Brillando en la oscuridad
Tema motivacional para los nuevos desafios a enfrentar.
FALSA SEGURIDAD QUE PRODUJO
UN DESASTRE
Amós 6:1–14.
Aconteció en abril de 1912. Podría decirse que todo el mundo civilizado se sintió consternado por el hundimiento del trasatlántico llamado Titanic. Una de las causas de esa tragedia fue que los armadores y muchas autoridades marítimas creían que dicho barco no podía hundirse porque estaba perfectamente construido.Pensaban esto porque el casco de la nave estaba dividido en compartimientos de tal manera que si uno era averiado, los otros quedarían cerrados herméticamente y el barco permanecería a flote. Basados en esta suposición se hizo navegar el barco a toda velocidad, por la noche, en una región donde había grandes masas de hielo flotante. Contra una de éstas chocó el Titanic y comenzó a hundirse porque despreocupadamente, por ser el primer viaje, los compartimientos no habían sido bien cerrados. Muchos creyeron que el barco no se hundiría y … ellos y él se fueron al abismo.
II. EN EL PRINCIPIO (GEN 1:1)
III. DIOS ES EL PRINCIPIO (COL 1:18)
Así como la cabeza tiene la capacidad de hacer los planes para el cuerpo, al cual gobierna y por el cual hace decisiones, y así como todas las actividades del cuerpo dependen completa y continuamente del funcionamiento de la cabeza, Cristo también es la cabeza del cuerpo espiritual.
Nuestra mente finita no puede pensar en “el principio” sin pensar en Dios, pues él “es el principio”
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos;
Su loor permanece para siempre.
Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
IV. DE LAS TINIEBLAS A LA LUZ (GEN 1:2)
Sin luz no podía haber vida. Era esencial que hubiera luz cuando el Creador comenzó la obra de sacar orden del caos y dar comienzo a diversas formas de vida vegetal y animal en la tierra. La luz es una forma visible de energía que, mediante su acción sobre las plantas, transforma los elementos y compuestos inorgánicos en alimento tanto para el hombre como para los animales y rige muchos otros procesos naturales necesarios para la vida.
Siempre ha sido la luz un símbolo de la presencia divina. Así como la luz física es esencial para la vida física, así la luz divina es necesaria si los seres racionales han de tener vida moral y espiritual. “Dios es luz” (1 Juan 1:5), y para aquellos en cuyo corazón se está llevando a cabo aprisa la obra de volver a crear la semejanza divina, él viene otra vez hoy día ordenando que huyan las sombras de pecado, incertidumbre y desánimo al decir: “Sea la luz”.
“BRILLE VUESTRA LUZ”
Prov. 4:18; Is. 60:2; 62:1; Mat. 5:14–16; 17:1, 2; Mar. 4:21, 22; 9:2, 3; Luc. 8:16, 17; 9:29; 11:33–36; Jn. 1:4–9; 3:19–21; 8:12; Fil. 2:15.
Un caballero visitó una joyería, propiedad de un amigo suyo. Este le mostró una gran variedad de prendas y piedras preciosas. Entre las colecciones de piedras observó una de éstas que apenas si tenía brillo, parecía estar sucia, no llamaba la atención. No revelaba su belleza como las demás.
—¿A qué se debe la diferencia? —preguntó.
El joyero, tomando aquella piedra en la mano, la frotó. Al contacto de sus manos estaba brillando con todo esplendor.
—¿Cómo es eso? —preguntó el caballero.
—Esta piedra es un ópalo que llamamos una piedra simpática. Su escondido esplendor brota tan pronto como uno la frota entre las manos.
Muchas vidas viven a oscuras, ignoradas, porque no ha habido quien las atraiga con lazos de amor, con cuerdas humanas. Muchas veces hemos carecido de ese toque de simpatía personal que nos lleva a descubrir el fulgor de una vida donde otros sólo han visto sombras y oscuridad.—El Testigo.