Consejería Clase 3
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Clase 3
Clase 3
La clase pasada vimos el procedimiento bíblico para la consejería en 2 Timoteo 3:15–17 Vimos como Pablo nos habla de una progresión cronológica de 4 pasos, estableciendo así nuestro fundamento para aconsejar:
1. Enseñanza
2. Convicción
3. Corrección
4. Formación y disciplina en justicia
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Como iniciar una consejería desde la primera sesión...
Para llevar al aconsejado por los 4 pasos, en primer lugar debemos escucharle. Para esto es necesario establece un vínculo relacional.
En nuestra primera entrevista es buena idea darle la bienvenida al aconsejado con una conversación acerca de cosas relativas a su diario vivir. Pudieran hablar sobre las cargas y alegrías de su trabajo, que tal fue su fin de semana, las últimas noticias, o el partido de fútbol. Una breve conversación ayuda a que las personas perciban que sus problemas no son el factor que define sus vidas.
Sin embargo, el pastor tiene la responsabilidad de cambiar la conversación hacia asuntos mayores. Puedes comenzar con una pregunta como «¿cómo puedo ayudarte?», o si hiciste tu trabajo de preparación, «pude ver lo que me enviaste y he estado orando por ti. ¿Cómo va todo?». Cambia de una conversación trivial a una de consejería con una sencilla pregunta.
Mientras haces esto, recuerda que buscas establecer los 4 objetivos más importantes en cualquier relación de consejería pastoral: confianza, misericordia, amor y respeto. Estos son los fundamentos básicos de cualquier consejería.
Confianza. En cierto modo, la confianza es lo más importante de la consejería. Sin ella, nada prosperará. Aunque es de esperar que en general el pastor se gane la confianza de un miembro por su ministerio público, en la consejería te darás cuenta de que, como sucede en cualquier otra relación, la confianza personal hay que ganársela. Muchas personas van a una consejería con una mezcla de desesperanza y escepticismo. Se abren al pastor por lo que han visto de su ministerio, pero también son un poco escépticos porque no están seguros si él los recibirá y guiará de la manera correcta. Lo más importante al ganarse la confianza de alguien es mostrar humildad escuchando bien y hablando con consideración. Nadie confía en alguien arrogante que lo sabe todo. Por otro lado, algo muy importante para ganarse la confianza, es también reflejar confianza; no confianza en uno mismo, sino en la capacidad que Dios tiene de darnos la sabiduría necesaria en cualquier situación. La actitud del pastor hacia el problema debe ser compasiva pero íntegra. Las personas generalmente ven esa confianza como lo que es; no una arrogancia segura de sí misma, sino una humilde confianza en Dios.
Misericordia. Cuando las personas vienen con sus problemas, muchas veces tienden a sentirse juzgadas. Generalmente, son conscientes de que están haciendo algo malo, aun cuando no se encuentren en disposición de admitirlo. Esto las hace muy sensibles a las expresiones de condena. Si se sienten condenadas –por las palabras, el tono o en con lenguaje corporal– no llegarás muy lejos. Algunas veces su susceptibilidad es tan alta que es casi imposible para ellas no verte como alguien que las condena. Sin embargo, si es cuidadosamente paciente, el pastor casi siempre puede derrumbar el muro defensivo. Tener una disposición misericordiosa no es simplemente una estrategia para comunicarse, si solamente es eso, desaparecerá rápidamente. Más bien, debe ser la manifestación de que se es conforme al corazón de Dios: grande en misericordia, deseoso por la redención de las personas necias, perdidas u hostiles. Recuerda la misericordia de Dios para contigo, y podrás mostrar misericordia al pecador que se sienta delante de ti. Muchas personas nos han dicho lo siguiente tras una primera reunión de consejería: «vine aquí esperando condenación, no misericordia».
Amor. Igual que con la misericordia, la fuente del amor es Dios. «Le amamos a él, porque él nos amó primero» (1 Jn. 4:19). «Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros» (4:11). Parte del plan de Dios para manifestar su amor a un mundo que languidece es personificar ese amor a través del cuidado cristiano y el aceptar a otros creyentes. El apóstol Juan menciona el hecho de que Dios es invisible, más allá de la percepción inmediata de nuestros sentidos, pero tú no. Conforme personificas su amor, lo haces a él tangible. Juan dice, «Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros» (4:12). Los pastores tienen el privilegio de hacer visible al Dios invisible a las personas en tribulación, al mostrar un amor semejante al de Cristo. Amar a alguien significa preocuparse por su bienestar, aun cuando no puedas solucionar sus problemas personales. Esa clase de amor es más importante que la propia solución. Así que si eres propenso a arreglar cosas, ten cuidado, a nadie le gusta ser un proyecto. Comprométete más con el bienestar de la persona que con la solución del problema. Ambas cosas no son lo mismo.
Respeto. A menudo, te encontrarás sentado delante de perso- nas que son un verdadero desastre. Ellas lo saben y tú también. El pastor está llamado a mostrar respeto aun a ellas. Honestamente, es difícil lidiar con personas sospechosas, egocéntricas, necias, arrogantes, o infantiles. Aun en esos casos, un consejero puede mantener el debido nivel de respecto reconociendo en cada persona la imagen divina que hay en ella (Gn. 1:26-28), la cual es una imagen potencial del mismísimo Hijo de Dios (Ro. 8:29; 2 P. 3:9). Por tanto, todas las personas están investidas con la dignidad de poder reflejar a Dios, sin importar cuán disminuida o deformada se encuentre esa imagen. Mostrar respeto significa ser accesible. Todos hemos conocido a pastores que no lo son. Eso es un gran problema. La justicia propia y la tendencia a juzgar a otros hacen que el corazón de un maestro público se corrompa lentamente, y esa podredumbre se hará manifiesta rápidamente. El aire de superioridad, tan dife- rente a la humildad, es como un hedor para Jesús, ya que es lo opuesto a su ejemplo (Fil. 2:5-8). Una manera de considerar los intereses de las personas como más importantes que los nuestros es ser respetuosos tomándoles en serio.
ANALIZA EL PROBLEMA
Muchos de nosotros creemos ser buenos oyentes cuando en realidad no lo somos. Muchos pastores se esfuerzan por tener la paciencia de escuchar a las personas que acuden a ellos para pedir ayuda. Debemos evitar la tentación de convertir cada sesión de consejería en otro sermón. En la consejería, los pastores escuchan primero y hablan después. Debemos prestar atención a la advertencia de Salomón:
Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio.
El objetivo principal de la reunión inicial es comprender a la persona y sus mayores preocupaciones. Conocer a las personas –la manera en que responden a la vida, lo que más valoran, cómo se relacionan con los demás, y así sucesivamente– es lo que Dios te ha llamado a hacer para reflejar su preocupación por ellos.
Creemos que es mejor empezar con una pregunta general que permita que la persona dirija la conversación de la manera que le parezca mejor. Anteriormente sugerimos decir algo así: «¿cómo puedo ayudarte?». Esto, claro está, no significa que la persona establecerá el desarrollo de toda la reunión, sino que más bien, estás dejándole hablar acerca de lo que más le preocupa.
Escuchar bien requiere un delicado equilibrio entre permitir a alguien que libremente dirija la conversación y a la vez mantenerla en su sitio. Todos tenemos inclinaciones distintas al respecto. Algunos tendemos a ser oidores muy pasivos y nunca expresamos una pregunta de ayuda que dirija las cosas.
llegar a permitir que los aconsejados conduzcan la sesión cuando, francamente, no saben ni cómo empezar. Otros pueden sentir- se inclinados a que la conversación transcurra de la manera más eficiente posible, estableciendo una estricta lista de preguntas. El aconsejado se siente arrastrado por un anzuelo y es muy probable que así no muestre la disposición de dar la información que nece- sitamos. Escuchar de manera que ayude a dirigir la conversación provechosamente es una tarea difícil de poner en práctica.
Piensa en esto en términos de tomar control de la conversación, pero no de la persona. Quieres individuos que tengan la libertad de ir donde deseen dentro de los límites apropiados, pero que no se sientan presionados a tomar una dirección específica. Escucha pacientemente y no hables de más a los aconsejados, pero, al mismo tiempo, no seas pasivo. Más que eso, tienes solo una hora más o menos. Si los dejas hablar sobre lo que deseen al ritmo que deseen, probablemente mencionarán algunas cosas útiles, pero otras mu- chas que no lo son. La clave está en hacer preguntas de seguimiento que te proporcionen información útil. Esto se hace mostrándoles los límites, pero sin amarrarlos demasiado. Una buena pregunta de seguimiento sería tanto para conocer la preocupación de una per- sona, como para dirigir la conversación hacia la información más útil para llegar al fondo del problema.
Para hacer preguntas de seguimiento necesitas ser claro en cuanto a la información que deseas obtener. Haz preguntas que te dirijan a asuntos centrales, no solo a detalles superficiales.
Básicamente, dejando hablar al aconsejado estás tratando de discernir la manera en que el corazón de una persona está respondiendo a Dios, a sí mismo, a otras personas y a las circunstancias. (creencias y deseos)
e más allá de las preguntas que aportan información su- perficial en cuanto a la vida de una persona. Está claro que necesitas suficientes detalles acerca de la vida de tu amigo para poder entender la magnitud de su problema, pero existe el pe- ligro de quedarte corto. Somos más propensos a reunir más bien datos concretos acerca de la vida de una persona, que a hacer preguntas que den mayor calado y profundidad. Las pre- guntas verdaderamente profundas son aquellas relacionadas con el corazón. Son más difíciles de hacer porque son indiscre- tas y exponen claramente cómo es una persona (Pr. 4:23; 20:5; Mt. 12:34; Lc. 6:43-45). Indagar en el corazón de alguien te ayuda a entender los pensamientos, deseos, anhelos y moti- vaciones que están detrás de la conducta. No se trata de una conversación informal.
Te animamos a tomar notas para mantenerte centrado en la conversación. Tomar notas también te ayuda a ordenar la información que la persona exterioriza de forma desorganizada. (Apèndice D)
Las notas ayudan a la mente sobrecargada a recordar las cosas con exactitud.
OFRECE ESPERANZA
Uno de tus principales objetivos durante esta primera sesión es ofrecer esperanza a alguien que probablemente se encuentra muy desesperanzado. La esperanza que ofrezcas no es decir que las cosas mejorarán en su situación. Oramos para que esto sea así, pero sabemos que nuestro Señor Jesucristo usa las tribulaciones para cumplir grandes cosas en la vida de aquellos que confían en él.
No obstante, la manera en que utilices las Escrituras es tan importante como el hecho de que las estás utilizando. Fundamentalmente, deseas que la persona vea la vida desde la perspectiva de Dios, lo cual significa que tú, el pastor, necesitas acercarte de forma apropiada a las Escrituras. Una hermenéutica imprecisa es como un hombre ciego con una escopeta. Tienes demasiado poder como para usarlo mediocremente.
Así que, ofrece esperanza utilizando las Escrituras para mostrarle una visión de la vida de esa persona a la luz de la gloria cósmica. Una manera de hacer esto es concluir la primera sesión resumiendo lo que escuchaste decir a tu aconsejado acerca de su situación y añadiéndole lo que la Biblia dice que se puede hacer en cuanto a ello. Al final, toda esperanza descansa en la obra terminada de Jesucristo, por lo que no podemos equivocarnos con los textos básicos que reflejan esta esperanza transformadora de vida (Ro. 15:13; Ef. 1:18-19; Col. 1:21-23; 1 Ti. 4:10; Tit. 3:5-7; 1 P. 1:3-5). También puedes enfocarte en aspectos específicos de esa esperanza que quizá se adapten a su situación específica. Por ejemplo:
En situaciones de gran sufrimiento, la esperanza de una creación redimida (Ro. 8:18-25).
En situaciones de aflicción, la esperanza de la presencia eterna de Dios sin dolor (Ap. 21:1-5).
En situaciones de conflicto, la esperanza de la paz de Dios en medio de conflictos (Ef. 2:14-18).
En situaciones de falta de confianza en Dios, la esperanza de su recepción de expresiones honestas de fe (Lm. 3:21-25).
Estos son solo algunos ejemplos. La clave es que puedes infun- dir esperanza no solo con pasajes que incluyan el término esperanza, sino también con cualquier pasaje de las Escrituras que demuestre el carácter de Dios reflejado en el evangelio de Jesucristo. Por tan- to, los matices de esperanza son tan abundantes como los aspectos del carácter de Dios: su voluntad redentora hacia aquellos que se resisten, su habilidad de cambiar cualquier corazón para que res- ponda a él como dador de vida, su sabiduría en la organización de los ínfimos detalles en la vida cotidiana, su bondad hacia el débil y el herido, su justicia diaria para corregir todo error, su celo en la protección de sus hijos.
ESTABLECE EXPECTATIVAS
Al acercarte al final de la sesión inicial, propón algunas tareas algunas tareas para casa que ayuden a establecer sanas expec- tativas. Primero, asigna un poco de preparación. Parte del proceso de consejería transcurre fuera de la reunión. Toman- do prestado el lenguaje de 1 Pedro 1:13-14, esto forma parte de la tarea de preparación de la mente para pasar a la acción de fundamentar la esperanza en la gracia de Cristo y así rescatar un alma de los deseos pecaminosos. El esfuerzo personal es necesario para preparar el alma de cara al crecimiento.
La preparación asignada es una parte importante en el trabajo de orientar un alma hacia Cristo, y un componente importante de esa preparación son las Escrituras. Básicamente, se trata de indicar pasajes específicos de las Escrituras con preguntas que guiarán a las personas a aplicarlas en su vida. Los pasajes que indiques a una persona nunca deberán ser el resultado de una búsqueda bíblica irresponsable para obtener respuestas rápidas. Debes presentar textos para el estudio personal que ayuden a alguien a ver de qué forma su corazón puede relacionarse correctamente con Cristo en circunstancias adversas.
A continuación, algunas preguntas útiles para determinar los pasajes más convenientes:
¿Qué necesita esta persona para ver más claramente a Jesu- cristo? ¿Y acerca de su evangelio?
¿Qué necesita esta persona para comprenderse mejor a sí misma?
¿Qué necesita escuchar esta persona en cuanto a la manera en que debe relacionarse con los demás?
¿De qué manera puede ser reajustada la perspectiva de vida de esta persona para que tenga una visión bíblica del sufrimiento?
Resalta el pasaje con preguntas de ayuda que guíen a la persona hacia estos aspectos. Estas preguntas no deben ser muy complejas, sino una guía básica hacia los principios que están en el texto, los cuales son importantes para la situación a la que se enfrenta la persona. He aquí un ejemplo:
Dedica un momento a leer el Salmo 13. Aquí el salmista está experimentando algún tipo de problema pero lo procesa primera- mente desde la perspectiva de Dios «esconderás tu rostro» (v. 1). ¿De qué manera puedes relacionar esto con la pérdida de tu trabajo? ¿Qué pide el salmista a Dios (v. 3)? En tu situación, ¿Piensas que el Señor Jesús escucharía una petición similar? ¿Qué se de- termina a hacer el salmista tras haber expresado su petición (v. 5-6)? ¿Qué supondría para ti hacer lo mismo teniendo en cuenta todo el temor, vergüenza e ira que te produce esta pérdida?
Para hacer bien esto, necesitas conocer tu Biblia. Y cuanto más experimentes el consuelo y el malestar que hay en sus pá- ginas, más capacidad tendrás de ver lo más adecuado para otra persona. Además de la lectura de las Escrituras y la oración, otras asignaciones útiles podrían ser
La lectura de un libro en particular, con preguntas orientativas;
Un ejercicio relacional, como por ejemplo escribir una car- ta a alguien;
Un ejercicio de responsabilidad, como enumerar los debe- res de una persona con relación a Dios o a otras personas;
Un ejercicio de conflicto, en el cual una pareja procesa las dinámicas durante una pelea, usando preguntas guiadoras;
Un diario;
Escribir una oración de alabanza, confesión o acción de gracias.
Nuestra esperanza es que a través del trabajo de preparación enseñemos a la persona a depender de la Palabra de Dios. Nada puede sustituir eso. Cualquier otro tipo de trabajo de prepa- ración personal debe ser siempre un complemento de la tarea principal, la cual es el uso de las Escrituras y la meditación a través de la oración.
Una segunda tarea que asignar para casa, conforme conclu- yes, es tomarte un momento para trazar los parámetros de la relación de consejería. Dependiendo de la duración, el pastor identificará lo mejor posible la cantidad de consejería necesaria y dará por lo menos una estimativa de las reuniones necesarias. Controla el impulso de comprometerte demasiado. Si no estás seguro, entonces solamente di que volverás a revisar el asunto en la próxima reunión. También, establece claramente la dura- ción que deberá tener cada reunión. Por el momento, si planeas reunirte semanalmente, una hora es un buen margen para el bien de ambos, el pastor y el aconsejado. Si las reuniones son menos frecuentes –quizá una vez al mes– puedes considerar reunirte por unos noventa minutos o más
Es mejor establecer límites claros acerca de los momen- tos en los que es, y no es, apropiado llamarnos, el tiempo para devolver los mensajes, y lo que podría considerarse realmente una emergencia. Uno de nuestros errores pastorales de novato más habituales era ofrecer a los matrimonios con problemas la opor- tunidad de llamarnos cuando estuvieran en medio de una pelea seria. ¿Adivina lo qué sucedió? Recibíamos frecuentes llamadas a todas horas de la noche. Por tanto, a menos de que disfrutes de tener los teléfonos sonando sobre tu mesita de noche, deja claros los límites.
El paso final antes de concluir con una oración es anotar la fecha de vuestra próxima reunión en tu calendario. Cuando concluye la reunión inicial y todos volvéis a la rutina del diario vivir, se puede perder mucho tiempo y energías tratando de localizar a las personas y coordinar las agendas a través del correo electrónico, mensajes de texto o llamadas. Lo más recomendable es programar las reuniones mientras todos estéis presentes al concluir la reunión inicial.
Luego, ora por ellos. No superficialmente, sino con sinceridad y sin prisa. Ofréceles un modelo en cuanto a la interacción sincera con Dios respecto a su problema particular. Trata lo más que puedas de eliminar argumentos que ellos pudieran sentirse tentados a desechar como banales. Mientras oras sobre cada problema, hazlo de tal manera que muestre que el evangelio es una respuesta suficiente para su situación y que pueden acercarse al trono de la gracia para recibir ayuda en momentos de necesidad.
Las sesiones iniciales que hemos abordado hasta ahora solo sirven como punto de partida para construir en la vida de una persona. Todavía hay mucho camino por recorrer mientras seguimos el plan de edificación. En cada etapa, recuerda el método que desarrollamos en cuanto a escuchar, examinar y hablar a la manera en la que el corazón responde a Dios, a los demás, a las circunstancias, y a uno mismo.
Ahora vamos a desentrañar cuatro aspectos clave, los cuales deben formar parte de cada sesión de esta nueva etapa, en mayor o menor grado: (1) actualizar la información; (2) preguntar acerca de las tareas asignadas previamente; (3) seguir examinando las inquietudes; (4) ofrecer remedios redentores.
Actualiza la información:
A veces las personas están moles- tas por alguna conversación que acaban de tener, sienten pavor por tener que admitir algún fallo cometido la semana pasada, o están preocupadas por alguna situación que surgió en el trabajo.
Pedirles información actualizada en cuanto a cómo les está yendo les permite expresar lo que es más urgente para ellas. Esto puede proporcionarte una visión privilegiada de cómo el corazón de esta persona está respondiendo activamente a las actuales circunstancias. También puede ser una magnífica oportunidad para mostrar el gran valor de la Biblia frente a situaciones que a primera vis- ta no parecen tan espirituales. La Biblia tiene jurisdicción sobre todo en la vida, y tú lo demuestras al preocuparte por las recientes experiencias de alguien.
Explícame cómo te ha ido esta semana con respecto a algunas de las cuestiones que hemos discutido:
¿Cómo llevas la situación, estás animado o desanimado?
¿En esta última semana has pensado algo o has conseguido algún logro al respecto?
¿Han surgido algunas situaciones relacionadas con lo que hemos estado hablando?
¿Ha sucedido algo durante esta semana que pienses que sea útil tratar?
PREGUNTA ACERCA DE LAS TAREAS ASIGNADAS
Después de las actualizaciones, pregunta acerca de las tareas asignadas previamente.
te lleva a valorar cómo el material ha obligado a la persona a entender mejor su propio corazón y poder ver a Cristo en medio de sus problemas.
El trabajo más habitual que se da a la persona entre las distintas sesiones de consejería será el estudio de un pasaje significativo de la Biblia y la meditación sobre el mismo acompañada de oración. Debes tomarte el tiempo para estudiar el texto asignado y el entendimiento bíblico obtenido por el aconsejado. La mejor manera de identificar esto es hacer preguntas que revelen estas tres cosas:
1. ¿Está entendiendo la persona lo que el texto realmente significa?
2. ¿Ve las implicaciones de ese significado en su vida? 3. ¿Ve cómo esas implicaciones apuntan a Cristo Jesús?
Básicamente, revisar las tareas asignadas es una buena mane- ra de enseñar a una persona a leer bien la Biblia y aferrarse a su sabiduría en su vida cotidiana.
Si le diste otros deberes (escribir, hojas de trabajo, ejercicios prácticos, etc.), has de asegurarte de que sabes lo que la perso- na sacó en claro de ellos. Si no preguntas por estos trabajos, lo que demuestras es que no crees que sean tan importantes. El aconsejado estará rápidamente de acuerdo contigo y perderá la motivación de hacerlos.
Es impor- tante conocer los retos en la vida de las personas para poderles dar el trabajo de capacitación adecuado. Por supuesto, es posible que alguien solo esté interesado en usar las sesiones de consejería para quejarse y quejarse, sin estar realmente dispuesto a hacer algo en cuanto a su problema. Si una persona demuestra per- manente una falta de interés en el seguimiento de su problema, entonces es el momento de tener una conversación y decirle que no pierda el tiempo, ni te lo haga perder a ti con un proceso que no se está llevando a cabo en realidad.
SIGUE EXAMINANDO LAS INQUIETUDES
Si las tareas asignadas se organizan bien, hablar sobre ellas conducirá inevitablemente a una exploración mayor de las áreas de preocupación que ya conocemos. En la mayoría de las sesiones, continuarás creciendo en tu comprensión de los problemas de los aconsejados y viendo cómo sus corazo- nes responden a los últimos acontecimientos. La vida sigue desarrollándose para ellos. Hay que hacer un ejercicio de ob- servación. Los malos matrimonios se disuelven. Las mujeres con trastornos alimenticios pierden más peso. Las personas deprimidas perderán sus trabajos. Los que suelen hacerse cor- tes, se cortarán. La cuestión es que los problemas nunca son estáticos. Trata de entender cómo el corazón de una persona responde dinámicamente a lo que está viviendo.
Las situaciones de las personas evolucionan con el tiempo, y el pastor tendrá que mantenerse al día. No siempre es fácil man- tener separado lo que ocurre en la situación de una persona de su respuesta a esa situación. Tienes que escuchar con atención el lenguaje que las personas usan ya que este puede estar cargado de emoción, revelar alguna percepción crítica errónea, e inclusive pro- clamar ciertas lealtades poco saludables. Las palabras suministran una presión barométrica acerca de ellos. Revelan lo que una perso- na cree, lo que desea, y a lo que se dedica. «Odio a mi marido», «no creo que Dios se preocupe por mí», «me doy por vencido», «nadie sabe lo que es esto». Este tipo de declaraciones revelan tanto lo que creen, como sus emociones. No tengas miedo de afrontarlas. Si hu- yes de los temas que revelan emociones fuertes, perderás una gran oportunidad de evaluar el corazón. No te apresures torpemente en medio de momentos emocionales. A menudo esos momentos te acercan al encuentro de los anhelos y las creencias más profundas de una persona. Estos momentos pueden aproximarte a la comprensión de aquello a lo que alguien rinde culto.¿Están los valores y creencias de esa persona orientados a la adoración a Cristo Jesús, o los utiliza en servicio de sí mismo?
Las diferentes respuestas del corazón de una persona –hacia Dios, hacia sí mismo, hacia los demás y hacia las circunstancias– que detalla nuestro método, proporcionan una manera de medir lo que una persona adora. Fuimos hechos a la imagen de Dios y fuimos hechos para adorarle. Ese impulso natural a la adoración se dirige a Dios o a mil dioses rivales: la afirmación de aceptación social, la satisfacción en los logros profesionales, la seguridad de determinada relación, la comodidad de un estilo de vida más fá- cil. Aquello de lo que la gente suele hablar, aquello a lo que se
sienten atraídos, cómo pasan su tiempo, en resumen, cómo sus corazones responden a la vida, tiene que ver con la adoración. Los pastores deben pensar fundamentalmente en la consejería no como un intento de solucionar los problemas, sino como un intento de reorientar la adoración a las cosas creadas hacia el Creador por medio del evangelio de Jesucristo.
Hay dos advertencias importantes que hacer cuando se explo- ran la situación y las respuestas del corazón de una persona. En primer lugar, no te precipites o seas simplista al etiquetar lo que el corazón de una persona está adorando. No eres un cazador de ídolos, como si estas cosas pudieran ser etiquetadas fácilmente. Un adicto a los videojuegos de treinta y cuatro años de edad, no está adorando a su X-box. Una adolescente sexualmente activa no está adorando a su novio. Al igual que los dioses de la fertilidad cananeos que tanto atraían al pueblo de Israel, estos objetos suelen ser medios para alcanzar algo más. Israel no estaba enamorado de una pieza tallada en la madera, pero sí de aquello que pensaron que ese dios podía darles: fertilidad, riqueza, prosperidad, seguridad, pertenencia, perpetuidad generacional, en otras palabras, la vida en sus propios términos. Querían todos estos beneficios aparte de su Creador. Así que el verdadero problema de Israel fue que rechazó a Dios en busca de una vida sin él.
El adicto a los videojuegos está usando la X-box como un objeto que le ayuda a alcanzar una serie de cosas: la sensación de estar rea- lizando grandes hazañas, un escape de las dificultades del mundo real, o el simple placer de estimular sus impulsos. Sea cual sea la combinación, lo que está buscando es vivir al margen del gobierno de Dios. La adolescente sexualmente activa está utilizando a su no- vio para alcanzar otras cosas: un sentido de pertenencia relacional
la aceptación en un grupo de amigos, escapar de una familia sin amor, o tal vez el simple placer del sexo. Estos son asuntos de ado- ración que van más allá de la superficie del objeto.
En segundo lugar, cuando una persona viene a ti en busca de ayuda, no supongas que es plenamente consciente de lo que le mo- tiva. Las personas pueden tener motivos, deseos, e incluso algunas creencias de las que no son plenamente conscientes. No todos los aspectos de la respuesta de una persona son el resultado de la de- terminación inmediata y consciente. No estamos necesariamente de acuerdo con la teoría de un subconsciente, la cual prevalece en mucha psicología. Simplemente señalamos que las personas tienen diferentes grados de consciencia de sus deseos, creencias o inten- ciones. La consejería a menudo aumenta la visión de una persona con respecto a su propio corazón, ayudando a que sea más cons- ciente en cuanto a por qué piensa, siente, o actúa de cierta manera.
¿Por qué estamos mencionando esta segunda advertencia? Nos libra de empezar desde la amonestación. A menudo, la exhortación directa no es el sitio por el que empezar. Un marido enfadado puede pensar que él solo se ofendió debido a la última pelea, por ejemplo, por un desacuerdo acerca de las finanzas. Si identificamos a su ídolo con el dinero y le castigamos por su ira no vamos a lograr nada. Tienes que ayudarle a ser más consciente de las cosas que cree acerca de su esposa –que es materialista o irrespetuosa–, de las cosas que él quiere –libertad para hacer lo que quiera–, y de otras maneras en las que su ira se expresa (comentarios sarcásticos o falta de cariño hacia ella).
Lo que este hombre necesita es una paciente exploración de su problema e instrucción que ilumine su corazón. Y esto lleva tiempo. No puedes decirle tan solo cuáles son sus ídolos, entonces exhortarle a adorar a Dios en lugar de ellos. No supongas que las personas son plenamente conscientes de lo que motiva sus sentimientos y comportamiento. La amonestación es necesaria, pero es más efectiva cuando alguien se da cuenta tanto de lo que está haciendo como de por qué lo hace.
Estas advertencias importantes sobre la forma de abordar las cosas que un corazón adora te ayudarán a conducir a las personas de una manera más apropiada. El apóstol Pablo dice lo siguiente en 1a Tesalonicenses 5:14: «También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos». Pablo nos anima a ser más exigentes en nuestro acercamiento a las personas con distintos problemas. La gente ociosa necesita exhortación. Los cohibidos necesitan aliento. Los débiles necesitan ayuda. Los faltos de fe necesitan esperanza. Los necios necesitan reprensión. La maltratada necesita protección. El abusado necesita consuelo. Y así, la lista podría seguir.
La mayor constante en todas las conversaciones de consejería es la de ser «paciente para con todos». El crecimiento espiritual toma tiempo y requiere paciencia, tanto de parte del consejero como del aconsejado. Hay que tener en cuenta un panorama más amplio y una visión de largo alcance. La consejería puede durar solamente unas cuantas reuniones, pero el crecimiento espiri- tual ha de ser perseguido durante toda la vida (Fil. 1:6; 2:12-13). Nuestro objetivo primordial es construir una infraestructura espiritual para la vida, no tapar fugas. Al mismo tiempo que la gente crece en el conocimiento de sus propios corazones, también puede crecer su fe en Cristo, para que sean más como él a cada día que pasa.
OFRECE REMEDIOS REDENTORES
Por último, ofrece remedios redentores. En algún momento de toda sesión de consejería ha de haber un cambio desde la explora- ción de las preocupaciones de la persona a proporcionar orientación específica para sus problemas. Una vez que estés informado, hayas revisado las tareas asignadas previamente, y hayas sondeado las preocupaciones un poco más, es el momento de pasar a una con- versación acerca de la mejor manera de lidiar con los problemas.
Gran parte de tu trabajo en el paso anterior fue descubrir aquello a lo que el corazón está adorando. En este siguiente paso, estamos animando a la persona a adorar a Dios en su situación específica. ¿Cómo responde a las dificultades en su vida? ¿Tiene fe en Dios, o ha puesto su esperanza en otro lugar? Ninguna estra- tegia que el pastor emplee puede inducir a una persona a adorar. Solamente Dios puede promover la adoración en el corazón. Y aunque esto es algo muy misterioso, aquí tienes algunas cosas que están muy claras en las Escrituras:
La correcta relación con Dios en la adoración solo tiene lugar por la fe (Ro. 1:16-32).
La fe viene por el oír la palabra de Cristo (Ro. 10:17).
La palabra de Cristo es proclamada por agentes humanos (Ro. 10:14-16).
La fe es un don de Dios. Pero Dios elige usar a su pueblo para proclamar su Palabra como medio para promover la fe. Puedes ver la consejería como proclamación de la Palabra de Dios hecha a medida, la cual es un medio para construir la fe en Cristo y que el corazón pueda adorarle correctamente. Este es tu objetivo: promover la fe que se traduce en una adoración sincera que exalta a Cristo sin importar las circunstancias.
Esto no quiere decir que una vez que hayas encontrado senti- do al problema empieces a predicar a los aconsejados en lugar de hablar con ellos. La consejería no es tanto un sermón, como una conversación. Nosotros hemos tenido la misma tentación que tú en cuanto a la consejería: decirle a la gente lo que está mal en su vida, lo que la Palabra de Dios dice para luego indicarles el camino a la puerta del despacho. Por favor, no lo hagas. No les prediques; habla con ellos.
Pero se trata de conversar con el propósito de brindar instruc- ción. Al fin y al cabo, eres pastor. Estudiad juntos las Escrituras, pensad en maneras de aplicarlas a su situación, y haced planes concretos para que exista compromiso con lo aprendido. Enséña- les a partir del texto, especialmente cuando hay malentendidos o una mala interpretación. Quizá no sepas que una queja bastante común de los que acuden a consejeros profesionales es que no están recibiendo suficiente orientación en cuanto a cómo hacer frente a sus problemas. Los pastores no deben cometer el mismo error. Deben ser canales de la sabiduría de Dios ante el sufri- miento y el pecado de las personas.
Dependiendo de la persona y la situación, el pastor puede emplear una gran cantidad de estrategias redentoras al sugerir una solución. Algunos ejemplos:
Presenta de nuevo a Dios
Debido al rampante analfabetismo bíblico que hay en nues- tros días, no es de extrañar que muchos cristianos tengan una comprensión superficial del carácter de Dios. Sin embargo, co- nocer a Dios como se revela a sí mismo en su Palabra es la mayor fuente de confianza para la vida humana (Jer. 9:23-24). Llegar a conocer el carácter de Dios será útil sin importar el problema.
Una comprensión defectuosa de Dios afectará la forma en que respondemos ante la vida. Si una persona ve a Dios como un ser escudriñador y crítico, responderá con resignación y con temor; de esa manera el cristianismo se basa en el desempeño moral y la vida se vuelve carente de gracia. Si una persona ve a Dios como al genio de la lámpara mágica o como a Santa Claus, esperando que le conceda la felicidad, no es de extrañar que responda con frus- tración y decepción cuando llegue el sufrimiento, y se mostrará incómodo cuando le expliques que Dios actúa siempre para su propia gloria final.
Los conceptos erróneos referentes a Dios siempre están vinculados a los deseos más profundos de una persona y sus ex- pectativas básicas en cuanto a la vida. El verdadero conocimiento de Dios trae orden a esos deseos y expectativas.
Aparta la psicología
A veces, la gente abraza de tal manera las normas de la cultura circundante que gran parte de tu trabajo pastoral es disuadirlos de prioridades y valores que simplemente no son bíblicos. Entre muchas de estas personas habrá cristianos confesos, pero que en gran parte ven la vida dentro de un marco de normas mundanas. Esto puede verse explícitamente en el caso de los que están,
altamente identificados con etiquetas psicológicas como la bipolaridad, depresión o trastornos relacionados con los traumas; o implícitamente, como cuando hablan en el lenguaje de la psicología popular.
Ayudar a alguien a verse a sí mismo principalmente como un hijo de Dios –y no como un bipolar o un esquizofrénico– o a aceptar el sufrimiento como algo normal para un cristiano –en lugar de huir de él– va a requerir que el paciente reelabore algu- nos supuestos muy sutiles. Lo más cierto en cuanto a un cristiano es que él o ella son el tesoro más preciado de Cristo, a pesar de la situación que puedan estar atravesando. Mientras que la gente siga funcionando al margen de esta prioridad, tendrá dificultades para responder con fe a sus problemas (Fil 4:3-16). ç
Desprogramar el activismo
Si las personas están sumidas en la trampa del activismo pensando que deben «hacer» algo para ganar el favor de Dios, entonces tienen que crecer en su comprensión de la gracia (Ef. 2:4-10) y aprender a descansar en el amor de Dios (Ro. 8:31-38). Toda una vida de mentalidad legalista basada en el activismo no cambia de la noche a la mañana. Algunos miembros de la igle- sia acudirán a ti con un modo de pensar y de vivir tan arraigado que te sentirás como si estuvieras desprogramando a personas que acaban de salir de una secta. Otros se esconden detrás de una visión legalista de Dios para evitar ver con más profundidad aquellas cosas en las que se quedan cortos. En cualquier caso, los cristianos que están profundamente arraigados en formas de pensar no bíblicas deben ser confrontados con la doble verdad de que los seres humanos somos más infames de lo que estamos dispuestos a reconocer y, sin embargo, somos capaces de llegar a ser más santos de lo que nos atrevemos a esperar.
Contrastar suposiciones funcionales y confesionales
Lo que decimos que creemos y la manera en la que en realidad funcionamos son dos asuntos que están bastante reñidos el uno con el otro. Una mujer adulta que fue golpeada por su padre cuando era niña tendrá muy difícil confiar en los hombres, o en dejar que estos lleven la autoridad, aun sabiendo cómo la Escritura describe la conducta de los varones redimidos. Un adulto que fue abandonado de niño por unos padres adictos a la cocaína querrá vivir convencido de que tiene que valerse por sí mismo, ya que no puede confiar en nadie más, a pesar de lo que está leyendo en cuanto al poder de la hermandad cristiana. Ambos creyentes luchan con suposiciones funcionales que actúan como principios rectores para sus vidas. En estas dos situaciones, los principios funcionales son bastante sencillos. Sin embargo, la mayoría de nosotros caminamos por ahí con suposiciones funcionales mu- cho más sutiles, las cuales orientan mal nuestras vidas, por lo que son más difíciles de identificar.
Las suposiciones confesionales, por otro lado, son lo que sabemos que es verdad según la Biblia. Podemos socavar las dañinas suposiciones funcionales mediante la enseñanza de suposiciones confesionales verdaderas (Sal. 73:1-28). Los pastores deben erradicar la culpa, la vergüenza y las mentiras que definen las suposiciones funcionales. Y debemos suplicar, enseñar y persuadir a la persona del increíble valor de tener una vida orientada hacia la perspectiva de Dios. En la medida en que la mujer maltratada reconcilie los abusos de su padre con el amor de Dios hacia ella, puede llegar a reconsiderar que la autoridad masculina autosacrificial es realmente posible en este lado del cielo. A medida que el adulto hijo de drogadictos comprende tanto los límites de las relaciones humanas como la redención de estas relaciones en Cristo, aprenderá a tener la adecuada confianza en otros.