Confiando en Dios por su Gracia. ¿Cómo confiar en la Gracia de Dios?
MEJORAR LA PERSPECTIVA
¡Qué cosa más frágil! Todos estamos, familiarizados con las ollas, tinajas y cazuelas de barro; tienen poco valor y se rompen con cualquier golpe. Cuando esto sucede, no vale la pena repararlas. Mejor compramos una nueva porque son muy baratas. El ministerio se realiza partiendo de la verdad que el cuerpo humano es débil y frágil. Hemos de cuidarlo y aprender a vivir con las limitaciones que él nos impone.
El tenía un propósito en mente cuando arregló las cosas de ese modo: “para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. Si algo se logra en el ministerio no es porque el siervo sea fuerte, sino porque el Señor en su gracia obra poderosamente por medio de él. Así que toda la gloria es para nuestro Padre que actúa en nosotros.
MANTENER LA PASIÓN
La ilustración vv. 8–9 En estos versículos tenemos una serie de cuatro contrastes. El primer elemento de cada uno de ellos representa el vaso de barro y el segundo el poder de Dios. El cuerpo humano está expuesto a muchas tribulaciones que en su debilidad no puede aguantar, pero entra en acción el poder de Dios y el vaso de barro sale triunfante.
destruir tr. 1 Deshacer o reducir a trozos pequeños una cosa material: el tornado ha destruido todo lo que ha encontrado a su paso; el incendio destruyó también las viviendas colindantes; destruyeron las cintas en que estaban grabadas sus conversaciones; algunas radiaciones pueden emplearse en medicina para destruir células cancerígenas.
2 Inutilizar o hacer desaparecer una cosa inmaterial: con su actitud agresiva destruyó la tranquilidad que reinaba en su hogar; el exceso de ambición puede destruir tu felicidad; ha destruido la confianza que había entre nosotros.
MANIFESTAR EL PROPOSITO
La aplicación vv. 10–12 Estos tres versículos repiten las mismas verdades tres veces. La primera mitad de cada uno enseña una sola verdad y la segunda parte, otra. ¿Cuáles son estas dos verdades que se repiten tres veces en estos textos?
La primera es que nuestro cuerpo físico está muriendo mientras ejercemos nuestro ministerio. Participamos de las mismas aflicciones que causaron la muerte de Cristo (10a), padecemos estas tribulaciones por causa de Jesús (11a), y la muerte opera constantemente en nosotros (12a).
La segunda explica la razón por la cual sufrimos todo esto en el cuerpo: para que otros vivan espiritualmente. Dos veces se repite la frase “para que también la vida (espiritual) de Jesús (que él ofrece) se manifieste” en nuestro cuerpo mortal (10b, 11). Dios opera en los oyentes la vida espiritual (12b). El Señor usa nuestro cuerpo mortal con todas sus facultades para comunicar su mensaje de vida eterna a todos los que nos rodean. Nuestro cuerpo débil es el instrumento que el Altísimo ha decidido utilizar para revelar el mensaje de la vida en su Hijo Jesucristo.
MOLDEAR DE PERSPECTIVA
Con fe en la resurrección de nuestro cuerpo, vv. 13–15. Sabemos que tal como el Padre resucitó corporalmente al Hijo, nosotros también seremos resucitados por él igual que todos los que somos sus hijos. Posteriormente seremos presentados ante él en compañía de todos nuestros hermanos (v. 14). Puesto que tenemos esta confianza, tenemos que hablar acerca de ella (v. 13). En el proceso de comunicar el mensaje vamos a sufrir tribulaciones, pero lo hacemos con gozo porque amamos a quienes llevamos el mensaje. Nuestro deseo es que la gracia de Dios abunde en la salvación de muchos y que toda la gloria y la acción de gracias sean para el Señor y no para nosotros (v. 15).
Con la mirada en lo eterno, vv. 16–18. A la luz de la verdad de nuestra resurrección corporal, Pablo repite la declaración del 4:1; “no desmayamos” (v. 16). Reconocemos que nuestro cuerpo, el hombre exterior, va perdiendo su vigor, en parte por las persecuciones sufridas. Al mismo tiempo, el hombre interior se va fortaleciendo más cada día para tener la fuerza espiritual que se necesita para no desmayar (v. 16).
En seguida, el apóstol contrasta las tribulaciones leves, momentáneas y temporales (2 Corintios 11:23–29) con el peso de gloria que nos espera en el futuro. Este va haciéndose más y más excelente y es eterno