La iglesia de Éfeso
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Transcript
1 Escribe al ángel de la iglesia de ÉFESO: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice estas cosas: 2 Yo conozco tus obras, y tu trabajo, y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y tienes paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has desfallecido. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
1 Y aconteció que mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo, habiendo pasado por las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído que hay Espíritu Santo. 3 Entonces les dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Y ellos dijeron: En el bautismo de Juan. 4 Y Pablo les dijo: Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en Aquél que vendría después de él, esto es, en Cristo Jesús. 5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban. 7 Y eran por todos unos doce varones.
24 Y cierto judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras, vino a Éfeso. 25 Éste había sido instruido en el camino del Señor; y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque sólo conocía el bautismo de Juan. 26 Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; y cuando Aquila y Priscila le oyeron, le tomaron aparte y le expusieron con más exactitud el camino de Dios.
2 Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia.
8 Y entrando en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, disputando y persuadiendo acerca del reino de Dios. 9 Pero cuando algunos se endurecieron y no creyeron, sino que maldijeron el Camino delante de la multitud, él se apartó de ellos y apartó a los discípulos, disputando cada día en la escuela de un tal Tyrano. 10 Y esto fue hecho por espacio de dos años; de manera que todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús. 11 Y hacía Dios milagros incomparables por mano de Pablo; 12 de tal manera que aun los pañuelos o delantales de su cuerpo eran llevados a los enfermos, y las enfermedades se iban de ellos, y los malos espíritus salían de ellos.
13 Pero algunos de los judíos, vagabundos exorcistas, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuramos por Jesús, el que Pablo predica. 14 Y había siete hijos de un tal Sceva, judío, príncipe de los sacerdotes, que hacían esto. 15 Y respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16 Y el hombre en quien estaba el espíritu malo saltó sobre ellos, y dominándolos, prevaleció contra ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa, desnudos y heridos. 17 Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y cayó temor sobre todos ellos, y el nombre del Señor Jesús era magnificado.
4 Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo.
18 Y muchos de los que habían creído venían, confesando, y dando cuenta de sus hechos. 19 Asimismo muchos de los que habían practicado la magia, trajeron sus libros, y los quemaron delante de todos; y contando el precio de ellos, se halló ser cincuenta mil piezas de plata. 20 Así crecía poderosamente la palabra del Señor, y prevalecía.
23 Y en aquel tiempo hubo un alboroto no pequeño acerca del Camino. 24 Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba a los artífices no poca ganancia; 25 a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; 26 y veis y oís que este Pablo, no solamente en Éfeso, sino en casi toda Asia, ha persuadido y apartado a muchas gentes, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 27 Y no solamente hay peligro de que este negocio se nos deshaga, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea despreciado, y venga a ser destruida su majestad, la cual adora toda Asia y el mundo. 28 Y oyendo esto, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios! 29 Y toda la ciudad se llenó de confusión; y arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo, a una se abalanzaron al teatro. 30 Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le dejaron. 31 También algunos de los principales de Asia, que eran sus amigos, enviaron a él rogándole que no se presentase en el teatro. 32 Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia estaba confusa, y la mayoría de ellos no sabían por qué se habían reunido. 33 Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole los judíos. Entonces Alejandro, haciendo señal con la mano, quería hablar en su defensa ante el pueblo. 34 Pero cuando supieron que era judío, todos a una voz gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!
13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a perdición y muchos son los que entran por ella.
2 Yo conozco tus obras, y tu trabajo, y tu paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y tienes paciencia, y has trabajado por mi nombre, y no has desfallecido. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.