Cuando Dios dice NO
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Introducción
Introducción
Las circunstancias de la vida a veces nos ponen de rodillas, y le pedimos a Dios que haga lo que no podemos. La mayoría de las veces oramos por cosas buenas: sanación para un ser querido, libertad de patrones de pecado, un trabajo, un cónyuge, un hijo, salvación. Sin embargo, a veces, nuestros anhelos siguen sin cumplirse. Cuantas veces no hemos orado por sanidad y que nunca llegó, vientres que nunca se abrieron, trabajos que nunca llegaron, puertas que nunca se abrieron. hemos orado porque regresen hijos pródigos, pero aún permanecen lejos de casa.
A veces, la respuesta de Dios a nuestros gritos desesperados es no.
Sabemos que una serie como esta es complicada y resulta difícil. Sería mejor una que se titulara: “10 pasos para el éxito”, “Cómo aumentar los ingresos”, o “Triunfadores”. Pero la verdad es que muy pocas veces, o casi nunca, se habla en la Iglesia de aquellos momentos de incertidumbre donde no sabemos qué hacer, cuando sentimos que el cielo está cerrado, o en pocas palabras, cuando Dios dice “no”. Quiero darte 3 pasos prácticos para ejercitar en medio de los “no” de Dios.
¿Por qué, Dios?
¿Por qué, Dios?
Es posible que nunca entendamos de este lado de la eternidad las razones por las que Dios responde no cuando anhelamos desesperadamente un sí. A veces es imposible comprender cómo sus promesas se alinean con las circunstancias difíciles que nuestros seres queridos o aun nosotros mismos enfrentamos.
Es entonces cuando llegamos a entender que el problema es mi entendimiento limitado, no la verdad de las promesas de Dios. El teólogo J. I. Packer ofrece las siguientes ideas:
“Tal vez quiera fortalecernos en paciencia, buen humor, compasión, humildad, o mansedumbre. […] Tal vez quiera enseñarnos nuevas lecciones sobre abnegación y sobre dejar de confiar en nosotros mismos. Tal vez quiera quitarnos la complacencia o las formas no detectadas de orgullo y presunción. Quizá su propósito es simplemente acercarnos más a sí mismo, […] o tal vez Dios nos está preparando para las formas de servicio de las que en la actualidad no tenemos ningún indicio”.
He visto cómo el Señor me ha enseñado estas mismas lecciones al no darme las cosas que tanto deseaba. Y sin embargo, cuando se da un nuevo “no”, tropiezo en la oscuridad de mi entendimiento, preguntándome de nuevo qué está haciendo el Señor y por qué retiene el sí que creo que necesito tan desesperadamente. Es tentador creer la mentira de que un sí de Dios confirma su bendición, mientras que un no es una forma de castigo o desaprobación celestial.
En los No de Dios, también hay bendición.
El libro de Hebreos: “Cristo, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que Lo podía librar de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente” (He. 5:7).
7 Y Cristo, en los días de su vida terrena, ofreció ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que lo podía librar de la muerte, y fue oído a causa de su temor reverente.
definitivamente debemos hacer una una pausa y realmente considerar lo que este versículo nos dice. Jesús, siempre perfecto, siempre justo, ofreció oraciones y súplicas. Gritó con lágrimas. ¡Fue escuchado!
¿Y la respuesta que le dieron? No.
No parece tener sentido. Dios escuchó los llantos y las lágrimas de Jesús. Escuchó a su amado, Escuchó a su perfectamente obediente Hijo. Sin embargo, Jesús todavía sufrió y murió. No fue rescatado de la cruz. Y Dios no siempre nos rescata de las pruebas que enfrentamos.
Cuando Dios dice que no, a menudo nos preguntamos si tenemos una mala conexión: “¿Puedes escucharme? ¿Puedes escucharme ahora?”. Este pasaje nos recuerda que Dios escucha nuestras oraciones. En Cristo, somos escuchados porque compartimos su justicia. Dios no está sordo a nuestros gritos, súplicas, y anhelos. Pero, a veces, por razones que quizá no entendamos, su buen propósito es decir no.
¿Te importa?
¿Te importa?
El libro de Hebreos no solo nos recuerda que Dios nos escucha. También nos recuerda que tenemos un Salvador que se preocupa: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna” (He. 4:15-16).
15 No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
El sufrimiento era una perspectiva dolorosa para Jesús. No fue más fácil para Él que para ti o para mí. Lucas nos dice que Jesús oró: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa” (Lc. 22:42). Ofreció fuertes gritos y lágrimas junto con sus oraciones y súplicas: “Y estando en agonía, oraba con mucho fervor; y Su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra” (Lc. 22:44).
44 Lleno de angustia oraba más intensamente, y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
42 diciendo: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
El “no” de Dios a nuestras oraciones es siempre un “sí” a sus propósitos providenciales.
Jesús escuchó la dolorosa respuesta de Dios: “No”. Su experiencia no lo endurece a nuestro dolor, como cuando alguien se compara diciendo: “La he tenido mucho peor que tú”; más bien, lo ayuda a entrar en nuestro dolor. Su humildad le permite entender nuestra humanidad. Podemos gritarle con lágrimas, sabiendo que nos recibe con simpatía y amor.
Debo confiar en que Dios hace todo por amor
Debo confiar en que Dios hace todo por amor
Nuestra fe seguramente será probada. Confiar en Dios, en medio de un “no”, será nuestro mayor acto de fe hacia el Señor.
1 pedro 1.7
7 para que, sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo.
Si de algo estoy seguro, es que en la vida vendrán muchas pruebas a nuestra fe, muchos momentos donde la duda nos invadirá, y momentos en donde deberemos confiar en Dios en medio de circunstancias adversas.
Esto logrará que nuestra fe y carácter crezcan. Todos amamos los finales felices, pero debemos entender que en la vida enfrentaremos procesos dolorosos. Todos los hombres y mujeres de fe en la Biblia pasaron por ese momento crítico de decidir confiar en un Dios de amor.
Romanos 5.5 Romanos 8.32 Salmo 143.8 Isaías 41.10 Hebreos 13.6 Proverbios 16.20 1 Juan 4.16 Salmo 31.19
19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres!
16 Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él.
20 El entendido en la palabra hallará el bien; el que confía en Jehová es bienaventurado.
6 Así que podemos decir confiadamente: «El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre».
10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
8 Hazme oir por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado. Hazme saber el camino por donde ande, porque hacia ti he elevado mi alma.
32 El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
5 y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Debo confiar en que Dios callará las voces de la duda
Debo confiar en que Dios callará las voces de la duda
Daniel es echado a la fosa de los leones. Dios no lo libró de caer adentro, simplemente cerró la boca de los leones para que no le hicieran daño. Satanás anda como león rugiente viendo a quién devorar. Lo que el enemigo hace es rugir como que fuera león, pero no es un león, porque Jesús es el León de la tribu de Judá.
El Señor callará esas voces de duda.
Ejemplo de cuando Dios cierra las puertas, Dios hace grabdes obras a puerta cerrada, la hija de jairo, todos quedaron fuera. la resurrección se dio a solas, a puerta cerrada.
Romanos 16.20
20 Y el Dios de paz aplastará muy pronto a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.
Salmos 13:5-6
5 Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación.
6 Cantaré a Jehová porque me ha hecho bien.
Pero con amor me dices
Todo estará bien
Todo tiene un porque
Tenia que suceder
Para que pudiera ver tu amor en mi
Para que pudiera confiar y no dudar de ti
Tenía que ser así
Tenía que suceder.
Debo confiar en que Dios tiene un mejor plan
Debo confiar en que Dios tiene un mejor plan
¿Sabías que grandes hombres de Dios no recibieron lo que se les prometió, sino que solo lo vieron de lejos en el futuro? Pero sabían que Dios siempre tiene un mejor plan.
Hebreos 11.38-40
38 Estos hombres, de los cuales el mundo no era digno, anduvieron errantes por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra.
39 Pero ninguno de ellos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, recibió lo prometido,
40 porque Dios tenía reservado algo mejor para nosotros, para que no fueran ellos perfeccionados aparte de nosotros.
Isaías 55:8-9
8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos ni vuestros caminos mis caminos», dice Jehová.
9 «Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Un mejor sí
Un mejor sí
Dios nos está formando en algo mucho más grande de lo que podemos imaginar. Nos contentamos con una vida fácil. Él quiere hacernos santos, que brillemos como estrellas en el universo (Fil. 2:15). Incluso cuando me resisto a su proceso, puedo confiar y creer que sus propósitos son para mi bien. C. S. Lewis abre las puertas a nuestra imaginación con este recordatorio:
“Imagínate a ti mismo como una casa viviente. Dios entra para reconstruir esa casa. Al principio, quizás, puedas entender lo que está haciendo. Está arreglando los desagües y deteniendo las fugas en el techo, y así sucesivamente: sabías que esos trabajos debían realizarse y, por lo tanto, no te sorprendes. Pero en este momento comienza a golpear la casa de una manera que duele abominablemente y no parece tener sentido. ¿Qué se supone que está haciendo? La explicación es que Él está construyendo una casa muy diferente a la que tú pensaste: tirar un ala nueva aquí, poner un piso adicional allí, correr torres, hacer patios. Pensaste que te convertirían en una casita decente, pero Él está construyendo un palacio. Él tiene la intención de venir y vivir en él”.
El “no” de Dios a nuestras oraciones es siempre un “sí” a sus propósitos providenciales. Podemos aferrarnos a Él, sabiendo que Él nos escucha, que se preocupa por nosotros y que siempre está trabajando. Él no nos olvida ni nos falla simplemente porque nos dice no.