Proceso de conversión, II parte.(B)

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II. El Espíritu obra produciendo arrepentimiento.

Introducción:

El proceso de conversión podría verse de la siguiente manera:
1. La persona oye el llamado de Dios por medio de la Palabra.
2. El Espíritu obra produciendo arrepentimiento.
3. La persona llega a creer en el Señor.
4. Experimenta una transformación en sus vida.

1. Todos necesitamos arrepentirnos.

Lucas 13:1–5 RVR60
1 En este mismo tiempo estaban allí algunos que le contaban acerca de los galileos cuya sangre Pilato había mezclado con los sacrificios de ellos. 2 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? 3 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente. 4 O aquellos dieciocho sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que todos los hombres que habitan en Jerusalén? 5 Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.
Esta historia nos enseña muchas cosas con respecto a la condición del hombre:
De alguna manera los hombres pesaban que esos que sufrieron la catástrofe habían hecho algo muy malo. Esto nos muestra que en el corazón del hombre siempre hay la tendencia de juzgar el pecado de los otros antes que el de uno.
Entonces el Señor les dice que si ellos no se arrepienten perecerían igualmente. Con esto el Señor les muestra que ellos son igualmente pecadores y que por ello necesitan arrepentirse porque corren el riesgo que les pase los mismo.

2. Es necesario arrepentirnos para poder creer en el Señor verdaderamente.

Mateo 21:28–32 RVR60
28 Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. 29 Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. 30 Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios. 32 Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle.
Esta historia nos enseña:
Hay dos tipos de personas: los que hacen lo malo y se arrepienten y los que piensan que hacen lo bueno y no se dan cuenta, por ende no reconocen, que hacen lo malo.
Los que viven en pecado visible están más dispuestos a reconocer su pecado, arrepentirse, que los que viven de manera recta ante los ojos de los hombres.
Los que se reconocen pecadores llegan a creer en el Señor y los que se valoran buenos no llegan a a creer en el Señor.

3. El arrepentimiento es reconocer la suciedad de nuestra maldad.

Salmo 51:1–5 RVR60
1 Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2 Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3 Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4 Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. 5 He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.
Jeremías 31:18–19 RVR60
18 Escuchando, he oído a Efraín que se lamentaba: Me azotaste, y fui castigado como novillo indómito; conviérteme, y seré convertido, porque tú eres Jehová mi Dios. 19 Porque después que me aparté tuve arrepentimiento, y después que reconocí mi falta, herí mi muslo; me avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud.

Conclusión:

Dios no rechazará a aquel que se arrepiente.
Salmo 51:17 RVR60
17 Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.
Santiago 4:6–10 RVR60
6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. 7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. 8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. 9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza. 10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
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