Enojo

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Predicación temática basada en la emoción del enojo examinando el enojo del hombre con el enojo santo de Dios, con el fin de despojarnos más a nuestra forma de enojarnos y ser más semejantes a Dios también en este aspecto.

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¿Qué es el enojo?

Al abordar este tema me acercaré que sumo cuidado ya que es un área que afecta a muchas personas y que tiene grandes repercusiones.
Os contaré una experiencia personal en cuanto a este tema. Si os soy sincero esta fue una de las áreas que Dios más trabajo conmigo en el seminario cuando estudié en Barcelona, dado que yo era una persona muy competitiva y una vez a la semana nos íbamos a jugar a fútbol. Pues bien cada vez que perdíamos me enojaba enormemente, actitud que acabé dándome cuenta que no correspondía a un hijo de Dios y poco a poco he tenido que ir trabajando con ello para reflejar también a Dios en este área. Incluso a día de hoy es un área que he de tener mucho cuidado sobre todo cuando retransmito mis partidas de videojuegos online teniendo que controlar mi temperamento para mostrar a Dios a las personas que ven mis videos.
Por causa del enojo parejas que se amaban mucho se han separado y hasta incluso en algunos casos se han divorciado porque no aguantaban más los insultos y desprecios por parte de su cónyuge. También por causa del enojo muchos han perdidos sus trabajos al no controlar el enojo, sino más bien que el enojo los ha controlado a ellos. Y qué decir de aquellas personas que eran grandes candidatas para un ministerio pero a causa del enojo incontrolable han tenido que ser rechazados, como dijo Juan Crisóstomo:
«Si queremos ser audaces, debemos estar limpios de la ira; que nadie pueda imputar nuestras palabras por este hecho. No importa que tan justas sea tus palabras, si hablas con ira, lo arruinas todo»
Que pena es que nuestro mensaje de salvación muchas veces se vea arruinado por la forma y manera en la que nos expresamos enojados y sin compasión. Hay un dicho español que dice que a veces lo que dices tiene toda la razón pero la forma de expresarlo te hace perderla, ojalá eso no nos suceda a nosotros con el evangelio.
Mi meta en este mensaje no es que encuentres unos tips para reproducir y controlar de una vez por todas tus luchas en cuanto a este tema como si fueras capaz de solucionar hoy este pecado. Más bien la intención que pretendo con este mensaje es que puedas ver tu lucha con la ira como un aguijón que Dios te ha puesto en tu vida para aprender a depender de Él en todo momento, que tu enojo en realidad muestre lo mucho que necesitas de Dios y como dijo el Señor Jesús que separados de Él no podemos hacer nada (Juan 15:5). Lo contrario al enojo es la mansedumbre y la mansedumbre tal y como hemos leído en Gálatas 5:23 es un fruto del Espíritu Santo por lo que para poder trabajar en este tema debemos llenarnos cada vez más del Espíritu Santo para que su obra en nosotros se manifieste.
Pero ¿Qué es el enojo? Según una definición que encontré que me pareció muy fácil de entender es definir el enojo como la capacidad dada por Dios para responder ante un mal que nos parece importante. Esta definición me parece que se ajusta mucho a lo bíblico dado que en sí mismo esta emoción no es pecado ya que es una emoción que hemos heredado y recibido de Dios al ser imagen de Dios. La Biblia nos dice multitud de cosas acerca de este sentimiento y cómo gestionarlo correctamente a la luz de la Biblia. En la Biblia aparece 96 veces el término enojo, ira o furia.
Así que aunque el enojo no es necesariamente pecado, permitirme a lo largo de este mensaje referirme al enojo humano como ese enojo pecaminoso que no glorifica a Dios y que la Biblia condena y lo clasifica como una obra de la carne, mientras que para referirme a ese enojo santo y que por lo tanto no es pecador y todos nosotros deberíamos de tenerlo lo mencionaré como el enojo divino.

El enojo humano

¿Cuántos de nosotros no nos hemos enojado alguna vez? A veces nos enojamos por que la fila del supermercado es demasiado largo, en otras ocasiones nos hemos enfadado porque hemos estado buscando un objeto que no aparece por ninguna parte, en otras ocasiones porque estábamos contando un problema a un amigo y no nos estaba prestando atención y podría seguir con la lista ya que hay multitud de cosas que nos provocan enojo, rabia e ira.
Aunque a Dios le interesan las cosas que nos hacen enojar, sobre todo le interesa cómo manejamos el enfados y la rabia ya que si no aprendemos a controlar el enojo, nos acabaremos volviendo unos amargados y alejándonos de las personas y de Dios. Esto mismo lo podemos observar muy bien en la vida tanto de Caín como de Sául como de Jonás. Estas personas nos enseñan como sus enojos a causa de no ser bien controlados acabaron controlándolos a ellos y produciendo en ellos un alejamiento tanto de las personas como de Dios.
Algunas de las características que aprendemos acerca de este enojo pecaminoso es que no tiene justificación y suele estar motivado por el orgullo. Uno de los peores problemas que solemos tener al tratar este asunto es que nos pensamos que siempre nuestras rabietas, enfados y enojos siempre tienen justificación, pero la realidad es que no es así. Francisco de Sales reafirmó este mismo pensamiento cuando dijo «No hubo jamás ningún hombre que pensara que su ira era injusta». Pero Dios permita a través de su Santo Espíritu Santo convencernos que muchos de nuestros enfados no son justificados y por lo tanto son pecados que tenemos que confesar a Dios y por lo tanto cambiar de actitud.
Otro de los problemas que surgen con el enojo humano es que no está motivado por la santidad, sino más bien por la comodidad, el rencor, el orgullo o los celos. El enojo de Caín fue motivado por los celos que tuvo a su hermano (Génesis 4:4-5), el enojo de Saúl estuvo motivado por el orgullo que tenía hacia su persona que no podía soportar que David recibiera más alabanzas que él (1 Samuel 18:8) y el enojo de Jonás estuvo motivado por su comodidad ya que al morirse la calabacera dejó de recibir la sobra de ésta (Jonás 4:7-9).
Y por último, otro de los grandes problemas que tiene el enojo humano es que perdura en el tiempo amargando profundamente a esa persona que posee ese sentimiento. Juan Crisóstomo dijo acerca de esas personas que viven amargadas a causa de su prolongación de la ira que contienen dentro de sus corazones:
«¿Qué puede ser más lamentable que un hombre que esté siempre enojado? Como los maníacos que nunca disfrutan la tranquilidad, así también el que es un resentido, que considera a todos como sus enemigos, nunca disfrutará de la paz. Está continuamente furioso y aumentando diariamente la tempestad de sus pensamientos, recordando sus palabras y actos, y detestando el nombre de la persona que lo ha agraviado»

El enojo divino

No obstante, Dios nos muestra otro camino en cuanto a cómo reflejar ese carácter de Dios de forma correcta sin distorsionar su imagen al mundo. Qué diferente sería el mundo donde vivimos si en vez de enfadarnos tanto por defender nuestro nombre y nuestra reputación porque algo nos molesta y nos hace daña, en vez de eso defendiéramos con la misma intensidad el nombre de Dios y su reputación enojándonos santamente sobre aquellas cosas que molestan y dañan a Dios. A continuación veremos algunas de las características que tiene el enojo divino de las cuales la Biblia nos enseña para que podamos aplicarlas en nuestras vidas.
La primera gran diferencia es que el enojo de Dios siempre es justo, el claro ejemplo lo encontramos cuando Jesús purificó el templo, el motivo era porque habían convertido un lugar de adoración a Dios en un lugar de negocios y de enriquecimiento imposibilitando que los gentiles se acercaran a ese lugar para adorar a Dios.
Otra de las características que tiene el enejo divino y bíblico es que se dirige contra el pecado y luego contra el pecador en caso de no haber arrepentimiento. Dios es santo y por lo tanto no tolera el pecado por lo que su voluntad es quitar en cada uno de nosotros todo aquello que huela a pecado.
Y una última característica que tiene el enojo divino es que en su enojo no se alarga en el tiempo, la Biblia nos enseña que Dios es tardo en airarse y que cuando se enfada esa ira no perdura para siempre (Jeremías 3:12).

Conclusión

Para finalizar este mensaje mencionaré algunos de los mandamientos y consejos que Dios nos da acerca de este sentimiento para que lo apliquemos en nuestra vida, pero sin olvidar nunca esta gran enseñanza que en vez de explotar en ira y enojo lo que debemos de hacer es acudir a Dios, pedirle ayuda a él y que él sea quien actúe por nosotros (Romanos 12:19; Santiago 1:20)
En caso de enojarte no prolongues mucho ese estado (Efesios 4:26). Dios cuando se enoja no prolonga su enojo para siempre tal y como hemos visto.
No te dejes llevar por el enojo (Salmo 37:8). Jesús cuando entró en el templo no se dejó llevar por sus impulsos sin saber qué era lo que estaba haciendo, el objetivo de Jesús era purificar el templo para que se convirtiera en un lugar de oración y no un mercadillo.
Seamos tardos en airarnos (Proverbios 16:32). Dios nos muestra que Él es una persona paciente tardo para la ira.
No nos enojemos por cosas que no son importantes para Dios, no busquemos nuestra comodidad y satisfacción, sino que busquemos la santidad y la satisfacción divina.
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