Jesus se mete contigo en el Problema (4)
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I. Oportunidad de conocer al Siervo (6.1-6)
I. Oportunidad de conocer al Siervo (6.1-6)
Un año antes la gente del pueblo de Jesús intentaron matarlo (Lv 4.29), pero Él con su gracia regresó y les dio otra oportunidad de que lo conocieran. Pensaron que realmente le conocían porque creció en su ciudad y vivió allí por treinta años. Sin embargo, le veían sólo como «el carpintero» (v. 3) y no como el Hijo de Dios, y se asombraban de su sabiduría y obras. La familiaridad equivocada promovió la incredulidad, y la incredulidad les robó la bendición. Así como Jesús se maravilló de la fe (Mt 8.10), ahora se quedó maravillado de la incredulidadII. Oportunidad de enseñar la Palabra (6.7-13)
2. Oportunidad de enseñar la Palabra (6.7-13)
2. Oportunidad de enseñar la Palabra (6.7-13)
Los doce eran embajadores de Cristo, comisionados y autorizados por Él para servir dondequiera que les enviara. Si usted compara los relatos de Marcos con Mateo (10.1–42), verá que Marcos ha omitido la mención del ministerio a los judíos, porque escribió para lectores gentiles. Había una urgencia respecto a esta obra, y Jesús les dijo a los hombres que no adquirieran nuevo equipo ni se preocuparan por cosas que no necesitaban. No debemos tomar estas órdenes como apropiadas para cualquier ministerio, porque Dios espera que usemos el sentido común para planear nuestros viajes. Jesús les animó a vivir por fe, una lección que el pueblo de Dios necesita aprender siempre. Su principal tarea era predicar la Palabra y guiar a la gente a que confiaran en el Salvador.
III. Oportunidad para arrepentirse del pecado (6.14-29)
III. Oportunidad para arrepentirse del pecado (6.14-29)
Herodes Antipas era sólo tetrarca de Galilea y Perea, pero le gustaba que le consideraran rey. Se casó con su sobrina Herodías, quien había dejado a su esposo Herodes Felipe para formar esta alianza diabólica; y Juan el Bautista le reprendía (Lv 18.16). Herodías quería que su esposo matara a Juan, pero Herodes se las arregló para poner a Juan en la cárcel, y a veces lo escuchaba predicar. Herodes oyó al más grande profeta que Dios jamás envió, y sin embargo rehusó someterse a la Palabra de Dios. La frase «se quedaba muy perplejo» (v. 20) indica la reacción de Herodes a la predicación de Juan. La indecisión de Herodes lo convirtió en homicida, porque en lugar de hacer caso a la Palabra, trató de silenciarla matando a Juan el Bautista. Un año más tarde, cuando Jesús estuvo frente a Herodes Antipas (Lc 23.6–12), el Hijo de Dios se negó a hablarle, porque Herodes había silenciado de una vez por todas la voz de Dios. Herodes desperdició todas las oportunidades que Dios le dio.
IV. Oportunidad para mostrar compasión (6.30-44)
IV. Oportunidad para mostrar compasión (6.30-44)
Jesús envió a los doce, de modo que regresaron para informarle y contarle lo que Dios había hecho a través de ellos. Después de un intenso tiempo de ministerio, necesitaban descansar; así que Jesús y los apóstoles se retiraron aparte. Es bueno ministrar las necesidades de la gente, pero también es bueno cuidar de uno mismo para poder estar lo suficientemente fuerte como para volver a ministrar. El Dr. Vance Havner solía decir: «¡Si uno no se retira y descansa, uno se desbarata!»
V. Oportunidad para crecer en la fe (6.45-52)
V. Oportunidad para crecer en la fe (6.45-52)
Juan nos dice que la multitud, asombrada por la capacidad de Jesús para alimentar a tanta gente, quería hacerle rey (Jn 6.15). Los doce, en esta etapa de su fe, quizás hubieran estado de acuerdo con la muchedumbre; de modo que Jesús los envió en una barca mientras Él despedía a la gente y luego se fue al monte a orar (véase 1.35). Estaba probando la fe de los apóstoles, porque sabía que la tormenta se avecinaba. Jonás se vio en medio de una tormenta porque desobedeció a Dios, pero los doce se vieron en una tormenta debido a que obedecieron al Señor. Los hombres no querían dejarle; Él tuvo que «obligarlos» a que se fueran.
En la tormenta anterior (4.35–41) Jesús estaba con los hombres en el barco; pero ahora estaba ausente. Cuando la situación estaba en su peor punto Jesús vino a ellos, les habló y trajo paz y seguridad. Marcos no menciona la caminata de Pedro sobre el agua (Mt 14.22–32); pero si fue el portavoz de Pedro en su Evangelio, esa omisión es comprensible. Sin embargo, Marcos registra el fracaso de los discípulos al no entender el poder de Jesús y aprender las verdades espirituales que quería enseñarles (v. 52).
VI. Oportunidad para recibir la ayuda del Señor (6.53-56)
Su barca atracó al sur de Capernaum. La gente reconoció a Jesús, y corrieron a traerle a los enfermos y afligidos. No lo habían esperado; pero ahora que estaba allí, no querían desperdiciar la oportunidad. No sólo le trajeron enfermos, sino que esparcieron las buenas nuevas a otras aldeas, de modo que dondequiera que Jesús iba, la gente necesitada le esperaba. El Siervo estaba a las órdenes y a disposición de toda clase de gente, y con su gracia suplió sus necesidades.
Fue al día siguiente que Jesús dio su sermón sobre el «Pan de vida» y perdió a su multitud (Jn 6.22–71). Querían pan, pero no querían la verdad. Cuán parecido a muchas personas hoy que quieren que Jesús les ayude y les sane, pero no que las salve y las libre de sus pecados.