Cristo se goza en la autoridad otorgada por su Padre

El camino de Cristo a la Gloria  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented   •  25:45
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Saludo
Lucas 10:21–24 RVR60
En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó. Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. Y volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis; porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
Repaso:
Bosquejo General:
El gozo de Cristo:
I. En la voluntad del Padre (Lucas 10.21)
II. En la autoridad delegada de su Padre (Lucas 10.22)
III. En el privilegio de los discípulos (Lucas 10.23-24)
El miércoles pasado meditamos en la primera cosa que le provoca gozo a Cristo, vimos que Cristo se goza en la voluntad del Padre:
Se goza en armonía con los planes, poder y propósitos del Espíritu Santo. Esto nos muestra que el en la intimidad de la tres veces Santa Trinidad, hay comunión de poder, naturaleza, sustancia y propósito.
Cristo se goza en la voluntad del Padre porque la voluntad del Padre es completamente satisfactoria.
Por eso Cristo obedeció plenamente la voluntad del Padre a pesar del alto costo que eso representaba, porque esa obediencia implicó abandonar su dignidad celestial para humillarse a lo sumo, revistiéndose de la naturaleza humana con todas las limitaciones que eso implicaba. Voluntariamente, el eterno, se sometió a las limitaciones del tiempo de la realidad humana, para de esa manera liberarnos de la esclavitud del pecado y darnos vida eterna.
La voluntad del Padre es satisfactoria porque en su soberanía Él reveló esta verdad a los humildes de corazón y se las ocultó a los que confían en sus propias capacidades y méritos. Las ocultó a los que rechazan la Gracia divina y buscan el Reino de los cielos en base a sus términos y no a los de Dios, lo buscan basados en la sabiduría humana y no en la sabiduría de Dios. La sabiduría puramente humana, sin la revelación que proviene del Espíritu santo, solo puede producir pomposos religiosos ritualistas camino al infierno. Solo la revelación que viene de lo alto puede otorgar la sabiduría que conduce a la verdadera salvación.
Hoy veremos la segunda razón por la cual Cristo se goza.
Esta tiene que ver:
En la autoridad que le ha sido otorgada por su Padre.
La autoridad otorgada al Hijo nos garantiza dos cosas que deben llenar de gozo y confianza al creyente en todo lo relacionado a la salvación:
La autoridad otorgada por el Padre
I. Garantiza la eficacia de la salvación
II. Garantiza la revelación completa de Dios el Padre

I. Garantiza la eficacia de la salvación.

Cristo se gozó en el plan de salvación trazado por su Padre. Pero también se gozó por el rol que Él desempeñó en dicho plan. Esa autoridad delegada no tiene que ver con que Cristo recibe algo para su provecho y propósito, Cristo recibió toda la autoridad de su Padre para hacer realidad el plan de redención. Esto nos lo indica el contexto que tiene que ver con que Dios ha revelado “estas cosas”, es decir, ha revelado a los justos el plan de redención y la verdad de que en Cristo el Reino de los cielos se ha acercado al hombre. En la expresión “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre” encontramos que Dios dio a su Hijo todos los recursos para hacer posible la salvación de los escogidos. Es por eso que Cristo tiene todo lo necesario para llevar a cabo su obra mediadora de forma completa.
Las cualidades de las cuales fue dotado para su obra salvadora la encontramos en
Isaías 11:1–2 RVR60
Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.
Cristo estaba dotado de toda cualidad espiritual, de toda sabiduría, conocimiento y ciencia porque en Él físicamente habitaba la plenitud de la divinidad. De esa forma de Él podría fluir una salvación completa y segura.
Es por eso que desde el punto de vista de la salvación, estamos completos en Cristo. No hay que agregar nada a su obra mediadora porque la misma está revestida de toda perfección. Es un diamante completamente perfecto desde cualquier punto que lo veamos.
Debido a que Dios le dio todas las cosas a Cristo para que Él fuera le perfecto mediador para que el pecador se reconciliara con Dios, podemos entonces confiar plenamente en declaraciones como la que encontramos en
Efesios 1:3 RVR60
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
Podemos afirmar confiadamente que Cristo tiene todo lo que el pecador necesita. Cristo lo tiene todo y lo sabe todo, y su autoridad y sabiduría es eterna e inagotable. La salvación del creyente es eficaz, completa y segura porque Dios delegó toda autoridad y recursos para que el Hijo la llevara a cabo.

II. Garantiza la revelación completa de Dios

La humanidad no tiene ninguna otra forma de conocer a Dios sino que a través de la persona del Hijo. Cristo revela de forma completa al Padre.
La autoridad suprema delegada en el Hijo surge de una relación íntima entre el Padre y el Hijo. En el diseño soberano del Padre, nadie sabría quién es el Hijo si el Padre, que junto con el Espíritu Santo tiene perfecto conocimiento del Hijo, no hubiera decidido revelarlo enviándolo al mundo.
Primero Dios reveló la persona y obra de su Hijo en el pasado a través de los profetas:
Isaías 53:4–6 RVR60
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Miqueas 5:2 RVR60
Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
Pero su revelación definitiva, se efectuó en su encarnación
Juan 1:14 RVR60
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Así que por un lado, en la soberanía de su plan redentor, era necesario que Dios revelara a su Hijo, al cual Él conocía perfectamente, enviándolo al mundo para la obra redentora en favor de los pecadores.
Pero ese conocimiento no estaría completo, sino se hubiera hecho a la inversa también…porque Cristo dice que nadie conoce al Padre sino el Hijo. Debido a eso, entonces solo Cristo, quien junto con el Espíritu Santo conoce plenamente quién es el Padre, puede revelarlo al mundo de forma completa.
Juan 1:18 RVR60
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.
Juan 14:9 RVR60
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?
Hebreos 1:1–2 RVR60
Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
De modo que tenemos aquí esta hermosa verdad:
No conoceríamos al Hijo, si el Padre no le hubiera revelado enviándolo al mundo…y no conoceríamos al Padre, si el Hijo no nos lo hubiera revelado por medio de la obra salvadora que llevó a cabo.
En esa relación entre el Padre y el Hijo, el Padre conoce las profundidades del amor de su Hijo, y nos la revela a nosotros…Cristo conoce la profundidad del carácter santo y misericordioso de su Padre…y también nos lo revela.
Es por eso que tenemos una revelación completa de la divinidad. Conocemos sus atributos, su carácter, sus propósitos y su naturaleza. Cristo nos ha dado la revelación especial de su Hijo…el Hijo nos ha dado la revelación completa del Padre. Gloria al Padre, al hijo y al Espíritu Santo por ello.
Conclusión
La autoridad delegada por Dios el Padre a su Hijo garantiza:
La eficacia de la salvación
La revelación completa del Padre
Por un lado esto nos da confianza en la firmeza de nuestra salvación. Nadie nos puede dar esa confianza, ni la virgen, ni algún ángel, ni Buda, ni Mahoma o cualquier otro líder o gurú espiritual. La eficacia de la salvación descansa en Cristo y en el hecho de que Él recibió de parte del Padre toda capacidad para llevar a cabo hasta el final la obra de salvación en cada uno de nosotros. No hay forma de que esta verdad pierda su firmeza, no depende de nosotros, depende del propósito y voluntad ejercía en armonía por los tres miembros de la Trinidad Divina.
Por otro lado, esa autoridad también nos ha regalado una revelación completa de quién es el Hijo desde la perspectiva del Padre y quién es el Padre desde la perspectiva del Hijo. Fuera de esa revelación especial, el hombre solo podrá especular sin siquiera aproximarse a esa revelación solemne y gloriosa de quién es cada uno de ellos.
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