hablemos del diablo.
hablemos del diablo
La profecía final de Ezequiel contra esa nación es un lamento sobre el rey de Tiro. El uso de la palabra “rey” (melek) en lugar de “príncipe” (v. 2) es muy significativo. Ezequiel utiliza el vocablo “rey” muy pocas veces. Excepto en el caso del rey Joaquín (1:2), no vuelve a aplicar ese título a ningún monarca de Israel.
El cambio de “príncipe” a “rey” también es importante a la luz del contenido de las dos profecías. En 28:1–10 Ezequiel reprendió al príncipe por creerse un dios a pesar de que era sólo un hombre. Pero en los vv. 11–19 el profeta describe al rey en términos que no pueden aplicarse a un simple mortal. Ese “rey” había aparecido en el huerto del Edén (v. 13), había sido querubín protector (v. 14a), gozado de libre acceso al santo monte de Dios (v. 14b) y perfecto desde el día en que fue creado