LA MISIÓN DE DIOS
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LA MISIÓN DE DIOS
Anuncien sus gloriosas obras entre las naciones; cuéntenles a todos las cosas asombrosas que él hace.
INTRODUCCIÓN
La misión es el crucce intencional de las barreras de la Iglesia a la no Iglesia.
La misión de la Iglesia es centrífuga, no centrípeta (Israel)
El papel nuestro es ir, salir, no atraer. (…Por tanto Id y haced discípulos) -
I. LA REGENERACIÓN
La redención cambió la faz de todas las cosas.
Pablo es un gran ejemplo de ello, mediante su conversión ya no vio según su propia justicia a los demás: como viles pecadores y transgresores de la LEY y de las formas religiosas (típica defensa de un fariseo).
Pablo ya no conoce según la carne, a nadie. Su conversión le ha dotado de una diferente manera de ver el Reino de Dios.
Ya no ve a Cristo con una mentalidad rabínica
Ahora ve a Cristo como a Cabeza de la humanidad y a cada cristiano como un potencial miembro del CUERPO dominado por la Cabeza.
De aquí en adelante…
Significa desde el momento en que fuimos hechos nuevas criaturas, no desde el momento en que Pablo escribe.
En esta nueva VISIÓN DE DIOS, Pablo ve a TODOS como potenciales receptarios de la OBRA inaugurada mediante el portento acto de redención de Cristo en la cruz y su resurrección; de la obra de REDENCIÓN.
Todo el mundo, ya no solo Israel, es beneficiario de esta GRACIA DIVINA. Por eso debe predicarse el EVANGELIO a TODA CRIATURA. - Marcos 16:15-16
Cristo, se ha vuelto (claro, no desde esta era), con mucha más razón, en el CENTRO del universo – Efesios 1:10).
Ahora la REDENCIÓN tiene un carácter CÓSMICO (Romanos 8:19-22)
De forma, que si alguno está en Cristo, está creado de nuevo. ¡Lo viejo pasó! ¡Ha venido lo nuevo! – (NVI)
Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado! – (NBV)
El adjetivo “nuevo” viene del griego “kainé”, y significa “novedad en algo que ya existía”.
Así ha de entenderse la creación aquí, al igual que en Efesios 2:10
El nuevo hombre no es otro hombre, sino el mismo que ya existía, aunque cambiado, renovado.
Todo hombre regenerado por el Espíritu de Dios es una nueva creación, y un mundo en el que existen tales creaciones es, al menos potencialmente, un nuevo mundo.
Preguntas de reflexión
1. ¿Cómo vemos al mundo ahora que somos “cristianos”?
2. ¿Qué hemos hecho por universalizar el Evangelio? – Hemos “capturado la verdad” dentro de las paredes sin salida de nuestras ideologías, y formas religiosas. Actuamos hacia el mundo según nuestra “propia justicia”.
a. Condenamos al que merece misericordia con nuestras “piedras santas”.
b. Recogemos el manto del Señor porque no deseamos que un “inmundo” las toque, pues según nosotros, puede pervertir e invadir la “santidad del Señor”, pero ¿no es al revés? ¿no es la santidad de Cristo la que invade y santifica al pecador?
c. Desde el púlpito, como el fariseo hacia el publicano, acusamos al débil.
3. ¿Hemos sido en verdad renovados por la obra de Cristo?
a. Si la respuesta es afirmativa, ¿dónde está nuestra laboriosidad en el cumplimiento de la MISIÓN DE DIOS.
4. Solo una mente “renovada” nos permitirá comprobar la voluntad de Dios (buena, agradable y perfecta - (Romanos 12:2)
i. Y ¿cuál es esa voluntad? R// Dice Pablo al respecto: “porque él anhela que todos se salven y conozcan la verdad.” – 1 Timoteo 2:4
d. Por lo tanto, si en verdad hemos sido hechos “nuevas criaturas”, nuestro concepto del Evangelio y de los perdidos debe ser “renovado”.
e. Esas “cosas viejas pasaron”.
i. La clásica, pero deficiente y deforme forma de ver el Evangelio, debió haber pasado. Y si no ha sido así, es la hora de retomar esa antigua VERDAD.
ii. No podemos seguir cometiendo los mismos errores respecto al Evangelio y sus VERDADES.
iii. No podemos seguir negándoselo al mundo por causa de nuestras viejas, legalistas y religiosas percepciones.
II. LA RECONCILIACIÓN
Pablo se refiera a una transacción de moneda.
Todo esto
Pablo dice que toda esta transformación viene de Dios: 1 Juan 3:1
Él propuso la transacción y ofreció el precio mediante el sacrificio del Calvario - Juan 10:18; Hechos 2:23; 1 Pedro 1:18-19
La idea de un Dios enojado con el mundo y el hombre en el que tiene que intervenir Cristo para aplacar su ira, es una idea ANTIBÍBLICA.
El cual nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo.
A. El pecador es enemigo de Dios
No quiere hacer la voluntad de Dios.
Aunque tampoco puede hacer la voluntad de Dios - Romanos 8:7
Y suponiendo que el hombre tiene la voluntad de hacer la transacción, aún así carecería de poder para llevarlo a cabo.
Es Dios quien propone la transacción y la proclama a través de:
Jesucristro - Marcos 1:15
Los apóstoles - 2 Corintios 5:18
B. Insistamos
Es Dios quien reconcilia al mundo, no es el mundo el que se reconcilia con Dios.
Esta reconciliación tiene carácter universal - El mundo en este pasaje (2 Cor 5:19) es la humanidad entera, caída, pecadora y enemistada con Dios.
La Obra de redención ha sido completada, por tanto ya no hay nada que impida el desbordamiento del amor de Dios hacia los hombres.
Dios ya está de cara ante todos, pues ya no les tiene en cuenta sus trangresiones.
Dios ya no le vuelve la espalda a nadie - Isaías 59:1-2
Lo problama por medios de sus mensajeros, los Apóstoles. Ahora lo hace a través de la Iglesia; de nosotros sus redimidos.
C. La proclamación apostólica de la reconciliación.
Constituye a los mensajeros de Cristo en embajadores suyos.
EMBAJADOR:
Es mensajero y representante. No actúa por su propia autoridad. Lo que comunica no son sus propias opiniones o demandas, sino simplemente lo que se le ha ordenado que diga. Pero al mismo tiempo, habla con autoridad; en este caso, la autoridad de Cristo mismo
Al ser Cristo el Gran ENVIADO del Padre es, como si Dios estuviese haciendo su invitación por medio de nosotros.
D. De parte de Cristo, reconciliémonos.
Quitemos el OS de nuestras traducciones porque no existe en el original.
Por lo tanto el ruego del Apóstol es hacia la humanidad perdida, a los inconversos, no a los creyentes.
Pablo al decir: Reconciliaos con Dios, da claramente a entender que, una vez que Dios ha puesto su parte en la transacción, el pecador tiene que poner la suya, darse la vuelta hacia Dios y aceptar la reconciliación que Dios le ofrece en Cristo.