Él pudiera tenernos.
UN ESPECIAL TESORO. El Señor nos ha escogido para ser un pueblo especial para Él mismo (Dt. 7:6), un pueblo peculiar para la pureza y las buenas obras, para el carácter y las acciones (Tit. 2:14). La porción del Señor es su pueblo. ¿Cuánto más valor pone el Señor sobre su tesoro comprado con sangre? Él ha vendido todo lo que poseía para comprarlo (Mt. 13:45, 46; 2 Co. 8:9).
2. UN REINO DE SACERDOTES. El pueblo de Dios no son solo de gran precio para Él, sino que como sacerdotes regios son útiles. Son mediadores para otros, y canales por medio de los cuales Él puede comunicar su voluntad a otros que están aún lejos de Dios. Veis vuestro llamamiento, hermanos: rogar a los hombres, en nombre de Cristo a que se reconcilien con Dios, y a hacer intercesión por los transgresores. Reyes y sacerdotes para Dios (v. 6).
3. GENTE SANTA. Esto puede enseñarnos el testimonio que la Iglesia como un todo debería dar para Dios. «Y les llamarán Pueblo Santo, Redimidos de Jehová» (Is. 62:12). El Santuario de Dios, que sois vosotros, es sagrado (1 Co. 3:17).
VI. El voto de las vidas consagradas. «Todo lo que Jehová ha dicho, haremos» (v. 8). Que sea éste el lenguaje de nuestros confiados y trémulos corazones. Por su gracia así lo haremos (1 Co. 9:5).