Cambio de Dirección 2
Cambio de Dirección • Sermon • Submitted
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Estamos hablando de ¿qué consejo nos daría el dinero si pudiera hablar y quisiera nuestro bien? Hay un paralelo con lo que Jesús sí dijo cuando caminó entre nosotros. La semana pasada vimos que Jesús habló más de dinero y posesiones que del cielo, quizá porque para muchos, si les dicen que no hay dinero es peor que si les dice que no hay cielo.
Nuestro Señor sabe dónde está el interés de muchos, y usó lo que suele ser más importante para nosotros para llamar nuestra atención.
El dinero promete más de lo que en realidad puede dar. La promesa es: tan pronto como tengas más de mí, estarás conforme. El dinero puede agregar sentido, significado, propósito a tu vida, pero no es el sentido, significado o propósito de tu vida. El dinero llega ocupa su lugar adecuado cuando lo ves y usas como un medio para un fin que no eres tú mismo.
La semana pasada terminamos con una pregunta ¿para qué fin quiero que mi vida sea un medio? Si quieres una vida que tenga sentido, tiene que ser un fin que no seas tú mismo; porque si eres tú mismo, no tendrá sentido. Todo se tratará de ti.
Te advierto que lo que diré no te va a gustar, pero si el dinero hablara y te quiere ayudar te diría: tu auto control, determina quién de los dos tiene el control.
No se trata de que tanto dinero tienes, sino, que tu auto control determina quién tiene el control. La presión financiera que muchos tienen no tiene que ver con la cantidad de dinero y sí con lo que hace con el dinero.
Esa misma presión financiera que muchos tienen, no tiene sentido para más de la mitad de la población mundial. Si les dijeras de tu situación económica, te mirarían sorprendidos ¡no lo entenderían! Porque, aunque es verdad que no somos millonarios, sí somos mucho más ricos que ellos, quizá te dirían: si yo tuviera lo que tú tienes ¡no tendría ninguna presión! Mis sueños se harían realidad.
A veces decimos: si tuviera más dinero, estaría mejor. Cuando la verdad es que ¡si tan sólo tuviera más auto control estaría mejor! Porque tu auto control es lo que determina quién de los 2 tiene el control.
El dinero es mejor siervo que amo, porque a fin de cuentas siempre irá a dónde tú lo mandes. Aquí es donde el tema de la fe y las finanzas se encuentran. Si no eres cristiano, hoy estarás feliz de no serlo, al final le puedes decir a tu amigo cristiano ¡buena suerte! Pero si escuchas y decides aplicar el principio, te aseguro que lo agradecerás o alguien más lo hará más adelante de tu vida.
Si eres cristiano, verás que tu Padre Celestial siempre te dirigirá hacia esto. Dejemos que el apóstol Pablo nos lo explique. Pablo aparece en la historia como perseguidor de los cristianos hasta que llega a ser uno de ellos. Escribe cartas a no judíos en las iglesias que fundó en el mediterráneo en el primer siglo; les dice la tensión que hay en el tema del auto control. Lo dijo así:
“Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida...” (Gálatas 5:16, NTV)
El Espíritu que está en ti, esto cómo Dios nos dirige por medio de la conciencia. Al entregar tu vida a Jesús, con el tiempo tu consciencia cambiará y las cosas que antes no te incomodaban, ahora te incomodarán y eso te va a incomodar, pero la incomodidad no se irá.
El Espíritu Santo de Dios se mueve dentro de ti por medio de tu conciencia y empieza a dirigirte, esa dirección es del Espíritu Santo y ¿a dónde te lleva? Pablo también lo dice:
“En cambio, el fruto del Espíritu es…” (Gálatas 5:22, NTV)
El resultado de decir sí a ese impulso es algo que quieres que tu esposo tenga más, tu esposa tenga más, tus hijos, tus padres, tu jefe tenga más y tu Padre Celestial quiere que tú tengas más.
“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio...” (Gálatas 5:22–23, NVI)
Ahí está nuestra palabra: dominio propio o auto control. El Espíritu Santo te guiará hacia el dominio propio. Todas las cosas que aparecen en esta lista, pelean con tu naturaleza, tus apetitos, tu carne, incluido el deseo de tener más cosas y la “seguridad” que viene con tener más dinero. No te debe sorprender que Dios, quien te ama, te guíe hacia el dominio propio ¿por qué? Porque ¡es un aguafiestas! ¡me quiere arruinar la vida! ¡no! Sino porque sabe que nadie quiere ser controlado, dominado por un apetito, un defecto, una adicción. Quizá tú has luchado o estás luchando y has gastado mucho dinero para librarte de una adicción, una obsesión, un deseo. Al principio dijiste que era un pasatiempo inofensivo y te engañó. Porque al pasar el tiempo te diste cuenta de que no es así, ese deseo, tomó el control de tu vida. Y si alguien te pregunta ¿quién controla tu vida? Dices que eres tú, pero en el interior ¡sabes que no es así! Algo más lo hace.
Dios que te ama, que es tu Padre Celestial ¡claro que no quiere que seas dominado, controlado por una adicción, una preocupación y si eres cristiano ¡Ya tienes quién controla tu vida!
Al final de la historia de la semana pasada el Señor Jesús dice algo que quizá has escuchado, es una frase que me hace creer que los evangelios son eventos que pasaron en la historia y quedaron registrados, porque no creo que nadie inventara eso ¿quién querría inventar esto? Jesús quizá dijo, ya que estamos hablando de patrones, amos, señores quiero llamar tu atención a esto:
“»Nadie puede servir a dos amos…».” (Lucas 16:13, NTV)
Amo en griego es “Kurios”, esa palabra la vimos en el estudio de las cartas del apocalipsis, vimos la frase “Kaiser Kurios”, Se traduce como: Señor. Es alguien encargado por virtud de poseer. No puedes tener 2 señores; quizá digas: ¡no tengo 2 señores, vamos ni siquiera 1! Tu Padre te diría ¡ya veremos! Jesús continúa:
“»… No se puede servir a Dios y al dinero».” (Lucas 16:13, NTV)
Esto es asombroso, porque si no has escuchado la frase antes, seguro no la terminarías así. Quizá dirías: no se puede servir a Dios y al diablo, a ti mismo o lo que sea; pero Jesús dice: seamos honestos, en realidad todo se resume a que no puedes servir a Dios y las cosas, no puedes servir a Dios y la riqueza. Lo interesante es que Jesús vio al dinero o perseguir al dinero como el principal competidor por tu corazón. Vio tu dinero como quien compite con ÉL y Su Padre, por tu corazón, por tu devoción. Su pregunta sería ¿tienes dinero o el dinero te tiene?
Y decimos, no me tiene, porque ¡no tengo dinero! Desearía tener tanto dinero de manera que fuera una lucha para mí, desearía tener muchas cosas para ver qué tan bien o mal me va. Si la riqueza es un examen difícil de pasar, cuando menos quiero tomar el examen. Si tener dinero crea mucho estrés, quiero apuntarme para ver qué tal manejo el estrés.
Pero ¿a qué gente le está hablando? Será que a personas que al llegar a casa tienen algo que comer, o quizá van a un restaurante a comer. Habla a personas que hacen compras por internet, Uber o Diddi. Habla a personas que van al súper y si les preguntas ¿qué van a comprar? Dicen ¡no sé, todavía no lo veo! Hay algo que no se que existe y no lo necesito, pero en cuanto sepa que existe, sabré que lo necesito ¿estará hablando a personas como nosotros?
Aunque esto fue escrito hace casi 2 mil años, nos habla a ti y a mí, porque cada uno de nosotros está en riesgo de hacer del dinero su máximo deseo y máxima preocupación y al hacerlo, es hacerlo de hecho tu señor.
Como cristiano esto es para ti, piensa lo fácil que es para ti confiar a Jesús tu pecado: Señor, lo hice otra vez, perdóname, que no se enteren, en el nombre de Jesús. Amén. ¡Qué rápido! Si casi no oras, seguro lo haces cuando estás en aprietos. O quizá no estás seguro que Dios existe y dices: a quien corresponda, por favor que no me descubran, que no sea positivo. Cuando la riegas o lo necesitas, no es increíble lo fácil que es tomar tu pecado, fracaso y dárselo a Dios.
No es increíble lo fácil que es tomar tu dolor, lamento y dárselo a Dios: Señor me siento solo, estoy al límite, no aguanto. Dios no sé qué hacer, mi corazón está herido, toma este dolor te lo doy. Dios el médico dice que no hay remedio, por favor que no muera. No es increíble lo rápido que llevamos el dolor a Dios. Esta crisis.
Es más, en un momento de tu vida le diste ¡tu eternidad a Dios! Señor Jesús entra en mi corazón, te pido perdón por mis pecados y gracias por aceptarme en tu familia. Es sorprendente lo rápido y fácil que le das tu eternidad a Dios ¿no es interesante lo difícil que es darle a Dios tu dinero, tus cosas y posesiones? Por eso Jesús sabiamente nos dice: no te hagas pato, no me digas de tus sentimientos, tu dolor, no me digas lo mucho que me amas, si no me entregas toda tu vida.
Jesús fue claro, ÉL desea darte algo, pero si no te has rendido -esto es duro, pero lo dice Jesús- si no has rendido lo que tienes, entonces ¡eres tú quién no se ha rendido! Si no has entregado lo que tienes, tú no te has entregado. Si no le has dado acceso a lo que tienes, entonces, ÉL no tiene acceso a ti y has elegido un amo pequeño.
Jesús trata este tema porque ve la tensión que algunos sienten en este momento. Jesús lo hace súper práctico, de forma que lo podamos entender. Pero además nos dirá que esto no es mutuamente excluyente. Sino que se trata de prioridades.
Jesús habla de posesiones, dinero en el verso que sigue, así que, si quieres hacer bien las cosas, lo siguiente por hacer es esto. Si quieres que YO sea tu Señor, si no quieres ser dominado por tus pasiones, adicción, obsesión y el dominio propio no es tu fuerte, si te preocupas mucho, la salida te la dice tu Señor Jesús.
“Más bien, busquen primeramente...” (Mateo 6:33, NVI)
La clave para evitar ser dominado por lo material es que priorices algo más en primer lugar. La forma de evitar que persigas algo que te va a dominar, que evites preocuparte de no tener lo suficiente, la forma de quitar eso, es que pongas en primer lugar, algo más por encima de eso que te preocupa.
¿Quiere ser libre? ¿quieres vivir una vida diferente? ¿quieres encontrar el dominio para tu dominio propio? Jesús te invita y la respuesta es:
“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia….” (Mateo 6:33, NVI)
Ese reino que pide que pongas a alguien más en primer lugar. Su justicia no es una palabra religiosa, ni complicada. Si quieres saber qué significa, lee los evangelios y observa a Jesús. ÉL es la justicia personificada. No es hacer la oración perfecta, no es poner cara religiosa. Jesús que sin miedo y con valor puso a los demás en primer lugar, te puso a ti y a mí en primer lugar, ÉL dice: quiero que camines en ese reino, que pongas prioridades, quiero que decidas qué o quién va en primer lugar. En el reino donde tú no vas en primer lugar, vas a encontrar más paz, más gozo, más propósito, porque en mi reino, se trata de ser un medio para un fin que no eres tú.
La historia que sigue es súper importante: Jesús y sus amigos van a Jerusalén, mucha gente lo sigue. Jesús será arrestado y llevado a la cruz. Sabe que es su último viaje y escucha a los muchachos discutiendo sobre algo. Cuando lleguemos a Jerusalén ¿quién será el 2 y el 3? Porque Jesús es el No 1. Creen que, al entrar a Jerusalén, Jesús se quitará su túnica de Rabí y se pondrá la de Mesías, la de rey, instaurará su reino terrenal y los que estén cerca serán los importantes, vivirán como reyes. Esos son los únicos términos que conocen de reino. Jesús los llama en corto.
Se los diré otra vez ¡así no funcionan las cosas en mi reino! ¿quieren ser importantes? Mateo, Juan ¿quieren? Mm, pues, no estaría mal. Pedro, Andrés ¿quieren ser grandes? Pues sí. Ok, la grandeza en mi reino es así: deben servir a los demás. Ustedes saben como son los reyes de la tierra, ellos dicen ¡claro, por eso queremos! En esta tierra usan el poder para tener más poder, usan lo que tienen sólo para su beneficio; ellos dicen: ¡eso queremos!
Jesús les responde: ¡no será así entre ustedes! Así no es el reino de mi Padre. Si quieren ser grandes en el reino de mi padre ¡sirvan! Y termina con esto: porque aún el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Siguen su camino a Jerusalén. Ahí tienen la última pascua o cena, están sentados, hablando entre ellos y de repente no ven a Jesús. Lo ven en una esquina se está quitando la túnica de Rabi y se pone una toalla en la cintura y entonces se acuerdan: ¡no contratamos a nadie para lavarnos los pies! Por estar emocionados recordando la entrada, la gente gritando ¡hosanna! Las ramas en el suelo, cantando ¡we are the champion! Se olvidaron. Es que creían que al día siguiente se coronaría -eso creían-, como rey en esa pascua. Y Jesús el Rey tiene una toalla en la cintura y les dice que les va a lavar los pies. Toma tiempo lavar 12 pares de pies sucios. Hay silencio en la sala.
Termina de lavar, se pone su túnica de Rabí y les dice y nos lo dice: me llaman Maestro y Señor (kurios), y tienen razón, porque eso soy. Vieron que su Señor les ha lavado los pies, así ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado el ejemplo, y porque el siervo no es mayor que el amo, si van a ser parte de mi reino, si buscan mi reino es un reino en el que se pone al otro en primer lugar.
Al día siguiente vieron al Rey dar Su vida por la creación. Y te dice a ti y me dice a mí: Únete a mi reino, en el que pones a otro en primer lugar. Pero no se trata que tú quedes fuera, porque tienes cuentas por pagar, colegiaturas, rentas, medicinas que comprar, no has tenido trabajo por 2 meses, ÉL lo entiende. Así que escucha lo que sigue:
“Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” (Mateo 6:33, NVI)
Debes saber que te amo; todas esas cosas que te preocupan, esas cosas que se deben pagar, eso que es importante para sobrevivir, todas esas cosas que necesitas ¡te serán añadidas! Esto no se trata de primero Él y nunca tú, esto es primero lo primero y después lo segundo. Porque en el reino alguien tiene que ser primero y tu Padre te invita a SU Reino. Jesús sabe lo que aprendemos por las buenas o las malas, que cuando nos ponemos en primer lugar -antes que EL-. Llegamos en último. Porque cuando te pones en primer lugar, te cuesta decirte ¡no! A ti mismo y te vuelves tu propio obstáculo para avanzar.
Si todo se trata de ti y tu reino, será difícil decirte no; y el problema es que tus pasiones, apetitos, obsesiones se interponen y tu Padre no quiere que seas dominado por eso. Porque eres creado para buscar primero a tu Padre Celestial y cuando se pierde ese orden, nuestra vida se vuelve un desorden.
¿Qué hacer? La buena noticia es que Jesús ¡nos lo dijo! La solución es poner algo o alguien antes que a nosotros mismos; debemos rendirnos de forma práctica, tangible a alguien más. Debemos cambiar el orden en que hemos puesto las prioridades. Que normalmente son:
1. Vivir: gastaré lo que quiera en mí.
2. Ahorrar. Para mi futuro y si me queda algo…
3. Dar.
Esto es. Yo primero y si me sobra lo doy. ¿Sabes quienes viven así? La mayoría, el promedio; si quieres vivir como los demás ¡esta es la forma! Si crees que todo lo que hay es esta vida, lo que vemos con estos ojos, comamos y bebamos y nos casemos que mañana moriremos, vive como quieras, consume todo, todo es tuyo y todo es para ti. Pero, si Jesús es quien dice que es, si Mateo, Juan, Lucas Pedro tienen razón, si Santiago hermano de Jesús decidió que su hermano es su Señor, entonces lo más sabio que puedes hacer es cambiar ese orden:
1. Dar.
2. Ahorrar.
3. Vivir.
Al buscar primero el reino de Dios, lo pones a ÉL por encima de ti y esto lo puedes medir, lo puedes ver de forma práctica. Así demuestras que Jesús es amo y Señor de tu vida, o quizá eres tú, tus adicciones, pasiones, preocupaciones son amo y señor de tu vida. Así se ve el señorío, en otras palabras, es cuando le dices a tu dinero ¡ve allá! Así es como sabes que no es el dinero quien manda. Dinero ve allá, dinero eres de las primicias. Pero me quiero quedar y darte un nuevo reloj. ¡cállate! Yo mando, tú no eres el jefe. Dinero ayuda allá. Pero… ¡cállate! Yo mando, tú no eres mi jefe ¡obedece!
Otra cosa aún más importante, esto es la clave y no lo creerás hasta que lo experimentes; todas las otras áreas de tu vida, incluida las finanzas, se verá impactado, si haces esto. Esto enriquecerá tu vida, tu fe y confianza en tu Padre Celestial será más fuerte. Porque cuando lo pones a ÉL en primer lugar de forma práctica, tangible, cuando deja de ser sólo palabras, lo puedes medir.
Al principio sentirás que te cuesta, será difícil, y en ese momento sabes que ÉL es en verdad tu Señor. Porque te estarás diciendo ¡no a ti para decirle sí a ÉL! Y todas las cosas empiezan a cambiar.
La prueba de fuego es esto -será duro y difícil- la prueba de fuego de nuestra devoción a Dios es nuestra disposición de ponerlo en primer lugar con nuestro dinero y posesiones. No que lo incluyas, sino que lo pongas en primer lugar. Si no eres fiel con tus diezmos, te quiero retar por los siguientes 2 meses. Si ya eres cristiano ¡esto ya debe ser parte de tu vida porque es una obligación! Y no porque yo lo diga, sino porque Jesús lo dice. Si no eres cristiano, esto no es para ti, pero como cristiano y si no has sido fiel en tus diezmos, no participas de la fiesta de las primicias, te reto a que cuando menos consideres por 2 meses, no 2 semanas, no un mes, que aguantes por 2 meses (hay una segunda parte, no te vayas) y lo primero que hagas al recibir tu pago, tomes cuando menos el diezmo, ya sea por semana, por día. No digas, yo voy a diezmar lo que yo quiero ¡porque ese no es el mandamiento! Y si te duele darlo, es señal que sabes que estás dando lo mejor de ti. Apártalo y deposítelo o mándalo para que no te sea tentación.
Si no eres cristiano, aparta un porcentaje y dalo a un asociación, fundación.
Escucha esto, si no quieres darlo a Casa de FE, dalo a otra iglesia, pero ¡no te lo quedes! Y no digas ¡lo daré a un niño necesitado a una familia! Si quieres con el 90% restante, dalo a donde quieras. No digas: yo compraré esto y lo daré; yo compraré un ventilador, daré por yo decido en qué se usa este dinero. Muchas veces no ves la bendición, porque no has rendido tus finanzas a Dios.
La segunda parte es quizá más importante, porque si lo haces, aprenderás algo de ti, y es que pongas atención a la tensión que dar, genera en ti. Medita en esa batalla que tendrás, quizá desde este momento estas peleando y te estas enojando conmigo, no hay problema. Detente y piensa ¿por qué esa lucha? Escucha tu plática mental; esto es importante porque vas a descubrir -esto te lo debes a ti-, ¿qué hay en el centro de tu resistencia?
Debes saberlo, escucha las excusas que te dices a ti mismo y después de esa pelea, ¡da lo que es de Dios! Quizá descubras que en realidad no se trata del dinero, se trata de algo más, quizá descubras que de eso te ha estado hablando Jesús y en realidad se trata de ¿quién o qué es el amo y señor de tu vida!?
Sabes, desde mi infancia fui educado así, mi papá fue pastor y desde niño me enseñó a diezmar y ofrendar, para mi no es difícil apartar lo que es de Dios ¡nunca lo he dejado de hacer! Puedes preguntar a mi pastor si diezmo. Y agradezco a mis padres que me educaron así. Y así estoy educando a mis hijos; no lo hago porque quiero que den su dinero a la iglesia, lo hago porque ¡no quiero que el dinero sea dueño de mis hijos! Quiero que sean libres de querer dinero por el dinero, que sean libres de la preocupación ¿tendré suficiente? Quiero que oren y le digan a Dios: Padre, con mi mejor esfuerzo busco tu reino primero y mi reino en segundo lugar. Pongo mis preocupaciones en ti, porque se que me amas ¡Tú eres mi prioridad!
Por favor, por favor, una cosa más ¡no te quieras engañar a ti mismo! Pelea en tu mente, pelea, porque hasta que Dios sea el primero en tus finanzas, entonces será el primero en tu vida, si no es el primero en tus finanzas, digas lo que digas, la verdad es que ¡no es el primero en tu vida! Si no le das todo de ti, entonces, no eres seguidor de Jesús, eres alguien que quiere usar a Jesús y sabes ¿quién más intentó esto? Judas.
Sabes algo más, en este momento hay dos reacciones. Quienes ya hicieron a Dios lo primero en su vida, y son fieles diezmadores, están alegres de haberlo hecho. Quienes no han hecho a Dios lo primero en su vida, están enojados conmigo, están peleando y eso que ¡no le han dado a Dios!
Que se queden las palabras de Jesús en nosotros:
“»Nadie puede…».” (Lucas 16:13, NTV)
Nadie, puede…lo puedes intentar y aprenderás a las malas que nadie puede.
“»Nadie puede servir a dos amos. Pues odiará a uno y amará al otro; será leal a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero».” (Lucas 16:13, NTV)
Está hablando de esa tensión ¿lo doy completo, doy todo? Habla de eso que descubrirás, esa tensión que sentirás, y cuando lo sientas ¡lucha! En ese momento has entrado a la zona de guerra, esa zona en la que Jesús pone el dedo en la llaga y te invita a que descubras ¿qué o quién es más importante para ti?
“»... No se puede servir a Dios y al dinero».” (Lucas 16:13, NTV)
Por 2 meses ¡con reverencia y en total adoración prueba al Señor! Pon atención a la lucha que sucederá en tu interior. Quizá descubras algo de ti que no sabías, y más importante, quizá por primera vez, darás con las manos abiertas y el corazón extendido hacia tu Padre. Busca primero el reino de Dios, ese reino que cambió el mundo una vez y lo puede seguir cambiando, pero será cuando decidamos vivir con las manos abiertas y el corazón extendido.
Palabra de Dios
Oremos
Bendición Sacerdotal
“»Si obedeces al Señor tu Dios en todo…recibirás las siguientes bendiciones: Tus ciudades y tus campos serán benditos. Tus hijos y tus cosechas serán benditos. Las crías de tus rebaños y manadas serán benditas. Tus canastas de fruta y tus paneras serán benditas. Vayas donde vayas y en todo lo que hagas, serás bendito. »El Señor vencerá a tus enemigos cuando te ataquen…»El Señor te asegurará bendición en todo lo que hagas y llenará tus depósitos con granos. El Señor tu Dios te bendecirá en la tierra que te da.” (Deuteronomio 28:1–8, NTV)
“»El Señor te dará prosperidad…te bendecirá con muchos hijos, gran cantidad de animales y cosechas abundantes. El Señor enviará lluvias en el tiempo oportuno… y bendecirá todo tu trabajo. Tú prestarás a muchas naciones pero jamás tendrás necesidad de pedirles prestado.” (Deuteronomio 28:11–12, NTV)
“Si escuchas los mandatos del Señor tu Dios que te entrego hoy y los obedeces cuidadosamente, el Señor te pondrá a la cabeza y no en la cola, y siempre estarás en la cima, nunca por debajo. No te apartes de ninguno de los mandatos que te entrego hoy, ni sigas a otros dioses ni les rindas culto.” (Deuteronomio 28:13–14, NTV)