¡Cuidado con la Mesa de los Demonios!
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Introducción
Introducción
Las comidas entre personas son una parte integral de toda sociedad. Solo notemos las diferentes celebraciones que involucran la comida:
Bodas
Día de Acción de Gracias
Cena de Navidad
Cena de Año Nuevo
Cumpleaños
Aniversarios
Celebración de Graduación
Lo mismo vemos en la cultura del mundo antiguo bíblico.
Las comida entre antiguos rivales eran importantes ya que al compartir el pan demostraban que estaban reconciliados (p.ej., cuando Abraham se reconcilia con Abimelec quién le había quitado a su esposa).
La hospitalidad era de suma importancia ya que la mayoría vivía en el desierto y era importante recibir a los viajeros y atenderlos porque su sobrevivencia dependía de la hospitalidad y bondad de sus anfitriones (p.ej., cuando Abraham recibe a los tres visitantes en su tienda).
Era penoso que se acabara la comida o el vino pues mostraba que uno no había hecho los preparativos necesarios (p.ej., las bodas de Caná).
Hoy llegamos a un pasaje en 1 Corintios 10:14-22 donde Pablo utiliza el concepto de estar sentados a la mesa para enseñarnos:
La bendición de participar de la mesa del Señor
La maldición de participar de la mesa de los demonios
La bendición de participar de la mesa del Señor
La bendición de participar de la mesa del Señor
En los vv. 15-17 Pablo introduce la bendición de participar de la mesa del Señor.
Les hablo como a sabios; juzguen ustedes lo que digo.
La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la participación en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la participación en el cuerpo de Cristo?
Puesto que el pan es uno, nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo; porque todos participamos de aquel mismo pan.
Pablo habla de la copay del pan que son elementos esenciales de la Cena del Señor.
Esta institución / ritual que celebramos mensualmente es algo que Jesús mismo ordenó a sus discípulos.
Por eso llamamos a la Cena del Señor una ordenanza porque es algo que ordenó Jesús.
Jesús, la noche que fue entregado, después de comer la Pascua con sus discípulos instituyó la Cena del Señor mediante la cual:
Bendeciríamos el pan y lo comeríamos como símbolo del cuerpo partido de Cristo Jesús por los que creen en él.
De la misma manera bendeciríamos la copay la beberíamos como símbolo del nuevo pacto en la sangre derrama de Jesús sobre el Calvario.
Cada vez que celebráramos este acto de fe estaríamos proclamando la muerte de Jesucristo hasta el día que él venga.
Pablo nos enseña en este pasaje lo que sucede cuando comemos el pan y bebemos la copa:
No solamente estamos ingiriendo alimentos para beneficio del cuerpo físcio.
Pablo dice que algo profundo, espiritual, algo que no podemos ver con nuestros ojos físicos está sucediendo.
Pablo dice que los que comen el pan y beben de la copa están participando tanto del cuerpo como de la sangre de Cristo.
Es un acto mediante el cual tenemos comunión espiritual con Dios.
Dios fortalece nuestra fe, Dios nos ministra, Dios obra en nosotros, Dios levanta al caído, fortalece al debilitado, infunde aliento al decaído, es una obra espiritual que Dios hace en cada uno.
Por tanto, nunca vengamos a la Cena del Señor como si fuese un ritual / ceremonia vacía y sin significado. Cuando la celebramos con fe Dios obra en cada uno al tener comunión con nosotros.
Por eso, algunos le llaman “comunión” porque creemos que realmente esta participación del cuerpo y sangre de Cristo es tener comunión espiritual con el Cristo resucitado.
Pablo aclara que no solo tenemos comunión con el Cristo resucitado sino que también tenemos comunión unos con otros.
Mediante la Cena del Señor tenemos comunión con todos los creyentes alrededor del mundo que junto con nosotros se acercan a la mesa del Señor para participar de sus beneficios espirituales.
La Cena del Señor fortalece nuestra fe con la iglesia de Cristo, particularmente con los creyentes de la iglesia local donde nos reunimos.
Pablo compara la comunión que tenemos con Dios en la Cena del Señor con la comunión que el pueblo de Israel tenía con Dios al traer sus sacrificios al tabernáculo o el tempo de Jerusalén.
Consideren al pueblo de Israel: los que comen los sacrificios, ¿no participan del altar?
En el Antiguo Testamento vemos pasajes como:
”Todo varón de entre los sacerdotes puede comer de ella. Se comerá en un lugar santo; es cosa santísima.
”Y de ello presentará una parte de cada ofrenda como contribución al Señor; será para el sacerdote que rocía la sangre de las ofrendas de paz.
”En cuanto a la carne del sacrificio de sus ofrendas de paz en acción de gracias, se comerá el día que la ofrezca; no dejará nada hasta la mañana siguiente.
»No te es permitido comer dentro de tus ciudades el diezmo de tu grano, de tu vino nuevo o de tu aceite, ni de los primogénitos de tus vacas o de tus ovejas, ni ninguna de las ofrendas votivas que prometas, ni tus ofrendas voluntarias, ni la ofrenda alzada de tu mano,
sino que lo comerás en presencia del Señor tu Dios en el lugar que el Señor tu Dios escoja, tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, y el levita que vive dentro de tus puertas; y te alegrarás en presencia del Señor tu Dios de toda la obra de tus manos.
Estos pasajes nos recuerdan que en algunos de los sacrificios que se traían al Señor parte del sacrificio se quemaba sobre el altar pero parte era para los sacerdotes y para los fieles que traían sus sacrificios al Señor.
Cuando comían la porción que les correspondía lo debían hacer en presencia del Señor.
Era como si se sentaran a la mesa del Señor y comían con él / o por lo menos en su presencia.
Así era una de las maneras en las cuales el pueblo antiguo gozaba un tiempo de comunión con Dios.
Anhelemos con ansías la próxima vez que celebraremos la Cena del Señor.
Es una cena donde el anfitrión es Dios mismo.
No es la cena del pastor ni de los congregantes.
Es una cena donde Dios mismo nos convida a venir y a participar del cuerpo y la sangre de Cristo en un acto de fe.
Creamos que es un tiempo especial de comunión con Dios y unos con otros.
La maldición de participar de la mesa de los demonios
La maldición de participar de la mesa de los demonios
Después de haber visto la bendición de celebrar la Cena del Señor notamos que Pablo tiene una preocupación específica lo cual lo lleva a escribir este pasaje:
Por tanto, amados míos, huyan de la idolatría.
Pablo escribe este pasaje para combatir la idolatría que estaba poco a poco entrando dentro de la congregación de los Corintios.
¿Qué es la idolatría?
La idolatría es poner a alguien o algo por encima de Dios.
Idolatría es dar gloria u honor a algo creado, ya sea una persona, criatura, u objeto, y no rendirle esa alabanza a Dios.
No olvidemos el contexto en el cual vivían los creyentes de Corinto.
Vivían dentro de una sociedad pagana donde se adoraban a los dioses del panteón griego: Zeus, Hera, Poseidón, Ares, Hermes, Hefesto, Afrodita, Atenea, Apolo y Artemisa.
Eran supersticiosos y dedicaban sus cosechas, sus negocios, sus trabajos a sus dioses.
Con frecuencia muchos visitaban los templos para rendir sacrificio y adoración a sus dioses.
La preocupación de Pablo es que muchos hermanos un día participaban de la Cena del Señor pero continuaban visitando los templos paganos para participar de las cenas que se hacían en honor a sus dioses.
¿Qué quiero decir, entonces? ¿Que lo sacrificado a los ídolos es algo, o que un ídolo es algo?
No, sino que digo que lo que los gentiles sacrifican, lo sacrifican a los demonios y no a Dios; no quiero que ustedes sean partícipes con los demonios.
Así como en la Cena del Señor venimos a participar del cuerpo y la sangre de Cristo, en un acto de fe, Pablo nos dice que los paganos iban a sus templos para celebrar cenas que ofrecían en sacrificio a sus ídolos.
En estas cenas se hacía un culto de adoración a sus ídolos, se ofrecían los alimentos o sacrificios los cuales luego los compartían en una cena para todos los reunidos.
Ahora, Pablo sabe que los ídolos no son nada.
Las estatuas que hacen los hombres no son nada.
Las estatuas de los dioses que adoran los hombres no son nada - tienen ojos y no ven, bocas y no hablan, pies y no pueden caminar.
Sin embargo, Pablo nos dice que detrás de los ídolos hay demonios.
Cuando ellos ofrecen sus cenas y sacrificios no los ofrecen a Dios o a un ídolo mudo sino que lo ofrecen a los demonios que están detrás de estos ídolos.
Por tanto, llegamos a la conclusión que detrás de todos los ídolos - ya sea los ídolos / imágenes de las religiones orientales (hinduismo y budísmo) o las religiones occidentales (las estatuas e imágenes del catolícismo romano) hay demonios detrás del culto / veneración / de estos ídolos.
Los Corintios no podían ver como inofensivas las fiestas de los paganos.
Ellos debían abstenerse de visitar sus templos porque al hacerlo estarían como si fuera sentándose a la mesa de los demonios y teniendo comunión con ellos.
Los creyentes no debían pensar que pueden tener comunión con el Dios verdadero y con los demonios.
Debían entender el peligro que existía en participar de la mesa de los demonios puesto que el mundo de Satanás y los demonios es un mundo de engaño y mentira.
¿Qué significa esto para nosotros?
Aunque no es muy común en nuestra sociedad moderna que se hagan este tipo de fiestas, aun así hay algunos ejemplos de los cuales debemos tener cuidado.
El creyente no debe tener parte en las celebraciones paganas como el día de muertos, las fiestas de los santos católicos, etc.
No debemos tener parte porque sabemos que detrás de estas celebraciones, aunque sus ídolos no son nada, pero hay detrás de todos estos demonios / espíritus de engaño cuya meta es mantenerlos en oscuridad y ceguera espiritual.
Al participar nosotros de estas celebraciones estamos teniendo parte y comunión con los demonios.
Aunque vivimos en una sociedad moderna debemos tener en cuanta que existe el reino de las tinieblas.
Los demonios son reales.
Satanás es un ser real.
El enemigo trabaja, sin parar, para engañar a la humanidad y tenerla bajo su demonio de oscuridad.
Debemos tener cuidado de no tener nada que ver con el mundo de las tinieblas.
Por eso hemos sido llamados a salir de en medio de la Babilonia pagana para vivir en la libertad de los hijos de Dios.
¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos, acaso, más fuertes que Él?
Pablo sabía que habrían hermanos que pensarían que él estaba exagerando.
Por eso Pablo les exhorta a que entiendan que servimos a un Dios celoso que no permite que su pueblo tenga comunión con él y también con los demonios.
No somos más inteligentes que Dios y por tanto debemos someternos a lo que él nos ordena.
Conclusión
Conclusión
A final de cuentas los Corintios no eran menos por darle la espalda a las fiestas paganas y sus ídolos.
¡De ninguna manera!
Es más, estaban dando la espalda a un mundo de quebranto y oscuridad para ir en pos del Dios todopoderoso.
Estaban dejando de tener comunión con los demonios para tener comunión con el Cristo resucitado, aquel que dio su vida por los que creen en él.
Estaban dejando la mesa de los demonios para participar del cuerpo y la sangre del nuevo pacto mediante la cual su fe se fortalecía y crecían en el conocimiento de Dios.
¿Qué más podrían faltarles?
El Señor es mi pastor,
Nada me faltará.