El Poder de la Sangre de Cristo

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 El poder de la sangre de Cristo (1 Pedro 1:17-21) 17Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. El poder de la sangre de Cristo INTRODUCCIÓN Tal vez nos cueste comprender el significado de esta expresión. Hablar de sangre, generalmente, y la Biblia también lo considera así, se trata como si se relacionara con la muerte de un ser vivo. Y es cierto, ya que al derramar la sangre de algún animal o de un ser humano, se le está quitando la vida. La Biblia dice que: "la vida de toda carne está en su sangre, y Dios la dio para hacer expiación sobre el altar por nuestras almas; y la misma sangre hará expiación de la persona" (Lv.17:11) "por lo tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna persona de vosotros comerá sangre" (Lv.17:12). Cuando se derrama sangre se quita la vida a un ser vivo, pues la pérdida de sangre significa la pérdida de la vida. Quitar la vida significa matar, y la causa de que esto ocurra es el pecado. Cuando Adán y Eva pecaron al desobedecer a Dios en el paraíso, inmediatamente se manifestó la vergüenza en ellos al darse cuenta de que estaban desnudos. Quisieron cubrirse, quizás por vergüenza o para que Dios no los descubriera, pero su cubierta de hojas no fue suficiente, Dios tuvo que matar dos animales, derramar su sangre, para cubrir con sus pieles el cuerpo de ellos por causa de su pecado. Esta fue la primera vez que se derramó sangre. Desde entonces, la sangre, que es la vida de todo ser vivo, tiene un significado especial para el hombre. En la Biblia, la sangre es presentada como un símbolo de vida y muerte y sirve como una sustancia sagrada en los rituales de sacrificio para la purificación, consagración y expiación. En Egipto, previo a la liberación de la esclavitud, los hebreos debieron matar un cordero por familia y pintar con su sangre el dintel de las puertas de sus casas, ya que sería la señal para que el ángel de la muerte pasara de largo y no entrera la muerte en sus casas; no así en las de los egipcios, donde murió todo primogénito de familia y también de animales; pero no ocurrió así en la casa de los hebreos que estaban pintadas con la sangre de corderos. En Deuteronomio 12:13, se reitera la exigencia de no comer sangre: "Solamente que te mantengas firme en no comer sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con su carne". En la ley de Moisés, de acuerdo con el rito establecido por Dios, se usaba la sangre de un animal para liberar de culpa por el pecado a los hijos de Israel. Debían traer un cordero u otro animal establecido para sacrificarlo y con su sangre rociar el altar y también al pueblo para que fueran purificados y eximidos de la culpa a causa de su pecado. Pero esta sangre de corderos y machos cabríos era solo un símbolo de lo que ocurriría más adelante en el plan global y eterno de Dios. Una sangre más preciosa que esta se derramaría para redimir, no solo a un pueblo, si no, a toda la humanidad; a aquellos que, por la fe, aceptaran a Jesús como su Señor y su personal Salvador. 1.- Nuestra manera de vivir debe ser en el temor de Dios (17): 17Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación. A los que se consideran hijos de Dios y lo invocan, lo llaman Padre, consientes que Él no hace acepción de personas, y que un día nos juzgará según la obra de cada uno de nosotros, debemos vivir una vida en temor, es decir, con respeto, en obediencia a sus principios, los que están establecidos en la Biblia, preocupados de no ofenderlo y apartándonos del pecado todo el tiempo que dure nuestra peregrinación aquí en la tierra, donde solo estamos de paso; pues es la única manera de dar evidencia que verdaderamente somo hijos de Dios. 2.- La sangre de Cristo (18-20): 18sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros. * Conducta heredada de nuestros antepasados (18). Nuestra manera de vivir, apartados de los preceptos divinos, no producía ningún fruto agradable a Dios, era una vida vana; una vida que producía muerte, lo que quiere decir, separación de Dios. Espiritualmente estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. Así era nuestra vida lejos de Dios, pero fuimos rescatados de esa forma de vida, no con oro o plata, con ningún material corruptible, sino que, con algo mucho más precioso; para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros. (1:4), pero que costó un gran precio, que solo Uno pudo pagar. * La sangre de Cristo (19). La sangre de Jesús derramada en la cruz del Calvario es el precio que se tuvo que pagar por causa de nosotros; por nuestras transgresiones, por nuestro pecado que era parte integral de nuestra vida, porque eso fue lo que heredamos de nuestros antepasados. La sangre de Cristo no ha perdido su vigencia, tiene virtud y poder permanente, no ha perdido su eficacia, como alguien dijo: una gotita de su sangre tiene poder para limpiar mil mundos de pecado. La sangre de Jesús actúa de cuatro maneras específicas en la vida de los creyentes, realizando las obras de: (1) Redención, (2) expiación, (3) Justificación, y (4) santificación. * Redime: La sangre de Cristo sigue obrando a través de la historia de la humanidad: nos redime, es decir, nos ha rescatado de la esclavitud del pecado en la que estábamos inmerso todos los seres humanos sin Cristo. La sangre de Cristo es el rescate, el precio que Jesús ha pagado por la liberación de cada pecador que lo acepta como su Señor y Salvador. Hoy somos libres del pecado y sus consecuencias por la Sangre de Jesús. La redención ocurre solo una vez en la vida del creyente. * Expía: La sangre de Cristo expía nuestros pecados, lo que quiere decir, los cubre para siempre, y Dios no se acuerda nunca más de ellos. La sangre de Cristo satisface la justicia de Dios. Como en el paraíso, la sangre de aquellos animales, muy probablemente corderos, fue derramada por Dios para cubrir con sus pieles la desnudez de nuestros primeros padres. De esta manera entró la muerte en la tierra a causa del pecado. Así la sangre de Cristo nos cubre a nosotros hoy. Y ya no pecamos deliberadamente. La expiación también ocurre una sola vez en la vida del creyente. * Justifica: Para entender la justicia de Dios necesariamente debemos venir a los pies de la cruz, aquí encontraremos el significado más grandioso de lo que significa la cruz. Dios tres veces santo, declara que el pecador viene a ser justo y aceptable ante Él, por una sola razón, ¿cuál es esta razón? Que Jesús ha ocupado el lugar de cada uno de nosotros, y ha llevado nuestro pecado en la cruz habiendo sido "hecho justicia" en nuestro favor (1Co.1:30). La justificación es gratuita, nadie la puede conseguir, menos comprar, es totalmente inmerecida, es un regalo de Dios que lo recibimos solo por su gracia (Ro.3:24). Aquí, en la cruz ha quedado satisfecha la justicia de Dios. Las demandas de su santidad fueron cumplidas plenamente por Jesús quien siendo totalmente santo y justo, llevó en nuestro lugar toda la ira de Dios por la ley quebrantada y por toda la iniquidad del hombre. Jesús nos justifica por su sangre: "Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por Él seremos salvos de la ira" (Ro.5:9). Solo somos justificados por medio de la fe "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Ro.5:1) y nunca en base a nuestras obras: "8Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9no por obras, para que nadie se gloríe. 10Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Ef.2:8-10), y por su pura gracia: "para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna" (Tit.3:7). También, como la redención y la expiación, la justificación ocurre solo una vez en la vida del creyente. * Santifica también las demandas de la santidad de Dios han quedado plenamente satisfechas en Jesucristo, Él jamás quebrantó la santidad, y siendo totalmente santo y justo, cargó en Él toda la ira de Dios que nosotros merecíamos. En la ley de Moisés cada vez que alguien pecaba ofendiendo a Dios, debía hacer sacrificios con derramamiento de sangre de algún animal para su purificación y expiación. Hoy, la sangre de Cristo actúa por la fe en los creyentes, que, por su debilidad humana, caen en algún pecado no deliberadamente, ofendiendo a Dios. A diferencia de la redención, la expiación y la justificación, la santidad es permanente, actúa continuamente en el creyente; es un proceso en que los que hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor y Salvador vamos progresando ascendentemente hacia nuestra perfección espiritual. La santificación significa purificación, separarse de toda contaminación y de todo mal. El mandato de Dios es: "Seréis santo porque yo soy santo" (Lv.11:44, 45; 19:2; 20:7). La voluntad de Dios es nuestra santificación (1Te.4:3, 7). "Sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir" (1Pe.1:15,16). Si bien el Señor nos da la responsabilidad de santificarnos, es el Espíritu Santo es el que producirá en nosotros la obra de santificación, y para eso se sirve sobre todo de la Palabra de verdad, que Él inspiró (La Biblia), y de la oración que Él también nos inspira (Jn.17:17; 15:3; Ef.5: 26; 1Ti.4:5; 1Pe.1:2). Es el Espíritu Santo quien nos revela esta verdad capital de que "somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre" (He.10:10). Después de habernos redimido, expiado y justificado ganando para nosotros el perdón, es su sangre la que purifica de todo pecado. "7pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado... 9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". (Jn.1:7, 9) 3.- Nuestra esperanza (21) 21y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. ... Es mediante Jesucristo que hemos llegado a creer en Dios, Él nos abrió la posibilidad para que lo conociéramos a través de su Palabra y la revelación del Espíritu Santo. Jesús es la puerta y el camino; solo a través de Él podemos acercarnos confiadamente a Dios. Sin Jesús no hay manera de recibir la redención y el perdón; solo por la virtud de su sangre el pecador puede ser sanado del mortal virus del pecado, y ser justificado para santidad y vida eterna. Conclusión: Vemos en este pasaje, DIOS LES BENDIGA, Y PARA ÉL, PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO SEA TODA LA GLORIA Y LA HONRA PARA SIEMPRE. Pr. Juan C. Marchant M. - Serie desde el hogar - agosto 02 de 2020 2 IGLESIA RAÍCES DE PENTECOSTÉS Pr. Juan C. Marchant M. Serie desde el hogar septiembre 20 de 2020 2
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