GRATITUD SINCERA
LUCAS 17:11-19
Este conocido episodio está relacionado con el poder de Dios, pero mucho más con el agradecimiento que deben experimentar las personas por los dones recibidos de Dios.
Parece que este viaje, que se menciona brevemente, fue una gira, primero por Samaria, después por los límites de Galilea, y después probablemente cruzando el Jordán, por Perea, para llegar finalmente a Jerusalén.
hay millones y millones de leprosos, personas que viven en la esclavitud del pecado, esclavitud de sí mismos y también en esclavitud del reino de las tinieblas, que no sólo no agradecen el don de Dios sino que también lo rechazan.
Muchos en medio de la tribulación piden con desesperación la ayuda de Dios, pero al recibir socorro son muy pocos los que agradecen con todo su corazón.
De acuerdo a las leyes y costumbres que imperaban en cuanto a la lepra, los diez enfermos no se acercaron al Señor, sino que “se pararon de lejos” (17:12).
Como lo exigía la ley. A los leprosos no se les permitía que se acercaran a otras personas, ni siquiera en los caminos. Estos leprosos fueron más cuidadosos en observar la ley del aislamiento que el leproso mencionado en Mar. 1:40–45.
¡Jesús, Maestro! Esta es la única vez que en Lucas se menciona a personas que no eran discípulos, llamando a Jesús Maestro (v. coment. en Mt 12:38). El contexto indica que le pedían un milagro para que quedaran limpios de la lepra (cp. 16:24; 18:38–41).
Id y mostraos a los sacerdotes. Antes de sanarlos, Jesús prueba su fe enviándolos a los sacerdotes para que los declararan limpios (v. coments. en Mt 8:2, 4), y mientras iban, el milagro de sanidad ocurre.
samaritano. Los nueve judíos cumplieron con su deber con los sacerdotes, pero sólo este extranjero (vers. 18) regresó y cumplió con su deber para con Dios.
El agradecimiento del samaritano era muy profundo, tanto que cayó con el rostro a tierra, la merced era muy grande, fue librado de la segregación, la marginación, la miseria casi segura, también de la enfermedad y la muerte.
Es interesante la afirmación de Jesús, quien después de haber preguntado por los otros nueve, le dice al único agradecido, vete TU fe te ha salvado.
te ha sanado. La expresión aquí implica ambas ideas: la curación física y la fe que trae salvación. Como la mujer que tocó el manto de Jesús (Mt 9:20–22), así este hombre demostró su fe en Cristo por sus acciones.
Al llegar a Jesús el hombre recibió algo mucho mayor que sanidad física: También fue salvado de sus pecados. Jesús le dijo: “Tu fe te ha salvado”, que son las mismas palabras que le dijo a la mujer arrepentida que ungió sus pies
Los nueve amigos del samaritano fueron declarados limpios por el sacerdote, pero a este hombre ¡fue declarado salvado por el mismo Hijo de Dios! En tanto que es maravilloso experimentar el milagro de la sanidad física, es aun más maravilloso experimentar el milagro de la salvación eterna.
Todo hijo de Dios debe cultivar la gracia de la gratitud. No sólo que abre el corazón a más bendiciones, sino que glorifica y agrada al Padre. Un corazón desagradecido es terreno fértil para toda clase de pecados (Romanos 1:21ss).