Rumores del otro lado

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Los procesos de la mano de Jesús

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¿Qué hay al otro lado?

La vida en la tierra está llena de muchos misterios. Durante toda nuestra vida habrá miles de cosas que no sabremos explicar y que no entenderemos.
La vida cristiana también está llena de misterios, no escapamos de ellos a pesar de tener un mayor conocimiento del mundo espiritual.
Los misterios no son el problema, el problema es cuando estos misterios condicionan nuestra vida o decisiones.
Esto aumenta cuando Dios nos invita a obedecerle sin darnos los argumentos o razones para hacerlo.
Dios suele hacerlo: no nos dice todo.
Nuestra necesidad de tener el control es, a menudo desafiado, cuando decidimos seguir a Jesús.
Dios no nos dice qué hay del otro lado pero nos invita a seguirle.
En este relato vemos características de Dios hecho hombre y del hombre que es Dios. Por un lado duerme vencido por el cansancio pero por el otro tiene el poder sobre los fenómenos naturales.

Crucemos al otro lado

Marcos 4:35–41 NVI
35 Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos: —Crucemos al otro lado. 36 Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. 37 Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. 38 Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron. —¡Maestro!—gritaron—, ¿no te importa que nos ahoguemos? 39 Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar: —¡Silencio! ¡Cálmate! El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo. 40 —¿Por qué tienen tanto miedo?—dijo a sus discípulos—. ¿Todavía no tienen fe? 41 Ellos estaban espantados y se decían unos a otros: —¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?
¿De quién vino la instrucción?
¿Por venir de Dios la indicación, no debería haber sido un viaje placentero?
Y ya que habría tormenta ¿por qué no se los avisó?
Recuerde este principio: lo que viene de Dios no contempla tu opinión pero sí tu transformación.
Permite que la aflicción forme tu carácter.

La Iglesia frente al Covid

Si el propósito de Dios es la transformación no deberíamos volver a ser los mismos cuando todo vuelva a “la normalidad”.
Si Dios nos está llevando al otro lado ¿deberíamos devolvernos porque la tormenta amenaza nuestra comodidad?
La Iglesia debe dejar de responder a los cambios y empezar a provocar los cambios en la sociedad.
El problema es que la Iglesia ve los conflictos como persecución en vez de verlos como herramientas de Dios.
El cristianismo zombi no puede seguir representando a los hijos de Dios. Esto es tener apariencia de estar vivos, hacer cosas de vivos pero estar muertos.

¿Le importa a Dios?

Las cosas malas que nos pasan nos hacen preguntar si a Dios le importa lo que nos pasa.
Nos acercamos a Dios como los discípulos a Jesús preguntándole si le importaba lo que les pasaba.
¿Por qué, si sabemos que Dios tiene cuidado de nosotros, que nos ama, que entregó su vida para salvarnos, que nos ha dado sus promesas…cuestionamos el amor de Dios?
No podemos cruzar al otro lado a menos que confiemos en los atributos de Dios, en su carácter inmutable.
Tendemos a pensar que Dios está agradado con nosotros cuando todo está bien y enojado cuando todo va mal.
No podemos servir a un Dios en quien no confiamos cuando todo va mal.
Nuestra dependencia y relación con Dios no puede estar sujeta a nuestras respuestas emotivas o razonamientos humanos.
Cada vez que preguntes si Dios tiene cuidado de lo que te pasa su respuesta será: ¿Por qué tienes tanto miedo? ¿Todavía no tienes fe?
“Todavía” nos da la idea de un plazo, de un tiempo que debió cumplirse, de una semilla que debió germinar, de una madurez que debió darse.
La respuesta no solo es una reprensión por dudar sino una respuesta que refleja expectativa: Dios sabe que puedes dar los pasos de fe que tú crees que no puedes dar.
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