Su amor en nosotros

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Su amor en nosotros.

Introducción.
500 ilustraciones 211. El Amor de Dios: Misterio Glorioso

211. EL AMOR DE DIOS: MISTERIO GLORIOSO

Rom. 9:13.

Un caballero que pensaba que el cristianismo no era más que una colección de problemas difíciles, dijo en cierta ocasión a un anciano ministro: —Es una declaración sumamente extraña: “a Jacob amé, mas a Esaú aborrecí”.

—Muy extraña —replicó el ministro—, pero dígame, ¿qué es lo que en ella le parece más extraño? —Oh —replicó—, eso de que aborreció a Esaú.

—Vea usted —respondió el ministro—, cómo son las cosas, y cuan diferentemente estamos constituidos. Lo que a mí me parece más extraño es que haya podido amar a Jacob. No hay misterio más glorioso que el del amor de Dios.”

ESTE ES LE MISTERIO GLORIOSO QUE HAY Y DISTINGUE A LA IGLESIA DEL SEÑOR.
Hoy Dios de su gracia nos permite reconocer que el amor es importante para vida del fiel creyente en comunión con la iglesia; es la identidad que ha recibido en Cristo.
El amor no es algo que nosotros produjimos como humanos, esto tiene que ser de Dios, porque es algo hermoso, es algo bueno, es bien.
El apóstol Juan es distinguido por usar este lenguaje de amor.

1. EL AMOR PROCEDE DE DIOS 1 Juan 4:7-8.

7Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

A. E. Brooke: «El amor humano es un reflejo de algo que hay en la naturaleza divina misma.»
Lamentablemente el pecado a distorsionado la imagen y la semejanza que teníamos en Dios. Amamos, pero amamos imperfectamente, impíamente, amamos con poca profundidad. Dios es amor: y por tanto , para ser semejante a Dios y ser lo que debemos ser, el creyente debe amar.
Es interesante ver que Dios nos da un mandamiento. Y Juan usa un lenguaje no solo de calidez sino de identidad, y nos llama amados.
amarnos unos a otros, cómo es eso. si el pecado a distorcionado nuestra manera de amarnos, si expresemos pobremente lo que es amor.
La concepción secular e inmanente.
a. Aquí lo que viene primero es el amor sexual, y saca a la luz el elemento de impulsión. A la sexualidad se le puede dar un fuerte énfasis, como en Ezequiel (y cf. Oseas y Jeremías). Es un factor dado, y contribuye al ennoblecimiento de la vida, como se muestra por su glorificación en la poesía (cf. Cantar de los Cantares 8:5). Tanto este amor como su opuesto pueden tener una fuerza brutal, como en el relato de Amnón y Tamar, o la afirmación de la novia de Sansón en Jueces 14:16. La ley toma nota de estos síntomas eróticos (Dt. 21:15, etc.).
b. El amor en otras relaciones (p. ej. padres e hijos) asume una forma diferente, pero los hebreos deben haber percibido alguna afinidad puesto que usaban el mismo término. Tal vez el nexo estribe en el carácter espontáneo e irracional del amor, como en el caso de Jonatán y David (1 S. 18:1, 3; 20:17). El propio David expresa algo de esto en su lamento de 2 Samuel 1:26. Está tan íntimamente ligado con Jonatán como con su propia alma (1 S. 20:17)
Juan. Juan enfatiza el amor del Padre por el Hijo (Jn. 3:35). El amor de Dios nos llega por medio de él (Jn. 17:23). La muerte del Hijo corona y desata este amor. Es un amor condescendiente, pero logra la victoria en la acción moral. Nuestro propio amor es aquí, una vez más, de manera suprema un amor a los hermanos. El amor a Dios es la realidad final para la comunidad, y permanecer en este amor es la ley de su vida (Jn. 15:9–10). La única ley del amor se repite constantemente en las Epístolas de Juan, sin ninguna especificación particular excepto que sea en obras y no sólo de palabra (1 Jn. 3:18). En el Apocalipsis, la principal exigencia es un amor a Dios que no sea derrotado por la persecución (cf. 2:4; 12:11).
El amor tiene una doble relación con Dios. Es sólo conociendo a Dios como aprendemos a amar; y es sólo amando como aprendemos a conocer a Dios (versículos 7 y 8). El amor procede de Dios, y conduce a Dios.
Es solo de esta forma que podemos cumplir con este mandamiento. Juan tiene toda la intención de que nosotros cumplamos éste mandamiento.
Pero a simple vista y con nuestra corazón caído es una tarea imposible. Por eso Juan comienza, con esta palabra de amados, agapathos, nuestra identidad.
Las palabras que le siguen al mandamiento son, porque- esta es la razón. porque el amor procede de Dios. Si es así, todo aquel que ama, es nacido- tiene una nueva identidad, proviene, es hijo de Dios, y añade, conoce a Dios, sabe quien es Dios. No es algo maravilloso.
La razón de todo esto es porque Dios es amor. El amor procede de Dios, sino estamos amando no sabemos nada de Dios.
Podemos amar a nuestros hijos, con ese amor filial, pero será el amor que Dios espera de un padre que cree en Jesús. En tu relación matrimonial, puede decir que amas a tu esposo o a tu esposa, pero muchas veces eso puede decaer, y somos malos en imitar su amor. Hasta que ese amor no se manifieste en nuestras vidas. No pasará mucho tiempo para que te desilusiones en tu matrimonio. No tomará mucho tiempo para que tus sueños se hagan añicos. La realidad es que no podemos escapar el quebrantamiento de este mundo. No podrás escapar el pecado de tu pareja.
Compramos este fatídico pensamiento: que quizá seamos más inteligentes que Dios, que probablemente nuestra manera sea mejor que Su manera. Solo la gracia puede librar a los ilusos del peligro que son a sí mismos.
Nosotros amamos a las personas que creemos que se lo merecen, pero nos pregunto esta mañana ¿Dios nos ama por que lo merecemos?
Somos personas que podemos ser capaces de mostrar un amor mecánico, fingido, interesado y de hacer lo contrario que es odiar. Romanos 12:9-15.
Si el mayor deseo de Dios es que le glorifiquemos, Juan 15: 8- 12En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Para dar amor, necesitamos estar plenos en el Señor. Muchos hemos sido presionados siendo jóvenes por el sentimiento o la atracción, pero a veces es solo para llenar un vacío que solo Dios puede llenar.
Este misterio glorioso ha de revelarse más y más en tu relación con Dios a través de su Santo Espíritu en fe al oír la Palabra de Dios, que nos apunta a Cristo.

2. El AMOR DE DIOS SE MANIFIESTA EN CRISTO 1 Juan 4:9-10.

9En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. 10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Es interesante que Dios no dice, que veremos su amor, o que su amor proviene de los días soleados, no proviene de los días que vivimos en la tierra, el amor se manifiesta en el Hijo de Dios.
Si dijéramos que Dios nos ama por darnos un día soleado, si hoy hubiese amanecido nublado, hubiéramos dicho no me ama Dios hoy. Por eso el amor de Dios no se manifiesta en lo que tengo materialmente, porque todo esto es perecedero. El amor se manifiesta en su Hijo que es eterno.
El amor de Dios se demuestra en Jesucristo (versículo 9). Cuando miramos a Jesús vemos dos cosas acerca del amor de Dios. (a) Es un amor que no se reserva nada. Dios estuvo dispuesto en Su amor por los hombres a dar a Su Hijo único y a hacer un sacrificio que es absolutamente imposible superar. (b) Es un amor totalmente inmerecido. No sería tan extraordinario si nosotros Le amáramos a Él por todas las cosas que Él nos ha dado, hasta aparte de Jesucristo; lo maravilloso es que Él ame a criaturas desagradecidas y desobedientes como nosotros.
Recuerdas a ese hombre que no entendía cómo aborreció Dios a Esaú, y el pastor le dijo, yo no entiendo como es que Dios amó a Jacób. Porque ambos deberían ser desechados. Este misterio de amor se manifiesta en Jesús.
Juan 3.16 lo recuerdan, Porque de tan grande manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito para que todo aquél que en el cree no se pierda más tenga vida eterna.
Amo que la Palabra nos enseñe con claridad este misterio de gracia. No nos salvó Dios para seguir viviendo en pecado, no nos salvó Dios para ser millonarios, no nos salvó Dios por lo bueno que pudiéramos ofrecerle porque nada bueno tenemos. El manifestó su amor en Jesús porque así se le plació.
Las palabras de los 1 Juan 4.9-10. Dicen que el amor se mostró, estaba escondido ese amor de nuestros ojos a causa del pecado. pero se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para qué, para que vivamos por lo que podamos lograr, por lo que podamos hacer, por leer la Biblia, dice claramente para que vivamos por él.
Necesitábamos ser salvos no solo del infierno sino de nosotros mismos. La experiencia de amar a Dios, de estar satisfechos, completos, rebosantes es que él nos amó. En eso consiste el amor. Nos dio a Jesús como el rescate, la sustitución para que su presencia esté delante de nosotros.
Recuerdas que dentro del tabernáculo, en la sala dónde estaba el arca con los dos querubines era llamada propiciatorio, pues era en ese lugar dónde se manifestaba la Shekinah la nube de la presencia de Dios.
Los sacrificios que se hacían es porque reconocían la realidad de la ira de Dios, quien no puede dejar sin castigo al pecado. Para aplacar la ira de Dios se necesitaba un cordero. Jesús es ese cordero.
Si hoy tu reconoces que la ira de Dios es justa por tu pecado es una realidad, confiesa tu pecado, arrepiéntete, confía en Jesús. Reconoce que no puedes llegar por tus propios esfuerzos, sino en la manifestación del amor de Dios, es decir solo Cristo, solo Jesús es suficiente y eterno, para que perdón de tus pecados.
Ahora el amor de Dios que se manifiesta en Cristo no es un evento, sino una persona, la persona que vive en nosotros, Su amor en nosotros.
No hay nada más glorioso para el ser humano que Dios haya enviado a Jesús al mundo. Para conocer su amor, para permanecer en su amor.

3. EN AMOR DIOS PERMANECE EN SU IGLESIA. 1 Juan 4:11-21.

11Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. 12Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.

13En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. 14Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. 15Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. 16Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 17En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. 18En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 19Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 20Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 21Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.

Dios ha formado un cuerpo. llamado la iglesia. 1 Cor. 13. 1-8, 13. Puede haber fe, realizar buenas tareas, pude que tu estés cumpliendo con tu trabajo, con tu cuidado con tus hijos, con el respetar a tu esposo o con el traer gasto a tu casa. Pero si no hay amor nada sirve. Así pasa en la iglesia. Puedes ver que podemos incluso grabar, sonreír, reunirnos a tomar la cena del Señor, pero sin amor nada de esto sirve.
Es por el amor como se conoce a Dios (versículo 12). No podemos ver a Dios, porque Dios es Espíritu; lo que sí podemos ver es Su efecto. No podemos ver el viento, pero podemos ver lo que hace. No podemos ver la electricidad, pero podemos ver los efectos que produce. El efecto de Dios es el amor. Es cuando Dios entra en una persona cuando la persona está revestida con el amor de Dios y el amor del hombre. Dios Se conoce por Su efecto en esa persona. Se ha dicho: «Un santo es una persona en quien Cristo vive otra vez.» Y la mejor demostración de Dios no viene de la discusión, sino de una vida de amor
Mis hermanos. Este versículo 13 nos dice que Dios no solo nos dio a su Hijo, sino a su Santo Espíritu. Por tanto se puede testificar que el Padre envió al Hijo, el Salvador del mundo.
El Espíritu Santo es la persona de Dios obrando su amor en el Creyente. especialmente en Su Iglesia.
Dios ha formado un cuerpo. llamado la iglesia. 1 Cor. 13. 1-8, 13. Y en su Iglesia obra el Espíritu, y no obra contra el cuerpo, sino que lo hace funcional, nutrido y fuerte. Lo hace permanecer en una persona 1 Juan 4.15
1 Juan 4:16 Si tu fin máximo durante tu vida no es glorificar a Dios, si no amas su gloria, osea si no amas su belleza, su grandeza, su manifestación, tienes un serio problema en el corazón.
Nuestro corazón puede desvirtuar el amor que es exclusivo de Dios y para su obra, en un amor egocéntrico, que ve a Dios como objeto que debe satisfacerte, y no como la suprema divinidad que debe ser amada, apreciada, y satisfecha. 1 Juan 4.17 nos dice que tenemos confianza, esperanza para el día del Juicio. Pero no es porque lo merezcamos.
Es por eso que este pasaje nos señala que si no existe ese amor, ese agapao en nuestras vidas no permaneceremos. La meta de Dios no es que seamos mejores, quiere que seamos como su hijo, justos nostros somos justos en medio de este mundo. NO SOMOS CONDENADOS. Nuestra identidad es clara. 1 Juan 3:14;19-21.
Necesitamos más de Cristo, para poder amar a Dios y amar a nuestros hermanos.
Osea qué, tu relación con tu familia, tus amistades, tu relación con la iglesia e incluso tu relación matrimonial, son medios para expresar amor y conocer a Dios.
1 Juan 3:18. No debe de existir temor sino confianza. Y la única manera es a través del amor. La solución de Dios es 1 Juan 4:19.

Fué el primero en amarnos: este pensamiento debe crear en nosotros el amor que echa fuera el temor.

Este amor es un amor visible, un amor práctico. Orar por nuestros hermanos, apoyarlos, ayudarlos, servirlos, predicarles el evangelio, es el amor que posibilita el pedir perdón- arrepentirse, y también el perdonar. Es que te impulsa a involucrarte más, a participar más. Este tiempo es una prueba para ese amor.
Si entendemos el mensaje, nadie está obligado a amar, pero es la Naturaleza misma que surgió del Evangelio que podemos amar. Es la obra del Espíritu que nos impulsa a amar.
¿Nos resistimos a esa obra? ¿Nos enfocamos más logar cosas que en hacerlas con amor? ¿Nos ocupamos en oración constante para amar así como el Señor? ¿Dios permanece en tu vida? lo ves en cuando amas.
1 JUAN 4:21. Dejemos que el Evangelio, que posibilita la obra del Espíritu ponga Su amor en nosotros.
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