La Justicia del Discípulo, parte 2
Reino al Revés • Sermon • Submitted
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La Ley y el Cristiano, vs: 19-20.
La Ley y el Cristiano, vs: 19-20.
La prioridad del cristiano con la ley, vs: 19.
El discípulo de Cristo tiene dos responsabilidades específicas:
La responsabilidad de obedecer.
El seguidor de Jesús no puede simplemente ignorar la ley de Dios, sino que debe obedecerla, pero no de forma externa como hacían los líderes religiosos. Ellos guardaban más sus tradiciones y malas interpretaciones de la Ley, lo cual lo hacía quebrantar la misma ley que declaraban guardar, Mat. 15:3.
Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?
En el resto del capítulo cinco, con sus declaraciones autoritativas “Oísteis que fue dicho… pero yo os digo...”, Jesús se exalta a ser mayor que sus tradiciones de la ley, y les declara como era que debían guardar la ley de Dios, sin darle las excepciones tan comunes que enseñaban con sus doctrinas. De cierta forma, con sus tradiciones, buscaban la forma de no guardar la ley de Dios. Buscaban la excepción a la regla.
La grandeza del discípulo en el reino es determinado por su obediencia a la ley, pero no de forma que busca justificarse por sus obras.
Lo que Cristo contradice no es la ley, pero ciertas malas interpretaciones de la ley promovida por los escribas y fariseos. Lejos de contradecir la ley, Jesús lo afirma e insiste en su autoridad. Jesús provee la verdadera interpretación de la ley; nos dice la intención de Dios con la ley.
Para hacer más fácil la obediencia a la ley, los escribas y fariseos estaban restringiendo los mandamientos y extendiendo los permisos de la ley. Hicieron que las demandas de la ley fueran menos demanda y que los permisos de la ley fueran mas permisivas. Jesús invirtió ambas direcciones. Él insistió que las implicaciones plenas de los mandamientos de Dios debían ser aceptadas sin ninguna imposición de límites humanos… Jesús estaba en desacuerdo con los fariseos por su interpretación de la ley, no con la autoridad de la ley.— John Stott, Leyendo el Sermón del Monte, 41.
La responsabilidad de enseñar.
La enseñanza es por medio de la palabra, lo cual los líderes religiosos si hacían.
La enseñanza es por medio del ejemplo.
Jesús mismo iguala quebrantar los mandamientos pequeños con enseñar a otros para hacer lo mismo.
Los escribas y fariseos eran expertos en enseñar en palabra, pero no eran buenos ejemplos, Mat. 23:2-3.
En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
La profundidad de cristiano a la ley, vs: 20.
Cristo presenta el estándar: más justos que los líderes religiosos.
Los escribas y fariseos eran los conservadores o judíos fundamentalistas de la sociedad.
Detallaron el AT en 248 mandamientos y 365 prohibiciones, y establecieron tradiciones como barreras para no quebrantar los mandamientos.
Se enfocaron tanto en esas tradiciones que los elevaron al mismo nivel que la ley de Dios.
Su justicia era una justicia de conformidad externa, para ser vistos de los demás.
Cristo resalta esta falta grave comenzando en el próximo capítulo, Mat. 6:1, 2, 5, 16; 15:7-9 (citado de Is. 19:13).
Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Cristo provee el estándar: justicia del corazón.
Es la justicia de Jesucristo en el cristiano que hace la obediencia posible por la obra del Espíritu Santo en el creyente, Jer. 31:33; Ez. 36:26-27; Gal. 2:20.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
De esta forma el creyente puede vivir para agradar al Señor, guardando toda la ley como evidencia de su relación con Dios por medio de Jesús, Mat. 22:37-40.
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
Esta justicia sólo es posible por medio de la salvación que Jesucristo nos ofrece, Rom. 5:1; 8:1-4.
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
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