¿Qué espera Dios de ti?
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Una de las preguntas más importantes que un creyente debe hacerse es ¿Qué espera Dios de mí? Tener una respuesta clara te permitirá ser un cristiano más efectivo en complacer a Dios.
Es como cuando te contratan para hacer un trabajo. Si no te dicen que se espera de ti, seguramente no durarás mucho en ese empleo, o te la pasarás continuamente frustrado porque no logras complacer al empleador.
Como creyentes, tenemos un amo y Señor al cual debemos complacer. Dios es nuestro jefe y patrón.
Así como Jesús resumió toda la Ley en dos mandamientos, en el salmo 81, Dios resume en cuatro cosas lo que Él espera de Su pueblo.
Leer Salmo 81
Lo primero que Dios espera de ti es tu atención.
Dios espera tu atención.
Dios espera tu atención.
“¡Oh Israel, si tú me oyeras!” 8
“¡Oh, si Mi pueblo me oyera,” 13
Ponerle atención es para tu bien.
Ponerle atención es para tu bien.
¿Que padre o madre no le ha dicho a alguno de sus hijos, “¡si me oyeras!?
¿Cómo podríamos continuar la frase? “Si me oyeras.....”
Uno de los principales problemas del hombre, incluyendo al cristiano, es que le cuesta escuchar.
Mientras nuestro padre nos está diciendo algo, oímos, pero no ponemos atención; nuestra mente está en otro lugar o pensando cómo responder o excusar lo que nos ha pasado.
Me imagino que alguna vez has alzado la voz para decirle al hijo terco, ¡Escuchame!
El Señor quiere bendecir a Su pueblo, pero escuchar es un requisito para recibir la bendición:
»Escucha, pues, oh Israel, y cuida de hacerlo, para que te vaya bien y te multipliques en gran manera, en una tierra que mana leche y miel, tal como el Señor, el Dios de tus padres, te ha prometido.
Cuida de no cerrar tus oídos.
Cuida de no cerrar tus oídos.
Cuando estabamos recién convertidos, estabamos atentos a lo que Dios nos decía; pero, poco a poco, vamos perdiendo el interés y la sensibilidad. Eso es lo que le pasó al pueblo de Israel.
Cuando Jesús vino a ellos, cientos de años más tarde, les dijo que no ellos no querían escuchar:
Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, Y con dificultad oyen con sus oídos; Y han cerrado sus ojos; De otro modo, verían con los ojos, Oirían con los oídos, Y entenderían con el corazón, Y se convertirían, Y Yo los sanaría”.
Dios espera tu atención y tu consagración.
Dios espera tu consagración.
Dios espera tu consagración.
Consagrar es reconocer a Dios como sagrado. Dedicarte a Dios.
Si Dios es sagrado, Él es merecedor de toda veneración y respeto.
El pueblo había fallado en eso, le había sido infiel a Dios. Por eso les dice:
“No haya en ti dios ajeno, ni adores a dios extranjero.” 9
Dios es celoso de ti.
Dios es celoso de ti.
Dios es celoso de Su pueblo y espera que Su pueblo le ame solamente a Él. El quiere ser el único que tiene lugar en tu corazón.
A las pocas semanas de haberlos sacado de Egipto, antes de proceder a darles los mandamientos, les recordó que Él era su Dios y que Él los había liberado de Egipto:
«Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.
Por su incredulidad y desobediencia, esa generación murió en el desierto.
A la nueva generación, la que estaba por entrar a la Tierra Prometida, les dijo exactamente lo mismo antes de repetirles los mandamientos (Deu 5:6)
Dios quiere que le ames con todo tu ser.
Dios quiere que le ames con todo tu ser.
A ambas generaciones, les dijo inmediatamente después: “No tendrás otros dioses delante de mí.”
Ese es el primer mandamiento, el cual Jesús expresó como el primer y más grande mandamiento:
y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza”.
En otras palabras, les estaba diciendo “estarán totalmente consagrados, dedicados solamente a mí.”
Todos tus sentimientos (corazón), todos pensamientos (mente), y todas tus energías (cuerpo) deben ser para Él.
Dios quiere tu atención, tu consagración, y tu obediencia.
Dios espera tu obediencia.
Dios espera tu obediencia.
“Israel no me obedeció.” 11b
“…si Israel anduviera en Mis caminos!” 13b
Poniendo en práctica lo que escuchas.
Poniendo en práctica lo que escuchas.
Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos.
Pero el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, este será bienaventurado en lo que hace.
Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los que cumplen la ley; esos serán justificados.
Dios quiere tu atención, tu consagración, tu obediencia, y tu dependencia.
Dios espera tu dependencia.
Dios espera tu dependencia.
Una de las cosas que todo creyente debe aprender es a depender de Dios. No de tu trabajo o empleador, no del gobierno, no de otras personas, sino de Dios.
Dios quiere darte lo mejor.
Dios quiere darte lo mejor.
Si me me oyeras y obedecieras, “Yo te alimentaría con lo mejor del trigo, y con miel de la peña te saciaría.” 16
“Abre bien tu boca y la llenaré.” 10c
El Señor los estaba llevando de una tierra de esclavitud y escasez a una tierra que mana leche y miel.
»Porque el Señor tu Dios te trae a una tierra buena, a una tierra de corrientes de aguas, de fuentes y manantiales que fluyen por valles y colinas; una tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados; una tierra de aceite de oliva y miel; una tierra donde comerás el pan sin escasez, donde nada te faltará; una tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes puedes sacar cobre.
Si no te da lo mejor, seguramente es porque no dependes de Él sino de tu propio esfuerzo o porque estás en desobediencia. ¡Recuerda que Dios maldice a los que le roban!
Dios llenará tus necesidades.
Dios llenará tus necesidades.
Dios había prometido que si el pueblo estaba consagrado a Él, Él llenaría cada una de sus necesidades tal cómo lo hizo en el desierto cuando los sacó de Egipto. Por 40 años, les dio de comer y beber, les guardó en el camino, su vestidos y su calzado no se dañaron, les proveyó sombra y luz.
Dios estaba diciéndoles “no tienen necesidad de ir tras otros dioses, Yo les doy lo que necesitan”.
El problema es que tememos más perder el trabajo que desobedecer a Dios. Muchos creyentes están dispuestos a desobedecer a Dios para no perder sus empleos.
Nos olvidamos que esa promesa de provisión es también para nosotros:
»Nadie puede servir a dos señores; porque o aborrecerá a uno y amará al otro, o apreciará a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas. »Por eso les digo, no se preocupen por su vida, qué comerán o qué beberán; ni por su cuerpo, qué vestirán. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa? »Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? »¿Quién de ustedes, por ansioso que esté, puede añadir una hora al curso de su vida? »Y por la ropa, ¿por qué se preocupan? Observen cómo crecen los lirios del campo; no trabajan, ni hilan. »Pero les digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. »Y si Dios así viste la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¿no hará Él mucho más por ustedes, hombres de poca fe? »Por tanto, no se preocupen, diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿qué beberemos?” o “¿con qué nos vestiremos?”. »Porque los gentiles buscan ansiosamente todas estas cosas; que el Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. »Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.