No basta con orar

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Así, cuando levantamos oración, debemos igualmente celebrar la familiaridad con que podemos dirigirnos a Dios

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4 Verdades indispensables para cautivar el oído de Dios
¡No le hables así a tu padre!. ¿Cuántos no escuchamos esta exhortación de nuestra madre, y jamás la interpretamos como una interrupción a la comunicación espontánea de la intimidad familiar? Antes bien, comprendemos que el tono y las palabras para dirigirnos a nuestro padre deben estar sazonados tanto de familiaridad como de respeto. Así, cuando levantamos oración, debemos igualmente celebrar la familiaridad con que podemos dirigirnos a Dios como Padre -otorgada por Cristo-, y preservar, la reverencia que le debemos al Altísimo. Estos cuatro breves puntos, son un diapasón que te ayudará a afinar el tono de tus oraciones, de manera que estas resulten verdadero olor fragante delante de Dios.

1: No basta con orar

S. Lucas 11:1

"Señor, enséñanos a orar". La pregunta de los discípulos fue desconcertante. No eran una banda de ateos incomodados por la oración. La oración pertenecía a su cultura judía, era cosa de la vida cotidiana. La impresión no era porque Jesús oraba; más bien por cómo oraba. Su lenguaje era un idioma extraterrestre, diferente, del cielo. Por primera vez supieron que sólo orar, no basta. Había que ascender a un nuevo nivel de oración.
Hoy día, la necesidad es más seria. Hay demasiado silencio en el cielo porque lo cristianos casi no oran. La oración les es como un extinguidor: solo para usarse “en caso de emergencia”
Hermano, el día de hoy Jesús quiere dos cosas de ti: que ores, y que aprendas a orar bien. Que tus oraciones sean recibidas en el cielo no solo porque las ofreces “En el nombre de Jesús”, sino porque estas aprendiendo a hablarle mejor a tu Padre.
Te propongo que te comprometas a cumplir tres puntos más del sermón, con la finalidad de que tus oraciones sean tanto aceptables, como agradables a Dios.

2- Oraciones sin puntería

Santiago 4:3 RVR60
Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
"Imagínese si usted hubiese contestado con un sí a todas las peticiones que le han hecho sus hijos; dónde estarían sus hijos". Al igual, imagínate si Dios te hubiese contestado que sí a toda petición, cuántas te hubieran llevado a la ruina.
Esta porción de la Biblia habla de las oraciones desatinadas "Pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". Entendamos, más oraciones son levantadas al cielo que las que son contestadas en la tierra. Hay un inmenso archivo en el cielo, apilado de oraciones desatendidas, descartadas por carnales. Se subdividen en oraciones anti-bíblicas y extra-bíblicas.
Las anti-bíblicas transportan deseos que van en directa colisión a la voluntad de Dios. Las extra-bíblicas transportan prioridades tergiversadas. Ambas deshonran al Padre pues piden aquello contrario a la dignidad de su persona.
Las respuestas que más rápido descienden del cielo, son a las oraciones que tienen la gloria de Dios por blanco, no el amor por el mundo; el bienestar espiritual, antes que los apetitos de la carne. Recuerda, donde Dios no tiene boca para hablar, el hombre no debe tener boca para pedir.

3- Tuteo con Dios

Hebreos 5:7 RVR60
Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
Las palabras "Padre nuestro" han sido trilladas. Cientos de miles, si no millones de personas en algún momento han comenzado su oración con estas palabras pronunciadas con trivialidad.
Para los discípulos, no obstante, las palabras expresaban un concepto espectacular. Pues para el Judío, encerrado en un formalismo impersonal, Dios era demasiado trascendente, distante, remoto. La forma que Jesús les enseñó a abrir en oración rompió ese esquema y los introdujo al círculo de Su intimidad. A través de la fe en el Hijo, tenemos acceso al omnipotente como Padre. Y no un Padre distante como tantos resienten; un Padre a quien íntimamente llamamos “Abba” (Papito), y que tiernamente nos escucha (Rom. 8:15).
Hoy día muchos se encuentran en el polo opuesto. Dios no es sólo su Padre, es su camarada, su cuate. Se acercan con ligereza más que familiaridad; como si de alguna manera Dios les debe sus bendiciones.
Esta porción bíblica presenta el perfecto equilibro: la familiaridad reverente. Relata el tiempo de mayor crisis en la vida de Jesús, cuando levantó oración a aquel con quien estaba familiarizado por toda la eternidad, pero que fue escuchado por hacerlo con temor reverente.
El día de hoy proponte levantar tu oración con un tono reverente. Tal oración, no quedará desatendida.

4- La oración ministerial

1 Reyes 3:9-14

Nadie nos tiene que enseñar a pedir. De hecho cuando niños, nuestros padres no retaban pedinches (pedigüeño); somos maniáticos del autoservicio de nacimiento. Si dividimos nuestras oraciones en dos secciones: “Para mí” y “ para los demás”, el desbalance sería notorio.
La lección a aprender en esta porción de Reyes, es una fórmula de apariencia contradictoria: los que más piden para otros, más obtienen para ellos. A Dios le complació que la búsqueda inicial de Salomón, no resultó ser una sesión de pedidos personales. No fue una oración autocentrada sino descentralizada. Suplicó gracia para atender a los asuntos del pueblo de Dios a su cargo, y Él lo colmó con una bonificación repleta de bendición inesperada.
A esto se le llama la oración intercesora. Asegúrate hoy, mañana y siempre, que una buena rebanada de tus oraciones sea por los demás; especialmente por aquellos bajo tu cargo, cuyo cuidado es surtido por el flujo de la gracia de Dios a través tuyo: como en el caso de Salomón para con el Pueblo.
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