Esclavos por Amor
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Introducción
Introducción
¿Qué estaríamos dispuestos a hacer para alcanzar a los perdidos con el mensaje del evangelio de Jesucristo?
Antes que nada, debemos creer que el mundo necesita escuchar y abrazar el mensaje del evangelio para ser salvos.
Es posible que algunos crean que aceptar el evangelio de Jesucristo es opcional para ser salvo.
Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres.
Solamente en Cristo hay salvación.
No podemos ser salvos sin confesar nuestras faltas ante Dios y clamar a él para ser perdonados y así recibir el perdón de nuestros pecados.
¿Pero, si creemos que el hombre necesita escuchar el mensaje del evangelio, que estaríamos dispuestos a hacer con tal que la gente escuche y acepte el evangelio?
No olvidemos que somos misioneros en esta tierra.
Cada uno de los que hemos conocido el evangelio de Cristo hemos sido llamados por Dios para anunciar el mensaje de esperanza y salvación.
El día de hoy, Pablo nos aconsejará a cada uno de nosotros acerca de la actitud que debemos tener para alcanzar a los perdidos con el mensaje del evangelio:
El hombre necesita el evangelio
El creyente sabe adaptarse
El creyente lo hace por amor al evangelio y a su Señor
El hombre necesita el evangelio
El hombre necesita el evangelio
Hermanos, Pablo al escribir a los Corintios expresa:
Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar al mayor número posible.
A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. A todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos.
El verbo “ganar” (v. 19) aparece cinco veces en los versículos 19-23.
Esta palabra tiene la idea de ganar en el aspecto de evitar su perdición.
Es la misma palabra que se utiliza en Hechos 27:21:
Cuando habían pasado muchos días sin comer, Pablo se puso en pie en medio de ellos y dijo: «Amigos, debían haberme hecho caso y no haber salido de Creta, evitando así este perjuicio y pérdida.
Pablo predicaba el evangelio porque sabía que los seres humanos, en su estado natural, estaban dirigiéndose hacía un futuro de perdición y condenación.
El hombre natural no puede salvarse a sí mismo.
Después de esta vida tendrá que comparecer ante el juez de toda la tierra.
El hombre ha pecado contra la santidad de Dios y no tendrá excusa por haberse rebelado contra su creador.
El hombre es como la nave que va dirigiéndose hacía una gran roca y está a punto de hacer impacto y sufrir una gran pérdida.
Por tanto, la predicación del evangelio, es lo único que puede evitar que el hombre sufra esa pérdida y pueda ser rescatado de su destino desastroso.
Esta verdad se hace aún mas real en el versículo 22.
A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. A todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos.
En este versículo en triste final del incrédulo se hace aún más real al ver el hombre tiene que ser salvado.
El hombre va por un camino sin salida.
El hombre se dirige a la orilla de la barranca. Al llegar el final de su vida se encontrará el ser humano envuelto de oscuridad. La Biblia dice que allí ser el lloro y crujir de dientes.
La condenación eterna, el infierno, el fuego eterno, es una realidad desagradable pero real. Es algo que no podemos negar pues la Biblia afirma su existencia.
Por tanto Pablo mira a los perdidos y entiende que su deber es alcanzarlos para poder salvar a algunos.
Todos los que ahora conocemos el evangelio de Cristo somos conscientes que hemos sido salvados, rescatados, libertados de nuestro pecado, el vicio, la maldad, la amargura - pero sobre todo hemos sido salvados de la condenación eterna y la ira de Dios.
El creyente sabe adaptarse
El creyente sabe adaptarse
Pablo conoce muy bien su misión y ahora sabe que debe alcanzar a los judíos, a los gentiles, y a los de conciencia débil.
En los versículos 20-22 vemos el corazón de Pablo para alcanzar a cada uno de estos grupos.
Vemos aquí revelado el corazón del apóstol del Señor.
Vemos que siente un profundo amor hacía ellos y que está dispuesto a hacer lo necesario para alcanzar a su prójimo con el mensaje del evangelio.
Pablo alcanza a los judíos.
A los judíos me hice como judío, para poder ganar a los judíos. A los que están bajo la ley, como bajo la ley, aunque yo no estoy bajo la ley, para poder ganar a los que están bajo la ley.
Pablo, siendo un antiguo fariseo, sabía de los 613 mandamientos del Antiguo Testamento y las diferentes costumbres y tradiciones de los judíos.
Pablo estaba consciente de los ritos de purificación y de las fiestas judías.
Pablo también estaba consciente que él ya no estaba sujeto a las leyes Mosaicas.
La Biblia declara:
Porque el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, pues no están bajo la ley sino bajo la gracia.
Como Cristianos no estamos sujetos a las leyes del Antiguo Testamento.
No es que las leyes ya no valen ni tienen ningún propósito para el creyente. Más bien, nosotros vemos que muchas de esas leyes, sobre todo las leyes ceremoniales, de alimentos, religiosas, tienen su cumplimiento en Jesucristo.
Es por eso que creemos que el creyente es libre de esas leyes porque Cristo las cumplió perfectamente.
Sin embargo, Pablo estaba dispuesto a volver a someterse a esas leyes para poder adaptarse al estilo de vida de los judíos y así no ser un tropiezo y poder alcanzarlos con el evangelio.
En el libro de los Hechos vemos una ocasión donde Pablo hizo circuncidar a Timoteo (Hechos 16:1-13) y guardo un rito de purificación (Hechos 21:23-26) con tal de adaptarse a los judíos y así poder alcanzarlos con el evangelio.
Pablo alcanza a los gentiles.
A los que están sin ley, como sin ley, aunque no estoy sin la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo, para poder ganar a los que están sin ley.
Los que “están sin ley” se refiere a los gentiles que no conocían ni habían recibido las leyes Mosaicas.
Entre estos nos podemos incluir a nosotros que somos de Latinoamérica.
Pablo se adaptaba a nuestro estilo de vida para poder alcanzarnos con el evangelio.
Un ejemplo es que con los judíos Pablo seguramente se abstenía de comer cerdo o camarones, pero en compañía de gentiles estaba dispuesto a comer lo que le sirvieran, aunque fuese un alimento impuro de acuerdo a la ley Mosaica.
Pablo alcanza a los de conciencia débil.
A los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. A todos me he hecho todo, para que por todos los medios salve a algunos.
Aquí Pablo se refiere a los hermanos que se escandalizaban por las carnicerías y restaurantes dedicados a los ídolos.
Esto lo vimos hace unas semanas, en base a 1 Corintios 8.
Pablo no hacía nada que pudiera escandalizar a otro hermano a causa de cosas que no tenían ningún significado.
Pablo prefería abstenerse de comida o bebida, o lo que fuese, con tal de que los hombres lo escucharan con el bendito mensaje del evangelio.
Muchos podrías decir que si Pablo hacia lo necesario para adaptarse a sus oyentes, es porque no tenía principios.
Algunos podrían acusarlo de falso o de doble cara.
Mas bien, Pablo estaba dispuesto a adaptarse tanto a judíos como a gentiles y no causar ningún estorbo para poder alcanzarlos con el evangelio de Jesucristo.
El creyente lo hace por amor al evangelio y a su Señor
El creyente lo hace por amor al evangelio y a su Señor
¿Porqué habría el apóstol interesarse en alcanzar a los judíos, a gentiles, a las personas de conciencia débil?
En la carta de Romanos vemos al apóstol quebrantado por sus compatriotas judíos:
Digo la verdad en Cristo, no miento, dándome testimonio mi conciencia en el Espíritu Santo,
de que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
Porque desearía yo mismo ser anatema, separado de Cristo por amor a mis hermanos, mis parientes según la carne.
Pablo sentía dolor al ver a una gran parte de sus compatriotas judíos en rebelión contra Dios.
Seguramente, ese mismo dolor lo sentía también por los gentiles que ni siquiera tenían el privilegio de conocer el mensaje de Dios en el Antiguo Testamento.
Aquí vemos a un hombre entregado, dedicado, con una meta principal en su vida: alcanzar a los perdidos con el mensaje del evangelio de Cristo.
Y todo lo hago por amor del evangelio, para ser partícipe de él.
Vemos Pablo lo hacía por amor al evangelio.
El evangelio es un mensaje transformador, que si lo amamos, si lo valoramos, si lo creemos estaremos dispuestos a compartirlo con la gente porque sabemos que es verdad y tiene el poder para salvar.
Pablo ve su meta en esta vida esparcir el mensaje de verdad a los que no tienen esperanza, a los que van a un futuro sin Dios y sin esperanza, a los que necesitan escuchar el mensaje del amor y perdón de Dios, a los que necesitan ser confrontados con su pecado y entender que pueden ser perdonados.
…este era su meta y misión en esta vida.
Por tanto, él estaba dispuesto a quitar cualquier obstáculo que impidiera que la gente lo escuchara. Estaba dispuesto a adaptarse a sus oyentes con tal de ser escuchado pues este mensaje era la prioridad.
Temo que la mayoría de nosotros no sentimos esta misma pasión que ardía en el corazón del apóstol Pablo.
Es una responsabilidad que tenemos todos los cristianos pero temo que no hemos compartido el mensaje del evangelio con nuestras amistades más cercanas.
O no creemos que necesitan ser perdonados / o que realmente están perdidos…o no creemos que hemos sido llamados por Dios para anunciar las buenas nuevas.
Nuestra misión es compartir el mensaje - y está en ellos aceptar el mensaje y en Dios en abrir su corazones al mensaje de verdad.
¿Qué es lo que motivaba a Pablo a hacer lo que muy pocos de nosotros hacemos?
Pablo no se miraba a sí mismo simplemente como alguien que había sido perdonado.
…no! Notemos lo que dice en 1 Corintios 9:19:
Porque aunque soy libre de todos, de todos me he hecho esclavo para ganar al mayor número posible.
Pablo había sido hecho esclavo.
Esto nos debe recordar al esclavo del Antiguo Testamento que tras haber sido dejado libre, está dispuesto a continuar siendo esclavo de su amo, por amor.
Hermanos, somos esclavos de Cristo por amor a su nombre.
Le amamos porque nos ha salvado.
Le amamos porque nos amó primero.
Le amamos porque nos escogió para ser herederos de su salvación.
Le amamos porque nos ha perdonado.
Le amamos porque siendo enemigos de Dios, Cristo murió por nosotros.
Por tanto, ese mismo amor que tenemos hacía Dios por la dicha de haber conocido el evangelio es lo que nos motiva a orar por la salvación de nuestros seres queridos, adaptarnos a ellos, evitar ser un tropiezo, anunciarles el evangelio, y esperar que Dios hará la obra por el poder de su Espíritu Santo.