Sermón sin título (11)
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Este es otro de los salmos de Asaf, vimos que él en el Salmo 73 se queja por que los malos prosperan, mientras que los justos sufren, en este salmo el confiesa que tuvo envidia de los malos y que sus pies casi resbalaron, hasta que entró en el santuario de Dios, y pudo ver el final de los injustos. Ahora bien, este Salmo es tambien uno que considera el gobierno de Dios, pero a diferencia del anterior aquí no escuchamos cuestionamientos, quejas, preguntas, o envidia, el salmista mas bien confiesa que Dios gobierna el universo y que aunque a veces nos parezca que su justicia se retrasa o aunque a veces nos desconcierta la manera en él ejecuta su gobierno Justo, Dios siempre será oportuno y los injustos serán todos juzgado
Lo que dice aquí el salmista es que los impíos serán derribados y los humildes serán enaltecidos, porque Dios reina.
Las palabras de este Salmo estan replicadas en dos textos bien conocidos de las escrituras, en primero es 1 Samuel 2: 1–10 este es el cántico de Ana, es probable que Asaf halla tomado de este cántico algunas frases para este salmo. La segunda referencia a este salmo la tenemos en el Magnificat de María, que se encuentra en Lucas 1:51-53. En estos cánticos el tema principal es el gobierno justo de Dios, que derriba a los soberbios y enaltece a los humildes.
El salmo lo podemos dividir en 4 estrofas:
(v. 1) la congregación habla, agradeciendo a Dios que está siempre cerca, presente en todo lugar y en todo momento.
(vv. 2-5) Dios habla, asegurando a su pueblo que ora que él realmente tiene el control de su universo y advirtiendo a los arrogantes que no sean arrogantes ni peleen contra el cielo.
(vv. 6-8) el sacerdote o predicador habla, ampliando lo que Dios ha dicho.
(vv. 9-10), el adorador individual habla, afirmando que está de acuerdo con todo.
1. La Congregación Habla: Acción de Gracias
1. La Congregación Habla: Acción de Gracias
Es bueno que como pueblo de Dios le demos gracias a El, por sus muchas bendiciones. Este salmo nos enseña a dar gracias por un cosa particularmente “El nombre de Dios está cerca”. El "Nombre" representa a Dios mismo; así que "tu Nombre está cerca" significa que Dios está cerca. Él nunca está lejos.
La cercanía de Dios la podemos entender en varios sentidos:
Que Dios este cerca, implica que él está en todas partes, es lo que llamamos omnipresencia de Dios. Es importante que un impío conozca esto, Dios sabe todo acerca de ellos y sus juicios son ineludibles. Aunque Dios les permita pecar libremente por un tiempo, ellos nunca pueden pecar sin consecuencias, el juicio de Jehová siempre vendrá.
Dios está cerca también implica que Dios esta presente siempre en la vida de los justos. Es importante que el justo lo sepa. Esta verdad es un gran consuelo para todo creyente en tiempo de angustia. Dios nunca abandona a su pueblo escogido, él Señor siempre estará con nosotros para sostenernos y guiarnos paternalmente.
Dios esta cerca, implica también que él esta sosteniendo su universo soberanamente, él es inmanente, no deja que las cosas funciones por inercia, el sostiene y dirige todas las cosas mediante su providencia, el preside en cada cosa que sucede en su universo en cada detalle de nuestras vidas, el dirige aún las acciones libres de los hombres. Es muy probable por el contexto que esto es a lo que se refiere el texto. Notemos que las palabras "cercano esta tu nombre" van seguido a "los hombres cuentan tus maravillas", estas maravillas han sido la ejecución de los decretos de Dios en la historia de Israel, Dios ha estado ejecutando sus juicios constantemente.
¿Eres consciente de que Dios está cerca, que está presente en todo lo que sucede y que nada de lo que llega a tu vida o le sucede a los demás es accidental? Si puedes ver eso y realmente lo crees, transformará toda tu vida. Nunca volverás a estar ansioso "por las circunstancias", será agradecido sabiendo que Dios está cerca.
2. Dios habla: seguridad y advertencia
2. Dios habla: seguridad y advertencia
(vv. 2-3) Dios habla acerca de sus juicios para fortalecer la confianza de los justos. (vv. 4-5), Dios habla para advertir a los malvados sobre sus malas acciones.
A. Seguridad para los justos.
En los versículos 2-3, Dios asegura a los justos que, aunque parezca lo contrario, sus intervenciones son oportunas y se está haciendo justicia.
Lo importante es que es Dios el que elige “el tiempo señalado” de sus juicios, no otras personas. Si el juicio quedara en nuestras manos, probablemente lo dejaríamos destellar contra cualquier cosa que nos desagrade cada vez que lo veamos. Pero Dios deja que el mal florezca a veces durante un tiempo largo, sabiendo que ha designado un momento adecuado para vencerlo. Dios en su tiempo vencerá el mal.
Podemos preguntarnos ¿por qué se demoran los juicios de Dios? la Biblia responde claramente, que una de las razones es para que aquellos que están pecando puedan tener la oportunidad de arrepentirse de su pecado y ser salvos. (Rom. 2: 3-4). Si alguien aún no ha venido a Cristo y esta oyendo esto, no debería desperdiciar el tiempo que se le ha dado. Debe volverse de su pecado y creer en Jesús ahora. Otra razón de la demora de los juicios de Dios es que el mal puede madurar en un espacio prolongado de tiempo, esto es más difícil de entender, pero es una clara enseñanza de las Escrituras, siendo el mejor ejemplo el de los amorreos, que vivían en Canaán antes de la conquista de Josué. (Gn. 15:16). Recordemos tambien el ejemplo de Faraón, Éxodo 9:16; Romanos 9:17.
2. Advertencia a los arrogantes . Aquí se advierte a los arrogantes que no se jacten (“No os infatuéis o alardeen”), se les advierte que no se levanten contra el cielo ni hablen con su cerviz erguida. Alardear de su poder es lo mismo que agitar el puño en la cara de Dios. La imagen de una persona enojada que se estira de manera beligerante.
3. El predicador habla: Dios es el juez
3. El predicador habla: Dios es el juez
Dios ha hablado (en los vv. 2-5). Pero ahora el sacerdote agrega sus observaciones y aplicaciones personales a la enseñanza de Dios (vv. 6–8).
Él aplica la palabra de Dios de dos maneras:
En primer lugar, señalando que si una persona es exaltada o humillada, depende de Dios, y asegura que Dios juzgará a todos con rectitud y justicia en el momento señalado. “Dios es el Juez” (v. 7). Por tanto, el sacerdote enseña al justo que no debe vivir para la mirada de otros hombres, mas bien debe aprender a mirar y vivir solo para Dios.
En segundo lugar le habla a los que hacen el mal, recordándoles de manera poética que que a su debido tiempo la ira de Dios se derramará como un poderoso vino de la copa de Dios y que a los impíos se les dará a beber hasta el final.
Este no es el único lugar en la Biblia donde aparece la imagen de la copa de la ira de Dios. Se encuentra en Isaías 51:17; Jeremías 25: 15–38; 49:12; 51: 7; y Apocalipsis 18: 6.
No es difícil pensar en ejemplos del derramamiento de la ira de Dios contra aquellos que hacen el mal. Recordemos lo que Dios hizo con Faraón, con Nabucodonosor, Con Herodes, todos ellos se levantaron contra Dios y fueron juzgados: Faraón y sus ejércitos fueron destruidos; Nabucodonosor se convierte en compañero de "las bestias del campo"; Herodes es devorado por gusanos "A los que andan con orgullo, Dios los humilla". (Sal. 2: 4-5).
4. El individuo habla: un testimonio
4. El individuo habla: un testimonio
Los últimos versículos contienen un testimonio que concuerda con todo lo que el salmo ha estado enseñando. Esta escrito en primera persona y podemos identificarlo con el amen de todo lo que se ha dicho.
Amen, Dios hará lo que dice.
Cuando nos convertimos en seguidores del Señor Jesucristo y sabemos que él es el verdadero “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16), querremos darlo a conocer, lo confesamos como el rey legítimo, el único que ejecutará el juicio justo.Ademas, advertimos a la gente sobre ese juicio venidero. Les recordamos el evangelio para que sepan que no es necesario beber la copa de la ira del Dios puesto que Jesús ya la ha bebido hasta el fondo para que todos los que creen en él como su Salvador sean salvos de la lira de Dios. Juan 18:11, Jesus bebió la copa de la ira, para que tú y yo bebamos de la copa de la salvación.
Un salmista posterior no identificado tenía razón cuando declaró: “Alzaré la copa de la salvación e invocaré el nombre del Señor ” (Sal. 116: 13).[1]