Venciendo las Adicciones
Notes
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Introducción
Introducción
Una adicción va desde un medicamento hasta la pornografía.
Pueden llegar a ser ídolos de adicción:
Las Drogas estimulantes (Anfetaminas - cocaína - extasis - algunas pastas adelgazantes)
Alcohol, marihuana, los barbitúricos, las benzodiacepinas (droga depresiva que relaja, produce falta de coordinación, disminución del tiempo de reacción, imprudencia e inconsciencia)
Narcoticos como el opio, la morfina, la codeína, la heroína, que inducen sueño.
Alusinogenos que inducen percepciones visuales y auditivas alteradas. LSD, (“polvo de ángel), psilocibina.
Las personas que han escogido esta primera lista como su ídolo, buscan un cambio emocional por medios artificiales. En razón de que el consumo de estas cosas lo comienza a tolerar el cuerpo, el adicto eventualmente necesitará usar mayores cantidades de droga o alcohol para lograr el mismo cambio emocional que experimentaba en los primeros días de su idolatría. Para abandonar este tipo de ídolos, es algunas veces necesario ser dirigido por un medico, ya que por causa del síndrome de abstinencia algunos pueden sufrir desde fiebre alta, hasta convulsiones o alucinaciones, sobre todo con las drogas depresivas y narcoticas.
Sexo
Homosexualidad
Pornografía
Juegos de azar
Robo en tiendas
Ejercicio
Ira
Comida
Gastar dinero
Relaciones
Ministerio
Trabajo
Televisión
Novelas románticas
Entretenimiento
redes sociales
Auto exaltación
Chisme
Perfeccionismo
La vida de un adicto es evidente en sus acciones de negación, mentira, retraimiento, relaciones rotas y remordimiento. Un adicto se pregunta:
• ¿Por qué sigo haciendo esto cuando se que estoy descuidando a mi familia y mis responsabilidades?
• ¿Acaso las consecuencias de mi comportamiento pecaminoso no son suficientes para dejar de hacer esto?
• ¿Qué quiere decir cuando dice que se siente “fuera de control”?
• ¿Es mi adicción algo genético o tengo acaso un desbalance químico?
• ¿Cómo la puedo ayudar? ¿Qué consejo bíblico le puedo ofrecer?
La Escritura tiene respuestas a las preguntas difíciles de la vida. Segunda de Pedro 1:3–4 afirma,
Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
Dios nos ha dado todo lo que necesitamos saber sobre la vida y la piedad. En Su Palabra, Él describe de manera vívida las experiencias difíciles de nuestra vida, incluyendo la adicción. Sin embargo, Él no termina con la descripción, también expone la raíz del pecado y la tristeza y nos da soluciones que son efectivas y seguras. Dios quiere que sepamos y entendamos nuestras adicciones para que podamos ser sabios para la vida y para ayudar a otros.
Describiendo y Definiendo la Adicción en Categorías Bíblicas
Ser un adicto es “dedicarse o rendirse (uno mismo) a algo de manera habitual u obsesiva.” Ese algo podría ser casi cualquier cosa. Adicción, sin embargo, no es un término bíblico. Este problema existía en tiempos bíblicos; en la biblia hay muchas descripciones y advertencias contra el alcoholismo, la lujuria y la glotonería.
Mateo 7:17 dice, “Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.” empezaremos hablando de los frutos o lo que caracteriza la vida de un adicto, y luego veremos la raíz del problema de las adicciones.
Los principios fundamentales y generales que describen y definen a un adicto en las escrituras son muy veraces, y aplican a toda clase de adicciones como la adicción a las drogas, al alcohol, a la pornografía, al ejercicio, a la comida o a las compras.
Leamos los siguienrtes versículos
Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. (Deuteronomio 21:18–20)
El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, Y cualquiera que por ellos yerra no es sabio (Proverbios 20:1).
No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos (Proverbios 23:20–21).
¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades. Serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero. Y dirás: Me hirieron, mas no me dolió; me azotaron, mas no lo sentí; cuando despertare, aún lo volveré a buscar (Proverbios 23:29–35).
No es de los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni de los príncipes la sidra; no sea que bebiendo olviden la ley, y perviertan el derecho de todos los afligidos (Proverbios 31:4–5).
¡Ay de los que se levantan de mañana para seguir la embriaguez; que se están hasta la noche, hasta que el vino los enciende! Y en sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y vino, y no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos (Isaías 5:11–12).
¿Acaso ha sido herido como quien lo hirió, o ha sido muerto como los que lo mataron? Con medida lo castigarás en sus vástagos. El los remueve con su recio viento en el día del aire solano (Isaías 28:7–8).
No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu (Efesios 5:18).
“cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28)
Pero aún volvieron a pecar contra él, Rebelándose contra el Altísimo en el desierto; Pues tentaron a Dios en su corazón, Pidiendo comida a su gusto. Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto? He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas, Y torrentes inundaron la tierra; ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo?
El continuo grito de sus corazones era, “¡Dame más! ¡Dame mejor! ¡No estoy satisfecho con lo que Tú has provisto!”…
Muchas veces nosotros respondemos de la misma manera. No estamos satisfechas con la provisión del Señor, así que nos movemos fuera de Su voluntad para buscar satisfacernos nosotros mimos. Los idolatras pueden usar la comida para declarar la independencia de los mandamientos de Dios – “¡No me digas que comer!” - También pueden usar la comida para saciar sus propios deseos de placer – “No puedo dejar de comer esto; ¡me encanta!” Con frecuencia se preocupan por la comida y la bebida, ignorando el mandamiento de Jesús, estando ansiosos y diciendo, “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” (Mateo 6:31). Dan prioridad a sus deseos buscando satisfacer sus necesidades antes que buscar el reino de Dios y su justicia. Olvidan las palabras de Jesús que “la vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido” (Lucas 12:23). A veces pasan por alto el hecho de que Dios está consciente de sus necesidades: “Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas” (Mateo 6:32). ¿No ha provisto Dios abundantemente? Me pregunto, ¿por qué todavía estamos esclavizados a nuestros deseos, queriendo más o algo mejor o algo más cremoso o más caliente o más crujiente? Me pregunto, ¿por qué nunca estamos satisfechos (ver Eclesiastés 6:7)? Por la glotonería Números 11:5 queremos comida sabrosa, es esclavitud al paladar. Creemos que es nuestro derecho tener toda clase de comida que queramos, cuando la queramos.
Dios da mandamientos sobre nuestra alimentación y se interesa en nuestra obediencia. Él quiere liberarnos de nuestros deseos avaros. Recuerde, Colosenses 3:5 define la avaricia como idolatría. Querer más y más y nunca estar satisfecho es la adoración de un dios falso. El nombre de este dios es Gusto, Placer, Autosuficiencia.
¿Somos agradecidos? ¿Estamos dispuestos a negarnos a nosotros mismas? ¿Ayunamos? ¿Estamos dispuestos a someter incluso esta área al Señorío de Cristo? Comer una galleta no es un pecado per se. Es un pecado si se come como un acto de rebeldía, falta de moderación o incredulidad.
Es perfectamente legítimo comer y disfrutar la comida, siempre y cuando comer así no se haga con un desprecio rebelde de Su preeminencia en nuestras vidas. Deuteronomio 14:26
traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios,
No cometerás adulterio.
Proverbios 6:32 “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace.”
El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; 5 pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él (1 Juan 2:4–5).
La fornicación tambien es un pecado de acuerdo con la Biblia. Se considera inmoral. Dios no diseñó la relación sexual para aquéllos que no están casados.
¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios (1 Corintios 6:9–10).
Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.
A Dios le importa mucho con quién tenemos relaciones sexuales. Él ha dejado claro que a menos que estemos casadas, la relación sexual está fuera de los límites. Y si estamos casadas, nuestro único compañero bíblicamente legítimo es nuestro esposo.
No te echarás con varón como con mujer; es abominación.
Si alguno se ayuntare con varón como con mujer, abominación hicieron; ambos han de ser muertos; sobre ellos será su sangre.
La masturbación cae dentro de las categorías bíblicas de lujuria, egoísmo y perversión.
De estos versiculos podemos sacar una lista de los “frutos” o características de la adición. El grado en el que estos malos frutos son aparentes depende de la persona, de las circunstancias de su vida, de a sustancia o el comportamiento que escoge para involucrarse y el tiempo que ha dedicado a la adicción. Considere estas características:
Tristeza
Descontento
Falta de sabiduría
Olvido
Flojera, falta de motivación
Problemas financieros
Necedad
Mal juicio
Falsas ilusiones
Alucinaciones
Recelo
Mentira
Búsqueda de placer y entretenimiento
Estilo de vida irresponsable; descuida la buena alimentación, el descanso y el ejercicio
Mala apariencia física; ojos apagados o inyectados de sangres, despeinada, pérdida o ganancia de peso
Impedimento físico prolongado
Desacuerdos y discusiones, relaciones rotas o tensas
Retraimiento de los demás
Maltrato y abuso de otros
Falta de respeto a la autoridad (Dios, civil, los padres, el jefe) o romper la ley
Rebelión, indiferencia pasiva u hostilidad abierta
Desprecio por el castigo y las consecuencias naturales del mal comportamiento
Ponerse en peligro o poner en peligro a los demás
Falta de interés por las cosas del Señor
Placer egoista (sensualidad enfocada en uno mismo)
Descontento
Estas características son un excelente lugar para empezar a formularnos preguntas que nos ayudarán a saber que tan esclavos estamos a alguna adicción: ¿Cuánto tiempo y dinero has gastado en tu adicción? ¿Como resultado de esta adicción estás endeudado? ¿A traído tristeza a tu familia o a tus hermanos y hermanas en Cristo? ¿Está descuidando alguna de tus responsabilidades? ¿Qué es lo que caracteriza tu interacción con los demás: discusión, ensimismamiento, indiferencia, falta de respeto, malos tratos? ¿Le ha mentido a usted o a los demás sobre sus actividades? ¿Qué cambios ha observado en su vida espiritual? ¿Qué tan seguido buscas tener compañerismo con el cuerpo de creyentes? ¿Qué mandamientos o principios de la Escritura ha quebrantado o ignorado? ¿Cómo ve a Dios y a Su obra soberana en los asuntos de tu vida?
Estas preguntas te darán una buena radiografía de que tanto se estan manifestando los malos frutos descritos y que tan mal estas con tu esclavitud.
El Origen de una Adicción (La raíz del problema)
Esta raíz no se encuentra en provenir de una familia disfuncional o entregada a las adicciones, tampoco esta en la genética, ni siquiera las circusntancias o el ambiente en el que vivimos tiene la culpa. Isaías 5:11–12 dice que aquellos que buscan la embriaguez y el placer “no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de Sus manos.” Aquí está la clave.
Si una persona no está poniendo atención a las obras del Señor o no está considerando la obra de Sus manos, ella realmente no lo está adorando. Mas bien, está adorando el objeto de su adicción. (Éxodo 20:3–5).
En el Antiguo Testamento, la idolatría se asociaba más estrechamente con la adoración de objetos tangibles hechos de madera, metal o piedra. Los profetas del Antiguo Testamento aclaraban perfectamente que el objeto no era tan importante como el significado que le atribuía en el corazón el adorador.
Ezequiel 14:1–4 La idolatría es algo que se abraza con el corazón, es lo que da sentido a la vida de alguien, define lo que hacemos, para lo que vivimos.
Pablo, en el Nuevo Testamento, amplía nuestro entendimiento de la idolatría cuando incluye ídolos tangibles en la definición: “Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5). La adicción es un problema de adoración mal dirigida que se deriva de un corazón idólatra. En pocas palabras, la adicción es idolatría.
Dios creó al hombre para que lo adorara y lo sirviera y para que experimentara una relación íntima con Él. Esta relación se rompió con la Caída y el corazón entenebrecido de la humanidad anhelaba algo que adorar. Aunque desde entonces Dios ha redimido a Su propio pueblo a través de la obra expiatoria de Cristo en la cruz y ha restaurado nuestra relación con Él, el pecado persiste y nuestros corazones nos siguen engañando. Aun así, Dios nos ofrece Su gracia y misericordia y nos da Sus preciosas y magníficas promesas. No necesitamos nada. Sin embargo insistimos en buscar la llenura en cosas que nosotros pensamos que podemos controlar, cosas que se hicieron para servirnos y que con el tiempo llegamos a servir. De hecho, estas cosas nos esclavizan y se vuelven capataces malvados empeñados en nuestra destrucción.
Una Mirada Detallada al Problema de la Adicción
Isaías 44:6–23 es un pasaje extremadamente útil para entender la experiencia del adicto en los niveles tanto de “la raíz y el fruto.”
El profeta Isaías comienza su enseñanza sobre la idolatría dando un vivo cuadro del único Dios verdadero al que adoramos (versículos 6–8). Dios es el Rey, el Redentor, el Señor de los espíritus, el primero y el postrero. Él existía antes del mundo; Él creó el mundo y todo lo que hay en él; Él gobierna con justicia sobre Su creación de la que somos parte; y Él nos ha redimido de la esclavitud del pecado. Entonces viene la pregunta, “¿Y quién es como Yo?” Aunque Dios es realmente un gran Dios, se nos amonesta a no temer porque Él ha revelado su carácter y nos ha mostrado Sus obras en Su Palabra de manera abundante para que lo conozcamos.
Un adicto es alguien que no conoce el carácter de Dios o ha escogido ignorar voluntariamente la verdad acerca de Dios que puede llegar a conocer. Ha olvidado que sólo Dios es digno de la adoración y capaz de redimir de sus pecados al mas perverso pecador. Ya que un adicto es egocéntricamente exigente y está poco dispuesto a venir ante Dios en Sus términos, aplicar Sus soluciones y esperar Su tiempo, por lo tanto se inventan un dios a su acomodo.
En el versículo 9, Isaías comienza a hablar de la idolatría, que es una locura en contraste con el carácter de Dios. Un idolatra le está atribuye a la obra de sus propias manos atributos que sólo le pertenecen a Dios. ¿Cómo hace esto un adicto? Muchos adictos se sienten llenos de culpa e ineptitud, y en lugar de tratar con estos sentimientos reconociendo su pecaminosidad y proclamando por fe el perdón y la libertad que Dios ha provisto en la cruz de Cristo, ellos buscan escapar de estos sentimientos con su adicción, aquello en lo que se refugian es su “salvador”, claro van a experimenta algo de libertad temporal, inmediata, pero al final es superficial y poco duradera, siempre el ídolo los dejará mas vacíos.
Isaías dice que un adicta está tan arraigado en su idolatría que no reconoce por completo lo que está haciendo. Sin embargo, con el tiempo se encontrará confundido y lleno de vergüenza porque los ídolos están desprovistos de vida y poder. No pueden salvar. Sus problemas se agravarán.
Isaías 44:9–11 un adicto es orgulloso y arrogante en medio de su idolatría: “Todos ellos se juntarán, se presentarán” (versículo 11). Pueden ser sutiles en su orgullo, pero allí esta. En los versículos 12–17, Isaías nos da una descripción larga y detallada del comportamiento de un adicto.
Un adicto puede invertir mucho esfuerzo mental y energía física en la búsqueda de sus ídolos. A menudo, como lo dice Isaías 44:12, el costo de su búsqueda le hace descuidar las cosas esenciales de la vida. Ya que un ídolo no tiene vida, debe ser sostenido por la vida del que lo creó. Como resultado, un adicto puede acabar experimentando hambre, sed y cansancio. Si un adicto es responsable de otros, esos individuos también pueden ser afectados.
Por ejemplo alguien adicto a las redes sociales, se sumerge tanto en la vida de otros que no se nutren bien, y terminan comiendo chatarra en detrimento de su salud. Un adicto al alcohol puede terminar gastando el dinero de su manutención en bebida. Un adicto al trabajo puede vivir una vida llena de agotamiento.
Isaías 44:14, “Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.” Lo que Isaías nos enseña es que la idolatría se inicia pequeña y crece. Ya que este crecimiento puede llevar tiempo, la idólatra a menudo es muy persistente y obstinada.
Juan Calvino dijo, “Tan pronto como hemos sido conducidos por el deseo insensato a la práctica de la adoración falsa, siempre hay razones para temer que seamos sumergidos en ese remolino.” Es más fácil arrancar de raíz un árbol joven que un ciprés o roble adultos. Las adicciones por lo general no se van por si solas, mas bien empeoran con el paso del tiempo.
Isaías expone la ironía de la idolatría en los versículos 15–17. Con frecuencia las cosas que un adicto idolatra son cosas buenas que Dios ha dado para el beneficio de la humanidad: comida, ejercicio, medicina, tecnología, sexo etc. Cuando las usamos correctamente, demostramos que están, de hecho, subordinadas a nosotros. Sin embargo las exaltamos como dioses cuando las buscamos por ayuda o por una salvación que no pueden dar.
Al principio, los ídolos se vuelven amigos confiables porque proporcionan lo que un adicto puede estar buscando. El ídolo te puede hacer olvidar del estrés de un día exigente de trabajo. Pero día tras día, ese ídolo no te enseña nada sobre cómo responder de manera bíblica a la fuente del estrés.
Un adicto seducido por sus propios deseos, abraza la mentira de que este dios falso es algo provechoso. En el proceso, cierra su corazón a la verdad y lo abre a la decepción y a la desilusión. Su corazón es engañado y sus ojos son cegados espiritualmente. Isaías dice en el versículo 20 “De ceniza se alimenta.” Tristemente, el idolatra está satisfecho con esto. El engaño es un sello de la adicción; el adicto es un mentiroso crónico. La mentira puede ser descarada como mentirle a los miembros de su familia sobre su paradero o sus actividades; O la mentira puede ser más sutil, reduce el tiempo de trabajo para entregarse al placer.
Resumiendo el ritual de la Adicción se caracteriza por lo siguiente:
Fase Uno del ritual: Vivimos en un mundo pecaminoso. Pecan contra nosotros y nosotros pecamos contra otros. Todos los días nos enfrentamos con dificultades, sufrimiento, tentaciones y batallas. El adicto intenta cumplir una o más de las siguientes cosas al vivir su vida día a día:
Evitar la responsabilidad que es suya justamente
Evita, Emociones aburridas que considera desagradables, tales como soledad, miedo, pena, rechazo, fracaso, culpa, ira, estrés, etc. Lo hace muchas veces satisfaciendo una necesidad de consumo: eso es un deseo lujurioso
Escapa de la realidad de las circunstancias difíciles que Dios provee en su providencia.
Fase Dos: Al ser criaturas moralmente responsables ante un Dios santo, podemos escoger servir y glorificar a Dios cuando somos confrontados con la responsabilidad, las emociones no placenteras, los deseos lujuriosos y las dificultades; o podemos escoger servirnos a nosotros mismas. El adicto escoge servirse a si mismo y lograr sus propósitos. Hace esto al escoger usar la sustancias o involucrarse en el comportamiento pecaminoso que se ha vuelto su ídolo.
Ejemplo: experimentar sentimientos sexuales intensos, junto con el anhelo abrumador de una relación íntima, al punto de sentirse consumido por su pasión
Fase Tres: El ídolo cumple, casi inmediatamente, lo que el adicto está buscando ganar: un alejamiento mental o emocional de las realidades de la vida en un mundo pecaminoso. El experimenta relajación, realización, euforia, gratificación, placer o consuelo.
Ejemplo: se entregaron a sus deseos, permitiendo que los sentimientos rigieran sus corazones y sus cuerpos y experimentaron el placer emocional y físico de sus encuentros sexuales pecaminosos.
Fase Cuatro: Al principio, las consecuencias de la idolatría no son muy perceptibles. Eo idólatra fácilmente puede descartar los sutiles sentimientos de culpa con simples justificaciones: “Bebí sólo un poco más anoche – Nunca antes había pasado. No tengo un problema,” o “No fue un acto físico de fornicación, no es tan grave” Los beneficios de la idolatría ciertamente son mayores que cualquier riesgo o así parecería. Conforme el tiempo pasa, sin embargo, las consecuencias de adorar un ídolo comienzan a aumentar.
Ejemplo: pueden llegar a reconocer que pecaron, se sienten culpables, avergonzados, temerosos y enojados.... determinan que nunca sucederá otra vez, luego trataron de pagar por su pecado leyendo dos capítulos extras de la Biblia cada día y orando 30 minutos tres veces al día.
Fase Cinco: No sólo los retos, las dificultades y las tentaciones de la vida confrontan al adicto, el suma a esa carga sentimientos de culpa, vergüenza, miedo, indignación y las complicaciones que acompañan el uso de lo que ve, consume o malgasta. ¿Qué hace entonces? Ciegamente se vuelve otra vez a su ídolo – el agente adictivo – para encontrar consuelo, placer o alivio y otra vez comienza un ritual idólatra. Elección tras elección, repetición tras repetición, eventualmente descubre que está en una espiral descendente. Sin embargo el ritual es sagrado para el idolatra. Construirá a alrededor de él una muralla defensiva de negación, justificación, culpar a otros, a las circunstancias o a Dios, cada ladrillo sostenido en su lugar con el mortero del orgullo.
Ejemplo: experimentaron sentimientos sexuales intensos, junto con el anhelo abrumador de una relación íntima, al punto que se sintieron consumidas por su pasión… vuelven al inicio del circulo vicioso.
Soluciones Bíblicas para las Adicciones
La adicción – es decir, la idolatría – es un pecado que domina la vida. Por más que se esfuerce para evitarlo, cada área de la vida de un adicto está afectada por su adoración a un dios falso. Su ídolo es quien lo guía para escoger o abandonar amigos, Gobierna su bolsillo, lo distrae de sus responsabilidades con su familia o su trabajo y puede llenar sus horas vacías con placer. El ídolo es el principio que rige su vida.
Por lo tanto, un adicto es llamado por Dios a reconstruir toda su vida.
Efesios 4:22–24 describe este principio sustitutivo ordenándonos como creyentes a “despojarnos del viejo hombre” y “vestirnos del nuevo hombre.” Esto tiene que pasar tanto al nivel de la “raíz” de las creencias, las actitudes y los pensamientos como al nivel del “fruto” del comportamiento.
El adicto ha estado confiando en un dios falso y ha perdido de vista al único Dios verdadero. Un adicto necesita aprender a conocer y a servir a Dios como un estilo de vida.
Aquí están algunos principios generales que ayudarán a los adictos a abandonar sus idolos:
Principio #1: Entender completamente la naturaleza de nuestra adoración idólatra. No podemos romper una relación con un ídolo sin primero entender los “pequeños” rituales que hemos establecido alrededor de la adoración a un idolo. Las siguientes preguntas sobre nuestros pensamientos, sentimientos y acciones ayudaran:
¿En qué circunstancias me encuentro cuando estoy tentada a pecar?
¿Qué pasa?
¿Qué estoy pensando?
¿Qué estoy sintiendo?
¿Cómo respondo?
¿Cómo estoy tratando de lograrlo?
¿Cuándo lo hago?
¿Dónde lo hago?
¿Con quién está “acompañado” o está sola?
Si no puedo obtener un cuadro claro de lo que ella estoy haciendo, es útil llevar un diario para registrar las respuestas a las preguntas ¿quién?, ¿qué?, ¿dónde?, ¿por qué? y ¿cómo? cada vez que sea tentado o incluso peque. Registrar el día y la hora en que estas tentaciones pasan es importante. Lo que debemos buscar son patrones en la adoración de su ídolo.
Principio #2: Debe cortar su relación con su ídolo. Habiendo identificado los comportamientos que tienen que ser “despojados,” usted puede comenzar a planear comportamientos para “revestirse.” El “revestirse” puede ser tan simple como tomar otra ruta del trabajo a la casa. 2 Timoteo 2:22. Algunas tentaciones nos llegan sin previo aviso, otras ocurren en situaciones que se pueden prever y evitar. Prepárese para ambas clases de tentaciones.
No sólo deberíamos estar atentos a los patrones de comportamiento, también deberíamos estar atentos a los patrones de pensamiento y actitud. Estos con frecuencia encuentran su forma de hablar. Filipenses 4:8
Mateo 5:29–30 practicar la “amputación radical” en lo que respecta al pecado. Los “despojarse” en la vida de un idólatra pueden incluir personas – amigos con los que el se involucra en su comportamiento idólatra o un individuo que se ha convertido en el ídolo. Es necesario muchas veces romper con relaciones pecaminosas.
Resulta obvio ver la necesidad de romper los lazos con las “malas compañías” (1 Corintios 15:33). El miedo a romper los lazos emocionales, de ofender a alguien o de experimentar soledad puede ser fuerte. Pero los frutos de justicia y honrar al Señor son las prioridades más altas de nuestra vida. (Juan 12:42–43).
Principio #3: Restablezca su relación con Dios. (Salmo 127:1). ¿Cuántas veces ha determinado hacerlo mejor la próxima vez? ¿Cuántas veces ha prometido que esta será la ultima vez? ¿Cuántos planes ha hecho para abandonar su ídolo y al final resulta rendido de nuevo a sus pies?
Los débiles esfuerzos de una idólatra fracasan porque no tratan con el tema de raíz – pecado. Sus fallidos intentos de restauración son resultado de su falta de quebrantamiento y profunda pena al comprender que es un pecador y ha ofendido a un Dios santo. Más bien, está albergando un deseo egoísta de alivio de la confusión emocional y de las consecuencias de su pecado. La misma cosa que abrió la puerta a su idolatría en primer lugar es la que motiva sus esfuerzos por cambiar, la que garantiza su fracaso y lo mantiene cautivo. Esa cosa es un enfoque absorto en sí mismo, en sus propios deseos y placeres y en un olvido de Dios. Debe comenzar el proceso de restauración sometiéndose al señorío de Cristo en su vida.
Isaías llama al idólatra a “acuérdate de estas cosas, oh Jacob” (44:21). ¿Qué cosas? Las cosas que dijo sobre el único Dios verdadero (versículos 6–8) y la locura de adorar a un dios falso (versículos 9–20). La manera restablecer su relación con Dios es recordando quién es Él, mientras reconocemos las mentiras que hemos creído.
Romanos 13:13–14: Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.
Dios no es un aguafiestas cósmico esperando llover sobre el desfile de alguien. Sus mandamientos producen seguridad y bendición a Sus hijos. Cuando la sexualidad humana se expresa de maneras piadosas, dentro de los parámetros establecidos por Dios, es capaz de florecer en su forma más bella.
Un adicto por lo general puede estar lleno de culpa y vergüenza. Es por lo tanto muy útil entender la diferencia entre la tristeza y la culpa que produce el verdadero arrepentimiento y la tristeza del mundo que produce muerte (ver 2 Corintios 7:6–12):
La tristeza que produce arrepentimiento se acuerda de Dios y abraza Su gracia, demostrada en la cruz de Cristo, como la única solución para la condición pecaminosa del hombre.
La tristeza que produce muerte se olvida de Dios y en orgullo abraza el vano esfuerzo propio en un intento de salvarse a sí mismo.
La humildad y la sumisión a Dios deben reemplazar el orgullo y el esfuerzo propio (ver Santiago 4:6–10).
Ahora bien, recuerde que el arrepentimiento no es un acto de una sola vez. Debe tomar decisiones cada día y cada hora para servir a Dios en vez de a si mismo por medio de su ídolo.
En la lucha con la idolatría, habrán tiempos en los cuales fallará -- quizá incluso de manera repetida. En vez de volverse introspectivo y enfocarse en su pecado, debe enfocarse en la cruz de Cristo y en las riquezas de la gracia que les pertenecen a los hijos de Dios. (La Disciplina de la Gracia de Jerry Bridges - puede ayuadar)
Alabe a Dios cultivando un corazón agradecido. Alabar a Dios no solo la ayudará a expresar su gratitud a Dios, también será un recordatorio que, de hecho, Él desea manifestar Su gloria en su vida.
Recuerde que es el Espíritu de Dios el responsable de producir los cambios que usted anhela ver que se lleven a cabo en su vida. Por lo tanto eche mano de los medios de gracia: Lea la biblia diariamente - ore fervientemente, memorice la escritura, asista a la iglesia con intencionalidad.
Recuerde además que la meta de Dios es transformarnos – no de una talla 16 a una 6, no de casados a solteros, no de estar tristes a estar felices emocionalmente, sino que desea transformar nuestra vieja naturaleza a la naturaleza de Cristo.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos (Romanos 8:28–29, énfasis añadido).
No, Dios no nos manda ser delgados, atleticos. Él nos manda ser santos.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Corintios 6:19–20).
Conforme Pablo aboga por una vida santa y disciplinada, observe los cuatro elementos de su razonamiento:
En contraste con los templos paganos de prostitución e idolatría, su cuerpo está habitado por un Espíritu Santo. Su templo deber ser usado para la santidad en vez de para el pecado de indulgencia con uno mismo.
El cuerpo del creyente es propiedad del Señor. Usted ya no es libre de hacer lo que le plazca con su cuerpo. Usted le pertenece al Señor por dos razones: Él lo creó (ver Génesis 1:27) y Él lo redimió.
Dios ha comprado su cuerpo con la preciosa sangre del Cordero (ver Hechos 20:28; 1 Pedro 1:18–19). Dios ha demostrado Su gran amor por usted (ver Romanos 5:8). ¡Usted puede ser un vencedor! Él es para usted (ver Romanos 8:31).
El Señor lo ha llamado para glorificarlo con su cuerpo. Debe vivir cada día consciente de la verdad de Su presencia permanente (ver Hebreos 13:5).
Como lo dice Romanos 12:1, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” Es una cuestión de adoración que ponga sus hábitos bajo el señorío de Cristo. Esto incluye hábitos en los que vemos, en lo que comemos, aprender hábitos alimenticios piadosos no se trata de si usted se está “sintiendo un poco gordo,” se trata de aprender a glorificar y alabar a Dios.
Romanos 6:12–13:
No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.
Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad (Efesios 4:22–24 NVI).
Principio #4: Reconcilie cualquier relación rota y construya relaciones sólidas con su familia, amigos y la iglesia. (Mateo 22:37, 39). Usted on solo debería luchar por dejar de servirse a sí mismo y empezar a servir a Dios, también debería considerar cómo puede empezar a servir a otros.
Dependiendo de la adicción, el pecado que un idólatra comete contra sus amigos y familia al servirse a si mismo puede tener una variedad de consecuencias:
Un ama de casa adicta a las novelas románticas o a las telenovelas puede descuidar las tareas del hogar. Su esposo y sus hijos se pueden sentir incómodos en un hogar sucio y desordenado y resentidos de que ella les delegue un grado injusto de responsabilidad para hacer la limpieza.
Una mujer, que ha estado metida en el consumo de drogas y el alcohol por algún tiempo, puede haber hecho lo que parece ser un daño irreparable en sus relaciones.
Un hombre que ha visto porno, pudo haber causado que su esposa se siente usada como objeto de placer.
Una persona lujuriosa pudo haber seducido a alguien vulnerable para obtener placer.
Servir a otros puede tener que empezar con humildemente confesar los pecados cometidos contra otras personas y pedirles perdón.
Debe recordar que llevará tiempo reconstruir la confianza. La sinceridad de sus intenciones se debe demostrar con actos tangibles de amor. Los versículos de la Escritura de “uno al otro” y “uno con otro” le darán un lugar para empezar a pensar sobre cómo ella debe amar a los demás.
Romanos 12:10, 12; 13:8; 14:13; 15:7; Gálatas 5:13; Efesios 4:2, 32; 5:19, 21; Colosenses 3:13; 1 Tesalonicenses 5:11; Hebreos 3:13; 10:24, 25; Santiago 4:11; 1 Pedro 1:22; 3:8; 4:9; 5:5; 1 Juan 3:11, 23; 4:7, 11, 12; 2 Juan 5. También ver los versículos “uno con otro” de la NVI: Juan 15:12, 17; Gálatas 5:15, 26; Efesios 4:32; Colosenses 3:9, 13; 1 Tesalonicenses 3:12; 5:11, 15; Hebreos 13:1; Santiago 5:9, 16; 1 Pedro 4:8.)
Para cada uno de los versículos que contienen la frase “uno al otro” o “uno con otro,” anote dos o tres maneras tangibles en las que pueda aplicar lo que el versículo manda con su familia y amigos.
Santiago 5:16 ordena “confesaos vuestras ofensas unos a otros.” Es posible que tenga que acercarse a su esposo, hijos o amigos, confesarles las maneras específicas en las que has pecado contra ellos y pedirles perdon. Entonces tendrá que planear cómo se dedicará a su familia o amigos con amor fraternal (ver Romanos 12:10). Esto lo puede expresar en levantarse en la mañana a preparar el desayuno para su familia y despedirlos cuando se van a la escuela o trabajo. O, esto puede significar apoyar a sus hijos asistiendo a sus actividades deportivas y programas extracurriculares.
No sólo debería estar aprendiendo a servir a los demás, el cuerpo de Cristo debería estar a su lado conforme luchas contra el pecado. Identifique hermanos(a)s maduras en la iglesia con quienes pueda cultivar una relación. Esto puede ser en el contexto de un estudio bíblico, una relación de discipulado o una reunión para orar. Las personas maduras en la iglesia siempre estarán listos para ayudarle con la rendición de cuentas y la oración cuando esté enfrentando la tentación y las luchas.
Debemos cuidarnos de hacer de nuestros hermanos ídolos.
Principio #5:Necesita ser veraz en todas las cosas. Efesios 4:14–15 La idolatría es engañosa; arrastra a una persona a un mundo lleno de mentiras, como:
Culpar de sus acciones a alguien o a algo
Racionalizar el grado de su pecado
Justificar el por qué hizo lo que hizo
Intelectualizar su comportamiento con el fin de ignorar las consecuencias o las emociones dolorosas
Ensalzar su pecado
Mentir sobre lo que ha estado haciendo
Usar muletillas para describir su pecado con el fin de evitar la realidad de lo que ha hecho; por ejemplo, una cita en vez de adulterio
Evitar personas o circunstancias que le recuerden las consecuencias de su pecado
Principio #6: establezca un horario diario regular. El involucrarse con un ídolo puede afectar la rutina diaria normal de una persona e interferir con sus responsabilidades. Los consumidores de drogas tienden a trasnochar y luego dormir casi todo el día. Los que sufren de gula tienden a ser sedentarios. El enfoque en si mismo en la vida de un adicto lo hace descuidado de su apariencia y de su ambiente. Aquéllas que pasan demasiado tiempo en novelas románticas, televisión o con otra persona, se están permitiendo el ser distraídas de las cosas que realmente importan.
Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.
La meta es un estilo de vida disciplinado y productivo para la gloria de Dios. Sabiendo qué se necesita para lograrlo, y cuándo se necesita hacer, ayuda a desarrollar la disciplina.
Haga una agenda semanal: Enumere sus responsabilidades – trabajo, comprar los alimentos, hacer la limpieza, cocinar, lavar la ropa, etc. Reserve periodos de tiempo para cada una de estas responsabilidades. No olvide incluir tiempo con su familia, tiempo para sus devociones personales, tiempo para ejercicio (ya sea una caminata de 20 minutos) y tiempo para la iglesia. Esté consciente de las pequeñas cosas. Cocine en horarios regulares. Planee dormir y levantarse en la mañana a la misma hora todos los días. Tenga en cuenta las horas libres inesperadas y planee que hacer en ellas (no permita que estas horas estén abiertas para caer en la idolatría) Use su tiempo libre para la gloria de Dios. La consistencia es importante.
El propósito de una agenda no darle un estándar de perfección que le infunda culpa cada vez que no logre hacer lo que planeo. Recordemos que la vida puede ser impredecible. La agenda es solo una guía muy útil. Su propósito es dar estructura y orden a una vida desordenada.
Planifique aun que hacer en momentos de estrés.... Muchos usan las drogas, la pornografía o la comida para consolarse en tiempos de problema o estrés, otros lo hacen porque están enojados y quieren probar que tienen el control de algun área en sus vidas. Algunos lo hacen por aburrimiento o soledad. Considere sus motivaciones y planee cuando se sienta de esta forma recordarse Filipenses 4:6–9.9 y echar toda ansiendad delnate de Dios.
Principio #7: mejore su salud física. Importante tener consistencia con el descanso, el ejercicio (Las endorfinas, que se liberan con el ejercicio generan un sentimiento de energía y bienestar. El ejercicio es un buen preventivo para los estados de ánimo depresivos que tientan a algunos a regresar a su ídolo.) y la alimentación balanceada, estas cosas son esenciales para todos. Los que abusan del consumo de drogas y alcohol necesitarán evaluar el alcance del daño que esto ha hecho en sus cuerpos (estas cosas afectan nuestro estado de animo). Los que comen en exceso tendrán que ser examinados por un médico antes de comenzar un programa para controlar el peso. Los que han sido sexualmente promiscuos tendrán que determinar si se han expuesto a enfermedades de transmisión sexual.
Principio #8: Entienda cuales son las alternativas bíblicas para tratar con los retos de la vida y las emociones angustiantes. Vivimos en un mundo caído, pecaminoso. Pecamos y pecan contra nosotros. Dios ha hecho algo con el pecado y el sufrimiento: Ha ganado la victoria sobre él con la muerte, sepultara y resurrección de Cristo en la cruz. Una de las creencia falsas que dan impulso al comportamiento impío de un idolatra es que él o ella, “Yo no deberían sufrir.” Pero tal suposición es inconsistente con la verdad de la Escritura.
El sufrimiento es un hilo que corre a lo largo de la fibra de la Escritura. En toda la Biblia abundan los ejemplos de hombres y mujeres que han sufrido. Podemos aprender de sus ejemplos. La Escritura también abunda con las preciosas y magníficas promesas de Dios; las podemos reclamar por fe. Busque esos pasajes de la escritura que hablan a su sufrimientos pasado y presente. Recuerde que, por medio del sufrimiento, Dios desea que maduremos a la semejanza de Cristo y que le demos la gloria a Él. (1 Pedro 5:10).
El sufrimiento se puede definir como: tener algo que no se quiere o querer algo que no se tiene. Una cantidad exorbitante de “querer” lleva a un deseo lujurioso y a la idolatría. Querer cosas equivocadas, quererlas para que se puedan gastar en placeres egoístas (ver Santiago 4:2–3) y quererlas inmediatamente, son características de la idolatría.
Recuerde que Dios “nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 1:4). “así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.” (2 Corintios 1:5).
Principio #9: Recuerde que tiene esperanza en Cristo. Romanos 5:1–8. Recordemos que la adicción es pecado y el adicto es una pecador según la biblia (no es una enfermedad, una condición, una reacción normal a las circunstancias o una manía). Saber que somos pecadores nos ofrece una esperanza verdadera y duradera, pues Dios mismo ha provisto la solución al pecado: “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:5–6). La Palabra de Dios contiene todo lo que necesario para liberarnos de toda cadena que nos ata a la idolatría de las adicciones.
De la Adicción a la Libertad
El primer paso es admitir que tenemos un problema. Puede ser que nos resistamos al inicio. Sin embargo, Dios puede confrontarnos por medio del ministerio de nuestra familia, de otros hermanos o de la disciplina eclesiástica.
Con ayuda y el ministerio de otros, podemos aprender a descansar en la gracia de Dios y no en nuestros sentimientos o desempeño. Conforme crecemos en el conocimiento de Dios, también creceremos en nuestro deseo de agradarlo por medio de la obediencia. Llegaremos a experimentar el gozo y la bienaventuranza que sólo pueden venir por adorar y servir al único Dios verdadero.
Recuerde que el cambio es posible
Dios es mayor que su debilidad. Su esperanza de cambio debe residir en Su Espíritu Santo.
Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales (Efesios 1:18–20).
Dios resucitó a Cristo de los muertos. ¿Hay algo demasiado difícil para Él? ¿Existe alguien más allá de Su alcance, Su poder? Nunca. “Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios” (Lucas 18:27).
Si usted tiene su entendimiento entenebrecido porque no es una cristiani, Dios le puede salvar de su pecado y llevarle a una relación de salvación con Él. O, si es cristiano, incluso puede ser limpiado de toda idolatría porque tienes un Sumo Sacerdote que intercede por ti. La confesión y el arrepentimiento son el camino de salida.
1 Corintios 6:9–11 da esperanza a aquellos que se han visto envueltos en pecado sexual y otro tipo de idolatría o adicción. Note como Pablo hizo brillar la luz de la esperanza del evangelio cuando dijo en el versículo 11, “Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” (NVI). Esto es lo que algunos de ustedes eran -- ¡tiempo pasado! Si la gente del primer siglo en Corinto podía cambiar esos patrones pecaminosos, entonces ¡la gente puede cambiar hoy también!
De manera que su situación no es desesperada. Usted puede cambiar con la ayuda de Dios y a la manera de Dios.