EL CUERPO DE CRISTO - LA UNIDAD DEL ESPÍRITU
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Transcript
Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo—ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
INTRO:
INTRO:
UN SOLO CUERPO
Siendo muchos y diferentes formamos un sólo cuerpo.
CADA UN EN SU LUGAR
Dios colocó cada miembro en el cuerpo como mejor le pareció.
TODOS NECESARIOS
El ojo no puede decirle a la mano no te necesito.
LO MÁS IMPORTANTE
Un camino más excelente.
DESARROLLO:
DESARROLLO:
UN LLAMAMIENTO COMO CUERPO.
UN LLAMAMIENTO COMO CUERPO.
Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido,
siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor.
Pase lo que pase, compórtense de una manera digna del evangelio de Cristo. De este modo, ya sea que vaya a verlos o que, estando ausente, sólo tenga noticias de ustedes, sabré que siguen firmes en un mismo propósito, luchando unánimes por la fe del evangelio
Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.
Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
LA UNIDAD DEL ESPÍRITU.
LA UNIDAD DEL ESPÍRITU.
Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.
Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza;
un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo;
un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.
El Espíritu Santo no divide la iglesia. Él la unió.
Nosotros debemos esforzarnos por mantener esa unidad. NO para nuestro beneficio sino para el beneficio del cuerpo.
Entonces los apóstoles y los ancianos, de común acuerdo con toda la iglesia, decidieron escoger a algunos de ellos y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Escogieron a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, que tenían buena reputación entre los hermanos.
Con ellos mandaron la siguiente carta: Los apóstoles y los ancianos, a nuestros hermanos gentiles en Antioquía, Siria y Cilicia: Saludos.
Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros, sin nuestra autorización, los han inquietado a ustedes, alarmándoles con lo que les han dicho.
Así que de común acuerdo hemos decidido escoger a algunos hombres y enviarlos a ustedes con nuestros queridos hermanos Pablo y Bernabé,
quienes han arriesgado su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Por tanto, les enviamos a Judas y a Silas para que les confirmen personalmente lo que les escribimos.
Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los siguientes requisitos:
abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de la carne de animales estrangulados y de la inmoralidad sexual. Bien harán ustedes si evitan estas cosas. Con nuestros mejores deseos.
Al pasar por las ciudades, entregaban los acuerdos tomados por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén, para que los pusieran en práctica.
Y así las iglesias se fortalecían en la fe y crecían en número día tras día.
Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor. E iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.
Sin el Espíritu Santo no vamos a poder ver mas allá de nuestras propias narices, necesitamos orar para ser llenos, bautizados, invadidos por el Espíritu Santo.
CONCLUSIÓN:
CONCLUSIÓN:
“En los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre toda la gente. Sus hijos e hijas profetizarán. Sus jóvenes tendrán visiones, y sus ancianos tendrán sueños.
En esos días derramaré mi Espíritu sobre mis siervos —hombres y mujeres por igual— y profetizarán.
Y haré maravillas arriba en los cielos y señales abajo en la tierra: sangre, fuego y nubes de humo.
El sol se oscurecerá, y la luna se pondrá roja como la sangre antes de que llegue el grande y glorioso día del Señor.