Consuelo de la Ciudad
Consuelo de la ciudad • Sermon • Submitted
0 ratings
· 44 viewsJesús se aparece en el camino a Emaús: abre los ojos, las escrituras y la mente.
Notes
Transcript
No cabe duda de que el Espíritu Santo dirige a Su Iglesia. El martes que empecé a preparar este tema, yo no sabía que Oaxaca sería declarado en semáforo verde el viernes. Mi parte lógica me decía, no empieces así el tema, pero “algo” más me indicó que esta era la forma de empezar. Por que la forma como el Espíritu me indicó que empezara es así:
Creo que a todos nos emocionan lo inicios, quizá de diferente forma, pero hay emoción al empezar algo, el día que empezaste a aprender a manejar, cuando fuiste padre o madre, el día que empezaste tu primer trabajo, o cuando empezaste a tener citas románticas. Y creo que a todos nos sucede que pasamos de la emoción al desencanto. De la emoción de manejar, al desencanto del primer golpe, de la emoción de ser padres, al desencanto de los pañales, desvelada; de la emoción del salir en la primera cita al desencanto de los corazones rotos.
En nuestra sociedad, familia, seguramente sabes de alguien que está pasando por un momento o de emoción por algo que empieza o que tiene, o de desencanto por el dolor de una separación, de una partida o una herida.
Digo esto, porque con la re activación -en algún momento- de la economía, clases, negocios, nosotros como cristianos, como Casa de Fe, necesitamos ser sal que sale del salero, luz que sale de su escondite, es un imperativo ¡nuestra sociedad nos necesita! Ellos no lo saben o lo quieren ignorar, sin embargo, hay una urgencia para que la sociedad vea que la iglesia de Cristo está presente. Más adelante entenderemos por qué digo esto.
Cada vez es más frecuente escuchar sobre violencia intrafamiliar, muertes violentas tanto de hombres como mujeres, cada vez los jóvenes le corren al compromiso matrimonial, cada vez hay más divorcios y familias sufren. Hay una sociedad que clama por justicia, clama por consuelo. No podemos ocultar la cabeza y pensar que mientras yo esté bien, que los demás se las arreglen como puedan.
Hoy quiero compartir algo que ha estado en mi corazón desde hace más de 14 años, y quiero empezar leyendo Jeremías:
“Esto dice el Señor: «En Ramá se oye una voz, profunda angustia y llanto amargo. Raquel llora por sus hijos, se niega a que la consuelen, porque sus hijos se han ido».” (Jeremías 31:15, NTV)
La ciudad de Ramá ubicada en la región de Benjamín y la frontera entre Judá e Israel es la ciudad desde la que saldrían los cautivos hacia Babilonia. Raquel una de las matriarcas de las tribus del norte, madre de José y Benjamín. En Egipto José tuvo 2 hijos: Manasés y Efraín, sus descendientes formaban parte de las tribus del norte. Raquel tipifica a los ancestros de Israel y Judá que lamentan la destrucción del reino el año 722 a. C., también lloran por la tragedia de Judá, la devastación de Jerusalén y el cautiverio en Babilonia
Raquel llora y no quiere ser consolada, no quiere porque sencillamente ¡no hay consuelo! El consuelo que quiere es que sus hijos estén con vida, ella no quiere escuchar palabras que le digan que todo va a estar bien, que más adelante verá que todo fue para bien. En el momento del dolor, sencillamente ¡no hay palabras que llenen! No hay argumentos que sirvan y que nos hagan sentir mejor ¿cómo es posible recibir consuelo cuando sus hijos -todos- están muertos?
Sabes, lo trágico es que esa voz sigue clamando, pero pocos escuchan y hacen eco de esa voz. Se oye una voz, la voz de familias que han perdido un familiar, la voz de familias donde ha habido abusos, la voz de miles y miles de niños no nacidos, la voz de nuestros amigos y amigas que no están siendo consoladas, pero, a diferencia de Raquel, para las personas de ahora ¡sí hay consuelo!
Es diferente cuando hay consuelo y lo rechazamos que cuando queremos consuelo, pero no lo hay. ¿Quién puede dar consuelo a una sociedad herida? ¿quién puede llevar consuelo? Y la respuesta es ¡nosotros! Y ¿cuál es ese consuelo? Es lo mismo que nos ha consolado a nosotros ¡Jesús!
“quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.” (2 Corintios 1:4, NVI)
Por mucho tiempo hemos estado viendo hacia adentro de nuestras paredes, alimentándonos y hemos hecho poco para traer nuevos al conocimiento de Jesús, tal parece que cuando conocemos a Jesús, algo nos impulsa a “alejarnos” de nuestros amigos, de la actividad social, y la verdad es que, quedamos en medio.
Seré duro, pero es la Palabra quién nos lleva en esa dirección. Por una parte, no hacemos mucho por llevar esa sanidad a la sociedad y por otro lado, tampoco nos metemos a profundidad con Dios. A veces nos cae el 20 y sentimos culpa por no estar compartiendo a mis amigos, y argumento que aún no se suficiente de la Palabra como para compartir, pero, no hago mucho por adentrarme en la Palabra.
Ahora si vamos a Lucas. Veremos 3 etapas del cristiano. Esta historia sucede después de la pascua, después de la crucifixión del Señor Jesús. Son dos discípulos que van a su aldea, van tristes, narrando los acontecimientos de 3 días atrás, cuando de pronto se les une una persona más, que resulta ser Jesús resucitado, pero no lo reconocen.
“Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos;” (Lucas 24:15, NVI)
“De pronto, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Y, en ese instante, Jesús desapareció. Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».” (Lucas 24:31–32, NTV)
“Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras,” (Lucas 24:45, NTV)
Esto sucedió el día de la resurrección, estos discípulos no reconocen a Jesús y no lo reconocen porque no esperaban ver al muerto caminando con ellos; además, la Biblia dice que sus ojos estaban cerrados.
En esta parte encontramos 3 etapas en la vida del cristiano. Y lo primero que sucede al tener un encuentro con Jesús como Salvador es: 1. Los ojos son abiertos.
“Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.” (Lucas 24:31, NVI)
No se refiere a los del rostro, sino a los ojos espirituales, es cuando descubrimos que alguien pagó el precio de nuestra salvación. Es cuando nos damos cuenta de que no podemos cambiar por nuestras propias fuerzas, es cuando reconocemos que somos seres creados y como tal, tenemos propósito y destino, y puedo intentar descubrir por mí mismo ese propósito, pero serán intentos limitados e inútiles, pues ni el dinero per se, ni el poder, fama, pueden dar paz en el corazón y el espíritu. Lo primero que descubrimos es que no necesitamos una oportunidad más, sino un Salvador, aceptar el perdón. Este es el inicio.
Pero después hay algo más: 2. Se nos abren las Escrituras.
“Se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24:32, NVI)
Lo siguiente es prepararnos, invertir tiempo, esfuerzo en nuestra madurez espiritual y en el crecimiento en la Palabra.
Si no crecemos en el conocimiento de la Palabra, nos quedamos como bebés, niños que se nos tiene qué decir los peligros o dependeremos de alguien para que nos socorra. Si sólo me quedo con la gratitud de la salvación, mi vida será una constante de caídas y que alguien me levante.
Además, con el conocimiento de la Palabra que desarrollamos un pensamiento de Reino. Cuando nuestra vida es dedicada para agradarle y darle Gloria, ese estilo de vida nos lleva a más oración y más estudio de la Biblia.
Lo tercero es: 3. Se nos abre la mente.
“Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras,” (Lucas 24:45, NTV)
Y no se refiere a cosas superficiales. Una vez que se nos explican las Escrituras, nuestra mente debe ser abierta, expandida. Por algún tiempo se decía que como Dios es inmutable -no cambia- y por eso las cosas que son “nuevas” en la cultura, sociedad, al ser nuevo y como Dios no cambia, entonces lo nuevo necesariamente tiene que ser malo. Y esto no es así. No todo lo nuevo es bueno, pero no todo lo nuevo es malo.
La iglesia, o sea nosotros, tenemos que abrir nuestra mente para lo que Dios quiere hacer. Hay una sociedad que sufre, que llora; hay matrimonios que necesitan ser consolados, padres que necesitan ser consolados, hijos que necesitan ser consolados y la buena nueva es que sabemos que sí hay consuelo, y es así, porque Jesús resucitó, no se quedó en la tumba. Pero hemos fallado en hallar la forma, los medios, para hacer llegar el mensaje, mensaje que ¡no cambia!
Tú que escuchas este tema, estás en una de las 3 condiciones mencionadas.
Quizá tus ojos han sido abiertos, y sabes que Dios es real, te ama profundamente y te ha otorgado vida Eterna cuando aceptaste el regalo del perdón de tus pecados. Sabes que es real y quiere hacer algo en nosotros y a través de nosotros. Pero hay mucho que desconoces y continuamente vives pecando, y quizá es así, porque no has experimentado el segundo paso.
Se abren las Escrituras, es cuando estudiamos y entendemos SU Palabra, es cuando leemos de forma disciplinada y tomando apuntes de las Escrituras, es cuando los domingos sacas tu libreta y pluma para tomar apuntes. Estamos preparando material para que todos formemos parte de un discipulado de sólo 20 sesiones. Es el inicio para poder conquistar la ciudad en donde nuestro Dios nos ha puesto.
Por último y simultáneamente con el aprendizaje de las Escrituras se da el otro paso, que es cuando nuestra mente se nos abre y entonces lo que leemos se vuelve REMA, una revelación que podemos entender y aplicar en nuestras vidas.
Es cuando vivimos para la Gloria de Dios y hacer Su voluntad, es cuando sabemos que el propósito de nuestras vidas es compartir de Su Amor.
Entonces, aun en los lugares más inusuales, en el Gym, el súper, el café, el camión, en Facebook, por whatsapp, Instagram, puedo hablar con un amigo, amiga, del poder de Dios. Ese momento llegará, ¿por qué estoy seguro? Porque vivimos en un mundo que está sufriendo, por todos lados puedes oír lamentos, sufrimiento, dolor, pero a veces es más cómodo cerrar los oídos, ojos y corazón, que involucrarme en lo que Dios quiere hacer.
¿En qué etapa estas?
Nuestro Señor Jesús fue el primero en poner en práctica cumplir SU propósito. Cuando la religión había nombrado a algunos como indeseables, pues Jesús se reunía con ellos, lo hizo con todo tipo de personas, asistía a sus fiestas y los impactaba. Hablaba con mujeres de dudosa reputación, con hombres que eran considerados como lo peor.
Hizo milagros de formas raras, en una ocasión escupe en tierra, hace lodo y lo embarra en los ojos de un ciego para que pudiera recuperar la vista.
Los religiosos se reunían sólo en las sinagogas y ÉL lo hace en cualquier lugar que había gente en necesidad, que necesitaban ser consolados, en el campo, el mercado, el patio del templo.
Es tiempo que hagamos comunidad, que volvamos a reactivar nuestro propósito eterno. Es tiempo de orar, abrir las Escrituras y abrir nuestros labios para consolar la ciudad, aun en medio de la situación que estamos viviendo. Lo que no podemos hacer es: seguir igual.
“Daré de beber a los sedientos y saciaré a los que estén agotados.»” (Jeremías 31:25, NVI)
“Y así como he estado vigilándolos para arrancar y derribar, para destruir y demoler, y para traer calamidad, así también habré de vigilarlos para construir y plantar—afirma el Señor—.” (Jeremías 31:28, NVI)
Dios lo quiere hacer-
“»Se acerca el día —dice el Señor—, en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y de Judá.” (Jeremías 31:31, NTV)
Pero si no abrimos nuestros ojos, si no entendemos las Escrituras y si no abrimos nuestra mente, sencillamente no lo podremos hacer.
Palabra de Dios
Oremos