Liderazgo
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Introducción
Introducción
El liderazgo efectivo y genuino se aprende de la Palabra de Dios, se desarrolla a través de hacer discípulos, se alimenta en la iglesia de Dios, y luego se envía al mundo. Cuando esto sucede, podemos anticipar una reproducción consistente de líderes que se multiplican y que han sido transformados por el liderazgo bíblico. Es la reacción en cadena de Dios. Un líder transformado produce más líderes transformados, líderes que han sido formados en la iglesia y luego enviados a impactar al mundo. Por la gracia de Dios se convertirán en agentes de cambio y el proceso se repetirá continuamente tal como Dios se lo propuso. Al aplicar fielmente el modelo de liderazgo revelado en la Palabra de Dios, la iglesia puede de nuevo trastornar al mundo.
El liderazgo corporativo de hoy infectado de auto-promoción es una pócima mortal que innumerables iglesias beben al integrar irreflexivamente los modelos de liderazgo corporativos de hoy en día.
La cosmovisión bíblica sostiene que Dios es la autoridad sobre todas las cosas, y que agradarle a Él debe ser el fundamento de todo esfuerzo. El humanismo secular proclama que el hombre, no Dios, es la autoridad final y todo existe para el placer personal y la riqueza.
Influenciado por el liderazgo cristiano, el capitalismo norteamericano tradicional promovió crecientemente el noble objetivo de que el éxito empresarial no es el consumo de la riqueza, sino la creación de la misma.
Lo bueno no era la codicia sino el acto mismo de hacer el bien. La ética fundamental del capitalismo norteamericano tradicional, influenciado por el cristianismo, no era simplemente “hacer lo que es bueno para el negocio”, sino “que tu negocio sea hacer el bien”.
A través de las diferentes épocas, el capitalismo tradicional norteamericano con influencia cristiana se mantuvo produciendo más y más líderes empresariales extraordinarios, que también destacaron como filántropos creando empleos, invirtiendo en la comunidad, ayudando a los necesitados, proporcionando un servicio público significativo, apoyando a la iglesia, y de varias otras maneras haciendo progresar a las comunidades. .
A través de las diferentes épocas, el capitalismo tradicional norteamericano con influencia cristiana se mantuvo produciendo más y más líderes empresariales extraordinarios, que también destacaron como filántropos creando empleos, invirtiendo en la comunidad, ayudando a los necesitados, proporcionando un servicio público significativo, apoyando a la iglesia, y de varias otras maneras haciendo progresar a las comunidades.
Claro que sí. Pero en primer lugar, la iglesia no es un negocio. No hacemos un producto para ser vendido y los miembros de la iglesia no son clientes. Los pastores no son directores generales y los líderes no son un consejo de administración de la mesa directiva. En segundo lugar, la iglesia ciertamente no puede absorber la dinámica actual de muerte, movida por la codicia y destructora de la cultura, que se encuentra en las oficinas ejecutivas y salas de consejo del mundo de los negocios de Estados Unidos. La iglesia debe escaparse del pantano de un liderazgo que se mueve por codicia y ascender al monte de un liderazgo que se impulsa con el Evangelio, liderazgo que se describe en la Palabra de Dios.
El primer paso para la iglesia, desde la sede denominacional hasta los pastores que se relacionan con los miembros todos los domingos es definir claramente el modelo Bíblico de liderazgo. Inicialmente esto requerirá alejarse de los modelos anti-bíblicos de liderazgo que han infiltrado la literatura denominacional, libros populares sobre liderazgo y clases para entrenamiento de liderazgo de la iglesia local.
A medida que algunos líderes equivocados de la iglesia siguen un modelo mundano y auto-dirigido de liderazgo, la madurez espiritual de los creyentes y la estabilidad de su iglesia local son constantemente erosionados. En el púlpito, los sermones dirigidos por el Evangelio y centrados en Cristo son reemplazados por charlas llenas de “consejos para la vida”. Los rasgos de personalidad prevalecen sobre el carácter, y la felicidad es más valorada que la santidad. La percepción supera a la realidad e incluso el llamamiento más sagrado del creyente, la adoración a Dios, se sustituye por el entretenimiento personal. La congregación se convierte en una audiencia de espectadores de un evento de adoración que llegan por la experiencia de adoración que brinda el predicador y los líderes del culto quienes se vuelven los protagonistas y Dios meramente toma el papel de actor secundario. No hace mucho, la iglesia hubiera identificado esto como blasfemia. Hoy, lo llamamos “servicios orientados a los buscadores”.
Los líderes piadosos crecen a partir de la Palabra de Dios con el poder del Espíritu de Dios como un resultado inevitable de la Gracia de Dios, pero no se levantarán del modelo de liderazgo corporativo de hoy que ha sido aceptado en la iglesia.
Un líder lleno de gracia se convertirá en un líder transformado y, finalmente, en un líder transformador. Comprometido con el verdadero evangelismo y a hacer discípulos, logrará que se desate la iglesia de Dios como un agente de cambio en la sociedad que la rodea.
Dejemos a un lado las falsas promesas de la adaptación cultural y la falsa seguridad del tradicionalismo. Debemos comenzar abrazando la verdad mediante la aplicación deliberada del modelo bíblico de multiplicación de líderes fieles y eficaces, centrados en Cristo, guiados por el Evangelio y que por lo tanto están “en el mundo” pero no son “del mundo”. En nuestro mundo de tinieblas, que se haga la luz, la luz del Evangelio de Cristo que brilla en su iglesia “como una ciudad asentada sobre un monte” (Mateo 5:14) ¿Cómo alcanzar esa meta?
Isa 55:8
Si un líder mundial humano o una corporación multinacional trataran de afectar al mundo hoy en día de una manera comparativamente menor, se convocarían asesores para desarrollar una estrategia internacional de mercadotecnia. Tendría que construirse una base de datos mundial y hacer uso de los medios de comunicación: campañas de publicidad, sitios web, tácticas de multimedia, herramientas de mercadotecnia, enlaces con medios noticiosos, desarrollo de una marca, correo electrónico directo. Todos estos, métodos de comunicación moderna del hombre. Pero eso no es lo que Jesús hizo. De hecho, Jesús repetidamente se alejó de las multitudes y le dijo a la gente que callara sobre lo que había hecho. Personalmente nunca escribió una sola cosa con excepción de una vez que escribió en la arena. Los caminos de Dios y los caminos del mundo no son iguales. La Palabra de Dios dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice El Señor” (Isaías 55:8).
Jesús tenía a los Setenta, llamó a Doce y centró su atención en Tres (Pedro, Santiago y Juan). Luego ellos continuaron el modelo implantado por Cristo. Uno de los tres –Pedro, junto con Bernabé- ayudó a definir, desarrollar y desplegar a un futuro líder llamado Saulo de Tarso, que se convirtió en Pablo. A su vez, con el tiempo el equipo de liderazgo de Pablo fue grande, profundo y eficaz. No contento con eso, cuando su hora de dejar este mundo se acercaba, él preparó a otro nuevo líder para llevar adelante su ministerio. Su nombre era Timoteo. Y con estas palabras inspiradas, Pablo le encargó continuar la definición, desarrollo, despliegue. “Tú pues, hijo mío, fortalecido por la gracia que es en Cristo Jesús, lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:1, 2) Todo esto que se registra en el Nuevo Testamento tiene un precedente en el Antiguo.
La providencia de Dios desde antes de enviar a Cristo al mundo había promovido a través del Antiguo Testamento, este ejemplo de definición, desarrollo y despliegue de líderes. Moisés definió, desarrolló y desplegó líderes tales como los ancianos y obviamente, a Josué y Caleb. David tenía a sus tres valientes y sus treinta hombres de renombre. Elías tuvo a su Eliseo y su escuela de profetas. El modelo de Cristo revelado en su encarnación había sido integrado en el Antiguo Testamento y fue plenamente implementado en el Nuevo. Su efectividad como estrategia fue confirmada aún por sus frustrados adversarios y necesita ser restablecida en la iglesia de hoy. Tenemos hoy en día la oportunidad de hacerlo.
Líderes identificadores de líderes, moldeando líderes y multiplicando líderes. Es la estrategia de Dios de la cual Cristo es el modelo. Dicha estrategia está incrustada en el Antiguo Testamento, fue implementada por los Apóstoles, reclamada por la Reforma y gloriosamente puesta en práctica en el Gran Despertar. A diferencia de cualquier cosa que podamos copiar del mundo, producirá fruto. Ahora que lleguemos a un nuevo comienzo, supliquemos al Señor Nuestro Dios con esta oración: “Señor, por favor lanza un movimiento de gracia para el Reino de Dios. Hazlo en medio de nosotros el día de hoy. ¡Padre! ¡Por Favor! ¡Hazlo de nuevo y hazlo con nosotros!”.
¿Y cuáles son las características de esos líderes multiplicadores?
Mateo 28:16–20 contiene el concepto de un líder como aquel que es escogido por Dios. A estos líderes desarrollados se les da una misión no solo para alcanzar logros en Cristo sino también para darse a otros hasta “el fin del mundo” y el regreso de Cristo.
Un líder influye en otros para lograr juntos una misión definida
Pensemos en esta frase. Tres palabras clave destacan en la definición y la observación del liderazgo que Jesús implantó. Esas tres palabras son influencia, efectividad y unión. Vamos a examinarlas una por una.
1. La Influencia
Una persona influyente es aquella que:
Es un Modelo>Por medio de la Personificación>Para ser Imitado: Los líderes influyen en otros por medio de la personificación con el propósito de aprovechar nuestro innato deseo de imitación. Un líder debe desarrollar la habilidad de ser un modelo. Por ejemplo, si un líder no es un modelo de integridad, él o ella podrían ser ignorados como hipócritas sin importar lo que enseñen acerca de la integridad. El dicho “que tus acciones hablen más que tus palabras” es verdadero. Los líderes cristianos deben vivir lo que enseñan, el ejemplo es crucial para hacer líderes y de hecho es la clave para la oportunidad de guiar y enseñar a líderes. En Hechos 1, Lucas se refiere a la vida de Jesús, la cual él reseñó en el Evangelio de Lucas como un registro de lo que “empezó a hacer y a enseñar”. Jesús para hacer discípulos claramente fue primero modelo y luego maestro. Por ejemplo, cuando vieron a Jesús orar le pidieron “enséñanos a orar”. Para hacer discípulos de manera efectiva en general y discipular para el liderazgo en particular, se requiere ser un modelo eficiente para abrir la puerta y solidificar una enseñanza efectiva. “Hacer” en la vida de un líder es la puerta para la “enseñanza” en las vidas de futuros líderes.
Primero, el niño es alimentado y animado por el amor perseverante de una madre. Segundo, todos los humanos nacen imitadores. Pablo escribe en 1 Corintios 4:15, 16
Según algunos cálculos, el 80 por ciento de lo que se aprende viene por imitación y 20 por ciento por instrucción. El 20 por ciento es crucial porque establece lo que debe de imitarse y cómo conservarlo, ya que la mayor parte de lo que aprendemos lo adquirimos por imitación. Por tanto, es una prioridad ser un modelo con carácter íntegro.
Es un Mentor>Por medio de la Educación>Para Instruir La gente no puede hacer lo correcto, sin importar lo mucho que admire en la vida de otro, hasta conocer qué es lo correcto, por lo tanto los buenos líderes influyen por medio de la educación con el propósito de dar instrucción. Para hacer esto, un líder debe desarrollar las habilidades de un maestro. Por ejemplo, el libro de los Hechos nos dice que el evangelista Apolos era un inspirado y apasionado por la obra del Señor, pero tenía un conocimiento inadecuado. Dos líderes que habían sido desarrollados por Pablo (Aquila y Priscila) “tomaron a Apolo y le explicaron (lo instruyeron) el camino de Dios con mayor precisión” (Hechos 18:26). Así ellos influyeron en él. Los grandes líderes se hacen hábiles mentores para poder influir en los demás por medio de la educación con el propósito de instruir.
Es un Motivador>Por medio del Empoderamiento>Para Inspirar Un líder que quiere influenciar e inspirar debe también desarrollar la habilidad de ser motivador.
Es un Gerente>Por medio del Equipamiento>Para Implementar A fin de equipar, el líder debe convertirse en un buen gerente. Como gerente, el líder proporciona los recursos necesarios para que la gente haga lo que han sido llamados a hacer. Nada es más frustrante que llamar a la gente a una misión sin equiparlos para hacer el trabajo. Un líder efectivo se encargará de la entrega total de los recursos y el equipo necesarios para completar la misión.
Es un Ministro>Por medio de la Evaluación>Para Mejorar: Los líderes deben amar a aquellos a quienes dirigen, lo suficiente para hacer tiempo tanto para la celebración como la evaluación cuando una tarea de liderazgo se ha logrado. Esto requiere el corazón y la habilidad de un ministro/servidor y asegura el desarrollo personal y la mejoría. Está mal, tanto moral como afectivamente que los líderes de otros líderes pasen a la siguiente tarea sin promover la celebración de un esfuerzo ya completado y no hacer una evaluación para una mejoría en las vidas de aquellos que sirvieron en el equipo de líderes. Seguir adelante sin tomarse el tiempo para celebrar y evaluar es desmoralizador y por lo tanto contraproducente. El liderazgo cristiano celebra tanto la gloria de Dios como el éxito de los demás. Los líderes cristianos evalúan a fin de que aquellos que sirvieron eficazmente puedan hallar formas para su mejoría y crecimiento. La evaluación revela fuerzas y debilidades y sirve para establecer planes para el desarrollo personal y el crecimiento. No debe omitirse este paso crítico en aras de seguir hacia el siguiente objetivo y debe implementarse tanto para mejorar la moral como para dar oportunidad de que haya un crecimiento significativo en las vidas de aquellos que están en desarrollo como líderes.
2. La Eficacia
El liderazgo cristiano promueve, primero la fidelidad, luego la eficacia y después y sólo entonces, la eficiencia. La eficiencia es inútil si no se es eficaz y para ser eficaz se requiere fidelidad. Los siguientes cuatro pasos pueden lograr el desarrollo de futuros líderes que son lo que a mí me gusta denominar “FEE” –Fieles, Eficaces y por lo tanto significativamente Eficientes-
1. El principio de eficacia: aprender a hacer las cosas correctas. hacer lo correcto es más importante que hacer muchas cosas. Para los líderes cristianos las piedras grandes son las responsabilidades reveladas bíblicamente y las relaciones que son cruciales para vivir efectivamente para la Gloria de Dios. No pueden ser forzadas en la vida como una ocurrencia de último momento. Se les debe asignar su espacio como una prioridad. Por ejemplo, un cristiano se da cuenta de que el tiempo diario con el Señor en la oración y en la Palabra es una de sus piedras grandes. Así como también lo es la adoración en el día del Señor. Pasar tiempo con el cónyuge también es una piedra grande. También lo es la relación padre hijo. En otras palabras, las prioridades de Dios, tal como se enseñan en Su Palabra, son las piedras grandes a las que hay que dar el primer lugar en los calendarios de nuestra vida. Esto es lo que establece el principio de la eficiencia: hacer y mantener el compromiso de hacer las cosas correctas. Tome su calendario y ponga las “piedras grandes” primero.
2. El principio de la excelencia: aprender a hacer las cosas correctas de la manera correcta. Cuando estemos delante de nuestro Salvador, ¿qué es lo que queremos oírle decir? “Bien, buen siervo y fiel”, ¿no es así? Ese es nuestro deseo según Mateo 25:21. Observe que la primera palabra de esa declaración es bien, el principio de la excelencia. Esta palabra denota algo más que simplemente haber completado algo, es más que ser aceptable o mediocre. “Bien hecho” es lo que queremos escuchar que el Señor nos diga. Pocos de nosotros seremos alguna vez el mejor en algo, pero todos podemos hacer nuestro mejor esfuerzo. Lo correcto (eficacia) vale la pena hacerlo, y vale la pena hacerlo de la manera correcta, (excelencia). Otra manera en que he tratado de aplicar este principio es extenderlo a hacer discípulos y llevar a otros conmigo en visitas de hospital, viajes misioneros y oportunidades del ministerio. Normalmente invito a los miembros de nuestro equipo de liderazgo de la iglesia a que me acompañen, con lo que no sólo cumplo con mi ministerio pastoral, sino que incluyo a otros, lo cual bendice y ayuda mi eficiencia ministerial al mismo tiempo que ellos afinan sus habilidades de liderazgo y aprovechan la experiencia y consideramos las bendiciones del Señor y las lecciones de vida.
3. El principio de la eficiencia: aprender a hacer las cosas correctas de la manera correcta en el momento correcto. o hacer más de una cosa a la vez, cuando sea apropiado. Hoy en día se le llama “multitarea”, pero si se hace correctamente, sigue siendo el principio de la eficiencia.
4. El principio de la exaltación: aprender a hacer las cosas correctas de la manera correcta en el tiempo correcto por las razones correctas. La primera y más importante razón es “glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre”. (Catecismo de Westminster # 1) La segunda razón es para la edificación de otros. Por ejemplo, Efesios 4:29 dice que hemos de comunicarnos con otros creyentes, no para desahogarnos, lo cual sería un motivo egoísta, sino para “dar gracia a los oyentes”. Es parte del llamado bíblico a ser un animador, el cual se resume en 1 Tesalonicenses 5:11: “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.”
Este doble principio de exaltación se refleja en el gran mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente …[y] amarás a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:37–39). Vemos como modelo de este principio a los apóstoles Juan y Pablo. Según las Escrituras, el apóstol Juan “se alegró mucho de hallar a algunos de tus hijos que andan en la verdad” (2 Juan 4), y el celo del Apóstol Pablo a glorificar al Señor estaba inseparablemente conectado a una preocupación por el bienestar de los demás.
Como cristianos, y especialmente como líderes cristianos, debemos rechazar el concepto de “administrar” el tiempo y aceptar la idea de “emplear” el tiempo. Nosotros no queremos nunca desperdiciar el recurso precioso del tiempo, pero emplearlo significa centrarse en invertirlo gozosamente, inteligentemente y sin egoísmo, en vez de tratar siempre de “ganarle al reloj.” Nacemos en este mundo con un número finito de amaneceres y puestas de sol. Aunque la mayoría de los recursos son renovables, nuestros días no lo son. Los que necesitamos ser administrados somos nosotros, no nuestros días.
La Escritura nos llama a “redimir el tiempo”. Una vez que “empleamos” un día o aún una hora, o un momento, no los podemos recuperar, así que hay que gastarlos de manera eficaz con un compromiso a la excelencia que incluye la eficiencia y mantiene la exaltación de Dios así como el estímulo a los demás. Usualmente no fallamos porque no podamos hacer más de una cosa a la vez; fallamos porque con frecuencia no hacemos lo correcto de la manera correcta en el momento correcto por las razones correctas. El liderazgo Bíblico anima a otros a hacer lo correcto de la manera correcta en el momento correcto por las razones correctas.
3. Unidad
Hay tres poderosas y unificadoras dinámicas para edificar el equipo.
En primer lugar, un equipo motivado y unido tiene que aceptar al líder. Tener el titulo no significa ser líder. Sólo cuando la gente lo sigue es que un líder puede realmente dirigir. Así que una de las responsabilidades de un líder es colocar a los miembros en el equipo adecuado. Si algunos miembros del equipo no aceptan al líder, debe alentárseles a buscar otro equipo, no importa lo valiosos que puedan parecer. La diversidad produce la fuerza, pero sólo con unidad, y la unidad del equipo se inicia con la aceptación del líder. El líder debe ser apoyado, aceptado, animado y seguido por el equipo.
Un segundo factor para unir a la gente es la aceptación unida de la misión definida para el equipo. Sin un objetivo común aceptado, un equipo no puede funcionar. No pueden anotar. Esto significa que los miembros del equipo deben dejar a un lado sus objetivos personales y aceptar la misión y al líder.
También es importante que los miembros del equipo se acepten uno al otro. Para completar con éxito la misión, los miembros del equipo deben apreciarse mutuamente y apreciar las responsabilidades de cada uno. Esto significa que todos los miembros del equipo deben buscar la oportunidad de apoyarse unos a otros, en las buenas y en las malas.
Estos tres factores hacen de los individuos un equipo, en lugar de una turba o simplemente un grupo. Un líder de equipo debe enseñar estos factores e insistir sistemáticamente en ellos. Uno de los ejemplos más memorables del impacto de estos tres factores se encuentra en el libro de Nehemías. El Señor le dio a Nehemías, el líder, la misión vital de reconstruir el destruido muro de Jerusalén. La gente aceptó su liderazgo. Aceptaron la misión. Se aceptaron unos a otros. Y lograron el éxito. Su actitud humilde y decidida honró al Señor y les hizo un equipo eficaz. Cuando se unieron para aceptar a Nehemías como líder, para asumir colectivamente la misión y se aceptaron unos a otros como miembros del equipo, recibieron el poder y reconstruyeron el muro de Jerusalén como Dios lo había mandado. La Palabra de Dios señala el resultado de que ellos siguieran estos tres cruciales factores: “el pueblo tuvo ánimo para trabajar” (Nehemías 4:6).
La mayoría de los equipos están formados por gente desconectada que hacen lo que tienen que hacer y esperan que funcione. Yo los comparo con los equipos de golf. En un equipo de golf cada quien juega su propio juego y al final suman todas las puntuaciones. Los buenos equipos se parecen más a los equipos de futbol americano. Cada uno tiene una responsabilidad pero todos juegan el mismo juego e intentan cruzar la misma línea de meta para anotar. No solo tienes tu propia asignación personal, sino que también tienes la responsabilidad de ayudar a otros. Es el “equipo” el que anota y gana.
Un líder no solo se caracteriza por la capacidad de influir en otros para efectivamente lograr juntos una misión determinada, sino que por necesidad tiene también cualidades personales absolutamente no negociables que se requieren para un liderazgo eficaz a largo plazo. El liderazgo cristiano es un privilegio, no un derecho y está unido al progreso personal en el Evangelio, dicho liderazgo no proviene simplemente de haber sido convertidos al Evangelio. ¿Cuáles son las características de dicho progreso?
LAS CARACTERÍSTICAS DE UN LÍDER CRISTIANO EFECTIVO
“Pero es necesario que el obispo [supervisor] sea irreprensible…”
Con lastimosa frecuencia, congregaciones cristianas y autoridades de la iglesia repetidamente eligen a los líderes en base a sus ocupaciones, personalidades o logros profesionales, en lugar de los requisitos bíblicos para el liderazgo. ¿Cuál es el resultado? Las congregaciones de la iglesia permanecen espiritualmente inmaduras. Se enseña una falsa doctrina. La verdad bíblica es descuidada. Los pastores son despedidos. Las iglesias se dividen. Los miembros están distraídos, descontentos o desanimados. La obra de la iglesia se enfría y se desperdicia la oportunidad de que la iglesia sea un modelo que forme líderes para desplegarlos por el mundo. La ausencia de liderazgo es trágica. El mal liderazgo y los líderes mundanos son un desastre. Mientras tanto, los requerimientos de Dios para el liderazgo son desconocidos y no se les sigue. La verdad bíblica transforma, pero debe ser conocida y aplicada
1 Timoteo 3:1-7 Tito 1:5-9
La compilación de estos dos textos clave nos permite identificar cuatro condiciones requeridas para los líderes cristianos en la iglesia que luego colocarán a la iglesia en posición para producir líderes que cambiarán el mundo, capaces de impactar cada esfera de la sociedad. Si no se acatan estas cuatro condiciones para un líder cristiano, entonces el despliegue de líderes de impacto en el mundo no será nada más que una idea abandonada.ç
El primer requisito para el liderazgo en la iglesia de Dios es la existencia de un “llamado” divino. Esto significa que el líder busca la posición, la posición no busca al líder.
Según las Escrituras, hay dos aspectos de un llamado bíblico: interno y externo. El llamado interno es dado por el Espíritu Santo para motivar al líder con una pasión y dones espirituales dados por Dios. El llamado interno es descrito en 1 Timoteo 3:1 (LBA): “Si alguno aspira al cargo de obispo, buena obra desea hacer”. Noten las palabras aspira y desea. Dios se mueve en los corazones de los líderes potenciales para dotarlos de una pasión para dirigir, y un sentido desinteresado del llamado a ser un líder. La palabra desinteresado es crucial. Un llamado no es ni el impulso de un ego inflado ni la maniobra de un manipulador para controlar a otros o ganar poder. La iglesia necesita líderes que “deseen” la “obra” de un líder no solamente la posición o el título del mismo.
El llamado de un líder también es externo. Si cualquier líder siente que tiene un llamado interno, deberá someterse al liderazgo y compañerismo de la iglesia para su verificación y afirmación. Romanos 10:15 hace una observación con respecto a los líderes predicadores “¿Cómo predicarán si no son enviados?” Los líderes deben tener la afirmación de los que los dirigieron y los observaron. Aquellos a quienes irán a dirigir y aquellos que van a ser sus colegas en el liderazgo deben ser capaces de confirmar el llamado interno con un llamado externo. Por lo tanto, un líder debe ser a la vez “llamado” y afirmado: llamado internamente por el Espíritu Santo, llamado externamente por los líderes de la iglesia y sus miembros, guiados por el Espíritu. Es una lección de humildad someterse a la evaluación de la iglesia y sus líderes formales pero es también una lección de libertar y poder. Jesucristo, que se humilló a sí mismo para entrar en este mundo, nos manda a someternos y ejercer la humildad, y eso incluye a los aspirantes a líderes. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo.” (1 Pedro 5:6).
Un segundo requisito para el liderazgo es este: la piedad es más importante que los dones. Aunque tener dones es importante, un líder con dones que carece de piedad puede llevar a otros a la destrucción. La piedad es crucial. “Un obispo debe ser irreprensible” (1 Timoteo 3:2). Cuando Dios desarrolla el corazón de un líder, hay evidencia de un carácter saturado de gracia, lo cual produce piedad. El carácter de un líder se forja en la amorosa sumisión a Aquel que lo posee a él, a su vida y a su liderazgo.
El tercer requisito para el liderazgo es igualmente importante: Los líderes efectivos deben desarrollar una forma de vida basada en la gracia y la disciplina. De acuerdo con 1 Timoteo 3:2–7, un líder debe mostrar un patrón discernible de disciplina. Él personalmente debe estar por encima de las críticas por su conducta en su manera de vivir: “Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar…” (v. 2) Y su casa debe mostrar un ambiente de fidelidad, enfocado y centrado en Dios: “que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?” (v. 4 y 5). El versículo seis dice que este líder no debe ser un “novato” o “principiante”, un “nuevo convertido”, lo cual significa que el estilo de vida del líder debe ser de madurez espiritual. Finalmente, el versículo siete revela que un líder bíblico debe ser “bien visto por los de afuera.” Así que todo junto significa que un líder bíblico debe ser un creyente maduro y disciplinado que dirige con honestidad su casa, disfruta de la confianza de madurez espiritual por parte de la congregación, y su testimonio es respetado en la comunidad secular que lo rodea.
Los líderes dan el ejemplo por medio de sus vidas centradas y dedicadas a Cristo enmarcadas por las prioridades dadas por el Señor, a medida vivimos nuestras vidas plena y completamente entregadas a Él. La piedad es más importante que los dones.
Por último, aquí está el cuarto requisito bíblico para el liderazgo: Los líderes deben querer hacer las tareas y no solo el título de líderes. ¿Cuál es la diferencia? Para ver la respuesta, lea 1 Timoteo 3:1: “Si alguno anhela obispado, buena obra desea.” Mire el texto con atención. Enseña que el liderazgo es una tarea, una noble tarea en verdad, pero aun así una tarea. En otras palabras el liderazgo es trabajo. Es un llamado al compromiso que requiere ejercicio y sacrificio físico, mental, emocional y espiritual. Los líderes cristianos deben ser maduros, disciplinados y respetados porque con las presiones del liderazgo se multiplican los desafíos de la vida. Por ejemplo, un líder debe de soportar a veces ataques constantes o frecuentes de los críticos y escépticos y seguir siendo amoroso y centrado. El líder también entra inmediatamente en la mira de Satanás. Satanás quiere dispersar las ovejas derribando al pastor. El liderazgo es un llamado de amor y pasión, pero también es trabajo, trabajo duro, consistente en el crecer en la gracia, madurar en el liderazgo y caminar confiadamente y con mucho cuidado en y para Cristo.
Pablo exhortó a Timoteo diciéndole “cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:5). El llamado al liderazgo no es un llamado para satisfacción personal sino al pleno cumplimiento del ministerio. El objetivo de Pablo no era la realización personal, sino un auto sacrificio por el cumplimiento del ministerio. Por esto es que declara antes de su muerte por Cristo: “Yo ya estoy para ser derramado como una libación” (2 Timoteo 4:6). Esto no es una declaración de auto-complacencia sino una declaración de agradecimiento a su Dios que lo había llamado a la vida y al liderazgo. Las ofrendas quemadas dejan cenizas. De las libaciones no queda nada. Pablo había cumplido a plenitud su ministerio en el que se vació a sí mismo para amar y guiar para Cristo.
tres estratagemas de Satanás las cuales han atrapado a innumerables líderes cristianos son la indolencia, la inmoralidad y la insubordinación. Sobre estas rocas muchos líderes han visto “naufragar” sus vidas, sus familias, sus ministerios y su liderazgo.
La indolencia no es nada más que la habitual pereza. Los seguidores dependen de sus líderes y no hay lugar para la pereza habitual en el liderazgo. Ciertamente, el trabajo debe ser medido y planeado y debe incluir descanso y recreación, pero un líder cristiano nunca debe ser vulnerable a la acusación de pereza. El libro de Proverbios nos enseña que la pereza es el signo de un estilo de vida sin motivación e indisciplinado y no glorifica a Dios. Por el contrario, el estilo de vida de un verdadero líder cristiano está marcado por la laboriosidad. La Escritura revela que Jesús nunca anduvo apresurado o frenético, pero siempre iba “directamente” o “inmediatamente” a la siguiente cita divina. Su estilo de vida era enérgico, pero centrado y sostenía adecuadamente la actividad del liderazgo con períodos adecuados de renovación física y espiritual y descanso. Un líder laborioso está preparado para una crisis y las demandas que la acompañan y no contribuye a ella por descuido o indolencia. Un verdadero líder no disfruta de una crisis, pero está preparado para enfrentarla y no será un desertor cuando el momento de la crisis llegue.
Inmoralidad es extremadamente destructivo para el elemento de confianza que es tan esencial para el liderazgo, y el pleno restablecimiento de la autoridad requerirá por necesidad de mucho tiempo supervisado y esfuerzo. El consejo de Dios sobre este tema es poderosamente simple y eficaz: huir de la tentación.
(Santiago 1:12–15) ¿Cómo haces para huir de la tentación? Es sencillo en la mayoría de los casos: siempre evitar ponerse en el camino del peligro. Huye de todas las oportunidades para ser tentado. Los líderes deben hacer un pacto con el Señor de comprometerse a la pureza sexual antes del matrimonio y la fidelidad sexual en el matrimonio. Como parte del pacto ante Dios, guarda tus ojos, tus pensamientos y tus conversaciones con el fin de cuidar efectivamente tus acciones. Los líderes cristianos deben honrar la ordenanza del matrimonio de Dios al permanecer sexualmente puros antes del matrimonio, seguir siendo puros durante el matrimonio, y ejercitar con alegría dentro del matrimonio el amor sexual que Dios creó.
hemos acordado insistir colectivamente en que cualquiera de nosotros que sucumba a la inmoralidad sexual en violación a su pacto matrimonial, tiene que dejar el ministerio pastoral. Para nosotros, la puerta que da al liderazgo y al ministerio se abre en una dirección y solamente una vez. No hicimos este acuerdo porque presumimos de tener un carácter excepcional, sino todo lo contrario. Nos responsabilizamos mutuamente porque estamos plenamente conscientes de nuestra pecaminosidad inherente y nuestras siempre presentes debilidades. Por lo tanto, si o cuando nos sentimos tentados a participar en la infidelidad sexual, tenemos que admitirnos a nosotros mismos: Esto traerá vergüenza sobre el nombre del Señor y a mí me costará mi ministerio. ¿Vale la pena? Mediante el establecimiento de una estructura de responsabilidades, tratamos de huir de la tentación antes de que siquiera ocurra. Llamamos a todas estas responsabilidades que hemos acordado “obstáculos para el pecado” y “ayudas para llegar a la obediencia”.
La falla final que puede descalificar a un líder es insubordinación. La Biblia es poderosamente franca sobre este tema: exige que todos los creyentes y todas las iglesias adopten la doctrina de la sumisión. Si un líder no puede someterse a los demás, no está preparado para dirigir a nadie. Efesios 5:21 ordena, “Someteos unos a otros en el temor de Cristo” (NVI). Esto significa que tanto los cristianos como las iglesias deben estar en sumisión unos a otros. Hebreos 13:17 dice: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos.” Los miembros de la Iglesia deben someterse a los líderes, y los líderes deben someterse a los que tienen autoridad sobre ellos. Si tú mismo no puedes someterte, no puedes esperar que los demás se te sujeten. De hecho, los líderes deben mostrar voluntariamente una manera de vivir en sumisión a los que tienen autoridad sobre ellos. El privilegio del liderazgo no eleva al líder por arriba de la sumisión sino que exige que el líder sea un modelo de sumisión. No hay tal cosa como un cristiano independiente o un líder independiente. Una forma crucial en la cual se manifiesta nuestra dependencia en el Señor es por someterse unos a otros. Si un líder muestra insubordinación habitual en lugar de sumisión habitual, está bíblicamente descalificado para el liderazgo.
Un líder bíblico rechaza la indolencia, inmoralidad e insubordinación en busca de vivir una vida dirigida por la gracia y centrada en Cristo. Esto requiere de sabiduría y responsabilidad en el deseo de ser irreprensible en su vida personal, vida familiar, en la iglesia y en la comunidad. Ese es el perfil de un líder bíblicamente calificado, uno que es llamado por el Señor y preparado por el Evangelio para un efectivo liderazgo cristiano. Un obispo debe ser intachable.
Si la definición de un líder está en la Escritura entonces ¿no sería de esperar que también la definición de liderazgo este en la Palabra de Dios?
¿QUÉ ES EL LIDERAZGO?
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.”
Mateo 6:33
Tres Máximas del Liderazgo Efectivo
La respuesta es que él conocía su misión, estaba firmemente comprometido a lograrla, se rehusó a que el temor lo paralizara y sin dudarlo la comunicaba con pasión e inició la estrategia para que dicha misión tuviera éxito. De mucha mayor importancia para los líderes cristianos es el hecho que Cristo como líder estuvo inalterablemente comprometido a lograr su misión. Vino este mundo en una misión para salvar a los pecadores, derrotar a Satanás, y ganar la victoria para su iglesia. No permitió que nada lo detuviera. La ansiedad de enfrentarse a la copa de sufrimiento que iba a beber, lo asombroso del desafío en afrontar la muerte, el pecado, la tumba y aún su “descenso a los infiernos” y separación de su Padre no evitó que él cumpliera su misión para la gloria de su Padre. En alguna medida es ese enfoque y pasión por el liderazgo lo que consume a los líderes cristianos que están siguiendo a Cristo, su Señor y Salvador. Un buen liderazgo requiere que se entienda la misión y se haga un compromiso sin concesiones de permanecer fiel a ella. Ni la auto-promoción ni la auto conservación, ni el orgullo, ni el temor ni el cansancio deben apartar a un líder del fiel cumplimiento de su misión. Para el líder cristiano, nuestras órdenes de marchar son a la vez sencillas y profundas. En primer lugar estamos llamados personalmente: “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33). En segundo lugar, los líderes cristianos estamos comprometidos a reproducirnos continuamente a nosotros mismos al hacer discípulos que sean centrados en Cristo y lleven consigo una insaciable pasión por “la preeminencia de Cristo en todas las cosas”. Finalmente ejercemos nuestras responsabilidades específicas como un líder cristiano en la tarea, la iniciativa o la organización que ha sido confiada a nosotros.
Los grandes líderes cuidan a su gente
Los Grandes Líderes no sólo se comprometen decididamente al cumplimiento de la misión, sino siempre tratan de hacer lo mejor para aquellos que sirven bajo su mando y están a su cuidado.
Los grandes líderes intencionalmente producen líderes
Esa es una de las principales responsabilidades de un gran líder: estar preparado para reproducir y multiplicar el liderazgo. En la guerra mundana, un líder siempre es un objetivo, y no es diferente en la guerra espiritual. Recuerden que Satanás siempre tiene a los líderes en su mira. La salvación es gratuita. El discipulado cuesta. El liderazgo cuesta mucho más. Siempre hay un precio que pagar en el liderazgo, un principio afirmado en Zacarías 13:7: “Hiere al pastor, y las ovejas serán dispersadas.” La Biblia enseña que los cristianos luchamos contra el mundo, la carne y el diablo, y las tres fuerzas incesantemente atacan al liderazgo. El mundo, especialmente la cultura contemporánea de Estados Unidos, instintivamente se rebela contra todas las expresiones de liderazgo bíblico. Nuestra propia carne nos tienta a contraernos con temor, atacar con ira, acogernos en apaciguamiento, o aislarnos con el legalismo. Y, por supuesto, Satanás está al acecho buscando maneras de atacar a los líderes cristianos en cada oportunidad. Jesús advirtió a Pedro (y a nosotros) que los líderes de Dios son objetivos de Satanás. En la escritura se registra a Jesús diciendo: “Simón, Simón, he aquí que Satanás os (plural) ha pedido para zarandearos (plural) como a trigo, pero yo he rogado por ti, (singular) que tu fe no falte” (Lucas 22:31–32). Recuerden que Satanás “ora” en contra de los líderes y Satanás “ataca” a los líderes. Jesús nos ha permitido ver que el diseño de Satanás en ese momento era eliminar a los doce líderes y aunque fallaron en el momento de la prueba, el Señor los recuperó, y si son correctas las versiones históricas extra bíblicas, la mayoría de ellos se entregó finalmente como mártires por servir a Cristo, obviamente ya no controlados por el temor. Judas se perdió en su traición y murió en desesperación sin arrepentirse. Pedro negó a Cristo tres veces pero fue restaurado. Judas muere en la desesperación suicida y Pedro arrepentido y restaurado se convirtió en un gran líder ¿Cuál fue la diferencia entre Pedro y Judas? La intercesión de Cristo. “Yo he rogado por ti” (Lucas 22:32). Alabado sea el Señor, él vive para siempre y “…también intercede por nosotros”. Romanos 8:34. Sabiendo que pelear la buena batalla requiere una multitud de líderes y sabiendo también que algunas veces esos líderes se vuelven bajas, los líderes cristianos deben reproducirse a sí mismos y multiplicarse. Algunos líderes caen por designio divino y lamentablemente algunos son víctimas por descuido. Pero eventualmente todos seremos llamados a casa. ¿Quién estará allí para ocupar nuestro lugar? Pablo tenía a Timoteo y otros preparados para reemplazarlo. Elías preparó a Eliseo. Moisés preparó a Josué y a Caleb. Jesús, nuestro gran líder, cuando subió al cielo tenía preparados a los setenta, a los doce, y a los tres. La línea de meta de un líder cristiano podría ser el llamado de Dios para volver a casa al momento final del ministerio que Dios le designó o bien podría ser que caiga en el campo de batalla; por lo tanto, el liderazgo cristiano requiere de un compromiso para reproducirse y multiplicarse. Los grandes líderes se esfuerzan por hacer ambas cosas. Al prepararse para esto lo que dejan atrás no es un vacío o una vacante en espera de ser llenada por falsos líderes producidos por el mundo, sino por reemplazos listos que han sido alimentados y discipulados por líderes evangélicos para expandir el Reino de Dios en este mundo
le dije a mi hijo: los que siguen en la línea de los creyentes deben llevar siempre la madurez espiritual a un nivel superior que los que vinieron antes que ellos. Eso es lo que producirá un buen discipulado y un liderazgo efectivo. Por la gracia de Dios y el ejercicio apropiado del liderazgo disciplinado, mi hijo e hijas llevarán este legado espiritual a un nuevo nivel de crecimiento espiritual y madurez en Cristo y para Cristo.
Por lo tanto, nuestra familia seguirá siendo bendecida por la verdad del Salmo 16:6: “Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado”.
¿por qué tan a menudo son ignoradas o descuidadas estas maximas? La respuesta es obvia: la distracción y la destrucción surgen potencialmente ante cada líder que existe. Para evitar la distracción y la destrucción, cada líder debe estar alerta a las trampas diseñadas por Satanás. ¿Cuáles son?
Fracaso en mantener en primer lugar lo que es principal
Disparamos muchas flechas pero no tenemos un blanco. Cuando terminamos, declaramos que nuestra actividad dio en el blanco. ¿Conoces tú objetivo (es decir, tú misión)? ¿Es dicho objetivo fiel a la Palabra de Dios y a tú llamado? Si esto es así, ¿mantienes la disciplina personal para tenerla como una prioridad? No cada necesidad es un llamado para ti: ¿estás un poco ocupado en demasiados frentes para poder cumplir con eficacia tu misión dada por Dios? No te distraigas con fascinaciones momentáneas y novedades. No te desvíes a causa de “emergencias” prolongadas. No seas desviado por la tiranía de lo que otros consideran como urgente. No seas impulsivo, sino reflexivo, piensa y ora. Se sensible, pero no te desvíes fácilmente. No dejes que las cosas buenas opaquen las cosas importantes. Más de un líder de ministerio ha perdido de vista la misión señalada al sentirse cautivado por cada llamada que se le hace o fascinado por el liderazgo de alguien más o por temas que no tienen relación o hasta atraído por oportunidades de reconocimiento personal o progreso. Seguir a tal “liderazgo” es como ir en un coche con un chico de dieciséis años de edad, que no ha aprendido a manejar correctamente. El vehículo va de un lado a otro del carril, aumenta de forma errática la velocidad, de repente frena al llegar a un alto y acelera de nuevo. Los pasajeros al cuidado de este conductor van nerviosos, agotados y sin esperanza de un viaje normal. Con el tiempo van a abandonar el vehículo o a su conductor, y se perdió mucho tiempo y distancia. ¡Mantén en primer lugar lo que es principal! La misión dada por Dios al líder debe ser algo sagrado y el líder debe ser absorbido por dicha misión. Dios establece el objetivo para el líder. Entonces el líder, como siervo de Dios, debe ser absorbido con la fijación del objetivo.
No mantener la integridad del mensaje
No se convierta en un pragmático convencido de que el fin justifica los medios o que manipula y edita el mensaje. Todas las doctrinas de la Escritura son importantes. Algunas son primarias, otras son secundarias y algunas son terciarias. En la enseñanza primaria y esencial de la Escritura debemos ser claros e inflexibles. En las enseñanzas secundaria y terciaria debemos ser comprensivos al ver cómo la gente interpreta estas importantes doctrinas al darse cuenta de que no son esenciales en términos de salvación. Sin embargo, también debemos darnos cuenta de que no son carentes de importancia. Aprende a enfocarte más en las cosas principales y a dar la importancia debida a las menores. Esto no significa un abandono de lo esencial pero sí significa ser paciente, caritativo y respetuoso al tratar con temas bíblicos secundarios y terciarios. Por ejemplo, el bautismo es importante pero no es necesario para la salvación, por lo tanto, al darnos cuenta de que hay una posición bíblica sobre el asunto y ya que no es un tema esencial para la salvación, tenemos la libertad de ser pacientes unos con otros a medida trabajemos sobre el tema. Pero también debemos darnos cuenta de que los líderes cristianos pueden cometer errores primarios en la forma en que tratan las doctrinas secundarias. A veces se tiene la tentación de poner la paz antes que pureza. No ponga en peligro la integridad del mensaje bíblico para cumplir su misión.
Requiere conocimiento de la Palabra, fidelidad al mensaje, compromiso con la misión y humildad al confiar en la gracia de Dios al tratar a los demás con respeto y dignidad.
Miedo al fracaso mismo
¿Podrías identificar tres casos en los cuales hayas fallado y lo que has aprendido de cada falla?” Es una pregunta reveladora para un líder. Si tú nunca has experimentado un fracaso, nunca has ejercido el liderazgo. Usualmente una ausencia de fallas refleja una falta de voluntad para asumir riesgos por temor al fracaso. Los grandes líderes “no van a lo seguro”. El liderazgo requiere riesgos. Por supuesto, un ministerio lleno de fracasos continuos refleja otros problemas, y un líder responsable no es explosivo o impetuoso. Una humilde disposición a ser decidido, con oración y precaución, es inherente al liderazgo, y aun así, en ocasiones el resultado es un fracaso. Un gran líder atrapa ese momento para su desarrollo personal y convierte la experiencia en una falla instructiva. Si tienes un temor debilitante al fracaso, somételo al Señor y pídele a Él que te de valor para dirigir a otros a ir adelante en una manera responsable, con toda su confianza en la fuerza y el poder de su Dios.
No cuidarse a sí mismo
Los líderes fallan cuando se olvidan de cuidarse a sí mismos. Pablo amonestó a Timoteo diciéndole “ten cuidado de ti mismo” (1 Timoteo 4:16). “Tened cuidado de vosotros” (1 Tim 4:7). “Esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1 NVI). Los líderes no pueden concentrarse en su misión, preocuparse por su gente, o reproducirse y multiplicarse si no se cuidan ellos mismos. El cuidado espiritual es la primera prioridad. Practique lo que predica. No descuide un tiempo regular con el Señor en oración y en la Palabra. La preparación del Ministerio –oración, enseñanza, servicio- no es lo mismo que el tiempo personal con el Señor. Aliméntate a ti mismo espiritualmente. No te olvides de confesar tus pecados y recibir la bendición y el poder del perdón de Dios. Evita la violación de tu conciencia y caer en el pecado. Mantén tu testimonio con un estilo de vida fiel. Esfuérzate ante el Señor para vivir irreprochable y honrar a tu Salvador.
Además, ten cuidado de ti mismo física y emocionalmente. “No tentarás al Señor tu Dios”, se nos recuerda en Mateo 4:7 (Citando a Deuteronomio 6:16). Como líder, se requiere que cuides de tu cuerpo como el templo del Señor tal como todos los demás. Sigue una dieta saludable. Ejercítate. Planea tu horario de tiempo libre personal. Pasa tiempo con tu familia, disfruta de un pasatiempo, ten un tiempo saludable de sueño, evita la tensión nerviosa. Haz lo que es correcto y necesario para cuidar de ti mismo.
Dejar de aprender lecciones o recibir disciplina
Los líderes fallan cuando se hacen orgullosos y arrogantes. Muéstrame un líder que se niega a aprender de sus errores o que se niega a aceptar humildemente la disciplina, y te mostraré un líder que corre hacia el fracaso. No puedes dirigir a otros si tú mismo no estás dispuesto a ser guiado o te resistes a aprender. Frecuentemente nuestras más grandes experiencias de aprendizaje vienen a través de nuestros fracasos, y un líder debe estar dispuesto a admitir humildemente el error y aprender de ello. A veces tenemos que recibir la disciplina de nuestros compañeros o de nuestros superiores. Muchas veces en la vida vamos a ser disciplinados por el Señor. Así es como crecemos, y es un don de la gracia de Dios. Recuerda esta advertencia:
“Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él. Porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe por hijo. “… ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”
(Hebreos 12:5, 6, 11. Citando a Proverbios 3:11, 12).
El líder cristiano necesita disfrutar la gracia del Señor Jesús al someterse al Espíritu Santo y mantener el corazón y el estilo de vida de un aprendiz. El estudiante alegre, invariablemente muestra un apetito voraz para crecer continuamente en el Señor, y para ser un líder que dirige con el ejemplo. Así que recuerda, cristiano, en esta nueva era de tinieblas: mantener en primer lugar lo principal. Mantén la integridad del mensaje. Supera cualquier temor al fracaso. Cuídate.
¿TERMÓMETRO O TERMOSTATO?
“Un obrero que no tiene de qué avergonzarse.”
2 Timoteo 2:15
Rápidamente te darás cuenta de que el liderazgo estadounidense está compuesto en gran parte de líderes que parecen un termómetro, no un termostato. Un termómetro tiene un uso: medir y comunicar la temperatura ambiente. Por otra parte, un termostato, se utiliza para cambiar la temperatura. Un termostato mide la temperatura de una habitación y la regula según sea necesario. A medida la cultura contemporánea de Estados Unidos continúa su caída libre en lo moral, se necesitan desesperadamente líderes tipo termostato, es decir, líderes que ayuden a transformar la cultura de la muerte a la vida. Pero si bien tenemos unos pocos líderes tipo termostato, estamos inundados con legiones de líderes tipo termómetro.