CRISTO, LA CASA DE DIOS
Cristo es la sustancia del Templo y por su sobra redentora llegamos a ser uno en Él, de ahí se nos dice que somos el templo del Dios viviente
Introducción
Exposición del Texto
Contexto del pasaje
Jesús, pues, ha entrado en el área del templo, es decir, en el atrio de los gentiles. ¡Qué espectáculo lamentable le llega a los ojos, oídos y aun narices! El nota que el atrio está siendo profanado. Parece un mercado. El negocio está floreciente, también lucrativo. Algunos hombres están vendiendo bueyes y ovejas. En esta época del año, con la Pascua tan cerca y los peregrinos llenando los atrios de todas partes, hay muchos compradores. Ellos pagan elevados precios por estos animales para el sacrificio. Es verdad que un adorador puede traer un animal de su propia elección. Pero si lo hace está corriendo el riesgo que no sea aprobado. Los mercaderes del templo han pagado generosamente a los sacerdotes para recibir esta concesión. Parte de ese dinero finalmente llega a las arcas del astuto y rico Anás y del mañoso Caifás. Por lo tanto es comprensible que los comerciantes y la casta sacerdotal fueran socios en este negocio. Al entrar Jesús, nota el ajetreo de todos estos compradores y vendedores; además, el ruido, la suciedad y el mal olor producido por todos los animales. ¿Podría esto, en algún sentido, ser llamado adoración?
¿Qué enseña el pasaje? (Objetivo del sermón)
¿En qué puntos se divide el pasaje?
1. La casa de Dios
Aplicaciones
Las iglesias cristianas, sin duda, no son como los templos judíos. No tienen altares, sacerdocio, sacrificios ni muebles simbólicos. Pero son lugares donde se lee la Palabra de Dios, donde Cristo está presente y donde el Espíritu Santo obra en las almas. Estos hechos deben hacer que seamos serios, reverentes, solemnes y decorosos siempre que entremos allí. El hombre que se comporta en una iglesia con el mismo descuido con que lo hace en un mesón o en una casa privada tiene mucho que aprender. No tiene “la mente de Cristo”.
2. La profanación de la Casa de Dios
Estos términos significan primariamente «hacer común». Otro término gr. también traducido «profanar» es bebeloõ, que primariamente es «atravesar el umbral». Estos términos se aplican al hecho de traspasar algo sagrado a un uso común, y queda contrapuesto al concepto de la santidad, que se refiere a algo separado, consagrado para el Señor y Su servicio.