A CESAR LO DE CESAR Y DIOS LO DE DIOS
Introducción
Exposición contextual
La forma diabólica en el obrar de los principales líderes judíos
“No todo el que me dice Señor, Señor, entrará al Reino de los Cielos
La verdadera intención de los espías hipócritas
La divina respuesta de “La Sabiduría de Dios - Cristo Jesús”
Las monedas se utilizaban como propaganda en el mundo antiguo, y esta moneda proclamaba la ideología imperialista romana.
Esta moneda tenía la efigie del emperador y una inscripción en una de las caras: TI[berius] CAESAR DIVI AVG[usti] F AVGVSTVS (Emperador Tiberias hijo del divino Augusto). Por la otra cara, algunas monedas tenían la figura de una mujer mirando hacia la derecha, sentada en un trono, con una corona y un cetro en la mano derecha y una palma o rama de olivo en la izquierda. La inscripción decía: PONTIF[ex] MAXIM[us] (Sacerdote principal). En otras palabras, la moneda anunciaba que Tiberio era un ser divino o semi-divino por ser hijo del divino Augusto. La mujer era una sacerdotisa o la esposa de Augusto, Livia, madre de Tiberio, y proclamaba la Pax Romana que había sometido a todas las demás naciones.
El denario rezumaba idolatría, y Jesús resalta este hecho al preguntar sobre las imágenes y la inscripción. Poseyendo esta moneda, los supuestos informadores se incriminaban a sí mismos como impíos ya que introducían en el templo una imagen grabada no permitida.
Exposición del Texto
Objetivo del Sermón
Puntos a Tratar
1. El magistrado civil y su poder otorgado
a) El oficio del magistrado civil, limitado y otorgado
b) Razones bíblicas para la sujeción a los magistrados civiles
CAPÍTULO VEINTITRÉS
Del magistrado civil
XXIII.1 Dios, el supremo Señor y Rey de todo el mundo, ha instituido a los magistrados civiles, para estar, bajo Él, sobre el pueblo, para su propia gloria y para el bien público. Para dicho fin los ha armado con el poder de la espada, para la defensa y estímulo de los que son buenos, y para castigo de los malhechores.
XXIII.2 Es lícito que los cristianos acepten y desempeñen el oficio de magistrado cuando son llamados para ello. En la administración de este oficio, ellos deberán mantener especialmente la piedad, la justicia y la paz, de acuerdo a las leyes sanas de cada Estado;464 así que para tal fin, pueden legalmente ahora, bajo el Nuevo Testamento, hacer guerra en ocasiones justas y necesarias.
XXIII.3 El magistrado civil no debe arrogarse la administración de la Palabra y de los sacramentos, o el poder de las llaves del reino de los cielos.466 Sin embargo, tiene la autoridad, y es su deber, velar para que la unidad y la paz sean preservadas en la iglesia, para que la verdad de Dios se conserve pura y completa, para suprimir todas las herejías y blasfemias, para impedir o para reformar todas las corrupciones y abusos en la adoración y disciplina, y para que todas las ordenanzas de Dios sean debidamente establecidas, administradas y cumplidas. Para el mejor cumplimiento de todo lo anterior, el magistrado civil tiene el poder de convocar Sínodos, y estar presente en ellos, y asegurar que todo lo que en éstos se acuerde, esté conforme con la mente de Dios.468
XXIII.4 El pueblo tiene el deber de orar por los magistrados, honrar sus personas,470 pagarles tributos y otros derechos, obedecer sus mandatos legítimos y estar sujetos a su autoridad por causa de la conciencia.472 La infidelidad o la diferencia de religión no invalida la justa y legítima autoridad del magistrado, ni exime al pueblo de debida obediencia a él; de la cual las personas eclesiásticas no están exentos,474 y mucho menos tiene el Papa poder alguno o jurisdicción sobre los magistrados, sobre sus dominios o sobre alguno de los de su pueblo; y aún menos para privarlos de sus dominios, o sus vidas, ya sea porque los juzgue que son herejes, o por cualquier otro pretexto.
Aplicaciones
Los cristianos no se diferencian de los demás por su nacionalidad, por su lenguaje ni por sus costumbres [ . . . ]. Viven en sus propios lugares, pero como transeúntes. Cumplen con todos sus deberes de ciudadanos, pero sufren como extranjeros. Dondequiera que estén encuentran su patria, pero su patria no está en ningún lugar [...]. Se encuentran en la carne, pero no viven según la carne. Viven en la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen todas las leyes, pero viven por encima de lo que las leyes requieren. A todos aman, pero todos les persiguen (Discurso a Diogneto, 5:1–11).
2. El Shaddai, su poder absoluto y gobierno por medio de sus actos de la Providencia.
a) El Shaddai
V.1 Dios, el gran Creador de todas las cosas, sostiene, dirige, dispone y gobierna a todas las criaturas, las acciones y las cosas,98 desde la más grande hasta la más pequeña, por medio de su más sabia y santa providencia,100 según su infalible presciencia y el libre e inmutable consejo de su propia voluntad,102 para alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia.