Velar y orar
Velar y orar no es opcional para el creyente, no para acompañar a Cristo en su agonía, sino para ser fortalecidos en la volutad de Dios.
Vigilantes Dormidos.
LAS RENCILLAS DESTRUYEN
LA OBRA DEL SEÑOR
Mat. 6:13; 26:41; Mar. 14:38; Luc. 22:40, 46; Rom. 12:10; 1 Cor. 3:3–10; Gál. 4:4, 5; 5:19–21; Stg. 4:7; 1 Ped. 5:8.
Una de las mejores obras evangélicas de Colombia en tiempos pasados estaba en una región rural del Departamento de Santander. Llegó a ser una iglesia como de doscientos miembros y de muchas actividades todos los días. Por algunos años esta iglesia contínuó prosperando. Pero de pronto el diablo entró y sembró celos y envidias, y así comenzó la disolución. Hubo pleitos aun entre los mismos misioneros; las diferencias entre los creyentes aumentaban cada día, ya que los mismos dirigentes de la obra no podían evitarlo. Por lo mismo llegó el día en que todo terminó. Más tarde, cuando los enemigos del evangelio llegaron e incendiaron los edificios de la capilla y de la escuela, ya el fuego de la contienda había destruido la obra entre las personas. Este caso es un ejemplo de los graves males que pueden producir las rencillas y la falta de sabiduría entre los hermanos.—J. R. T.
I. Velad y orar en tiempos de angustia. Marcos 14:32-34.
32Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. 33Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse y a angustiarse. 34Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad.
II. Velad y orar aceptando la voluntad del Padre. Marcos 14:35-36
35Yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oró que si fuese posible, pasase de él aquella hora. 36Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
III. Velad y orar para no entrar en tentación. Marcos 14:37-42.
37Vino luego y los halló durmiendo; y dijo a Pedro: Simón, ¿duermes? ¿No has podido velar una hora? 38Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 39Otra vez fue y oró, diciendo las mismas palabras. 40Al volver, otra vez los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. 41Vino la tercera vez, y les dijo: Dormid ya, y descansad. Basta, la hora ha venido; he aquí, el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores. 42Levantaos, vamos; he aquí, se acerca el que me entrega.
12Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. 13Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.