Somos siervos de Jesucristo

Tiempos de Crisis  •  Sermon  •  Submitted
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Jesucristo, el libertador prometido, libera a su pueblo de los efectos presentes del pecado y del poder del pecado y finalmente los liberará completamente de su presencia.

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Contexto

Romanos hasta 2 Corintios (Tomo 8) (2) La santificación como una nueva obediencia (6:15–23)

En los versos 1–14 el Apóstol ha demostrado la incompatibilidad fundamental entre la gracia y el pecado (he hamartia, “el pecado”). Un hombre que ha muerto al pecado ya no puede vivir más en él. Ha pasado del viejo orden de muerte en Adán al nuevo orden de vida en Cristo—y esta vida es una existencia santa

Pablo muestra la incompatibilidad de la gracia con el pecado, la gracia de Dios es incompatible con cometer un acto de pecado
el apóstol Pablo esta advirtiendo igual como cuando Adan fue advertido en su estado de inocencia
Génesis 3:3 NTV
Es sólo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”.
Pablo explica a los romanos que cuando permanecían en la ley, esta a su vez no era un medio que los justificaba, ni que les daba poder para vencer el pecado (sin la intención de desmerecer la ley de Dios) solamente la ley les mostraba cuan dificil era cumplirla y poder acercarse a Dios sin fallar en el intento
Como casi imposible cumplir la ley en su totalidad, finalmente mostraba la abundancia del pecado en los hombres, hasta que Dios muestra su gracia por medio de Jesús

El AT señala hacia una nueva y más grande libertad y a un nuevo libertador

El AT predice a Jesucristo como el libertador

Isaías 61:1 NTV
El Espíritu del Señor Soberano está sobre mí, porque el Señor me ha ungido para llevar buenas noticias a los pobres. Me ha enviado para consolar a los de corazón quebrantado y a proclamar que los cautivos serán liberados y que los prisioneros serán puestos en libertad.
Isaías 42:6–7 NTV
«Yo, el Señor, te he llamado para manifestar mi justicia. Te tomaré de la mano y te protegeré, y te daré a mi pueblo, los israelitas, como símbolo de mi pacto con ellos. Y serás una luz para guiar a las naciones. Abrirás los ojos de los ciegos; pondrás a los cautivos en libertad, soltando a los que están en calabozos oscuros.

La libertad que viene a través de Jesucristo

Juan 8:32–36 NTV
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. —Nosotros somos descendientes de Abraham —le respondieron—, nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué quieres decir con “los hará libres”? Jesús contestó: —Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado. Un esclavo no es un miembro permanente de la familia, pero un hijo sí forma parte de la familia para siempre. Así que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente libres.
Ver también Mt 1:21

Jesucristo libera a su pueblo del castigo del pecado

1 Tesalonicenses 1:10 NTV
También comentan cómo ustedes esperan con ansias la venida, desde el cielo, del Hijo de Dios, Jesús, a quien Dios levantó de los muertos. Él es quien nos rescató de los horrores del juicio venidero.
Ver también Jn 3:36; Ro 8:1–2; He 9:15; Ap 1:5

Jesucristo libera a su pueblo de la muerte espiritual que acompaña al pecado

Romanos 6:1–7 NTV
Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado? ¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo en el bautismo, nos unimos a él en su muerte? Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva. Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos resucitados como él. Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado. Pues, cuando morimos con Cristo, fuimos liberados del poder del pecado;
Ver también Ef 2:1–5; He 9:14

Jesucristo libera a su pueblo del temor a la muerte

Hebreos 2:14–15 NTV
Debido a que los hijos de Dios son seres humanos —hechos de carne y sangre— el Hijo también se hizo de carne y sangre. Pues sólo como ser humano podía morir y sólo mediante la muerte podía quebrantar el poder del diablo, quien tenía el poder sobre la muerte. Únicamente de esa manera el Hijo podía libertar a todos los que vivían esclavizados por temor a la muerte.

Jesucristo finalmente liberará a su pueblo de la muerte misma

1 Corintios 15:22–23 NTV
Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán, todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva; pero esta resurrección tiene un orden: Cristo fue resucitado como el primero de la cosecha, luego todos los que pertenecen a Cristo serán resucitados cuando él regrese.
Ver también Ro 5:12–17; Ro 7:24

Jesucristo libera a su pueblo del poder del pecado

Romanos 6:11–14 NTV
Así también ustedes deberían considerarse muertos al poder del pecado y vivos para Dios por medio de Cristo Jesús. No permitan que el pecado controle la manera en que viven; no caigan ante los deseos pecaminosos. No dejen que ninguna parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de Dios. El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la libertad de la gracia de Dios.
No podemos pensar que porque estamos bajo la gracia, podemos pecar asumiendo que el perdon de Dios me lo permite
Cristo pago con su muerte, mi libertad, no para aprovecharme de eso, sino para rendir mi vida ante el, aunque no es lo mismo vivir en pecado, que caer, uno es un estado constante el otro es un momento preciso, ninguno de los casos es aceptable en la vida del creyente
Somos siervos (doulos, esclavo de, ser dominado de) de Jesucristo

Jesucristo libera a su pueblo de la contaminación del pecado

2 Pedro 1:2–4 NTV
Que Dios les dé cada vez más gracia y paz a medida que crecen en el conocimiento de Dios y de Jesús nuestro Señor. Mediante su divino poder, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para llevar una vida de rectitud. Todo esto lo recibimos al llegar a conocer a aquel que nos llamó por medio de su maravillosa gloria y excelencia; y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.
Ver también Gl 1:3–4

Jesucristo libera a su pueblo del poder de Satanás

Colosenses 1:13–14 NTV
Pues él nos rescató del reino de la oscuridad y nos trasladó al reino de su Hijo amado, quien compró nuestra libertad y perdonó nuestros pecados.
Ver también Mr 3:27 El hombre fuerte es, implícitamente, Jesucristo; Hch 26:17–18

Jesucristo libera a su pueblo de la presencia del pecado

Filipenses 3:21 NTV
Él tomará nuestro débil cuerpo mortal y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él. Lo hará valiéndose del mismo poder con el que pondrá todas las cosas bajo su dominio.
Ver también Ef 5:27; Col 1:22; 1 Tes 3:13; 1 Tes 5:23; Ap 21:4

La libertad es el resultado de ser rescatado de las pruebas por Jesucristo

2 Timoteo 3:11 NTV
Sabes cuánta persecución y sufrimiento he soportado, y cómo fui perseguido en Antioquía, Iconio y Listra; pero el Señor me rescató de todo eso.
Ver también Hch 26:17; 2 Ti 4:18; 2 P 2:9
Nuestra recompensa es un regalo. La “paga” del pecado en comparacion con la “dadiva” de Dios, es que un pago es recibido porque merecemos aquello, por haber hecho algo especifico se nos paga con lo prometido, la dadiva es un regalo, que no va relacionado con el merito, es un favor inmerecido, no hemos hecho nada para obtenerlo, sino que el estar en Cristo nos hace aptos para recibir este regalo, no lo menospreciemos, somos siervos, esclavos de Jesucristo
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