El Cristiano y el Divorcio
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Introducción
Introducción
Uno de los efectos del COVID-19 fue un aumento en la cantidad de divorcios alrededor del mundo.
En Inglaterra se incrementaron los casos de divorcio un 34%
Muchas parejas han tomado la decisión de separarse a causa del estrés de la pandemia, los problemas económicos, y otros porque al estar tanto tiempo juntos se dieron cuenta que no podían soportarse el uno al otro.
Otros determinaron divorciarse al ver lo corto que es la vida y que era preferible disfrutar la vida al máximo sin las ataduras de un matrimonio.
El divorcio cada vez se ha vuelto más y más normal en nuestra sociedad.
En la actualidad muchos cristianos de la derecha política están dispuestos ven como el salvador de los EEUU a un hombre que se ha divorciado dos veces y ha estado envuelto en más de 26 demandas de acoso sexual.
Anteriormente el divorcio era un tema tabú que no se platicaba y era algo bastante vergonzoso.
Actualmente estamos viendo un incremento de divorcio entre personas de 60+ años que simplemente no están dispuestos a seguir casados a pesar de haber estado unidos por toda una vida.
Existen muy pocas personas que no han sido afectadas por el divorcio - la disolución de un matrimonio.
Algunos venimos de padres divorciados.
Otros tenemos hijos que han sufrido el dolor / agonía de un divorcio.
Otros se encuentran en relaciones / matrimonios que en más de una ocasión han considerado el divorcio.
La sociedad de los Corintios era igual a la sociedad en la cual vivimos.
Por tanto, Pablo, se dirige a esta joven congregación para que entendieran lo que la Biblia dice acerca del divorcio y como creyentes pudiéramos someternos a la autoridad de la Palabra de Dios y no a las ideologías de los incrédulos.
Pablo expresa lo que Dios dice acerca del divorcio en tres puntos básicos:
Los matrimonios creyentes no deben separarse.
Los creyentes no deben separarse de su esposo/a incrédula.
Los creyentes no están atados a un esposo/a que los ha abandonado.
I. Los creyentes no deben divorciarse.
I. Los creyentes no deben divorciarse.
Pablo primero se dirige a los matrimonios donde el esposo y la esposa son creyentes.
A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que la mujer no debe dejar al (separarse del) marido.
Pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido, y que el marido no abandone a su mujer.
Uno podría preguntarse como es que una pareja de cristianos pudiera considerar el divorcio como una opción.
¿Qué podría estar ocurriendo en un matrimonio donde ambos son cristianos para hacerlos buscar el divorcio / separación?
No olvidemos a su audiencia original de Pablo - los corintios. Los hermanos vivían en una sociedad promiscua, liberal, inmoral donde todos venían de vidas hundidas en el pecado.
Es muy posible que aunque estaban ahora en Cristo, ahora le servían a Dios, muchos de ellos podían recordar la traición que su esposo/a cometió contra ellos antes de conocer a Cristo.
Muchos de los hermanos habían venido a los pies de Cristo, pero esto no borraba el dolor del pasado - en cuanto a su matrimonio.
Sin embargo, Pablo mira a estos matrimonios y les dice que no deben separarse.
Deben luchar por su matrimonio.
Deben pedir a Dios guianza para poder sobrellevar las dificultades del matrimonio y poder superar los problemas.
Pablo es claro en decir que este matrimonio debe continuar y buscar en Dios la fortaleza para poder mantener la unión.
Note que Pablo no dice que el matrimonio puede disolverse / o que la pareja se puede divorciar en este o aquel caso.
Pablo parece decir que no hay razón suficiente como para que un cristiano y una cristiana proceda al divorcio.
Nuestro Señor Jesucristo si menciona una excepción por la cual se puede proceder al divorcio:
“Pero Yo les digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio.
Jesús dice que lo único que permite que un matrimonio de creyentes termine en divorcio es cuando se da un caso de adulterio.
El adulterio es un falta tan grave, tan terrible, que hace tanta violencia y deshonra la dignidad del esposo/a que es la única razón por la cual se permite que un matrimonio de creyentes termine en divorcio.
Los hermanos no están obligados a divorciarse. Más bien, es una permisión que Dios permite a causa de lo grave que es un adulterio. Es una falta que en muchos casos jamás se logra recuperar el respeto y la confianza.
¿Por qué no le mencionaría Pablo a los corintios?
Es posible que había tanto desorden en la congregación acerca del libertinaje e inmoralidad de la sociedad.
Es posible que el adulterio era tan común en la sociedad que los hermanos aunque habían llegado a Cristo aun caían en adulterio - y lo miraban como algo tan normal.
Pablo actua con prudencia ya que muchos matrimonios que habían sufrido el adulterio ahora iban bien / habían sido rescatados. Al mencionar esta permisión, muchos podrían ceder en su lucha por su matrimonio y terminar en divorcia.
Creyentes, el matrimonio es difícil.
Somos personas distintas.
Tenemos diferentes caracteres y temperamentos.
Somos faltos ante la presencia de Dios.
Solemos ofendernos y faltarnos el respeto.
Sin embargo, tenemos el Espíritu de Dios quién obra en nuestros corazones para que vivamos conforme a la voluntad de Dios de tal manera que seamos esposos y esposas según la voluntad de Dios y no veamos el divorcio como una opción.
Veamos el divorcio como algo prohibido.
Veamos el divorcio como algo que simplemente no es opción para nosotros.
Ahora, Pablo sabe que habrán casos donde se procederá al divorcio o la separación.
Habrán casos cuando el matrimonio, aun de los creyentes, no se puede rescatar - ambos han tomado esa decisión.
Habrán casos en los cuales ninguna consejería matrimonial será suficiente para convencer a la pareja de luchar por su matrimonio. En estos casos, el mandato de Dios es:
Pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido, y que el marido no abandone a su mujer.
No se puede proceder a un segundo matrimonio.
No se puede buscar otra pareja.
De acuerdo a la orden divina, el segundo matrimonio está prohibido al 100%.
II. Los creyentes no deben separarse de su esposo/a incrédula.
II. Los creyentes no deben separarse de su esposo/a incrédula.
Ahora Pablo se refiere a los casos más comunes en esta joven congregación - el caso de hermanos o hermanas casados con personas que no son cristianos.
Muchos entre la congregación ya estaban casados cuando conocieron el evangelio de Jesús.
Llegaron a los pies de Cristo pero su esposo/a no ha conocido el evangelio.
El esposo/a de estos hermanos aun vive alejado de Dios.
Muchos de ellos podrían pensar que ahora que estaban en Cristo eran nuevas criaturas, eran santificados por Cristo - y podrían pensar que debían separarse de su esposo/a no creyente para no contaminar sus propias vidas.
Pero a los demás digo yo, no el Señor, que si un hermano tiene una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.
Y la mujer cuyo marido no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no abandone a su marido.
Pablo es muy claro - si un hermano/a tiene un esposa/o que no es creyente y esa persona acepta continuar el matrimonio el hermano/a no debe abandonar el matrimonio.
Estos son matrimonios con una fe diferente pero donde ambos desean mantener el matrimonio, ambos desean que el matrimonio siga adelante.
Ambos están comprometidos al matrimonio.
Pablo nos explica porque deben los hermanos continuar con esta clase de matrimonio:
Porque el marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente es santificada por medio de su marido creyente. De otra manera sus hijos serían inmundos, pero ahora son santos.
Aunque el esposo/a no es creyente, vemos que este matrimonio no contamina al hermano/a. Más bien, dice la Biblia que el conyugue que no es Cristiano es “santificado” por medio de su esposo/a.
Esto no quiere decir que el que no es creyente automáticamente es salvo.
La salvación es por gracia y no por medio de una unión matrimonial.
Lo que si significa que es que el no creyente está en una posición muy especial al estar casado con un creyente sobre quien está la bendición de Dios.
El creyente viene a ser un canal de bendición.
Dios guarda el hogar.
Dios bendice el hogar.
El creyente hora por el éxito y protección de su familia.
…son cosas que no se viven ni se disfrutan en un hogar donde ambos son incrédulos.
En cambio, cuando uno de los dos es cristianos - la bendición de Dios está sobre el hogar.
Pablo también nos recuerda que los hijos no son inmundos - porque el acto matrimonial / la relación física que generó los hijos viene a ser parte del plan de Dios para el matrimonio.
Por tanto esos hijos son santos.
Tienen la bendición de Dios de una manera especial que los hijos de los no creyentes no la tienen.
III. Los creyentes no están atados a un esposo/a que los ha abandonado.
III. Los creyentes no están atados a un esposo/a que los ha abandonado.
Finalmente Pablo se refiere al grupo de hermanos que se encuentran en un matrimonio (de un creyente y un no creyente) donde el no creyente no desea continuar con el matrimonio.
Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe. En tales casos el hermano o la hermana no están obligados (sujetos a servidumbre), sino que Dios nos ha llamado para vivir en paz.
Pues ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer?
En este caso vemos que el no creyente ha abandonado el matrimonio, ha abandonado el hogar, no tiene en cuenta sus votos matrimoniales.
Este se puede ver como el abandono del hogar o por la persona que simplemente es tan indiferente con su conyugue que ya no existe un matrimonio - prácticamente están divorciados pero viviendo bajo el mismo techo.
En este caso, Pablo dice que los hermanos no están obligados a continuar en una unión como tal convenciendo al no creyente a luchar por el matrimonio.
Dios nos ha llamado a tener paz y no a vivir en constante lucha con alguien que no quiere mantener la unión matrimonial.
Al final Pablo hace una pregunta para que podamos entender su razonamiento.
El estar casado con un no creyente no nos asegura su salvación.
Por tanto, no nos podemos aferrar a una persona que ha abandonado el matrimonio pensando que al seguir en esta condición tarde o temprano va a recapacitar y cumplir su compromiso matrimonial.
Conclusión
Conclusión
Es realmente triste ver que algunos matrimonios van a terminar en separación.
Algunos creyentes terminan separados, por razones no Bíblicas. Es decir, algunos creyentes se separan a causa de sus diferencias (esta no es un razón permisible para proceder al divorcio).
Aunque la Biblia dice que si hay una separación, ya no se pueden casar, muchos aun así proceden a volver a contraer otro matrimonio.
Otros que están casados con una persona no creyente viven día a día orando por la salvación de su esposo/a esperando el día que Dios toque su corazón y abra sus ojos al bendito evangelio.
Otros están casados con un no creyente que prácticamente ha abandonado el hogar. Ya no son un matrimonio, ya no son esposo/a.
…porque existe el divorcio? ¿Porque no podemos tolerarnos, sobrellevar nuestras diferencias, ser fieles a nuestros votos matrimoniales, ser fieles a la esposa/o de nuestra juventud?
Somos como somos por la misma dureza de nuestro corazón.
El les contestó: “Por la dureza de su corazón Moisés les permitió a ustedes divorciarse de sus mujeres; pero no ha sido así desde el principio.
Este mismo corazón que una vez se enamoró y decidió empezar un matrimonio es el mismo corazón que nos ha engañado y se ha vuelto duro, se resiste someterse a la Palabra de Dios.
Es este corazón que se resiste a perdonar.
Es este corazón que se ha vuelto egoísta y ofensivo.
Es este corazón que necesita ser cambiado de ser un corazón de piedra a ser un corazón de carne - sensible a Dios y a su palabra.
Solo el nuevo nacimiento, el poder transformador del evangelio de Jesucristo, tiene el poder de lavar nuestras faltas y transformar nuestro matrimonio.
Cristo dio su vida en la cruz para perdonar nuestras faltas y para darnos vida y esperanza. Vengamos a él con nuestras penas, nuestro dolor, nuestro fracaso, puesto que él nos dice:
“Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar.