Mateo 13.10-17
Introducción
Proposición
Contexto
1. Para enseñar a sus discípulos los misterios del reino
Volviendo a la cuestión de por qué algunos creen, encontramos una impresionante colección de textos que sugieren que Dios ha seleccionado a algunos para que se salven, y que nuestra respuesta a la oferta de salvación depende de esta primera decisión e iniciativa de Dios. Por ejemplo, en conexión con la explicación de Jesús de que hablaba en parábolas para que algunos oyeran pero no entendieran, observamos que dijo a los discípulos: “Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen” (Mt. 13:16). Se podría entender de esto que algunos de los que escuchaban no eran tan incapacitados espiritualmente como otros. Sin embargo, podemos entenderlo mejor si observamos Mateo 16. Jesús había preguntado a sus discípulos quién decían los hombres que era él y ellos le habían estado diciendo varias opciones: Juan el Bautista, Elías, Jeremías, o uno de los profetas (v. 14). Sin embargo, Pedro confesó: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (v. 16). El comentario de Jesús es instructivo: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (v. 17). Fue una acción especial de Dios lo que marcó la diferencia entre los discípulos y los que estaban espiritualmente ciegos y sordos.
2. Para cerrar los ojos de la multitud
La forma en que se introducen las palabras de la cita es única. Aquí no es simplemente “para que se cumpla” (como en 12:17, “para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta Isaías”, y cf. 1:22; 2:15, 23; 4:14; 8:17; 13:35; 21:4) sino “se está cumpliendo” o “se cumple”,
Cuando Faraón endurece su corazón (Ex. 7:22; 8:15, 19, 32; 9:7), Jehová endurece el corazón de Faraón (9:12, predicho ya en 7:3).
La decisión eterna de Dios con respecto a aquellos pecadores a quienes no ha escogido para la vida, recibe el nombre de reprobación. Esencialmente, la decisión de Dios consiste en no transformarlos, puesto que son los elegidos los destinados a ser transformados, sino dejar que pequen como ya desean hacerlo en su corazón, y por último, juzgarlos como se merecen por lo que han hecho.