La fe que ve lo invisible.

Grandes hombres y mujeres de la fe.  •  Sermon  •  Submitted
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Introducción.

Abraham es llamado el padre de la fe. En Romanos 4, Pablo revela tres etapas importantes en el plan de salvación: 1) la promesa de la bendición divina (la promesa de la gracia); 2) la respuesta humana a esa promesa (la respuesta de la fe); y 3) el pronunciamiento divino de la justicia acreditado a los que creen (justificación). Así es como funcionó con Abraham, y así es como funciona con nosotros.
¿Por qué predicar acerca de la fe? Porque la fe es lo que define al cristiano. La Biblia nos dice que lo que no proviene de fe es pecado (Ro. 14:23) ¿Por qué la gente se pierde eternamente? No es porque haya  cometido el peor de los pecados, sino porque no ha creído (Jn. 3:18).
Abraham es el hombre cuya fe agradó al Señor. Y en este sentido se ha dicho que si usted quiere agradar a Dios hágalo sin  importar a quien desagrade. Pero si usted desagrada a Dios, la verdad es que no importa a quien agrade.
Spurgeon dijo: “Poca fe traerá su alma al cielo, mucha fe traerá el cielo a su alma”. Abraham trajo el cielo a su alma; y trajo, por medio de su fe, la salvación a las almas.
La fe de Abraham nos enseña que...

La fe autentica demanda escuchar y obedecer al Señor.

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció...” Heb 11.8a “Pero Jehová había dicho a Abram: vete de tu tierra y tu parentela” Gen 12.1a
¿Quién fue Abraham antes de convertirse en el padre de la fe? Abram (gr.padre enaltecido) era un pagano e idólatra en su tierra de origen; Ur era la capital de los caldeos (la actual Irak) y debió ser una de las ciudades más importantes de los primeros tiempos de la humanidad.
Vivía Abram entonces en una cultura moderna en su tiempo pero pagana. Ur era en esencia una ciudad religiosa; el punto más alto de la ciudad era la cima de un ziggurat, o templo pagano en forma de pirámide truncada, por lo que Ur era considerada una de las áreas sagradas más importantes del mundo antiguo. Y es en estas condiciones que Abram escucha la voz de Dios.
La raiz de una fe autentica es escuchar al Señor. Dios le hablo a Abraham de una forma personal y sobre natural. Todo acto de fe va de la mano del escuchar y el obedecer.
Hoy Dios nos esta hablando por medio de su Hijo Jesucristo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo..” Heb 1.1-2
Escuchar y obedecer siempre requiere de un acto de verdadera fe; Abraham debió abandonar su comodidad, dejar todo arraigo; es decir todo sentido de significación (lo que era en su tierra; estatus social, etc) y todo sentido de seguridad (amor y aprecio de sus seres queridos)
No puedes decir que crees en Cristo sino le escuchas y obedeces. La esencia del problema de no obedecer al Señor es precisamente la fe: Las personas aún cuando escuchan el mensaje, no están dispuestas a abandonar sus pecados, renunciar a su comodidad, a su posición social y aún a ser rechazados por sus seres queridos por la causa de Cristo. Y por esa razón el Señor no obra en sus vidas porque no hay fe.
“Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios” (Jeremías 7.23)
“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios” (1 Samuel 15.22).
La fe es contraria a lo que yo  resuelvo por mi propia cuenta. Pero se convierte en certeza cuando Dios dice que lo hará a través de ella. La fe demanda escuchar y obedecer la voz de Dios.
La fe de Abraham no solo nos enseña a escuchar y obedecer, sino también nos enseña que...

La fe autentica demanda vivir como extranjero.

“Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas..” Heb 11.9a
Abraham por la fe se aferró a nada más que a una promesa. El grave problema de los que hoy escuchan el evangelio es que desean creer, pero no quieren soltar nada, no quieren cambiar nada, no quieren compromiso, si quieren caminar con Cristo pero aferrados a lo que este mundo les ofrece, anhelan las bendiciones del Señor pero no están dispuestos a vivir como extranjeros en este mundo.
¿Tiene usted conciencia de que cómo cristiano autentico debe vivir como extranjero en este mundo? La realidad del “cristianismo” de hoy es que no se consideran “extranjeros” o “peregrinos” en este mundo, sino más bien actúan como “turistas”.
Ahora los cristianos quieren vivir como turistas y olvidarse de todo aquello que tenga que ver con trabajo, esfuerzo, disciplina, compromiso, negación de uno mismo, porque al fin y al cabo, el turista viene escapando de todas esas cosas en busca de disfrute y comodidad.
Este tipo de “cristianismo-turista” convierte la iglesia del Señor en un Hotel, donde como turista busca satisfacer sus deseos y caprichos, así que esperan que todo este listo para el día que ellos quieran ir y encontrar todo lo que necesitan para su confort; comunidad, consuelo y aprobación…etc. y cuando no recibe lo que quieren, simplemente cambian de Iglesia, como un turista cambia de Hotel.
Esta situación es muy triste, porque este tipo de cristianismo no tiene nada que ofrecer al mundo, ya que de hecho el mundo los ve como de ellos. ¿Cuál es realmente la diferencia entre el mundo y este tipo de cristianos? Tal vez ven que algunas veces van a la iglesia y que les gusta cantar, pero cuando examinan sus vidas, son exactamente iguales que las de los inconversos, y algunas veces peores.
La Biblia nos advierte seriamente sobre cuál debe ser nuestra relación con el mundo.
"No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él." 1 Jn 2.15
"Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación." 1 P 1.17
Abraham no enseña esa fe que nos hace vivir como extranjeros en este mundo, con poco equipaje, listos para partir a la patria celestial. Es una fe que nos enseña a distinguir entre lo temporal y eterno. Es una fe que nos enseña a bendecir a las multitudes por el testimonio y compromiso verdadero con Cristo.
“Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.” Heb 11.13
La fe de Abraham no solo nos enseña obedecer y vivir como extranjeros sino también nos enseña que...

La fe autentica nunca se desespera.

“porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” Heb 11.10
Abraham no se desesperó: era un hombre que miraba con frecuencia hacia el cielo. La promesa que Dios iba a ser de él una nación como las estrellas del cielo, tenía que mantenerlo enfocado siempre hacia el cielo. Abraham y aún no sabía como era la ciudad que le esperaba, pero su fe le llevó a ver y esperar esa ciudad. Abraham es el primer hombre que tuvo la capacidad de ver lo invisible. Y la palabra clave aquí es “esperaba”
Hoy vivimos en una sociedad impaciente y por eso todo lo que el hombre a creado busca el sentido de gratificación inmediata. La conducta humana se rige bajo los principios mundanos de la búsqueda de placer y evitar a toda costa el dolor. Y por esa razón la tecnología y la era digital que el hombre a desarrollado tienen como meta proporcionar satisfacción instantánea.
El placer inmediato produce una sensación superficial de felicidad con la lamentable consecuencia que cada vez el ser humano sea más impaciente y ansiosos por recibir lo que desea y de esto por supuesto no están exentos los cristianos.
La impaciencia nos dirige a la incredulidad. Al ser la incredulidad pecado delante de Dios, la impaciencia entonces viene a ser la tentación que nos lleva a pecar en dos diferentes direcciones:
Renunciar a una vida de fe: Es decir darte por vencido ante los obstáculos, tirar la toalla al no ver resultados o cambios inmediatos; ya sea en tu vida espiritual, en alguna necesidad o petición, en un ministerio que el Señor te ha llamado a realizar, el no ver resultados en el matrimonio, con los hijos, etc.
Tomar las riendas de tu vida: En otras palabras es tomar decisiones precipitadas en asuntos que requieren mucha oración, fe y perseverancia. Es la tentación de ser impetuosos en la búsqueda de soluciones inmediatas.
Para vencer la tentación de la impaciencia debes entender que es una batalla contra el pecado de incredulidad y por lo tanto es una cuestión de si tu decides vivir por fe en la promesa de un futuro eterno. El apóstol Pedro afirmo esta verdad de esa esperanza eterna...
“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe.” 1 P 1.3

CONCLUCIÓN.

Permita preguntar ¿en quién o en qué confía usted?, donde pone usted su fe para salvación? Hoy le invito a imitar la fe Abraham quien vio en un futuro la patria celestial.
Es la fe que luego vino en la persona de Jesús: “para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu” (Gá. 3:14). ¿Cuál tipo de fe tiene usted? ¿Es una fe basada en las promesas? ¿Ha sido usted alcanzado por la “bendición de Abraham” que ahora viene a través de Cristo?
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